Eramis Cruz
Esta vez me abstengo de una
controversia, pero debo decir que es una lástima ver a alguien cometer un error
más bien por ignorancia, pero no hay modo de llamarle la atención sin que
reaccione, sin herir su sensibilidad. No deja de tener sentido el hecho de que
con frecuencia se atente contra el mensajero.
Fue eso exactamente lo que le pasó a
Jesús, que por obra y gracias del Espíritu Santo encarnó en una virgen y nació
como un niño pobre, se preparó por más 30 años para conocer como humano las
complicaciones del modo de vivir de los hombres en sus sociedades. Ya preparado
comenzó a llevar a término su misión. Lo
mataron los poderosos, pero para hacerlo usaron a su propio pueblo, a la misma
gente a quien le había hecho demostraciones milagrosas y actos extraordinarios
de compasión. Hasta Pedro lo negó tres veces antes de que el gallo cantara.
Uno debería dar las gracias a quien le
llama la atención sobre un error, una mala dirección, o simplemente un patrón
de conducta que pueda acarrear una negativa reputación y pérdida de los
clientes en el negocio, o en caso de particulares, el empleo. No todo el mundo
está preparado para bajar la cabeza, y sentirse agradecido por un consejo, o tal
vez admitir que se ha equivocado, sin importar la vía o el vehículo de esa
interacción. Somos parte de las circunstancias y estas no siempre se presentan
en el momento más oportuno o complacientes, aun cuando de ellas se deriven
sentimientos encontrados.
El libertinaje, especialmente de la
juventud de los sectores más empobrecidos de la sociedad ha arribado en un incremento
de la criminalidad, pero también a la observación de conductas inapropiadas
hacia personas que por su edad o por su posición merecen algún tipo de respeto
o de consideración de parte de jóvenes y adolescentes. Una campaña mediática
enfocada a incrementar el consumo, se ha dirigido hacia segmentos específicos
de las poblaciones de menor índice académico o de limitadas condiciones
económicas, desvirtuando o degenerando la escala de valores tradicionales.
Estamos haciendo, en parte,
referencias a las razones por las que mucha gente se abstiene de involucrarse,
siguiendo su camino, cuando surgen ataques y atropellos contra algunas personas
en cualquier calle o avenida de la ciudad. Especialmente en los últimos tiempos
cuando pululan los videos tomados con teléfonos celulares, tabletas y hasta con
una cámara escondida en lo que aparenta ser una inocente pluma de escribir o
lapicero, detectando luego testigos y evidencias utilizadas en las cortes.
Volviendo a la Biblia, en ella dice
Jesús por boca de unos de sus mensajeros “que nadie es profeta en su
tierra”. Esa frase ha venido a indicar
al mundo un proverbio de un alto significado que nos permite actuar con
conciencia y dispuestos a asumir las consecuencias cuando se trata de adoptar
una posición o desarrollar un programa que necesite del apoyo público o la
solidaridad familiar.
Pero también, cuando se confronta a
una persona por razones éticas o protocolares. Si una relación no está
fundamenta en el respeto mutuo sino en los acápites jurídicos, cuando no, en la
prepotencia y en el cinismo, entonces hay que seguir adelante y lamentablemente
asumir la actitud de “sálvese quien pueda”.
La misma moraleja aplica al ámbito familiar. Las familias ya no se
conforman de la misma manera, los lazos sanguíneos se han desvirtuado y pueden
romper con facilidad por la parte más débil cuando se trata de los miembros de
familia que no comparten el mismo hogar con los jóvenes o los adolescentes. Todavía hay familias en las que se aplica un
modo tradicional, pero esta armonía sólo permanece cuando se deja que todo el
mundo nade a favor de la corriente. Se deja en el abandono la creencia
ancestral de que los mayores son responsables de la educación y la buena
conducta de los más jóvenes, especialmente cuando el Estado se ve compelido a
limitar su papel por razones de libertades individuales, mientras que al mismo
tiempo ha creado agencias especiales para proteger a la niñez de abusos y
violaciones, mismas que surgen hasta dentro de las iglesias.
