lunes, 27 de septiembre de 2010

Basura para el intelecto



Eramis Cruz

Aquellos que menosprecian a las personas humildes no hacen más que revelar su ignorancia. Hay tantas cosas que a uno les provocan risa, y ya sabemos que no hay nada que provoque más risa que lo ridículo. Fue de esta manera que Mario Moreno (Cantinflas) hizo una carrera exitosa en el cine. Cuando uno no sólo vive en el mundo, sino que lo mira y lo comparte, es más fácil tener un juicio apropiado sobre hechos y fenómenos. El llamado ciudadano común es la base del funcionamiento de la sociedad, los demás son una minoría sin capacidad para satisfacer las exigencias fundamentales de la infraestructura de un país.

Un elemento que abunda en el mundo es la basura, no existe una manera para eliminarla, se recoge cada día por la mañana y vuelve y se reproduce. A pesar de que se busca manera para sacarle alguna ventaja a la basura comenzando con reciclarla o usarla como fuente de energía.

Sin embargo predomina el concepto de que la basura hay que votarla en un lugar donde no sea un estorbo. Es que la basura, aparte de otros problemas, nos puede contaminar. Por eso resulta extraño que existan personas que de alguna manera depositen basura en su cerebro. Una de las razones que explica ese comportamiento es no saber distinguir algún tipo de basura. El error principal es no distinguir que existe una basura que se produce en el mundo de las ideas, en el ámbito intelectual. Es aquella basura que nos enferma del alma, que nos hacer inútiles y manipulables.
Si se quiere entender con mayor claridad de los que hablamos aquí, referimos al lector a las llamadas novelas de televisión. Esta es una basura que es depositada en el cerebro de la gente, especialmente de los ciudadanos más humildes. Lo que si hace una diferencia es que esta basura deja grandes ganancias esas compañías televisivas. Las escenas presentadas superan los ámbitos de la realidad y llaga a provocar repulso al sexo, la violencia, la ironía, y asesinatos premeditados con alevosía, y más que todo, el insulto a la capacidad del observador. Transmite un falso mensaje y exageran el éxito de la sociedad imperante en términos materiales y de consumo.

Otro elemento consiste en que las telenovelas están calificadas como entretenimiento, y bajo esa categorización son vistas como algo inofensivo y nocivo al proceso de asimilación de la gente. Por eso no se plantea y mucho menos se replantea un cuestionamiento serio sobre los efectos de los llamados culebrones.
Mantener a la gran mayoría en la ignorancia ha sido por mucho tiempo una estrategia exitosa para el sistema social monopolista. Primero, la democracia es una farsa, no es cierto que sea la mayoría quien manda y decide. Segundo, mientras a una parte de la población se le inyecta dosis de telenovelezca, a otra se le ofrece un deporte que muchos no practican, sino que oye en la radio o ven en televisión. Se trata de un deporte enajenante que no resulta en rebajar de peso ni sigue el eslogan de cuerpo sano mente sana. En un tercer plano, está la religión y su fanatismo. La religión limita la inteligencia a los parámetros del dogma.

En esta problemática radican los grandes males de la humanidad. En la manipulación que se hace del cerebro de la gente. Ya hace mucho que se sabe que el ser humano no usa ni siquiera el cinco por ciento de la capacidad de su cerebro. En el mundo actual esta proporción en vez de aumentar disminuye. Con los avances tecnológicos se aprovecha la utilidad de un nuevo componente que implica que la gente dependa de un microchip para las funciones que de otra manera serian funciones elementales del cerebro.

Pero si existe una diferencia, las cosas inanimadas no piensan, y si un microchip es capaz de ejecutar operaciones científicamente determinadas, es porque alguien es capaz de darle cabida a ese proceso. En otras palabras, existe una élite intelectual que pretende sustituir la capacidad de pensamiento de la grande mayoría.
Volviendo al principio, quienes menosprecian a los humildes, y aparte de eso pretenden hacer de ellos tontos útiles, caen en el error de ignorar que existe un fenómeno social que pone en práctica el efecto dominó en la que una sola ficha puede ser el inicio del fracaso de esa montaje de la manipulación. Aquellos que creen que es cierto que una mentira se convierte en verdad por el solo hecho de repetirla, sustentan un pragmatismo ingenuo. Pragmatismo es una filosofía que todo lo mide acorde con los resultados.

No se puede negar que hasta ahora y en parte, el basurero le ha dado buenos resultados a gente y países. Inclusive, es posible que resten beneficios para los que encabezan la lista de la revista Forbes. Sin embargo negar que los humildes del mundo sean el mayor peligro para los que dirigen los imperios es una verdad científica e histórica. El sistema capitalista funciona gracias a un factor contradictorio y dinámico, allí donde pretende depositar su basura.

Simplemente es una equivocación creer que los cambios históricos impulsados por los países en vía de desarrollo, serán algo así como una tercera guerra mundial. Ese tipo de guerra no es para el mundo del hoy, ni siquiera actos como los del once de septiembre son para ser considerado. Los cambios del mundo venidero y los medios para ese cambio radican la conciencia que crea la necesidad. Necesidad imperante e impulsada por fenómeno como la gran depresión de 1929 en los Estados Unidos.

