viernes, 20 de marzo de 2015

La autenticidad que nos falta



Eramis Cruz

Si la gente comprendiera que la vida es fugaz no se la complicaría tanto. Hay razones para creer que son muchos los que no alcanzan la felicidad porque la creen vecina del cielo. En este sentido es preciso definir como un error asumir que alguien no sea feliz porque tenga algunos problemas. Todo lo contrario, nada prepara mejor a las personas para lidiar y superar los desatinos o los desaciertos como el esfuerzo dirigido a superar los problemas de la vida.
Sin embargo, la frustración nos puede invadir cuando estos producen resultados negativos al manipularlos para ocultar la incapacidad o la ineficacia en la búsqueda de una

solución apropiada o evitar que los demás sepan su causa y su naturaleza. El primer error es creer que los demás no descubrirán las intenciones, que no se darán cuanta de nuestras actitudes, especialmente cuando hacemos de ellas una definición de nuestra personalidad.

Observar la discreción sobre los asuntos personales es algo diferente a intentar expresar lo que no somos o garantizar lo que no tenemos. Haciendo eso solamente nos convertimos en motivo para las carcajadas de los payasos. Siendo estudiante en la universidad tomé en un semestre Introducción a la Psicología y puedo decir que en ninguna otra asignatura encontré un mayor provecho. Uno comienza descubriéndose así mismo y al otro ser ideal que de alguna manera proyectemos ante los demás. Para muchas personas ese ser exteriorizado se convierte en el rincón donde ocultan sus limitaciones y sus asumidos defectos, sean estos de carácter físico o absolutamente mentales. Es como hablar de la impotencia sexual que en la mayoría de los diagnósticos resulta ser más mental que de naturaleza física.
 
A veces digo que no hay nadie en el mundo más alcahuete que un dominicano cuando se trata de ocultar las apariencias. Eso ha sido la única herencia que nos viene de la llamada madre patria, o sea de España. A pesar de que nos costó una guerra nacional para deshacernos de ellos, 1863-1865, y visto que fuimos sus colonizados, además del idioma, nos quedó esa idiosincrasia de creernos partícipes de una monarquía y que por lo tanto somos príncipes y reyes, esperando la herencia de un trono.
Para aquellos monarcas, hasta los del día de hoy, inglés o español, trabajar era un insulto, ellos vivían de los cargos o os impuestos pagados por los súbditos al trono. De ahí se origina el dominicano acomodado, que todo lo quiere dejar para el día siguiente. Pero aparte de eso, la mayoría ve al Estado como un medio para escalar y hacerse millonario con facilidad. Es de esa manera que tenemos a un grupo de funcionarios públicos dizque expertos en política. Pero esa política, no es para que el servicio público funcione con más eficiencia, sino que es para mantenerse vigentes en el puesto y si no tienen el puesto, contar con el tráfico de influencia como medio de posibilidad para vivir como les venga en gana, con privilegios que las leyes prohíben y la ética condena.

De aquí también se deriva, como un alud feroz, esa actitud de indiferencia y ese temor a unos monarcas que todo lo pueden, especialmente cuando el sistema de gobierno tiene características teocráticas. Recuérdese que a Cristóbal Colon, a cambio de proporcionar oro en abundancia al trono español, recibió los títulos de Virrey, Almirante y de Gobernador General,  los cuales eran un gran privilegio para sus descendientes. Pero no solo él fue beneficiado, sino todos los más fuertes que se aventuraron a hacer fortuna en el Nuevo Mundo, haciendo trabajar a los nuevos esclavos de una supuesta Indias.
Por razón de mucho peso, somos un país único en el mundo, pero en vez de considerarnos una composición étnica con características especiales, nos hemos quedado con el querer ser como los que nos inventaron o mejor dicho como quienes nos usaron para su propio usufructo. Por eso tantos no escapan del círculo del subdesarrollo, no solamente económico, sino por un complejo de mandamás que se extralimita.
Hoy nos encontramos viviendo con una mentalidad de clase media destronada por razones del modelo económico, implementado por las potencias capitalistas a sus áreas de control y de distribución de bienes y servicios, pero también de trueque de información contra ideología. No se negocia con oro como en el tiempo colonial, sino con dinero digital y usando el trueque por el que renunciamos a nuestra autenticidad para depender de la influencia mediática que nos hace partícipes de falsas ilusiones.
En la diáspora dominicana en los Estados Unidos y otros países vivimos el mismo modus operandi, manifestado cuando abandonamos nuestro idioma y costumbres para asimilar lo que tradicional y culturalmente nos resulta hueco. Se corta el hilo conductor de nuestro sentido de historia.
Para concluir, no olvidemos, que el primer síntoma en todo este asunto es una actitud, afinada por el tiempo y por el uso, para negar tal entorno, no para confirmarlo, no solamente desde el ámbito personal sino con mayor eficacia, institucional desde la superestructura del estado, a modo de ejemplo: el sistema educativo y las telenovelas en la televisión, la actuación convertida en praxis.

La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...