Eramis Cruz
La mejor manera de visualizar la vida es imaginarla como un camino en el
que el caminante comienza su viaje sin saber precisamente hasta dónde llegará. Inicia
su trayectoria cuando no tenía conciencia de la edad, pero sabe que para vivir
necesita esa aventura. El camino se transcurre paso a paso, a veces se camina
lento, otras veces se puede o se prefiere correr. Algunas partes del trayecto
nos son conocidas, especialmente aquellas en las que retrocedimos para retomar
la marcha de nuevo, el camino a veces demanda de reconstrucción y en ocasiones
hay que detenerse hasta que esta termine. Hay caminantes que no llegan muy
lejos, tienen miedo a los desafíos que puedan ocurrir en la noche oscura,
inclusive durante el día claro.
En los márgenes del camino hay prostíbulos, transitan los borrachos, pululan los negociantes. Hay altoparlantes para los políticos y los pregoneros de los dioses, se distinguen los mausoleos de los cementerios. Desde lejos se oyen las murmuraciones de las viejas arrepentidas y el susurro de los ancianos conversando con los niños. A todas horas transitan los abanderados de la hipocresía y los traidores vendidos por unas cuantas monedas. Pero no te preocupes sigues tu camino, aprendes de lo que escuchas y dejas en tu mente cualquier residuo estético de lo que ves.
En los márgenes del camino hay prostíbulos, transitan los borrachos, pululan los negociantes. Hay altoparlantes para los políticos y los pregoneros de los dioses, se distinguen los mausoleos de los cementerios. Desde lejos se oyen las murmuraciones de las viejas arrepentidas y el susurro de los ancianos conversando con los niños. A todas horas transitan los abanderados de la hipocresía y los traidores vendidos por unas cuantas monedas. Pero no te preocupes sigues tu camino, aprendes de lo que escuchas y dejas en tu mente cualquier residuo estético de lo que ves.
Para un camino largo hay que salir preparado, y uno debe aprovechar la
oportunidad cuando arriba a alguna estación para robustecerse y provisionarse
de lo necesario según las expectativas que tenemos para confrontar dificultades
y necesidades elementales. Los seres humanos somos nómadas del tiempo, por él
transcurrimos cargando nuestras ilusiones y con gran pasión tratamos de atrapar
los sueños.
Un caminante inteligente sabe
bien que debe evitar viajar solo cuantas veces le sea posible. Muchos
caminantes prefieren viajar acompañados siempre, no porque tengan miedo a los
cuentos de terror ni a los duendes de la imaginación sino porque saben que la
unidad hace la fuerza y la soledad no siempre es una buena compañera. La
soledad fue diseñada para los fuertes y mejores experimentados que viven de lo
que le ha sobrado, es más común entre quienes recorrieron largos trechos.
La mejor habilidad de un buen viajante es la técnica para la sobrevivencia,
sabe que los contratiempos se pueden presentar en cualquier lugar y en
cualquier momento, no todo puede ser previsto, especialmente cuando se hace de
la vida una aventura aún sea con los matices y los agravantes de la realidad
que te pellizca la piel. No importa si “los valientes mueren jóvenes”, estos
son los únicos que hacen de su exploración una apasionada misión en que el éxito
se consigue no solo llegando al final sino logrando la acumulación de puntos
cada vez que se vence un desafío.
No importa nuestra percepción del universo, que es como una telaraña rellenada
de caminos por todas partes, pero interconectados. Las líneas paralelas son
solamente una elisión del cerebro, de eso nos damos cuenta cuando llegamos al
final del túnel donde la luz nos permite ver con claridad las vías invisibles
que hacían de entradas y salidas, como en las autopistas.
Por esta razón podemos estar seguros que no viajamos solos, con nosotros
marchan otros, algunos son partes nuestras, otros nos odian o nos envidian.
Pero no importa, la mejor manera de lidiar con los malos compañeros, incluyendo
aquellos que nos quieran negar la vida, es siempre ir adelante, nunca atrás.
Dejarlos ir adelante es muy peligroso, nos pueden tender trampas o emboscadas
en los recodos o en los precipicios. A todos nos asiste el derecho a la
autodefensa contra los efectos de negros resentimientos.