Una de las razones por la que continuamos viviendo bajo el presente estatuto es porque el capitalismo aún tiene capacidad para absorber suficiente oxígeno para cubrir los huecos que deja a su paso. Pero lo que va a suceder es que habrá que cambiar, no la regla del juego, sino el juego mismo, debido que muy pronto no habrá espacio para tirar la gigantesca cantidad de basura pestilente de una maquinaria enferma.

El pragmatismo que caracteriza a los líderes y dirigentes desde Washington Heights hasta Washington DC, va quedando reducido en la perversa manera como se roban los recursos destinado al servicio para los humildes, Miguel Martínez, Víctor López, Pedro Espada Jr., Moisés Pérez y otros bajo investigación por malversación de recursos. Las correcciones al sistema financiero norteamericano, introducida por el presidente Barack Obama, son una muestra de lo que sustentamos, igualmente que el asfixiante problemática del mercado de bienes raíces, por sólo citar dos basureros.

Aunque a muchos les parezca ridículo y hasta les provoque algunas carcajadas, los únicos capaces de redimir la casa y limpiarla de la basura, son los humildes que no sufren de la miopía de los que tiran los desperdicios durante la oscuridad de sus operaciones. Los Seguidores de un discurso enfermizo y manipulador sustentado en un pragmatismo que se extiende a los límites de lo insostenible.

Viva el Merengue


viernes, 24 de septiembre de 2010

!Llegó Maruja!


Miguel Espaillat

Nuestro pueblo es folkloricamente genial. Aún en medio del dolor, él busca la forma de hacer algo jocoso, inventarse un chiste de todo, para terminar riendose.

En este orden de comportamiento social, vemos la predilección que tenemos con corromper los patronimicos hasta de nuestros propios hijos, con tal de conjugar lo jocoso con el chiste, para que la situacion derive en risa.

Asi, a nuestro hijo Ramón, lo llamamos, mon, a nuestra hija Raquel, raque, a Manolo, Manolito, a Teresa, Tere, a fulana "el grillo" a fulano "kaliman o Chimbin" a menguano "el cojo" a menguana "la renca" a sutana "La gringa" y a sutano "El gringo o tres paticas" y así, de la A la Z.

En este orden, se dan casos inauditos: al participar como encuestador, en uno de los censos de población dominicana, me encontré en un campo de Barahona, el caso de una señora, que al preguntarle por el nombre de su esposo, con el cual habia procreados cinco hijos en veinte años de matrimonio, me contestó "pelota" – sorprendido, le riposté - que eso no era nombre, sinó un apodo - a lo que ella me contestó – siendo así, entonces yo no se su otro nombre - Imaginese usted mi estupefaccion. De eso hace 38 años y aún recuerdo intacto aquel momento como si fuese en celuloide.

El periodista Arismendy Calderón, en un artículo publicado el 18 de mayo del 2010, en el diario, HOY DIGITAL, nos dice: miles de dominicanos en barrios marginados, campos, ciudades, cárceles, oficinas públicas, escuelas, colegios y universidades del país son conocidos por sus motes y apodos. Y nos sigue narrando: El historiador y general retirado José Miguel Soto Jiménez enfoca la temática y asegura que el apodo en nuestro país se impone sin distinción de estatus ni clase.

“Es un apelativo de la picardía, de la gracia, la confianza, su peculiar forma de relacionarse, o designar virtudes, cualidades, malas mañas y vicios”.

Soto Jiménez refiere, que entre nosotros, el apodo se hereda, se cultiva, se engorda, se traspasa.
Por eso, el “Pedro Conuco” o “Gran pendejo” del general Pedro Santana; “Pandora” o “Boba”, a Bobadilla; “Bois” al general Duvergé; “El Tuerto”, al general Juan de la Rosa Herrera; “Rabo Pelao” al general Merced Marcano; “Tito”, al general Francisco A. Salcedo. “Chombito”, al coronel Jerónimo de Peña; “Pepillo“, al presidente José Antonio Salcedo; “Venturita” o “Pasita“, al cinco veces presidente Buenaventura Báez, nombrado el “Jabao”; “Mai Teresa”, a su madre;“Baúl” a José Chanlate; “Hombre de la Folla“, a Luperón; “Lilís“ al dictador Ulises Heureaux.

El general Luperón le decía “Lilisie“; “Baña Perro”, le decían en Puerto Plata; “El Pacificador”, sus “Amigotes”. “Nublasón” o “El Negro”, sus enemigos, “Macabón” a uno de sus generales llamado Moisés Anderson; “Pablo Mamá”, a Pablo Ramírez. “El Chivo” al general Manuel Jiménez; “Antón“ al general Antonio Guzmán; “Perico“ a Pedro Pepín y a Pedro Salcedo; “Guayubín”, a Cirilo de los Santos; “Tolete”, a Pedro Celestino; “Jimaquem”, a Ramón A. Marcelino; “El Cacique”, al general Andrés Navarro; “Mon”, al presidente Ramón Cáceres; “Memé”, a Manuel Cáceres, su padre; Corderito”, a Casimiro Cordero; “Cabo Millo”, a Remigio Zayas; “Manolao”, al presidente Wenselao Figuereo; “Bolos”, a los partidarios del presidente Juan Isidro Jiménez; “Pasin”, al hijo menor de Demetrio; “Rabuses”, a los partidarios del general Horacio Vásquez, a quien a su vez le decían “La Virgencita de la Altagracia con chivas”; “Pancho”, al licenciado Francisco J. Peynado; “Mozo”, a su hermano Jacinto Bienvenido; “Quiqui”, al presidente Victoria, y “El Mocho”, a Cepín”.

