Por Narciso Isa Conde
El poeta Pedro
Mir, en su condición de dirigente del Partido Comunista Dominicano-PCD, abordando
el tema de la revolución insular, escribió en
1966 en su Programa que cada vez que históricamente la clase
dominante-gobernante dominicana se sentía insegura por el despertar, la
indignación y la rebeldía de nuestro pueblo, esgrimía el peligro haitiano y
recurría con renovada intensidad, al manoseado término de la “invasión pacífica”
de nuestro territorio por el pueblo haitiano.
No es, pues,
accidental que estos tiempos de verdes indignaciones y crecientes rebeldías, se
recurra reiteradas veces a ese expediente.
Por eso entiendo necesario contribuir a
desmontar esta nociva falacia con argumentos bien precisos. Empecemos pues.
La migración no es invasión.
Las migraciones son pacíficas y con
fines humanamente justos.
Las invasiones, no.
Las invasiones son avasallantes, violentas,
ejercidas con la fuerza militar para ocupar territorios, apropiarse de riquezas
y zonas estratégicas apetecidas por los Estados y claques políticas y sociales que las emprenden para
despojar, saquear, ejercer poder y matar o someter por la violencia a quienes
se les resistan.
No es verdad que existan “invasiones”
pacíficas, sino “procesos migratorios” pacíficos.
El término “invasión” en esos casos se
usa para estigmatizar al que emigra por cuenta
propia en busca de mejor vida o al que lo hace con igual propósito a
través de mecanismos montados por la clase dominante, las partidocracias
corruptas y sus Estados receptores para ampliar la sobre-explotación de la mano
de obra “extranjera” y “criolla”, obtener mayores ganancias pagando salarios
más bajos y logrando otras ventajas
abusivas, o para ampliar la modalidades de corrupción que favorecen a los que
detentan poder.
·
MIGRAR NO ES DELITO, INVADIR SI.
Migrar para recuperar derechos negados, trabajar honestamente, sobrevivir y superar
situaciones agobiantes, no es delito.
Ningún ser humano es ilegal en el
planeta.
A lo sumo -en mundo dividido en “naciones”
por los intereses de las burguesías locales enmarcados en su legalidad
internacional- podrían considerarse indocumentados en su propio país o en otro
territorio, que es otra cosa; esto, si carece de la documentación
correspondiente, ya por limitaciones propias o por las ventajas que eso les
ofrece a los que explotan, semi-esclavizan y trafican permanentemente con su
vulnerable condición social.
En verdad no son pocas las burguesías de
diversos calibres que se han forjados o han multiplicado fortunas a costa del
trabajo en condiciones de semi-esclavitud o imponiéndole una extrema
precariedad a numerosos componentes de las migraciones forzadas y del tráfico
de seres humanos.
Abundan incluso sus socios políticos y
militares dedicados a explotar mano de
obra barata (adulta e infantil), sexo (“trata de blancas”) y poblaciones
discriminadas fácil de maltratar bajo el mote de “seres inferiores”.
No son pocos los países constituidos por
diversas migraciones sobre-explotadas en distintos periodos de su historia y
proliferan las sociedades conformadas por diversas identidades, presentando
características multiétnica y multinacionales.
La invasión implica el empleo de la fuerza
para ocupar territorios y dominar seres humanos.
Implica matar, masacrar, saquear…
Los pueblos empobrecidos y oprimidos de
África no están invadiendo a Europa Occidental. Ni los asiáticos, africanos,
latino-caribeños… están invadiendo a EU.
Las potencias europeas, asiáticas y
norteamericanas si que nos invadieron, nos colonizaron y convirtieron nuestras
fronteras en negocios espurios. Y lo siguen haciendo con saña postmoderna.
En esa abusiva relación de poder los
países periférico-dependiente hemos sido
cruelmente maltratados y nuestros pueblos brutalmente empobrecidos.
·
HAITÍ Y RD: VICTIMAS, NO VERDUGOS.
