Versión corregida y ampliada.
¿Más de lo mismo? O ¿Mejor pensada?
Juzga tu, yo solo escribo y ya.
No ha mucho he estado meditando
profundamente acerca de nuestro pueblo. Me he hecho varias preguntas en torno
de la idiosincrasia del dominicano, así del verdadero pensar del pueblo raso.
Nace mi inquietud de un cuestionamiento serio que me he planteado. Y es que
viendo en realidad la composición social dominicana he querido encontrar
respuesta a una serie de hechos históricos que han afectado nuestro desarrollo
social y que a la vez han moldeado la sicología colectiva nacional. Que los
motivo y de qué manera han incidido a todas las generaciones, moldeando como ya
dijimos, la sicología colectiva o cabeza sideral.
Mucho se ha hablado de nuestra
historia pasada y de los movimientos libertarios independentistas y
separatistas de un amo colonizador, España, por una parte, y de una anexión a
la recién creada Republica de Haití que tuvo sus bases en un tratado entre
potencias colonizadoras europeas allende de los mares. A todo esto, medito yo,
qué papel juega el pueblo raso en todo esto ¿Hubo acaso un desbordamiento de
las masas pobres cuando en 1812 Núñez de Cáceres, tras un levantamiento
político en que declaró lo que se conoce como “La independencia efímera”?
¿Estaban los pobres, los más, de acuerdo con la gesta iniciada por el patricio?
¿Había calado acaso en lo profundo del pueblo llano la idea de la
independencia? ¿Independencia de qué? ¿Qué beneficios iban a tener los
habitantes desposeídos habitantes del Santo Domingo español colonial? ¿Era el
pueblo en todo su conjunto un involucrado en la conspiración? Y si así era ¿A
qué tenor?
Corrámonos un chin más para allá,
tiempo más tarde, hablemos del movimiento separatista que nos declara por
primera, vez país independiente con nombre y apellido República Dominicana en
el 27 de febrero del 1844. ¿Qué papel juega el proletariado dominicano en el
proceso conspirativo? ¿Cuál era el número de habitantes dominicanos en ese
tiempo? ¿A quién le convenía la separación? ¿Para quién era una afrenta la
ocupación y anexión del territorio por parte del gobierno haitiano? ¿Aprendió o
había aprendido el pueblo raso a convivir con los naturales de Haití sin
importar la barrera del idioma? ¿O acaso era un hecho antiguo que se consolidó
con la ocupación? ¿Pudo calar la idea de Duarte entre los pobres de la zona
rural y urbana de la patria? ¿Cuán cerca estaba Juan Pablo Duarte del ciudadano
de a pie? En otro orden de ideas, ¿Cómo pensaba el pueblo de entonces? ¿Con qué
intereses se sentía identificado? ¿A los hombres y mujeres del pueblo les
importaba la llamada independencia? ¿Entendían ellos el verdadero sentido del
concepto? No perdamos de vista que el sistema social antes de la llegada de
Haití en 1804 que era de esclavitud, tras declarar su independencia de Francia
y emerger como el primer Estado Negro Libre del mundo de esa época, o sea que
no había pasado tanto tiempo entre aquel hecho y el de la ocupación definitiva
en 1822. Ocupación que ocurre obedeciendo a un tratado entre las potencias
europeas las que se repartían y aun se reparten el mundo a su antojo.
Entonces, volviendo por un rato al
lugar de antes, que significó el movimiento liderado de Manuel Núñez de
Cáceres. Entre ese pueblo que había sido emancipado ocho años antes (1804), y
que tuvo que ver como la soldadesca haitiana se retiraba de nuevo a Haití, y
que ahora veía el esfuerzo emancipador “por así decirlo” o fue todo lo
contrario, y lo que había iniciado Toussaint Loverture, tuvo poca repercusión
entre la población esclava, que ya se sentía liberada del yugo del amo o
hacendado. Acaso podría llamársele esclavitud a aquel estado social en el 1812?
¿Acaso quería el pueblo raso ser español, ser parte de la llamada “Madre
patria” o en su lugar ser haitiano? Realidad más tangible, dada al hecho de la
proximidad de ambos pueblos. Sin embargo la historia siguió su curso y se
desarrollaron otras coyunturas políticos sociales y no se definía el ser
nacional, que éramos aquella vez y que hemos devenido hoy. Me he preguntado mil
veces si en realidad éramos entonces dominicanos, cuando aún no había nacido
como tal ni la nación, ni el concepto. ¿Qué éramos? ¿Qué nación defendíamos?