Políticos que aspiran a cargos electivos utilizan motes y apodos para promocionar sus aspiraciones de llegar al Congreso Nacional, a una alcaldía o regiduría, o contra motes para atacar a sus adversarios.

Esta es la razón por la cual – no sigue diciendo Calderón - que a lo largo y ancho del país hay miles de abigarrados afiches diseminados, en los que se puede leer vote por “Pulgoso”, “Petete”, “Rico”, “El Diablo”, “El Zurdo”, “Mocarela”, “La Pinky”, “El Dajao”, “Memo”, “Gon”, “Polón”, “Avispa”, “El Zorro”, “Chiculín”, “Calva Loca”, “Come Goma”, “La Tranca”, “Monito”, “Chinguí”, “Cucuyo”, “Triquiñiqui”, “Bebeleche”, “Barbasucia”, “El Caballo”,"La tora" "La gata" “Mazorca” “Bazuca” “Pestañita” y “Chacho” "La cigua" "Chupete" "El gallo"etc., etc.
En ese tenor, la generacion actual, vió cuando el PRD, practicamente batió al PLD, con el eslogan "los comesolos".

Como los historiadores y sociologos nuestros dicen que nuestra conducta es ciclica, razón por la cual no hemos avanzado (no nos hemos desarrollado) casi en nada con relación a otros pueblos mas jovenes, esa conducta cultural, la imagino en el pasado, y viene a mi mente que en 1912, en la epoca de Eladio victoria, sus partidarios lo recibian clamando "llegó don Eladio", llegó "don Eladio" y sus oponentes "llegó quiquí", "llegó quiquí" De igual forma, en la epoca de los rabudos de Horacio Vasquez y bolos de Jimenez Grullón, los "patas prietas", contraatacaban a los patas blancas con "pata rajá", o sinó con llegó "la chiva" por aquello de la Virgen de Altagracia con chiva.

En epoca posterior, correspondiente a mi generacion, oí decir, que a Trujillo, sus oponentes –eso si calladamente- le llamaban "chapita" y cuando no el "chivo" y a Balaguer "asesino", o "muñequito de papel", eslogan que despues se demostró, que era totalmente falso.
A Magluta con el "turco" a Jorge Blanco con el "dientú" y al Dr. José Fco Peña Gomez con el "haitiano" y algunos en su malignidad, quisieron estigmatizarlo con: "llegó el mono" pero no pudieron porque sobre ellos se impuso, su talento, inteligencia e integridad.
Al de "llegó el mono" le contrapusieron "llegó el león" pero el león salió "afeitao" a tal punto, que en este tiempo muchos de sus colegionarios de antaño, actualmente lo adversan, porque como león al fin, deborara a los propios suyos.

Actualmente esta consuetudinaria se sigue, y vemos como a un candidato que tiene como eslogan "llegó papá" lo contratacan no con "llegó papo" sinó con "llegó pepito" Y hay quienes ya estan haciendo para atacarlo, un libreto con los chistes y travesuras de pepito.
Ahora, a salido a relucir un "llegó mamá" como eslogan de campaña de la primera dama que tambien aspira a presidente, a la que solapadamente le llaman la "barby" cosa que ha logrado - dicen soterradamente - a fuerza de cirugias y salones" Pero sus oponentes, ya se han inventado unos contraeslogan, y son duros, pues ni siquiera para suavizar la cosa han querido el de "llegó Margot" o el de "llegó Mariquita, o mujer maravilla" sinó el de "llegó maruja" por aquello de la bruja.

Siguiendo este patrón de conducta, no dudo que surjan otros eslóganes similares, como "llegó miguelete" "llegó miguelón" "llegó guillermito" "llegó pepitón" "llegó maruja", "llegó mariquita" "llegó la bruja", y otros tantos mas por el estilo.

Dentro de este festival, de precampaña presidencial para el 2012, he oido decir que a Rafael Abulquerque el actual vicepresidente le tienen preparado su "llegó Torombolo" por si acaso se lanza a la conquista presidencial.

! Que le vamos a hacer! Son cosas de nuestro folklor. Asi somos, y asi seremos, por aquello de la recurrencia ciclicidad que nos esclaviza y que nos ata a un pasado de atrazo cultural, que no logramos superar.

La reeleción, es una tara, que traba, romper esa recurrencia ciclicidad de nuestra historia.
Entonces, que viva maruja, mariquita, pepito, pepitón, miguelón, Guillermito, y demás paladines de la democracia dominicana.

