domingo, 19 de septiembre de 2010

Arriada de la barbarie


Eramis Cruz

Hace ya mucho tiempo que en medio del mar Caribe fueron descubiertas unas hermosas islas, que la gente asoció con las perlas y las imágenes sobrecogedoras de otras tierras. Es una historia fascinante repleta de aventuras y sorpresas que llamó la atención del mundo conocido e hizo una gran noticia las especulaciones y los afanes por encontrar caminos más cortos hacia las indias. La búsqueda de esa vía revela que los bárbaros provenían de un mundo plagado de peligrosos piratas y corsarios, pero que no era posible renunciar a las grandes y potenciales ganancias de las relaciones comerciales con el lejano oriente.
Dicen que un navegante italiano llegó por esos lugares del mundo acompañado de unos hombres dispuesto a jugarse la vida por conseguir fortuna. Cuando las naves tocaron tierra reinó la riza y la esperanza y tomaron cuerpo las razones para hacer el mundo diferente a lo que siempre fue, encontrar un continente no es una hallazgo cualquiera en una época que renacía con nuevos desafíos y redefiniciones. La travesía oceánica en dirección a lo desconocido fue una empresa muy grande apoyada por una potencia de Europa en necesidad de conquistar territorios para expandir su imperio. Los hombres envueltos no tenían una idea real de la dimensión del proyecto. Los que contaron la historia crearon un grave problema que todavía los pueblos isleños están rectificando porque fue el origen de la confusión de las razas y se convirtieron en códigos humanos los colores pigmentados.
La historia de la barbarie de estos exploradores es intensa y tan extensa que todavía no termina de escribirse, pero si se sabe que entre las islas descubiertas por estos hombres, porque no train mujeres por considerar esa empresa no sólo oficio de muchos, sino de machos, había una isla muy hermosa, donde encontraron ríos que en sus aguas deslizaban trocitos de oro en cantidades capaces de satisfacer las ambiciones de los monarcas. Así lo contaron los bárbaros que llegaron al Caribe cuando el daguerrotipo no tenía inventor para hacer posibles que fueran convincentes los reportajes y los rostros de indios decepcionados preparándose para la guerra. Por mucho tiempo habían combatido con un contendiente en igualdad de relación de fuerza, pero esta vez no se trató de una guerra sino de un exterminio prolongado a las generaciones marcadas por su capacidad productiva para el agrado de los invasores.
Cuando los fornidos hombres llegaron a esta tierra, la encontraron habitada por hombres y mujeres que tenían niños y bisabuelos, tenían costumbres e historia, inclusive su propia lengua y cultura, pero los bárbaros los consideraron salvajes porque ellos no eran como la gente del viejo continente, los civilizados que por mucho tiempo se hacían la guerra uno contra los otros justificando sus crueldades en la predicciones de los profetas. Salían a matar con la bendición del clero que siempre está en los mismos espacios de los monarcas, y salían creyéndose protegido por el mismo hijo de Dios, por eso le habían construido los templos mas impresionantes y habían entregado vidas para expandir la fe, sabían muy bien que el mantenimiento de un imperio no es posible sin una religión fuerte antes las desdichas de los infortunados y la incertidumbre del devenir.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces, y todavía mucha gente en estas islas cree que en verdad sus antecesores indios fueron tan salvajes como los desembarcados negros desposeídos, y que ellos tienen muchos habitantes incapaces de civilizarse. De manera que la gente diestra en cuestiones histórica fácilmente concluye que en verdad estas islas continúan sin superar su incivilización, especialmente esa que llamaron con término ibérico, por contar con tantos negros pobres y guerreros en sus confines orientales, y por eso creen que existen las Maras Salvatruchas, los sandinistas, fidelistas y chavistas de la Pequeña Venecia, e inclusive piensan que el Ché y los camañistas de Ciudad Nueva son descendientes directos del espíritu revoltosos de los indios y los negros del nuevo mundo, mucho antes de que las curvas desaforadas de Shakira se vieran en las pantallas de los celulares.
¡Pero que problema para el devenir! Alta tecnología yuxtapuesta a la ignorancia y al oportunismo, como si las cámaras digitales y las huellas digitales se hubiesen inventado de la mima manera aunque sirvan necesidades afines al daguerrotipo. Están acostumbrados a emburujarnos en el mismo grupo, los inmigrantes, los pandilleros, los comunistas, y las dictaduras son siempre las mismas, la de Augusto Pinochet y la de Fidel Castro, aquí radica la razón por la que los bárbaros globalitas de George W. Bush y sus sucesores no tienen éxito como invasores de zonas petroleras o tierras fértiles para multinacionales.
Sí, ahora nos damos cuenta, que en realidad siempre fuimos muy civilizados, que sólo se trataba de un oportunismo de los invasores para despojar a los invadidos. Recuérdense como fue que llegaron, armado y todo, dispuestos a hacer la peor guerra de la historia, porque sería una guerra muy larga, de muchas batallas, los generales se sucederían, y los imperios se sucederían, y se sucederían las armas eficientes. Porque a los invasores les vino bien descubrir que los invadidos usaban arcos y flechas, considerados por los ocupadores objetos muy rudimentarios y que los hombres de la tierra nueva no eran diestros entrenando perros para matar humanos en la guerra o descubrir la cocaína en los aeropuertos de los tiempos de ficción y la guerra por el petróleo, como sucedió varios siglos después cuando la historia ascendió a los peldaños de la doctrina del presidente Monroe.