Para el inmigrante que viene a
trabajar duro, a levantar una familia, llegar cansado a ver las telenovelas o
los deportes y luego enfrascarse en imágenes banales en su computadora, es muy
poco el tiempo que le resta para auto-educarse e informarse cuando necesita
dormir y descansar para la faena o jornada del próximo día. Esto es en caso que
logre las fuentes diáfanas para una información nítida y bien orientada para
las personas de un medio cambiante de estatus
promedio.
Durante mi vida he tenido grandes
oportunidades para ampliar mis conocimientos y prácticas en aspectos que
implican asuntos de la convivencia en la sociedad. No me es placentero hablar
de eso porque toma un matiz vanidoso. Pero no puedo negar que cuando llegué a
este país, hace 37 años, ya tenía amplios conocimientos sobre legislación
laboral, contrato de trabajo, seguridad social, organizaciones sindicales y
cooperativas, principios, estructuras, tácticas, estrategia y política en
referencia a la vida pública y con la especificidad del mundo laboral. A esto
debo agregar que había sido entrenado en asuntos de organizaciones
internacionales como la OIT, la OEA, la UNO, la FAO, y la UNESCO entre otras. A
esto se agrega que en la ciudad de Nueva York trabajé para el Departamento de
Sanidad, el Departamento de Policía y para la Autoridad de la Vivienda de la
Ciudad de Nueva York, por un periodo de 23 años. Impartí clase de computadoras
en la comunidad y trabajé para un programa de Mediación de Conflictos. Una de
las cosas que más agradezco fue haber trabajado para el Departamento de
Igualdad de Oportunidad de NYCHA como investigador de casos de discriminación y
hostigamiento sexual, y acomodamientos de viviendas para personas
deshabilitadas físicamente.
Esta preparación no se logra sin el
entrenamiento de rigor y con ello también un cúmulo de experiencias relativas a
los servicios y las leyes que nos rigen como ciudadanos, residentes legales o
indocumentados.
Cuando comencé mis estudios en CUNY puse
interés en tomar un semestre sobre los impuestos del gobierno estatal y del
gobierno federal (IRS). Este curso me permitió entender los vericuetos de los impuestos cada año fiscal. También tomé un
semestre sobre microeconomía y dos semestres de contabilidad, aparte de que mi
concentración fue computadora o Procesamiento de Datos. Recuerdo cuan útil fue
para mí tomar un semestre en matemáticas de negocios, en la que se aprende
mucho sobre cómo funciona y se mantienen los porfolios en Wall Street de las
compañías y sus subsidiarias, o inversiones privadas. Todo esto quería conocer,
no necesariamente para ganar más dinero o invertir en finanzas. Nadie se hace
especialista en todos al mismo tiempo.
Hay gente que cuando necesita
comprar algo nuevo, usualmente no investiga primero, se deja llevar por las
emociones y cierra un contrato, luego se lamenta del contenido de los impresos
pequeños. Igual que en los casos médicos, siempre hay que consultar con quien
está autorizado en el campo o en la materia política, administrativa o
comercial.
Con esto solo quiero dejar entrever
como muchas veces no se escucha al que sabe o entiende lo que hay que hacer y
se vive cometiendo errores graves gracias a los desafueros legales o la
oportunidad de burlar las reglas. Del mismo modo que nadie es profeta en su
tierra, es frecuente servir mejor al que ni siquiera es su vecino.
Al
final es verdad que nadie es profeta en su tierra, pero también es cierto que
hay quien prefiere correr el riesgo para disfrutar un beneficio o para evitar
el mayor esfuerzo. Las páginas sociales son una nueva dinámica en la sociedad,
mucha gente se ha lanzado a vivir y convivir en ellas sin preguntarse cómo sus
asuntos, supuestamente privados, inciden sobre la parte pública de su vida.
Solo nos conviene saber que en este país usted tiene derecho, y no solo su
patrón, obligaciones, para citar un comercial televisado del momento.tiene derecho, y no solo su patrón, obligaciones, para citar un comercial
televisado del momento.