Miguel Espaillat.
New York, viernes 24 de Septiembre/ 2010

martes, 21 de septiembre de 2010

¿Para qué sirven los intelectuales?




Andrés L. Mateo‏ [GUASABARAeditor]

Sábado 18 de Septiembre de 2010


Si se mira contra el telón de fondo de la aventura espiritual de los dominicanos, los intelectuales no sirven para nada. Todas las propuestas de regeneración social que el pensamiento dominicano del siglo XIX enarboló corno solución a la vertebración definitiva de la idea de nación, terminaron siendo frustraciones sublimes que el autoritarismo transporta al ridículo, imponiéndole a la imagen del intelectual una correspondencia abusiva entre pragmatismo y discurso ideal.


¿No es, acaso, demasiado espectacular que el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, muriera como un hechicero degradado de la tribu, asido a la crucifixión de encarnar un pensamiento, no un acto; mientras, por otro lado, la superficie triunfante del pragmatismo, Pedro Santana y los Bobadilla, refulgía en ese malentendido de la historia?


¿Qué es lo que se extrae del escándalo que se produce en el alma al leer a los pensadores del siglo XIX, los del XX, provenientes del positivismo hostosiano, cuya idea del hombre y la mujer totales se despliega en nuestra historia particular, en la falsedad de una simbólica que era igual a la imposibilidad genética de vivir en sociedad, de conformar un Estado moderno?


Los positivistas dispersaron a la colectividad en individuo, y al individuo concreto dominicano lo hicieron una esencia, pero todos sabernos que en el fondo esa mecánica ocultaba la inutilidad de un lenguaje empinado sobre la marcha de los acontecimientos.


Corno acaba de salir el libro de Mukien Sang, Una utopía inconclusa, ¿acaso toda utopía no lo es?, en el que se estudia la figura de Ulises Francisco Espaillat, el único ejemplo de expresión del liberalismo dominicano que llegó al poder e intentó mantenerse de acuerdo con sus principios doctrinarios, tendremos oportunidad de volver a este tema, que es un recurrente desgarramiento existencial de la dominicanidad.


Porque si los siete meses de Ulises Francisco Espaillat en el Gobierno marcan un momento de esperanza en la recomposición institucional de un país devastado, con el telón de fondo de lo que sucedió después se puede organizar una ópera bufa.


Espaillat sólo agudizó una tendencia que ha enfrentado en el poder a los intelectuales y a la factualidad del poder mismo, como si nuestra clase gobernante expresara un odio a la inteligencia.


¿Y existe, sin ningún género de dudas, un momento más lleno de autorrenunciación que aquel discurso en el que Manuel Arturo Peña-Battle, símbolo intelectual por excelencia de la cultura dominicana, renuncia a los soñadores y a los imaginativos, para entrar con todos los hierros en el autoritarismo trujillista?


La experiencia de esos primeros años –dijo entonces – nos hizo comprender que no siempre andan tomados de la mano el sentido de ficticia perspectivas teóricas y subjetivas con la real expresión histórica de los hechos en que se asienta la vida institucional de la República. El pueblo dominicano es cosa bien distinta de como lo han visto los soñadores y los imaginativos.


Esos soñadores e imaginativos a que se refiere Peña-Battle van desde Duarte hasta Américo Lugo, una procesión interminable de fracasados que la tradición ideal del pensamiento liberal criollo engendró desvinculados de los resultados concretos de la historia, cuya imagen sirve como el signo suficiente sobre el que se levanta la decepción del país. Y entre ellos, por ser el único liberal del siglo XIX que alcanzó el poder, la figura de Ulises Francisco Espaillat es refulgente.


Frente a cada derrota derivada de sus encontronazos con la fría objetividad de lo real, el intelectual dominicano planeó en el mito ambiguo que lo alejaba de la tierra sólida del sentido común. El descrédito era ése: ese ser sombrío no termina por echar raíces en el suelo de la patria verdadera, vuela lejos, suspendido en el vacío superior de sus ensueños. Y de ese rosario, sustentado en la cruda contabilidad de la existencia, surgió el antiintelectualismo que ha caracterizado a los sectores de poder en nuestro país.


Un Ulises Francisco Espaillat amargado en su farmacia de Santiago de los Caballeros, o un Pedro Henríquez Ureña muriendo en una provincia argentina, son dos ejemplos condolidos de ese final trágico que los acompaña.

¿Por qué, históricamente hablando, las relaciones de fuerza de la sociedad dominicana no han echado mano de la cultura para legitimarse a sí mismas?


Únicamente el trujillismo necesitó de una identidad cultural propia para enfrentaría a la haitianidad, y Peña-Battle llegó incluso a definir la independencia como un hecho esencialmente cultural. Pero la base ideológica del trujillismo deformó el hallazgo, convirtiéndolo en una caricatura alienante de lo domiiiicano.


Lo cierto es que el aparato ideológico con el que el autoritarismo predominante se ha justificado a sí mismo ha prescindido siempre de la cultura. Yo no tengo una respuesta satisfactoria de la fría complicación que se deriva de esta certeza, en las limitadas líneas de una columna de prensa. Pero ello ha significado una modalidad particular de asumir los procesos históricos por parte de nuestra clase dirigente.


