sábado, 25 de abril de 2020

La pandemia del siglo 21

Eramis Cruz


Estaba con mi esposa en la sala, absorto mirando la película india Taare Zameen Par, tomamos un receso para no llorar y me moví a la cocina. De repente algo vino a mi mente, que me impactó como la mayor desgracia del mundo y exclamé “Jesús Santísimo Dios mío”. Regresé a mi estado consciente, como quien despierta de la peor de las pesadillas.
Cualquiera hubiese dicho que me había arrepentido de algún pecado. Lo que en verdad me hizo sentir levantado por un tornado o succionado por la explosión de un volcán, fue sentir que no era libre, no era libre como antes, estaba prisionero en una cárcel domiciliaria sin ser culpable, no solo yo, sino todas las familias del mundo.
De repente, nadie estaba supuesto a caminar por calles ni caminos, todos los edificios comerciales, los estadios, los centros de diversión, las playas, los ríos y los parques fueron cerrados. A nadie se le permitía viajar a ningún otro país, los centros de trabajos cerraron sus puertas y los trabajadores fueron despedidos. Los niños fueron los primeros puestos en cuarentena por temor a que murieran. Debieron tomar sus clases por las redes de internet.
En todos los países la gente comenzó a morir, muchos en los hospitales y otros en sus propias casas mientras eran mantenidos en cuarentena. Las ciudades publicaron ordenanzas de que las víctimas inconscientes por ataques al miocardio no fueran resucitadas. Los cadáveres eran tantos que tuvieron que incinerarlos en las funerarias y en los cementerios. Los más vulnerables fueron las personas de la tercera edad, especialmente los que tenían algún problema de salud.

Fue un virus nuevo que casi nadie conocía. Dijeron que el virus asesino apareció en Wuhan, China, y que de ahí se extendió al resto del planeta como un tsunami, pero los chinos dijeron que no, que el virus lo habían traído a su tierra los extranjeros que vinieron a sus ciudades. Fue una época muy difícil, porque existía un sistema económico que producía riquezas para los más ricos. La gente no tenía dinero, y lo tomaba prestado de los grandes bancos pagando altos intereses para comprar comida y pagar medicina y la educación.
La vida fue tan difícil en la tierra que mientras los países más poderosos vivían en la opulencia, muchos pueblos grandes y pequeños eran pobres y desnutridos.
El país más poderos se llamaba Usa, y sus habitantes se hacían llamar americanos, aunque ellos no eran los únicos que habitaban ese continente. Ellos no querían que la gente pobre viniera a vivir ni a trabajar a su nación. Entonces su presidente, que era unos de los hombres más ricos del mundo, los tildaba de bárbaros, traficantes de drogas y terroristas.
El presidente se llamaba Donald Trump, y convenció al congreso de su país para que dispusiera de billones de dólares para construir una torre tan alta que los inmigrantes no pudieran zarparla, para impedir que los pobres cruzan la frontera. ¡Ahora además de ser pobres vienen contagiados! −decía.

Trump no reconocía que todo había cambiado de repente. El planeta se estaba muriendo, venía muriendo antes a causa de la contaminación de la ecología debido a los gases tóxicos que destruyen la capa de ozono de la estratosfera. Por la misma razón se hablaba del calentamiento global, un fenómeno que calentaba los océanos haciendo que los hielos de las zonas árticas se derritieran, provocando la elevación de los océanos e inundando las ciudades, provocando terribles tormentas, sequías, enfermedades, y hambrunas a la humanidad.
Sin embargo, la gente había despertado sin saber qué hacer, no había una vacuna para detener el terrible desconocido virus. Todas las instituciones y sus actividades se detuvieron, los políticos se callaron porque si habrían la boca, se contagiarían, y los ricos comenzaron a hacer donaciones para la elaboración de una vacuna que detuviera el contagio. Se preguntaban para qué le serviría su dinero si podían morir igual que los pobres, algo en lo que no habían pensando en la época moderna del capitalismo.
El asesino invisible, invasor de los cuerpos vivos, fue conocido como Coronavirus, pero con fines científicos su nombre era Covid-19. Dijeron los expertos que el virus podía ser controlado, pero con la condición de que cada persona permaneciera alejada una de las otras (distancia social). Deberían cubrirse la cara, especialmente la boca, la nariz y los ojos porque estas eran las aberturas corporales por la que entraba el Coronavirus para invadir los pulmones de sus víctimas e impedirles respirar hasta que su sistema colapsaba, muriendo sin remedios. No todos morían, pero el que sobrevivía pendía de la invisible zona de acecho del virus. 

