No es lo mismo decir
que el pueblo siempre tiene la razón que pretender darle la razón al pueblo. Está
de moda en nuestros países hablar en nombre del pueblo para justificar
posiciones políticas absurdas y aprobar proyectos para robarse los recursos del
Estado, especialmente el amontonamiento de la deuda externa que tiene
comprometida a las próximas generaciones.
En el caso de la República
Dominicana, tenemos dos periodos políticos de nuestra historia republicana
dirigidos por un maestro y un discípulo del maquiavelismo, 12 años del doctor Joaquín
Balaguer Ricardo y 12 años por el también doctor Leonel Fernández Reina. La Frase “los pueblos siempre tienen la razón,
es sociológicamente científica. Al final descubrimos las razones por las que
ciertos procesos políticos toman los caminos más imprevistos. En el presente
parecen malos augurios, pero luego resultan deducciones lógicas de una praxis,
que el caso de Leonel Fernández, llega a lo peor del cinismo de la desvergüenza.
Actualmente los
dominicanos sentimos que alucinamos, que vivimos una repetición de hechos y
acontecimientos ya que es incongruente que el nivel de tolerancia de la gran mayoría
de la población haya llegado al presente nivel. Comprobado en el último discurso
de Leonel Fernández exponiendo sus criterios sobre qué se debería hacer antes
de aprobar una modificación a la Constitución del 2010, y luego sorpresivamente
él hizo lo contrario favoreciendo, mediante es proceso, la reelección del
presidente Danilo Medina.
El profesado culto a
la Constitución de Leonel Fernández resulta demagógico para un hombre que
gobernó por doce años el país y en vez de garantizar el bienestar general de la ciudadanía se enmarcó en la implementación de un programa de desarrollo económico que solo ha favorecido a los inversionistas criollos y extranjeros, mientras mantiene a los trabajadores en la marginalidad y al sector de la economía informal en la extrema pobreza. Mientras la ciudadanía paga en impuestos a sus gastos diarios alrededor de un 18%, la medicina y la canasta familiar andan por las nubes.
Según el Banco Central
un millón de dominicanos se ha adherido a la línea de pobreza y 500 mil a la extrema
pobreza desde al año 2000 al 2014. El discípulo se olvidó que su maestro, el
doctor Balaguer, no el profesor Juan Bosch, como quiere hacer creer, dijo una
vez que “la Constitución es un pedazo de papel”. Y no dejó de tener razón en un
país donde la debilidad institucional hace vulnerable las leyes y los
reglamentos. Los mejores expertos sociólogos conceptualizan que el vaivén de
los conflictos políticos en los partidos mayoritarios del país se ha convertido
en un esfuerzo feraz por depredar el presupuesto del Estado.
Por lo menos debió abstenerse de citar al apóstol
cubano José Martí y a Dios como referente. Igualmente descabellado resulta que
Miguel Vargas Maldonado, presidente de lo que queda del PRD diera su apoyo a la
reelección del presidente Danilo Medina, cuando para una decisión de esa
magnitud las bases del partido democráticamente debieron ser consultadas. Estos
líderes de la maquinaria institucional pasaran a la historia sin meritos que les
ofrezca alguna gloria, mejor dicho con más pena que gloria, al contrario, se
entierran vivos, solamente por una cognición que dicta que los pueblos siempre tienen la razón.