Los intelectuales, en cambio enternecen por su candor en el manejo de las ciencias sociales.

¿Por qué la Antropología únicamente estudia el gagá, la sarandunga, los bateyes azucareros y el baquiní de los pobres?


¿Es que los antropólogos dominicanos no pueden hacer un estudio antropológico del Club Unión, del Club de Arroyo Hondo o de la Casa de España?


¿No puede hacerse, acaso, un estudio arqueológico de las fortunas dominicanas? Las estratificaciones dejarían surgir, sin dudas, los nombres de numerosas familias, a partir, por ejemplo, de la dictadura de Lilís.


Capa a capa, ¿qué puede surgir de un estudio sociológico que saque a flote el esquema organizacional del poder real en la República Dominicana de hoy?


Estas no son más que preguntas retóricas, pero sirven para ilustrar la idea de que el valor de los intelectuales se inicia allí, en el mismo lugar en el que las relaciones de fuerza de la sociedad lo juzgan inútil.

.....

*Dominicano. Doctor en filología y Premio Nacional de Ensayo, 1994.

Referencia: Mateo, Andrés L. Las palabras perdidas. Editora Cole. Santo Domingo, República Dominicana. 2000 http://www.okvenezuela.org/portal/index.php?option=com_content&view=article&id=1521:ipara-que-sirven-los-intelectuales--andres-l-mateo&catid=41:cultura&Itemid=127