 Surgieron las especulaciones, las teorías conspirativas de quienes afirmaban que el virus había sido inventado en laboratorios como arma biológica para matar millones de seres humanos con el pretexto de los conservadores, opinaban que ya eran demasiados los humanos para los limitados recursos disponibles, especialmente las personas mayores, que ya no producen y les queda menos tiempo de vida, no así los niños que son una garantía para tener más esclavos civilizados al servicio del capital.
Desde hace mucho tiempo el planeta había parecido el mismo, pero estaba muriendo lentamente, solo unos cuantos habían sobrevivido y estban siendo protegidos en espacios herméticamente cerrados, de modo que no salían a la atmosfera sin usar carísimos trajes, similares a los que en los años felices usaban los astronautas. La vida no volvió a ser igual, y Dios los miró a todos, como siempre, y se dijo: no sé qué hacer con esas alocadas hormiguitas de ese nanoplaneta calentado por sol.



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lunes, 20 de abril de 2020

Nuevo orden internacional


Eramis Cruz


Diantre, yo creo que este virus tiene un problema serio con los gobiernos de derecha. Sucede que los países con tendencia socialista o con menos inclinación al neo liberalismo han manejado con mayor eficiencia la crisis del Coronavirus. Así citamos a China, Rusia, México, Cuba, Zelandia, Alemania, y otros. Al contrario, los Estados Unidos, España, Italia, Ecuador, para solo mencionar cuatro, son consistentes en un manejo fallido de la catástrofe mundial. Además, es innegable que el virus es extremadamente racista, ha sido inmisericorde y fulminante contra la gente de color y los sectores de la economía informal. Sí el 40% de las muertes suceden en los asilos de ancianos, el 70% son negros y latinos, entonces no están muriendo gente blanca.
Esa característica de guerra mundial al estilo Hitler derribará en la caída, por necesidad, de la época de gloria de los Estados Unidos como imperio occidental. Definitivamente, como una baja directa, no colateral de la alianza del triángulo China - Rusia - Japón. Donald Trump al frente de un gobierno populista, tal cual Hitler, ha fracasado en su intento por controlar el mundo mediante aranceles y amenazas, tal como lo intentó Adolfo Hitler. La historia no retrocede. El desprecio de Donald Trump a los medios de comunicación es una falsa cara para disimular la serpiente tratando de cambiar la piel. Así lo vimos despreciar a un periodista de ultra derecha, Jorge Ramos, de la cadena Univisión, cuando todo el mundo sabe que ellos son cáscara del mismo palo. 

Los Estados Unidos ha tomado la sartén por lo caliente, en contra de toda lógica al apoyar de manera absurda a un pelagatos llamado Juan Guaidó, autoproclamado presidente de Venezuela, como un monarca, con el apoyo de unos 50 países, violando todas las normas internacionales, y un conjunto de falsos positivos por derrotar a un gobierno del hemisferio. Y no es que esa práctica sea extraña, sino que Trump la ejerce sin discreción alguna y con la más asquerosa vulgaridad.
No hay que tener dos dedos de frente para comprender que Trump en la dirección del imperio más poderoso del mundo, como si fuera Hitler, es un peligro para la humanidad. Un desafío a los designios de Dios. Todo esto arriba a la incógnita de la ecuación: R+C+J-E=X (Rusia más China, más Japón, menos Estados Unidos, es igual un nuevo orden internacional.

Todo aquel, salpicado por la inquietud de la erudición, sabe que las cosas no suceden como nadie quiere, sino como tienen que suceder, es un principio dialectico muy importante. A los Estados Unidos le llegó su tiempo, porque la humanidad no tiene otra opción que buscar su pervivencia, y ésta no será posible con 80% de los recursos del planeta en mano del 1% de la población. Hoy mucha gente muere y las administraciones con impotencia no tiene ni siquiera mascarillas para cubrir la boca de la gente. 


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viernes, 10 de abril de 2020

Aquel montón de pelos negros

Eramis Cruz

La amistad de Fernando y Luis López fue intensa desde que se conocieron. Tenían en común una soledad ancestral que compartían como un referente a un pasado más largo que la incertidumbre del futuro. Para ellos no había nada más cierto que el día presente, ambos estaban convencidos de que el tiempo había que vivirlo como un privilegio, no como un derecho. Luís López admiraba de Fernando su paciencia, a él nada lo alteraba ni lo obligaba a acelerar sus pasos. Fernando, en cambio, admiraba de Luis López su sapiencia, no había pregunta para la cual no tuviera una respuesta.
Fernando vivió un tiempo con nosotros, luego se mudó a un rancho que construyó con mucho esfuerzo en la cima de una montaña en la que también hizo su conuco que sembró de yuca y batatas. Llevaba un tiempo solo, en la compañía de su perra llamada Bocanegra. En una velada conoció a una mujer mucho más joven que él. Anita era de piel clara, pelo largo, era de una contextura mediana y tenía ojos vivarachos. Siempre la veíamos pasar por el frente de nuestro racho a buscar agua allá abajo, donde había un manantial de agua diáfana en la orilla de la quebrada. De las mujeres de Fernando Anita fue la que mejor se llevó conmigo y mis hermanos. De vez en cuando se detenía a hablar de cosas cotidianas y de rumores sociales de aquella comunidad de poca gente.
Fernando nos hizo una de sus acostumbradas visitas, todavía el sol brillaba en el horizonte. Mi padre y este amigo gustaban sentarse para divertirse contándose historias de su pasado.