¿Contra quién peleábamos? ¿Contra los colonizadores y esclavistas españoles, o
en contra de un mal vecino que no nos dejaba ser como nos daba la gana? No es
fácil arribar a una conclusión que nos dé respuesta del porqué somos así. Yo
creo, me parece que debemos zambullirnos más profundo en las turbulentas aguas
de nuestra historia para poder desentrañar la madeja. Que nuestro sistema de
enseñanzas publica tiene la obligación de ensenarle a las futuras generaciones
la, verdadera historia y nuestros orígenes como nación, pero no refiriéndose a
los indios como prototipo y base étnica racial, y quedarnos bailando, llorando
cantando la magnitud de su pérdida, sino ese nosotros que somos y cómo
arribamos a él.
A Trujillo se le hizo aparentemente
fácil meterse al pueblo entre un puño, desde 1930 hasta su asesinato o
ajusticiamiento. Sobre este tema se han escrito millares de artículos y libros
tratando de explicar el fenómeno social de como un solo individuo dominara la
voluntad de tres millones de seres humanos (vaya usted a saber si éramos menos)
sin que la gente común se rebelara. Acaso el ser tan dóciles ante alguien que
ostenta algún poder responda a un cuadro de complejos de inferioridad que se
fueron plasmando a través del tiempo, al través de las frustraciones en nuestra
atropellada historia. Cabe preguntar, ¿Se tiene entonces el dominicano al menos
a sí mismo?, ¿por qué nos brindamos tan fácilmente a ser segundo del otro,
mandadero, pitcher, lleva y trae, chopo, maipiolo y alicate, muchas veces de
forma gratuita o por míseros centavos? Mi cabeza loca me ha preguntado más de
una vez ¿Cuántas repúblicas dominicanas hay? ¿Cuál de esa república era
verdaderamente anti trujillista? Por ejemplo ¿Se sentían amenazados y
despreciados los campesinos por el Jefe? ¿Cuántos, separando desde luego, los
potentados y dueños de grandes latifundios, no comulgaban con la política
agropecuaria de Trujillo y sus familiares? ¿Cuántos en el campo se alegraron
verdaderamente de la muerte del tirano, la noche del 30 de mayo? Dentro de la
masa pobre, que era y sigue siendo mayoría del pueblo, ¿Cuantos bailaron de
júbilo ese día? ¿Fue alguna vez o ha sido el campesinado dominicano anti
trujillista, o revolucionario? ¿Por qué se pliega y apoya a Balaguer, después
de la fallida revolución del 1965, luego que el Departamento de Estado se lo
impusiera al pueblo dominicano? Como segundón el pueblo y los campesinos corren
detrás del regalito, la cajita de comida, el apartamentico en las periferias de
las ciudades miseria del país, la falsa reforma agraria, y llora y alaba a
Balaguer. Acaso no le daba la gana al campesinado dominicano y al pueblo raso
entender la labor, el esfuerzo de los líderes justos, veraces y de los
militares honestos que en mancomunado esfuerzo se enfrento a los remanentes del
trujillismo y a las fuerzas armadas de países foráneos encabezado por Estados
Unidos?.
Trujillo calo fuerte en el alma campesina volviéndola exageradamente
conservadora. El comportamiento de nuestros campesinos ante los miembros
expedicionario del 14 de junio deja mucho que decir de nuestra gente del agro.
Entonces ese pueblo parece que nunca comprendió y sigue sin entender el papel
que jugaba y juega como factor determinante en el desarrollo político- social
del pueblo dominicano. Tampoco que Trujillo, Balaguer y los norteamericanos
significaban el atraso, el pasado y la injusticia. Nos acostumbramos desde los
tiempos de la colonia al “Dame, búscame lo mío, ¿qué me trajiste?, ese/a
pijotero/a nunca da na’, nunca le dan nada a uno “¡muertos de hambre! Porque
somos tan arrastrados, y siempre estamos esperando que nos resuelvan todos los
problemas, que aparezca un primo, un hermano, un tío rico que nos ponga en
buena. Ese pensamiento de atraso, conformista esa mente “aningunia” es la que
ha prevalecido entre nosotros. En la otra cara de la moneda tenemos el
pensamiento pesimista, que ha mantenido en el poder a todos los sinvergüenzas y
abusadores seudos-intelectuales que sabiendo de esas flaquezas del pueblo, en
lugar de conseguir un paliativo y una solución del problema, se aprovechan y
sacan ventajas de dicha situación. ¿Está el pueblo dominicano dispuesto a
ayudar, a cooperar en la recuperación monumental e histórica que necesita la
nación para poder salir del atolladero y corrupción en que se encuentra? Bueno
primo eso está por verse. Si no nos apretamos bien los pantalones en esta hora,
llegaremos a los portones del infierno con los pantalones en la mano. O
sea, en cueras.
Juan
Rivero
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