Jose Tejada Gómez
El nacionalismo anti haitiano ha adquirido un tinte trágico para los fines patrióticos de los dominicanos. Desde el génesis de la República, la causa nacional ha sido inútil, porque en esencia es
entreguista.
Aunque en la prédica se rechaza al haitiano, contradictoriamente, tampoco se han definido acciones firmes para deportarlos del país, y cuando se lo han propuesto, terminan convirtiéndolas en vergüenza nacional, como sucedió con la fatídica matanza perpetrada en la dictadura trujillista.
Además, el nacionalismo anti haitiano necesita la presencia de los inmigrantes del vecino país en suelo dominicano, pues con esto alimentan el complejo de superioridad que sienten principalmente hacia el haitiano de a pie.
Para empezar, ese nacionalismo anti haitiano, que tiene de paladín a Pedro Santana, llevó al destierro a Juan Pablo Duarte, fusiló a Francisco del Rosario Sánchez y dejó que Matías Ramón Mella muriera en la extrema pobreza.
Revise la historia y constatará que lo dicho aquí no es cuento. Los anales explican por qué hoy esa corriente nacionalista asume que quien no piensa igual a ellos es un traidor a la patria y merece ser fusilado.
Prueba de lo que decimos es que, el 10 de septiembre del 1944, Duarte, Sánchez y Mella fueron declarados “traidores a la patria” y enviados al exilio en Hamburgo. Eso fue luego de rehusarse a que República Dominicana volviera al dominio español, como lo había planeado el conservador Pedro Santana. No solo Duarte fue desterrado, sino que lo mismo se hizo con toda su familia.
El caso de Sánchez es más patético. “El 1 de junio de 1861, Sánchez penetró a territorio dominicano al frente de una expedición cruzando por Hondo Valle, Vallejuelo y El Cercado donde cayó en una emboscada y fue herido en la ingle. Sánchez y su grupo de rebeldes vinieron a resistir el entreguismo de Santana y fueron capturados y trasladados a San Juan de la Maguana, donde fueron juzgados y condenados a muerte.
En el juicio, Sánchez exclamó: Para enarbolar el pabellón dominicano fue necesario derramar la sangre de los Sánchez, para arriarlo se necesita también la de los Sánchez. Murió fusilado el 4 de julio, en el cementerio de San Juan de la Maguana, a los 44 años de edad”.
En el caso de Mella, murió el 4 de junio de 1864, en extrema pobreza, “en una pequeña casa cercana a la Fortaleza San Luis, en Santiago, siendo enterrado cubierto por la bandera dominicana como fuera su deseo. Sus restos se encuentran junto a los de Duarte y Sánchez, en el Altar de la Patria”.
Duarte fue un hombre lleno de virtudes, como lo prueba el historiador Julio Genero Campillo Pérez, cuando establece su diferencia con Santana: “Pero aunque (Duarte) no fue Caudillo tampoco quiso ser segundón de Santana o de Báez, como lo fueron muchos trinitarios. Prefirió el ostracismo antes que servirle a la línea entreguista y colonialista de estos dos mandones”.
Esto viene a cuento porque ahora, hace más de un siglo, el caso haitiano está en debate y el nacionalismo anti haitiano aflora con los mismos calificativos de “traidores a la patria” contra quienes discrepan de dicha postura.
El escenario hoy es diferente, y las víctimas de la embestida xenofóbica son otras, pero el sentimiento de ese tipo de nacionalismo es el mismo, envalentonado ante el haitiano, pero entregado a otros poderes externos.
El tema es largo y es mucha la tela por donde cortar, pero creo que los casos de Duarte, Sánchez y Mella sirven para alertar que no todo el que proclama “traidores a la patria” necesariamente sea un patriota, pudiera ser como Pedro Santana, un consumado entreguista.
Jose Tejada Gómez
José Tejada Gómez, periodista, fundador y director de DiarioDigitalRD. Contacto: josetgomez@diariodigitalrd.comFuente: http://diariodigital.com.do/2015/03/03/el-nacionalismo-anti-haitiano/