domingo, 19 de septiembre de 2010

Arriada de la barbarie


Eramis Cruz

Hace ya mucho tiempo que en medio del mar Caribe fueron descubiertas unas hermosas islas, que la gente asoció con las perlas y las imágenes sobrecogedoras de otras tierras. Es una historia fascinante repleta de aventuras y sorpresas que llamó la atención del mundo conocido e hizo una gran noticia las especulaciones y los afanes por encontrar caminos más cortos hacia las indias. La búsqueda de esa vía revela que los bárbaros provenían de un mundo plagado de peligrosos piratas y corsarios, pero que no era posible renunciar a las grandes y potenciales ganancias de las relaciones comerciales con el lejano oriente.
Dicen que un navegante italiano llegó por esos lugares del mundo acompañado de unos hombres dispuesto a jugarse la vida por conseguir fortuna. Cuando las naves tocaron tierra reinó la riza y la esperanza y tomaron cuerpo las razones para hacer el mundo diferente a lo que siempre fue, encontrar un continente no es una hallazgo cualquiera en una época que renacía con nuevos desafíos y redefiniciones. La travesía oceánica en dirección a lo desconocido fue una empresa muy grande apoyada por una potencia de Europa en necesidad de conquistar territorios para expandir su imperio. Los hombres envueltos no tenían una idea real de la dimensión del proyecto. Los que contaron la historia crearon un grave problema que todavía los pueblos isleños están rectificando porque fue el origen de la confusión de las razas y se convirtieron en códigos humanos los colores pigmentados.
La historia de la barbarie de estos exploradores es intensa y tan extensa que todavía no termina de escribirse, pero si se sabe que entre las islas descubiertas por estos hombres, porque no train mujeres por considerar esa empresa no sólo oficio de muchos, sino de machos, había una isla muy hermosa, donde encontraron ríos que en sus aguas deslizaban trocitos de oro en cantidades capaces de satisfacer las ambiciones de los monarcas. Así lo contaron los bárbaros que llegaron al Caribe cuando el daguerrotipo no tenía inventor para hacer posibles que fueran convincentes los reportajes y los rostros de indios decepcionados preparándose para la guerra. Por mucho tiempo habían combatido con un contendiente en igualdad de relación de fuerza, pero esta vez no se trató de una guerra sino de un exterminio prolongado a las generaciones marcadas por su capacidad productiva para el agrado de los invasores.
Cuando los fornidos hombres llegaron a esta tierra, la encontraron habitada por hombres y mujeres que tenían niños y bisabuelos, tenían costumbres e historia, inclusive su propia lengua y cultura, pero los bárbaros los consideraron salvajes porque ellos no eran como la gente del viejo continente, los civilizados que por mucho tiempo se hacían la guerra uno contra los otros justificando sus crueldades en la predicciones de los profetas. Salían a matar con la bendición del clero que siempre está en los mismos espacios de los monarcas, y salían creyéndose protegido por el mismo hijo de Dios, por eso le habían construido los templos mas impresionantes y habían entregado vidas para expandir la fe, sabían muy bien que el mantenimiento de un imperio no es posible sin una religión fuerte antes las desdichas de los infortunados y la incertidumbre del devenir.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces, y todavía mucha gente en estas islas cree que en verdad sus antecesores indios fueron tan salvajes como los desembarcados negros desposeídos, y que ellos tienen muchos habitantes incapaces de civilizarse. De manera que la gente diestra en cuestiones histórica fácilmente concluye que en verdad estas islas continúan sin superar su incivilización, especialmente esa que llamaron con término ibérico, por contar con tantos negros pobres y guerreros en sus confines orientales, y por eso creen que existen las Maras Salvatruchas, los sandinistas, fidelistas y chavistas de la Pequeña Venecia, e inclusive piensan que el Ché y los camañistas de Ciudad Nueva son descendientes directos del espíritu revoltosos de los indios y los negros del nuevo mundo, mucho antes de que las curvas desaforadas de Shakira se vieran en las pantallas de los celulares.
¡Pero que problema para el devenir! Alta tecnología yuxtapuesta a la ignorancia y al oportunismo, como si las cámaras digitales y las huellas digitales se hubiesen inventado de la mima manera aunque sirvan necesidades afines al daguerrotipo. Están acostumbrados a emburujarnos en el mismo grupo, los inmigrantes, los pandilleros, los comunistas, y las dictaduras son siempre las mismas, la de Augusto Pinochet y la de Fidel Castro, aquí radica la razón por la que los bárbaros globalitas de George W. Bush y sus sucesores no tienen éxito como invasores de zonas petroleras o tierras fértiles para multinacionales.
Sí, ahora nos damos cuenta, que en realidad siempre fuimos muy civilizados, que sólo se trataba de un oportunismo de los invasores para despojar a los invadidos. Recuérdense como fue que llegaron, armado y todo, dispuestos a hacer la peor guerra de la historia, porque sería una guerra muy larga, de muchas batallas, los generales se sucederían, y los imperios se sucederían, y se sucederían las armas eficientes. Porque a los invasores les vino bien descubrir que los invadidos usaban arcos y flechas, considerados por los ocupadores objetos muy rudimentarios y que los hombres de la tierra nueva no eran diestros entrenando perros para matar humanos en la guerra o descubrir la cocaína en los aeropuertos de los tiempos de ficción y la guerra por el petróleo, como sucedió varios siglos después cuando la historia ascendió a los peldaños de la doctrina del presidente Monroe.
Lo que sucedió fue que el concepto que trajeron los bárbaros del viejo mundo sobre lo que ellos entendían como civilización era tan antiguo como ellos mismos, y vinieron con eso para acá, para aplicarlo a los indios, a quienes nunca nadie les había hablado de esas cosas, no tenían esperanza de saber nada de la verdad, ni siquiera de aquellos que los defendieron antes los monarcas, para que le iban hablar esa gente de los horrores de la inquisición ni del renacentista Leonardo da Vinci. Mucha gente ni siquiera asociaría los cuadros espléndidos del pintor con la rebeldía araucana pintada sobre las montañas imponentes quisqueyanas.
Los bárbaros que llegaron entonces terminaron dividiendo la hermosa isla en dos partes, lo cual conllevó a establecer dos naciones sin necesidad, porque para qué había que dividir una isla, aunque fuera una de las mayores caribeñas, lo que usualmente se dividen son los continentes porque son muy grandes y así se hace más fácil su administración, pero en el caso de una isla no existe esa necesidad. Pero no sólo la dividieron, sino que a través del tiempo no han dejado a sus habitantes vivir tranquilos, no los han dejado ser autónomos, no les han permitido vivir ejerciendo sus derechos, y lo que pasó fue lo siguiente:
Cuando los bárbaros llegaron al Caribe, debido en parte a la larga travesía desde el viejo mundo, vinieron solos, no trajeron a sus niños, ni a sus mujeres. Como ha de suponerse, sabían que no regresarían en mucho tiempo, mientras otros nunca regresaron, de manera que entonces tenían que ejercer sus funciones biológicas con las indias y con las negras que habían traído como esclavas. Fue ese el origen de los población mestiza que hoy habita esa isla del Caribe. Fue así como los invasores se convirtieron en herederos legítimos, según sus leyes, de lo que no estaba supuesto a pertenecerle.
Cuando llegaron los bárbaros al Caribe, dizque los hombres que ellos llamaron indios pensaron que eran dioses, simplemente porque eran hombres blancos, y no tuvieron que rectificar su error, porque el Cristo hijo de Dios no era un indio ni un negro, sino un hombre blanco, que no es lo más común entre los hombres del oriente, pero de acuerdo a sus misterios esto debió ser creído, aunque desafíe los rincones del entendimiento, de acuerdo a los sagrado principios de la fe.
Los bárbaros enviaron a sus hombres a dar la buena nueva a los monarcas, y cuando regresaron vinieron bien preparados, y luego siguieron otros viajes que incluían armas para matar, perros para perseguir y asesinar, sacerdotes para someter a la religión, y todo un conjunto combinado para establecer la opresión en la hermosa isla, hasta que los llamados indios fueron exterminados gracias a que Dios respeta el libre albedrío de los hombres, según los bárbaros de entonces y los hipócritas de hoy, un criterio aplicado al pie de letra, cuando sabemos que no tenemos tanto problemas con lo que está escrito sino con la interpretación y la readaptación que hacen los teólogos usando los indicadores de la cosmovisión vaticana.
Los que no fueron exterminados, fueron asimilados, y las guerras no paraban en aquellas tierras. La gente se quedó con ese resentimiento contra los bárbaros, en la sangre tenían estos mestizos los genes rebeldes de los caribes y los otros indios, raza indomable capaz de morir antes que ser vencidos, según lo dejó mostrado con sus cicatrices indelebles el indio Enriquillo luego que le cambiaran su nombre que era Guarocuya para borrar la descendencia taína de su padre asesinado por los bárbaros. Quienes bautizaron el hijo provenían de la misma lejanía de los que asesinaron el padre, los bautizos de inocentes siempre ha sido una ironía de quienes profesan el principio de respecto al libre albedrío.
Y se sucedieron los generales, unos buenos y otros muy malos, y surgieron hombres defensores del pueblo cuando la madre patria de madre no tenía nada. Allí, en esa tierra de montañas, de poetas y héroes excepcionales flotaron las banderas de los imperios y sonaron sus armas apagando vidas de valientes, pero por cada invasor nacieron mil madres para dar los hijos dispuestos a levantar la espada, como fue aquel nombrado Máximo Gómez, y el siempre glorioso inspirador Gregorio Luperon, entre otros que supieron respetar los ideales de aquel hombre que se advino padre de la patria, Juan Pablo Duarte y Diez, cuyo pensamiento se constituye hoy en la guía para el camino hacia la liberación de esta media isla, o mejor dicho de la isla entera.
Qué busca Bonaparte entre los negros de Hipaniola, lo mismo que el almirante entre los indios, la propagación de la fe y la civilización, en definitiva ellos no fueron los primeros, primeros fueron las Cruzadas, cruces para crucificar a los más débiles, muchos, muchas y machos.
Hoy tenemos que olvidarnos de los imperios, de los nuevos monarcas en territorios carentes de minas de oro negro, no sabemos lo que quieren, además que nos importa. Para ellos somos lo indios de siempre, andamos con nuestras arcos y flechas en el alma, con nuestros atuendos originales, como Evo Morales, que primero es un indio y después un presidente, tal cual lo reprochó Rigoberta Menchú a los medios sensacionalistas.
Ahora no resta el reto, enderezar lo que nos torcieron los bárbaros, reconocer nuestros legado color canela, somos una síntesis multirracial, una expresión multicultural de singular característica, ese es nuestro orgullo, no nuestra vergüenza, pero que no se engañe nadie no, o se comparte lo que tenemos o viviremos de las ilusiones y los sofismas de los cuentos de los bárbaros.

