Eramis Cruz
Ese año los seminaristas no pudieron ir a la jornada, en cambio iría un grupo de jóvenes selectos para cumplir con la misión comunitaria asignada. Me dijeron que yo era uno de ellos. Apenas me dieron tiempo para pensarlo, de manera que tuve que hacer un equipaje de contenido muy limitado. El vehículo salió en la madrugada de un sábado de cielo claro. El trayecto de norte a sur fue tan divertido que apenas no cansamos. Entre historias divertidas y canciones desafinadas logramos pasar las horas. Una sola noche pasamos juntos a otros jóvenes de otras regiones, en un centro de espacio limitado, algunos se acomodaron como le fue posible y a mí me tocó dormir en un sofá que no me permitía extender las piernas.
La gente decía “llegaron los seminaristas”, y nosotros decidimos no desmentirle por el momento no resultaba difícil sentirnos usurpadores de tan delicada y pulcra carrera. El lunes nos dividimos como apósteles enviados a la predicación. Ya la mayoría no volvimos a vernos. Me presentaron al joven que sería mi compañero de jornada, su nombre era Ernesto. Creo que era algunos años mayor que yo. Nos dijeron que nuestra misión era convivir con la comunidad. En términos simples, una convivencia con los estudiantes, los religiosos y los agricultores. Al llegar a los Limones, una sección del municipio Gambita Garabito, en la provincia de San Cristóbal, mi compañero y yo nos separamos para quedarnos con diferentes familias de esa localidad. El nombre Cambita Garabito Me resultó curioso para esta municipalidad, luego me resultó placentero saber que la palabra se deriva de Camba, termino africano y Garabito era un apellido de pobladores de allí. Gambita Garabito es un lugar con su propia historia y cultura que tiene mucho que enseñar al dominicano amante de la erudición.
Durante la semana noté a Ernesto algo distanciado de la jornada que nos trajo hasta este lugar, pero yo estaba disfrutando de la compañía de la gente, y no me molestó la distracción de Ernesto de las actividades, después de todo, la agenda de la jornada era bastante flexible. Lo más impresionante para los dos fue aquel río de abundante agua diáfana que decoraba los Limones. Según nos dijeron los jóvenes de allí se conocía como Mucha Agua, para mí no había un nombre más apropiado, no sabía si era su nombre oficial.
La familia que dio alojamiento a Ernesto era muy acogedora y pasé mucho tiempo con ella, su única hija era una estudiante universitaria que estaba de vacaciones por aquellos días. Para mí no tenía ningún atractivo femenino, pero no fue así para Ernesto según pude deducir de su lenguaje corporal. Luego supe que Deborah estaba comprometida con un joven de esa comunidad.
Pasamos una semana muy divertida junto a los campesinos, especialmente con los jóvenes. Yo estuve alojado por una familia propietaria de la casa más grande de aquella comarca. Me dijeron que esa casa era de la viuda de un conspirador que participó en el magnicidio contra el dictador Rafael Leónidas Trujillo. Este dato no era relevante para mi trabajo por el momento, razón por la postergué investigarlo. Esto debía ser verdad, ya que tenía coincidencia con la foto un blanco y negro de un militar de alto rango en la pared de la sala de la casa.
El domingo fue un gran día, llegaron los campesinos desde lugares remotos, a caballo y vistiendo camisas blancas mangas largas, las mujeres también vestían predominantemente de blanco. Todos estaban felices de conocernos. En el patio de la capilla se dejaron oír la güira, la tambora y el acordeón. Había comida en abundancia y mucha algarabía, especialmente después que terminó la misa en honor a la santa patrona del lugar.
Me llamó la atención la gente saturada en un rancho detrás de la capilla. Crucé la puerta e intenté sentarme en una de las sillas colocadas contra la pared, pero un campesino me detuvo para presentarme a la vieja que fungía de bruja en medio de la sala. Ella vestía de blanco y traía el pelo alborotado a pesar el paño sobre su cabeza. Me tomó de la mano para darme una vuelta completa diciendo algunas palabras o frases indigeribles. La bruja desistió con poco esfuerzo ante la evidencia de mi escepticismo.
La tarde fue una fiesta de gente sana, en la que todos parecían conocerse. Bajo las sombras de los árboles y con el ritmo del merengue, terminó la actividad más importante de la jornada, aunque yo seguí disfrutando de la compañía de los jóvenes hasta una hora prudente para el reloj de las áreas rurales.
Al otro día me comunicaron la dimensión del escándalo, poco faltó para que sucediera una desgracia a cause de los celos del joven comprometido de Deborah, Germán llegó armado y lanzando piedra contra la residencia de la familia. Germán, sin otra luz que la clara luna de la noche, gritaba furioso el nombre de Ernesto invitándolo a salir de esa guarida si era suficiente hombre. Luego llamó cobarde y traidor a Ernesto aludiendo a su pretensión de arrebatarle a su mujer. Con el puñal en la cintura y con el cabo tirado hacia adelante, Germán era un peligro para quien se le interpusiera en su camino, según me contó don Julio, el padre de Deborah, que más de una vez me dijo de la vergüenza que sentía por ser su hija el motivo de tan grave dramatización.
A Ernesto lo sacaron los hombres del lugar por un camino secundario, después que lograron calmar a Germán y que lo llevaron a casa de sus padres.
A la once de la mañana llegó un delegado del movimiento y me comunicó la determinación de mi regreso inmediato a la ciudad. Así quedó inaugurada una de las más hermosas experiencias de mi vida, cuando yo te tenía no más de veinte años de edad. Aunque no volví a Gambita Garabito ni tampoco a los Limones, ese lugar decorado por esa río llamado Mucha Agua por los lugareños.
Unos años antes de nacer mi primera hija, me soñé con ella tiernamente dormida en mis brazos en la rivera de aquel río mirando sus aguas onduladas deslizándose en forma de corriente pintada de luces y reflejos. Por nuestras vidas pasan episodios que marcan nuestra existencia con el acontecer rutinario de los personajes más simples que sin saberlo suelen ser razones complejas de los principios que surcan los caminos del porvenir.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
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