Haití y República Dominicana no pudimos
escapar a esa dominación imperial degradante, de las que las elites locales son
cómplices y beneficiarias
Al pueblo haitiano le ha ido peor por
habitar el territorio más invadido, peor colonizado, más saqueado y mas
empobrecido del Continente; víctima de la sádica revancha del imperialismo
occidental que nunca perdonó su ejemplo contagioso plasmado en su temprana
revolución independentista y antiesclavista de 1804.
Las vicisitudes acumuladas asumieron al
paso de dos siglos características de tragedia social y humana.
Y
en tales condiciones para una gran parte del pueblo haitiano, emigrar hacia acá
(como destino o como puente) o hacia EEUU o Canadá (como destino), se ha
tornado cuestión de vida o muerte.
No se trata ni por asomo de un fenómeno
de invasión, agresión, ocupación… sino de un proceso migratorio ascendente e
imperioso.
Más aun. República Dominicana nunca ha sido invadida por Haití, porque
realmente la denominada “ocupación haitiana” de esta parte oriental de la isla
se hizo siendo ésta colonia de España y
en su condición de presa codiciada por otros imperios; en el promisorio marco
de la independencia y la revolución social antiesclavista en Haití, por lo que
ese hecho tiene otro carácter y consecuencias distintas, unas positivas y otras
negativas.
República Dominicana se fundó en 1844 en
un acto de separación de Haití y de independencia frente a todas las potencias
colonizadoras.
Traicionada la independencia dominicana
de 1844 (anexión al imperio español) y luego igualmente traicionada la Restauración
de la misma lograda en 1863, nuestro país -pese a su definida identidad
nacional- ha sido convertido en una semi-colonia o dependencia de EEUU, pese a los
heroicos intentos posteriores por emanciparlo (1916-24 y 1965).
Esa es la verdad.
Pero igual y peor, repito, le ha pasado a Haití.
·
DOS PAISES RECOLONIZADOS CON SUS RESPECTIVOS
FLUJOS MIGRATORIOS.
Ni uno ni otro somos soberanos y no
porque uno someta al otro, presente sin embargo el recuerdo de la horrible y traumática matanza de haitianos en la zona
fronteriza a cargo de la tiranía trujillista (no del pueblo dominicano); y
también otros hechos parecidos –aunque más remotos- que de parte y parte son
usados para envenenar los vínculos de dos pueblos llamados a compartir en
hermandad la misma isla, todavía dominada por poderosos enemigos imperiales
comunes y por pandillas locales asociadas a la recolonización.
Sí, una isla, dos república sin
soberanía y dos pueblos cruelmente oprimidos.
Esa es otra verdad.
Ahora bien, la lucha por sobre-vivencia
empuja muchas veces a los seres humanos hasta a abandonar su tierra, su patria,
su familia...para entonces vivir más o menos sobre-explotados, discriminados,
maltratados… A eso se le agrega el racismo con toda su crueldad.
El problema a resolver en las relaciones
dominico-haitianas es fundamental migratorio, porque la negación de
independencia y soberanía en ambos casos está a cargo de EEUU y otras potencias
imperialistas.
Haití no tiene soberanía real, mucho
menos posibilidad de afectar la nuestra.
República Dominicana-RD igual respecto
Haití.
Por más de un siglo nadie puede probar
que uno u otro país se haya dedicado a invadir al otro para conquistarlo y
dominarlo.
La migración de RD a EEUU, Europa y
otras partes del mundo la provoca la opresión, la explotación y el saqueo
practicado por las potencias imperialistas.
La misma causa tiene la emigración
haitiana hacia ese “primer mundo”.
Pero hay particularidades a ponderar: la
emigración haitiana hacia acá no la causa RD, mucho menos el pueblo dominicano;
sino fundamentalmente EEUU, Canadá y las potencias europeas, que saquean,
explotan y empobrecen ese territorio y ese pueblo, en alianza con mafias
políticas, empresariales y militares locales.