viernes, 17 de septiembre de 2010

La memoria de aquella juventud


Eramis Cruz

Hay gente que olvida que fue joven, y no tiene memoria de los tiempos de la niñez. El olvido es lo peor que nos puede suceder. Tengo una familiar que dice que a ella nadie le hable del pasado. Especialmente su juventud, pues está asociada a un entorno repleto de limitaciones. No le perdono que quiera olvidar los malos tiempos, porque los malos tiempos estuvieron rebozados de sueños por tiempos mejores y fue así que pudo salir del atolladero. En los años 70s y 80s fuimos jóvenes que pendíamos de la esperanza. ¿Quién no los recuerda? Mientras un pequeño grupo de la elite y los oportunistas políticos se hacían millonarios, los jóvenes sufríamos juntos a nuestras familias una situación de miseria difícil de combatir.

Nos fue posible sobrevivir con las canciones de Sandro de América, Raphael de España, Leonardo Fabio, y otros que a través de la radio emitían hondas agradables al oído y confortable para el corazón. Lo otro era una pesadilla. Una rasquiña llamada la peseta, niños con tosferina, huelga de choferes y trabajadores de las fábricas, movilizaciones de estudiantes que terminaban en atropellos y hasta muertes.

Los jóvenes de entonces lo fuimos a las buenas o las malas, teníamos un espíritu indoblegable, había que impedir a toda costa que nos mataran los sueños. Para ello teníamos que aprender a vivir, a vivir enamorados, enamorados unos de los otros. Aprendimos a mirar al cielo, de día y de noche, mirando alto se descubría que la vida no tiene límite, sino aquel que uno mismo se impone. Después aprendimos a mirar desde lo alto, desde allá se puede ver que hay cosas que en verdad son pequeñas, que no superan la altitud de los grandes ideales.

El único hombre capaz de entender un joven es aquel que nunca envejece, porque no pierde las perspectivas ni el punto determinante de cada ángulo. Después de todo, ser joven tiene su desafío y sólo hay que decírselo a aquellos que lo olvidaron, especialmente a los de ese tiempo. Uno a veces se pregunta si los jóvenes del siglo veintiuno podrán entender lo que era ser joven en un país como la Republica Dominicana durante esas décadas. En el patio de mi casa se dejaba arroz sobre un saco extendido al sol, y había que espantar las gallinas para que no se lo comieran. Ahora el arroz se vende en bolsas plásticas para que no lo contamine la orina de los ratones. Estamos abordando una nueva civilización que pretende dejar de lado, los valores propios de esa relación del hombre con la naturaleza, echando a pique la memoria refrescante que dará sentido al futuro.

