jueves, 11 de marzo de 2010

La felicidad a su entera disposición


Lunes 08 de Febrero de 2010 03:52 Eramis Cruz

La vida nos invita a la felicidad. Basta con observar un arcoíris inesperado; oír el canto de un ruiseñor una tarde de verano; el descenso de una catarata o la secuencia de las olas del mar, el estruendo de su espumosa agua deslizándose sobre la arena.

La melancolía nos embarga con frecuencia al recordar el lar nativo. Al morir la tarde el entorno se decora con la sombra de los cocoteros. Quién no da un salto al pasado para sentir las manos protectoras de la abuela todavía caliente, como la tasa del café recién colado. Fueron nuestros antepasados los primero evocadores de héroes y heroínas que con valentía desafiaron al cruel invasor y al criollo traidor. Es difícil olvidar cuando la vieja de atuendo desteñido se sentaba rodeada por los niños y narraba sus cuentos e historias, demostraba con destreza y habilidades increíbles e incomparables con los diestros productores de cine y literatura de hoy. Los mayores conservaban en su memoria diáfana voces y ecos de esas tradiciones culturales. No deja de ser impresionante saber que nuestros antepasados fueron fuentes principales de grandes libros y enciclopedias que descasan empolvadas en los estantes de las bibliotecas y pasaran al futuro en las fuentes digitales del universo. Hablamos de un pasado de grandes, alegrías, dificultades, y contratiempos para mostrar que la felicidad sólo es posible concebida con una simultaneidad, concurrente a sus contrariedades.

La felicidad es proyectada como el fin de la vida, se nos presenta en líneas verticales y horizontales que se niegan a descender cuesta abajo. Aquel que acondiciona su felicidad al proyecto que no alcanza o al recurso que no tiene, vivirá compelido a carecer de ella. Debemos reconocer que para muchos la felicidad tiene un precio muy caro a pesar de que todos podemos ser felices. Tu felicidad no depende de nadie más que de ti, reside en lo recóndito de tu interior donde sólo tu libre albedrío impera.

No cuentas con nada más valioso que la vida, y ni siquiera ésta puede ser una condición para que sucumba el poder de tu interioridad. No es infeliz aquel que llora, ni aquel que reclama y no necesariamente aquel que cumple una condena. La felicidad no es relativa al mundo exterior del ser pensante, no es un estado ajustado al juicio del observador que asume según sus percepciones.

......La nueva vecina parece que vive al borde de un ataque cardíaco, da la impresión de llevar una vida miserable, dependiente de un marido abusivo, unos niños caóticos y ruidosos, y dos jóvenes rayando la adolescencia. Si el hijo no está arrestado es porque está libre bajo palabra. La hija no estudia ni trabaja, y se pasa el tiempo rodeada de prospectos maridos graduados en la universidad de los fracasos. La mujer no puede sobrevivir sin los cupones de alimentos, sin el subsidio de vivienda para pagar el alquiler. El marido de la mujer dice que odia las corbatas, se justifica diciendo que no soporta el agravio de una prenda innecesaria. Maneja un carro destartalado que consume más que lo que produce. El hombre no tiene tiempo para nadie en la casa, lo usa para ver el fútbol y tomar cervezas.

Esta mujer es coparticipante y responsable directa de la vida que lleva, una etapa de su vida le ha conducido a la otra. Podría resolver todos estos problemas si en primer lugar estuviera consciente de que tiene un problema, que requiere de un plan para resolverlo. Esto es partiendo de la premisa de que su vida pudo tomar otro camino si no se hubiese dejado arrastrar por las casualidades y las causalidades. Nada en la vida es tan gratuito como parece y todo lo que requiere esfuerzo es porque tiene su valor, hay que saber mirar más allá del día siguiente y ser cauteloso a la hora de firmar un compromiso. Lo que la vida no garantiza para ti tampoco lo garantiza para otros. El principio de que todo lo que empieza termina es relativo, porque niega los procesos evolutivos que garantiza el avance progresivo de esencialidad y la existencia perenne, las cosas se transforman pero no desaparecen.

Esto no quiere decir que al hacer de la felicidad un proyecto personal adherente a la misma vida, se excuse al estado y a la sociedad en su conjunto de su responsabilidad de hacer disponibles los medios necesarios para el desarrollo de ser humano. Es obvio que nos referimos a esas condiciones que demuestran que existe una falta acción efectiva por parte del individuo, una carencia de inversión en su propia persona, consecuentemente se afecta a los que dependen de sus activos para sus realizaciones, en el caso específico de la familia. Un marido abusador multiplicado por una mujer atropellada y dividido por los hijos victimados dará como resultado factores de violencia domestica, que para colmo resultará sucesivo para sus proles. En este escenario la felicidad sufre los embates de conceptos errados sobre la manera de tomar control del yo, y de lo que de él depende.

En el transitar por este mundo todos tenemos tiempos prósperos, pero también confrontamos grandes dificultades y hasta frustraciones. Pero existen necesidades básicas e imprescindibles que deben ser satisfechas para no atrofiar la capacidad de pensar y de existir. Imponerse a los problemas y levantarse de la caída parece ser una condición para forjar la fortaleza y el carácter. La felicidad puede ser una constante y ser feliz siempre, aprender a ser feliz en todas las circunstancias. Es que la felicidad es una satisfacción, un premio por la tarea bien desarrollada, un sentido del triunfo por ganar lo confortante y duradero, la felicidad es muchas otras cosas aún no definidas. Un empleo mal remunerado no tiene que ser una condena a una vida miserable, uno puede cambiar el empleo o regresar a la universidad para hacerse una carrera que lleve a otra escala en el mundo laboral.

Aunque emprendamos empresas para ser felices los problemas no deben convertirse en factores destructores de la felicidad. No hay razón para que un hombre que se queda sin trabajo en poco tiempo se queda sin el automóvil y luego también pierde a su mujer, su vida sigue a la deriva y termina pagando manutención de niños y tomando terapia o tratamiento de salud mental. Cuando se permite una reacción en cadena se produce un efecto dominó y consecuentemente todos se derrumba a nuestro derredor. La vida demanda vivir atento a los signos que preceden al inicio del fatalismo. La felicidad demanda de condiciones que de una u otra manera no excluyen a nuestros relacionados.

Es verdad que uno puede vivir feliz, y no es menos cierto que uno puede morirse feliz, todo depende del concepto de la vida y de la muerte. La gente que verdaderamente comprende el concepto de la felicidad ven cada día como un gran logro, como un gran escalón, independientemente de cuál es la misión en la que enfocan sus afanes. No hay dudas de que nuestro cuerpo exige porque necesita el oxigeno que abunda en el aire, para ellos debemos aprender a respirar, en esta dirección debemos preocuparnos por mantener un medio ambiente sano, libre de contaminación, para que juntos disfrutemos de la vida, con mayor felicidad. Quiere decir es existe la posibilidad de que como miembros de una comunidad entremos en conflictos con intereses gubernamentales o privados para proteger la ecología. Igual que el efecto dómino, aquí podemos concebir la ley de la relatividad conectando nuestro empeño por ser feliz.

Autor: Eramis Cruz

La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...