Lo que sucedió fue que el concepto que trajeron los bárbaros del viejo mundo sobre lo que ellos entendían como civilización era tan antiguo como ellos mismos, y vinieron con eso para acá, para aplicarlo a los indios, a quienes nunca nadie les había hablado de esas cosas, no tenían esperanza de saber nada de la verdad, ni siquiera de aquellos que los defendieron antes los monarcas, para que le iban hablar esa gente de los horrores de la inquisición ni del renacentista Leonardo da Vinci. Mucha gente ni siquiera asociaría los cuadros espléndidos del pintor con la rebeldía araucana pintada sobre las montañas imponentes quisqueyanas.
Los bárbaros que llegaron entonces terminaron dividiendo la hermosa isla en dos partes, lo cual conllevó a establecer dos naciones sin necesidad, porque para qué había que dividir una isla, aunque fuera una de las mayores caribeñas, lo que usualmente se dividen son los continentes porque son muy grandes y así se hace más fácil su administración, pero en el caso de una isla no existe esa necesidad. Pero no sólo la dividieron, sino que a través del tiempo no han dejado a sus habitantes vivir tranquilos, no los han dejado ser autónomos, no les han permitido vivir ejerciendo sus derechos, y lo que pasó fue lo siguiente:
Cuando los bárbaros llegaron al Caribe, debido en parte a la larga travesía desde el viejo mundo, vinieron solos, no trajeron a sus niños, ni a sus mujeres. Como ha de suponerse, sabían que no regresarían en mucho tiempo, mientras otros nunca regresaron, de manera que entonces tenían que ejercer sus funciones biológicas con las indias y con las negras que habían traído como esclavas. Fue ese el origen de los población mestiza que hoy habita esa isla del Caribe. Fue así como los invasores se convirtieron en herederos legítimos, según sus leyes, de lo que no estaba supuesto a pertenecerle.
Cuando llegaron los bárbaros al Caribe, dizque los hombres que ellos llamaron indios pensaron que eran dioses, simplemente porque eran hombres blancos, y no tuvieron que rectificar su error, porque el Cristo hijo de Dios no era un indio ni un negro, sino un hombre blanco, que no es lo más común entre los hombres del oriente, pero de acuerdo a sus misterios esto debió ser creído, aunque desafíe los rincones del entendimiento, de acuerdo a los sagrado principios de la fe.
Los bárbaros enviaron a sus hombres a dar la buena nueva a los monarcas, y cuando regresaron vinieron bien preparados, y luego siguieron otros viajes que incluían armas para matar, perros para perseguir y asesinar, sacerdotes para someter a la religión, y todo un conjunto combinado para establecer la opresión en la hermosa isla, hasta que los llamados indios fueron exterminados gracias a que Dios respeta el libre albedrío de los hombres, según los bárbaros de entonces y los hipócritas de hoy, un criterio aplicado al pie de letra, cuando sabemos que no tenemos tanto problemas con lo que está escrito sino con la interpretación y la readaptación que hacen los teólogos usando los indicadores de la cosmovisión vaticana.
Los que no fueron exterminados, fueron asimilados, y las guerras no paraban en aquellas tierras. La gente se quedó con ese resentimiento contra los bárbaros, en la sangre tenían estos mestizos los genes rebeldes de los caribes y los otros indios, raza indomable capaz de morir antes que ser vencidos, según lo dejó mostrado con sus cicatrices indelebles el indio Enriquillo luego que le cambiaran su nombre que era Guarocuya para borrar la descendencia taína de su padre asesinado por los bárbaros. Quienes bautizaron el hijo provenían de la misma lejanía de los que asesinaron el padre, los bautizos de inocentes siempre ha sido una ironía de quienes profesan el principio de respecto al libre albedrío.
Y se sucedieron los generales, unos buenos y otros muy malos, y surgieron hombres defensores del pueblo cuando la madre patria de madre no tenía nada. Allí, en esa tierra de montañas, de poetas y héroes excepcionales flotaron las banderas de los imperios y sonaron sus armas apagando vidas de valientes, pero por cada invasor nacieron mil madres para dar los hijos dispuestos a levantar la espada, como fue aquel nombrado Máximo Gómez, y el siempre glorioso inspirador Gregorio Luperon, entre otros que supieron respetar los ideales de aquel hombre que se advino padre de la patria, Juan Pablo Duarte y Diez, cuyo pensamiento se constituye hoy en la guía para el camino hacia la liberación de esta media isla, o mejor dicho de la isla entera.
Qué busca Bonaparte entre los negros de Hipaniola, lo mismo que el almirante entre los indios, la propagación de la fe y la civilización, en definitiva ellos no fueron los primeros, primeros fueron las Cruzadas, cruces para crucificar a los más débiles, muchos, muchas y machos.
Hoy tenemos que olvidarnos de los imperios, de los nuevos monarcas en territorios carentes de minas de oro negro, no sabemos lo que quieren, además que nos importa. Para ellos somos lo indios de siempre, andamos con nuestras arcos y flechas en el alma, con nuestros atuendos originales, como Evo Morales, que primero es un indio y después un presidente, tal cual lo reprochó Rigoberta Menchú a los medios sensacionalistas.
Ahora no resta el reto, enderezar lo que nos torcieron los bárbaros, reconocer nuestros legado color canela, somos una síntesis multirracial, una expresión multicultural de singular característica, ese es nuestro orgullo, no nuestra vergüenza, pero que no se engañe nadie no, o se comparte lo que tenemos o viviremos de las ilusiones y los sofismas de los cuentos de los bárbaros.

La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...