Las mujeres de Fernando le duraban poco tiempo, pero tan pronto se le iba una buscaba la manera para conseguir la próxima. Ahora recién iniciaba una nueva relación con Anita.
Fernando me pidió que acompañara a Anita mientras él se entretenía conversando con mi padre. Yo todavía no había cumplido los catorce años. Mientras ella caminaba delante de mí, me hizo algunas preguntas íntimas, tratando de indagar si tenía la capacidad para lograr una eyaculación. Mi curiosidad me motivó a preguntarle a Anita la razón por la que las mujeres de Fernando lo dejaban tan pronto. Ella me dijo que Fernando, a pesar de su edad, era un hombre sexualmente vigoro, que noche tras noche no quería bajársele de encima. Yo sostenía esta conversación con ella mientras caminábamos cuesta abajo hacia el lugar donde estaba el manantial.
Al llegar a la quebrada Anita comenzó a sacar agua del manantial, era la manera de obtener agua más limpia para llenar la vasija. Ella continuaba hablando sin parar, de cosas que me eran algo extrañas. En un momento me dijo que tenía algo muy bonito para mostrarme. Esto me llamó la atención de inmediato.

¿Qué podría mostrarme esta mujer si no tenía nada más que la ropa que llevaba encima y el recipiente para llevar el agua? Pero no bien terminé de hacerme la pregunta cuando ella se levantó su falda ancha, dejando al descubierto un montón de pelos negros muy parecidos a los que cubrían su cabeza. El espanto por poco me mata, caí de espaldas sobre los matorrales, sin poder despegar los ojos de aquel montón de pelos negros, creo que la expresión de mi cara logró que Anita se cubriera la vulva.
El inesperado evento no me dejó dormir esa noche, era la primera vez que una mujer me provocaba, y aunque sabía que eso era natural, no lo espera de la mujer del mejor amigo de mi padre. Fue cierto que me sentí tentado a visitarla al rancho, pero algo más fuerte que yo me advertía de lo arriesgado que era tal intento.

Por los próximos dos días no volvimos a ver a Anita, El tercer día Fernando vino el mismo a buscar el agua al manantial. Me preguntaba que había sido de la mujer. Por la cara de preocupación del viejo me di cuenta que algo no andaba bien con él. Al instante le anuncio a mi padre que la mujer se había marchado sin despedirse. Se fue mientras él labraba su tierra. Al medio día vino al rancho por la comida y se quedó absorto cuando vio los fogones apagados.



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martes, 7 de abril de 2020

Jesús con su coronavirus

Eramis Cruz


Cuando yo era un adolescente y mucho después, la imagen de Jesús ensangrentado me llenaba de tristeza, me hacía sentir miembro de una raza cruel para la que el infierno estaba al cruzar la esquina. Con el tiempo la misma imagen dejó de provocarme ese sentimiento de culpabilidad. Ese hombre blanco de ojos azules, dicen que existió hace más de dos mil años, que dijo que él era el enviado o el mesías. Según la leyenda, convenció a muchos de los de abajo, pero a nadie de los de arriba. Para aquel gobierno, a pesar de que lo buscaba desde que era un niño, no tenía entonces ninguna importancia, pero ahora era un problema para un grupo de judío sin credibilidad.

Estos conspiradores y mentirosos, habían hecho lo mismo contra todo aquel que viniera con ese cuento de que era el enviado, además, un hijo del mismo Dios. A Jesús no le creyeron, y los de abajo lo hicieron, del mismo modo que lo hace la gente de hoy, si le ofrece algo a cambio, como un “pequeño milagro”, que ayude con algo bueno o un “gran milagro” que libere del infierno. Tiempo después la salvación fue vendida carísima durante la Santa Inquisición.

Ni siquiera Poncio Pilato le creyó a aquella turba de fanáticos del judaísmo. Jesús era un hombre muy extraño, una persona que si vuelve ahora con ese cuento de que el se pasó 40 días sin comer y que fue tentado por el diablo tres veces, ¡Eso estuvo tremendo!, pues terminaría en el departamento de psiquiatría de cualquier hospital, digo si tiene un seguro médico al día bajo el amparo de Obamacare.