El o la haitiana que emigra hacia acá no
lo hace por maldad, sino por necesidad. Es un ser humano, que en su dramática
lucha por la vida decide cruzar por vía terrestre al país vecino, al más
cercano, el cual tiene una situación económica relativamente menos mala. Y lo
hace para trabajar duro por un baja remuneración, que influye intensamente
también reduciendo el salario local. Todo esto a beneficio de los dominicanos
ricos y muy ricos, no del pueblo en general.
Los poderosos de Haití y las potencias
que lo colonizan le niegan derechos vitales al pueblo haitiano en su propia tierra, y lo convierten en mercancía barata generadora
de ganancias fáciles con la que se nutre la corrupción fronteriza militar,
policial y empresarial de allá y de aquí.
Trafican con sus componentes más
empobrecidos de múltiples maneras y los exprimen con modalidades propias de la
acumulación capitalista originaria.
La frontera pasa a ser un negocio
soterrado, sucio, ilegal de jorocones dominicanos, que su vez hacen campaña
racista anti-haitiana; mientras los trabajadores y las familias haitianas
radicadas aquí aportan miles de veces más que las migajas que reciben.
Pero esas inmensas riquezas van directo a los
bolsillos de los ricachones de nuestro país y a las arcas de las empresas
transnacionales.
La Gulf and Wester, Alcoa, Falconbridge, Barrick,
Vicini, Bonetti, compañías constructoras, latifundistas, políticos y generales
mafiosos… son los grandes beneficiarios de esa migración.
·
LOS VERDADEROS INVASORES DE ESTA ISLA.
Los conquistadores españoles y de otras
potencias europeas invadieron esta isla, esclavizaron y asesinaron a sus pacíficos pobladores, invadieron a África y
trajeron esclavos de esas tierras lejanas para reforzar la esclavitud y
practicar el genocidio. Civilizaciones blancas se impusieron a sangre y fuego
para explotar y saquear
En ambas parte de la isla los
conquistadores y colonizadores exterminaron las poblaciones originarias
(llamados indios/as).
Ambas terminaron pobladas por
“extranjeros” o descendientes de “extranjeros”, unos pocos verdugos blancos y
la mayoría victimas negras, mestizas y mulatas.
Y
así hasta el presente, con muchos otros ingredientes.
Las tropas yanquis que nos invadieron en
1916 y 1965, la CIA, el FMI, el BM, los bancos de negocios... son por tanto los
verdaderos invasores, depredadores y saqueadores de este país y de nuestro
pueblo. Las corporaciones mineras (Gold Quest, Uni-Gold… amenazan con invadir
la Cordillera Central.
Ambas poblaciones hemos sido forzadas a
emigrar por periodos.
Nuestro enemigo no es ni el emigrante haitiano,
ni el humilde pueblo de ese país hermano.
Nuestros enemigos son los poderosos que
dominan el mundo y esta la isla, que oprimen a ambos pueblos y nos quieren enfrentar
para ellos disfrutar con tranquilidad los frutos de sus fechorías.
Igual pasa en la vecina Haití, donde
desde arriba se fomenta el odio contra nuestro pueblo.
Los pueblos dominicanos y haitianos son
pueblos que desde sus respectivos países deben unirse para defenderse, para
independizar realmente nuestras respectivas patrias, para liberarlas de la voracidad
imperialista-capitalista y de los políticos, empresarios y jefes militares
ladrones, déspotas y explotadores. Para desterrar el odio y sembrar amor entre
pueblos liberados y naciones independientes.
Eso es imprescindible para establecer regulaciones
migratorias mutuamente ventajosas y normas de cooperación justas en comunidad
con todos los pueblos de Nuestra América, uniendo la diversidad y respetando la
identidad de cada pueblo.
En fin, yo quiero a mi patria sin olvidar que
patria, como dijo Martí, es humanidad.