Era difícil de digerir la idea de que el hombre había llegado a la luna, era incomprensible que en América Latina no se podía hacer una sola revolución, aunque fuera la de Cuba, era cuestionable que en Chile los camioneros conspiraran contra su presidente democráticamente electo por el pueblo bajo un sistema compartido por los Estados Unidos, la democracia. Era difícil de creer que se asesinara un talentoso periodista llamado Orlando Martínez por el simple hecho de decir lo que todo el mundo sabía. Uno no concebía que mientras el presidente reconocía que muchos se hacían multimillonarios en su gobierno, la universidad del estado no contaba con un presupuesto suficiente para educar su cuerpo estudiantil. No tenía lógica la portada de la revista Última Hora titulada “Si Peña Gómez fuera blanco”, en el país más mestizo de América Latina. No lo hubiesen dicho si nadie hubiese estado dispuesto a creerlo, que Peña Gámez era haitiano y Juan Bosch un comunista, que la revolución de 1965 no era para que se restableciera los dictámenes de la constitución de la república y el gobiernos democráticamente electo, pero no, dijeron que todo era una mascarada para establecer el comunismo.

Todo esto solamente en el ámbito político, un mundo de ideas mirando hacia el futuro de la juventud, después restaba una realidad más directamente vinculada al diario vivir. El costo de la vida, el precio de los libros de texto, el desempleo, la falta de agua potable y la carencia de energía eléctrica.

Cuál salida podría ser considerada viable para los jóvenes de este país, untado por dentro y por fuera de las ideologías. No era suficiente el auge del género musical llamado disco, ni los pantalones campanas, ni la película “Fiebre del Sábado por la Noche”. Había mucho de divertido en todo aquello que estaba supuesto a llegarnos por añadidura. La vida pide repuestas, alternativas. Todo ser humano quiere saber adónde va y la razón por la que avanza en una dirección determinada.

Cuando no se vislumbra un desenlace en ese drama colectivo de los pueblos, hay gente que cede el paso, se resigna, baja la guardia, determina resignarse a la sobrevivencia. Otros se rebelan contra lo que sea, con causa o sin ella, que diablo importa cuando se rebosa la copa. Eso son los que dicen que debieron nacer de una familia de gánsteres, que ellos no viven mucho pero viven bien, sin someterse a ninguna ley, ni reconocer más autoridad que la suya, con bellas mujeres, bien armados y protegidos por sus hombres, buen vino en los salones más distinguidos, con muchos que dicen respetarles y adorarles, hacen vida pública y no logran encontrarles. Un encuentro con ellos es una escena para películas de Hollywood.

A otro no le gusta la idea de un Alcapone, prefieren hacer lo que está de moda, tomar una yola y cruzar el Canal de la Mona, llegar a Puerto Rico y con un acta de nacimiento terminar en Nueva York. Ese día que llega a Washington Heights comienza una carrera como el mejor Drug Dealer de América, inventor del Crak. Su destino se sintetiza en pocas palabras, mata o lo matan, que importa, vino a jugarse el todo por el todo. Sabe que vino sin nada y está seguro que volverá para hacer historia. Será exitoso y todos estarán felices de verle más blanco de lo que se fue y más rico que sus vecinos.

El otro, es aquel considerado más inteligente, claro que también dejó el terruño, pero vino a aprender Ingles, para luego inscribirse en el colegio comunal donde pasará más tiempo para graduarse, para un título que colgará de la pared de su apartamento. Consigue un empleo en Housing o Welfare para cobrar un cheque cada dos semanas con tantas deducciones que apenas le resta para hacer la compra y pagar la renta. Con el tiempo su sueño del regreso se debilita tanto que se hace una pesadilla. Tendría que construir una casa de diez millones de pesos y duda que convenza ni a hijos ni a nietos para que regresen a vivirla, esos preferirán ir a Punta Cana de vacaciones.

No todo dejaron el nido de la miseria de la misma manera, pero nadie saldrá de allí sin pagar un precio, y aquellos que no se fueron tuvieron que renegociar lo único que tenían, su dignidad. Una definición que ajusta bien a la palabra política la define otra palabra de semántica más precisa, se dice negociación. Si no te convierte en político tendrá que ser negociante y si eres negociante tendrá mucho en común con el político.

A los jóvenes de esas décadas no las pusieron tan difícil para ser jóvenes que nos quedamos jóvenes para siempre. No es cuestión de verse joven, es cuestión de sentirse tal. Y como decíamos al principio una persona no puede permanecer joven si carece de memoria. Una juventud sin memoria encierra un problema con cierta envergadura. A nosotros nos correspondió proseguir la memoria de nuestros padres y hasta de nuestros abuelos. Hoy la tecnología sustituye en parte la memoria del ser humano. Hasta no le extraña a uno oír decir a alguien que necesita más memoria (en su celular). Hay menos necesidad de almacenar datos y hechos, ya que podemos guardarlos en el disco duro.

Existe una necesidad imperiosa de que la juventud adopte una disposición más activa con respecto a la diversidad y extensión del mundo que determina su existencia. Más interés en el pasado para ser capaz de entender el presente, con una visión creativa para proyectarse hacia un futuro más prometedor para el mundo que le tocará vivir. “Juventud divino tesoro”, el mejor tesoro es tu memoria, no desperdicie ni su calidad ni su espacio.

La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...