Un caminante no obtiene experiencia antes de iniciar su camino, ésta la irá
ganando sobre la marcha, en la medida en que confronta las dificultades.
Entonces se dará cuenta que la vida no es para angustiarse sino para
continuarla, que son inevitables los problemas y que la vida misma es un
problema divertido. La diversión consiste en comprender con claridad la
naturaleza de cada cosa y de cada caso. Por ejemplo, saber que todas las
personas se pueden enfermar por los elementos que existen fuera y dentro del
cuerpo. Saber que hay enfermedades que se curan u otras que no se pueden curar
en el presente porque no se ha descubierto todavía cómo curarla, como se hizo
con el descubrimiento de la vacuna. Saber que hay manera para evitar ciertas
enfermedades, evadiendo exponerse a las infecciones y que para algo se existen métodos
y técnicas que ayudan a mantener en buen
estado los alimentos que ingerimos, como es la refrigeración y la pasteurización,
que fue atribuida a Luis Pasteur y que fue un gran aporte a la humanidad de ese
caminante de la ciencia.
Para aún ilustrar mejor este recuadro sobre la vida como un problema
divertido, es importante saber que para un caminante que tenga sobre sus
hombros la seguridad y buen estado de otros caminantes que le acompañaran parte
del trayecto o tal vez hasta el final, la prevención de los riesgos es imprescindible,
aquella que por experiencia, por
habilidad, o por nuestras destrezas naturales conocemos. La gravedad de una situación
personal no es sinónimo de fatalidad, uno se da cuenta cuando conoce a cabalidad
el porqué suceden las enfermedades y las tragedias y también las calamidades
colectivas. Tal vez la muerte sea un evento desgarrador pero no por eso deja de
ser natural.
Nos referimos a aquellas que sabemos que nos hacen daño, pero no
renunciamos a ellas por muy absurdo que nos parezca, a veces porque nos hacemos
adictos o dependientes, como es el consumo de tabaco o de alcohol. Pero también
podemos incluir los malos hábitos alimenticios como ingerir grasa, sal y exceso
de azúcar. A estos se suma la ausencia de actividad física. Así el camino se
complica cuando aparece un estado depresivo en el viajero producto de la
impotencia y la frustración. Las cosas comienzan pequeñas y es peligroso
dejarlas crecer dentro de nosotros sin saber su origen y su consecuencia, es
como el cáncer que no se detecta a tiempo por descuido del paciente.
Tomando en cuenta que la vida es un caminar y que tenemos opciones de cuál
ruta tomar en la telaraña virtual en la que nacemos, podemos concluir que el éxito
no puede ser considerado una casualidad sino una determinación de la
causalidad. Por eso cuando somos niños dependemos de nuestros padres para
nuestra protección y sana orientación, también contamos con el amparo de las
instituciones del estado, pero luego que nos hacemos adultos necesitamos recapacitarnos
y asumir nuestras responsabilidades en el entorno personal y social y de una
manera diáfana tener definidas las estrategias para convertirnos en
triunfadores del camino.
Una de las mejores advertencias que puedo hacerles a mis compañeros de
este caminar que demanda resolver un problema divertido, es tomar en cuenta
que en el transitar de la vida no todo lo que se escucha o se dice es verdad,
vivimos un trayecto transitados por muchos que no saben adónde van y para lo
peor ni siquiera les importa. Por eso no se dejen guiar por otros ciegos o
terminaran todos en el abismo. Aquí se incluyen aquellos que negocian con la
mentira y tienen negocios utilizando a brujos y religiosos, que crean duendes
que condenan tomando de base las primicias de asumidos principios morales, aprendidas conductas o comportamientos que
nos hacen súbditos fracasados del imperio del oportunismo. El hábito no hace el
monje, no importa si lo ayuda.
Finalmente no se puede olvidar que el propósito de dormir es para continuar
despierto y con al éxito no se llega sin enfoque ni consistencia. Todos tenemos
éxitos en la vida pero muchos no saben verlo de esta manera porque erróneamente
esperan llegar al cielo sin conocer la tierra. El mejor éxito es un respiro
sucesivo para continuar la marcha.