Está bien que el hombre hiciera milagros por ahí, que inclusive, resucitara muertos, como curan los pastores de hoy que hasta pueden hablar idiomas ancestrales delante de todo el mundo, la vaina es que nadie los entiendes sino sus cuentas bancarias. Para Roma lo que se pregonaba de Jesús era cuentos de barrios, si fue que alguien con poder se informó. Al hombre nadie lo conocía, nadie sabía quién era su maestro, algo muy importante entonces, tampoco nadie sabía o recordaba de quién era hijo.
Parece que se había olvidado la historia de un niño que nació en Belén, a quien unos extraños reyes, que no habían estado en guerra contra nadie, vinieron a adorarle siguiendo una estrella en el cielo; pero es que todo lo de Jesús era muy raro, hasta que nació por la vagina de una mujer y el himen permaneció intacto. Fue como una película de Hollywood, el hombre era un fantasma, después que lo mataron a la edad de 33 años, dijo el grupito de hombres que desgaritó después de su muerte, que lo vieron subir al cielo.

Un problema muy serio de Jesús es que no le gustaba escribir, no sabemos porqué, entonces todo respecto a él quedó como un hecho que pasó de boca a boca por mucho tiempo. Usted puede hacer la prueba, si a un grupo de 30 personas, usted pasa un mensaje a la primera, cuando el mensaje llegue al último, termina completamente distorsionado.
El hecho de que Jesús no escribió su proyecto obligó a su personaje a ser parte de la investigación a través de los tiempos, pero también de la especulación. Volviendo al principio, me llamó la atención la imagen de Jesús ensangrentado, con una corona de espina en su cabeza, publicada en Facebook por mi amigo Ronnie Cabrera, a propósito de la Semana Santa. Su mensaje es un llamado a la gente con motivo de la pandemia que afecta al mundo este año 2020, y que está matando a miles de personas rápidamente. Esta Semana Santa los Caballeros Templarios no fueron a Roma, están huyendo del Coronavirus ¡Hombres de poca fe!

Es normal que, frente a una tragedia de tal magnitud, la gente acuda a lo único que le queda, a Dios. Nadie mejor que este hombre llamado Jesús para que le ayude. Personalmente yo dudo que esto sucede, porque casi todos los milagros que hizo Jesús no fueron en beneficio de grandes grupos, a excepción de la multiplicación de los panes, no lo hizo a un pueblo entero, sino a individuo para demostrar su poder, porque parece que este asunto de la fe, es individual, o sea sálvese quien pueda antes que llegue el diluvio otra vez.
Después de esta reflexión pregunto: ¿dónde estaba este hombre, cuando la peste negra por la que murieron millones de personas, dónde estaba durante la primera y la segunda guerra mundial cuando murió tanta gente, dónde ha estado durante los desastres naturales, las hambrunas, dónde estaba mientras tantos fueron quemados por la Santa Inquisición, y dónde estaba cuando los indios de América fueron exterminados por los hombres europeos? Jesús dijo que volvería, pero no dijo cuando, otro groso error, igual que el hecho de no escribir, lo dejó todo bajo el control de los especuladores e interpretes de la profecía.

Esta manera de ver a Jesús, no es una falta de respeto al creyente, sino que es una visión completamente humana, sin embargo, eso es lo que somos, y es como humanos que tenemos que comportarnos y ver el mundo, porque no somos ángeles, inclusive, no sabemos verdaderamente si en verdad tenemos un alma capaz de vagar después de la muerte. No basta con que Santo Tomas de Aquino, con su pluma poderosa y protegido por Roma, escribiera toda una enciclopedia de principios y reglas a seguir, porque para él la Biblia no era suficiente para someter a los humildes al poder de la realeza.

Por tanto, a Jesús lo sacrifican cada año en nombre de Dios, como un mensaje para que el hombre oprimido se resigne a su suerte. Por eso, esa imagen de Jesús ensangrentado no es la de un liberador, más bien es la imagen de otra víctima, con su corona, tal cual el Coronavirus.
Las iglesias no cambian el mensaje, al contrario, para ellas el mundo ha sido el mismo, y si cambia será para lo peor, no para ser mejor, hasta que solo quede piedras sobre piedras. Son palabras escritas por hombre, tan humano como usted y como yo. Nuestro problema ha sido que nos crearon un Dios a nuestra imagen y semejanza y ahora no podemos crear otro distinto porque Dios ha de ser uno y para siempre. ¡Estamos cogío!  

La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...