Publicado:
febrero 10, 2014 Autor
Luis Enrique Marius
El 31 de
Mayo se cumplieron 6 años de la partida al Padre del Cro. Emilio Máspero, a
quién recordamos con todo el afecto que se mereció como compañero, amigo y
hermano. Ante tal ocasión, le pedimos al Cro. Alfredo Di Pacce, uno de los
dirigentes fundadores de la CLAT, a quién agradecemos muy especialmente este
aporte, se refiriese a las dos características más relevantes del dirigente
sindical argentino y latinoamericano: de visionario y de militante. (L.E.M.)
(13)
Esta expresión: «visionario y militante», caracteriza
cabalmente los rasgos más sobresalientes del perfil de Emilio Máspero como
conductor y hacedor de las formas de pensamiento y de acción de la CLAT(14) y
de su proyección al plano mundial.
Dos hechos fundamentales marcaron a Emilio en la
construcción de una sólida estructura de pensamiento, y en los diversos modos y
prácticas de su acción militante: «Durante la segunda mitad de la década del
́40, Emilio transitó un tiempo de intensa y sistemática formación personal de
contenido humanista y cristiano, que se llevó a cabo en dos etapas: la primera
transcurrió en Córdoba (Argentina) y la segunda tuvo lugar, ya en 1950, en el
Colegio Máximo de San Miguel (Buenos Aires), ambos centros de formación de la
Compañía de Jesús (SJ). En este año, Emilio tomó contacto e intensificó sus
relaciones con un grupo de militantes jocistas que frecuentaban el Colegio
Máximo. Posteriormente y junto a ellos, decidió abandonar esa casa de estudios
para trasladarse a la localidad de Munro, suburbio industrial del norte del
Gran Buenos Aires.
Así se estableció la JOC, por iniciativa y con la
conducción de Emilio, y comenzó una original e inédita experiencia: la creación
de una comunidad de trabajo, en una precaria construcción, donde convivían
comunitariamente los protagonistas de una actividad que profundizará en Emilio
el espíritu solidario. Al poco tiempo, bajo su impronta, el lugar se convirtió
en un centro generador de militantes y la JOC consiguió extenderse por
numerosas parroquias de la zona. No faltaron dificultades y tropiezos que
fueron superados porque Emilio supo transmitir al grupo, a través de su
testimonio personal, el sentido de la acción militante y del compromiso con la
juventud trabajadora»(15).
El otro hecho comienza en Abril de 1957 cuando Emilio
viaja a Europa y en un intenso periplo de más de un año realiza una
enriquecedora experiencia. «Contactó organizaciones y personalidades del
quehacer social cristiano en toda Europa, al mismo tiempo que profundizaba sus
conocimientos y saberes, ampliando y consolidando su ya reconocida capacidad de
análisis con diversas actividades de capacitación y formación en instituciones
académicas de renombre internacional, tales como la Universidad Católica de
Lovaina (Bélgica) y el Centro de Acción Popular de París. En este lapso también
participó en el Congreso Internacional de la JOC, celebrado en Roma (Italia),
integrando la delegación argentina y apoyando vigorosamente las posiciones de
los delegados latinoamericanos»(16).
Desarrollar casi medio siglo del continuado y
acendrado compromiso de Emilio con el quehacer sindical y social supera el
límite de este trabajo. En apretada síntesis se puede afirmar que nada le era
ajeno. Emilio fue militante por naturaleza y por convicción. Fue un lector
incansable. Orador profundo y convincente. Conversador persuasivo, desarrollaba
una gran capacidad para escuchar y comprender. Dueño de sólidas convicciones y
fuerte personalidad, sostenía con firmeza y frontalidad sus ideas, pero frente
al disenso tenía la virtud de modificar y, aún resignar sus puntos de vista, si
se presentaban argumentos sólidos y fundamentados.
Fue un escritor prolífico, su producción fue el
resultado de análisis profundos y certeros. Emilio poseía una extraordinaria
capacidad de trabajo exigiendo todo a quienes lo acompañaban en la tarea,
privilegiando siempre las diversas formas del trabajo en equipo. La militancia
era para Emilio, pasión y servicio.
Esta concepción de la militancia acompañó a Emilio en
los innumerables viajes y misiones que realizó, y que le permitieron conocer de
cerca diferentes aspectos de la realidad de los lugares visitados.
Emilio no era muy afecto a meras formalidades sociales
o eventos exclusivamente de dirigentes, si bien los aceptaba en función de sus
responsabilidades. En cambio privilegiaba el contacto directo con las personas
y organizaciones testigos y protagonistas comprometidos con la tarea sindical y
social. Disfrutaba participando en reuniones de base de las comunidades,
incluyendo comidas y hasta celebraciones familiares.
Escuchaba con particular atención reclamos por los
sufrimientos e injusticias de la extrema pobreza y la marginación. Dentro de
los reducidos márgenes de su apretada agenda siempre encontró un tiempo para
participar y animar encuentros de formación y capacitación de cuadros,
actividad a la que adjudicaba vital importancia en el contexto del Movimiento
de los Trabajadores. El Instituto Internacional de Estudios Sociales – IIES-
creado en la década del 60 en Santiago de Chile; el Instituto Latinoamericano
de Estudios Sociales – ILATES – y luego la inédita y original creación de la
Universidad de los Trabajadores de América Latina – UTAL – con sede en Caracas
(Venezuela) fueron resultado de la iniciativa y la constante dedicación de
Emilio en el tema de la formación y capacitación de los trabajadores. Analista
reflexivo y profundo, de a ratos polémico, Emilio siempre estuvo abierto a los
aportes de diversas corrientes de pensamiento, evitando quedar aprisionado en
dogmatismos ideológicos o políticos.
A sus cualidades de metódico e incansable observador
de la realidad, Emilio agrega una clara y definida visión política y
estratégica que concluye en la elaboración de ideas y propuestas que resultan
verdaderos anticipos de una realidad por venir, y lo convierten en un auténtico
visionario. Algunos testimonios corroboran esta afirmación.
Ya instalada la Revolución cubana, tras la caída de
Batista, Emilio llega a Cuba el 10 de Abril de 1957, cumpliendo una misión de
la CLAT. En tres semanas desarrolla una intensa actividad de contactos y
reuniones con dirigentes sindicales, sociales, políticos y miembros de la
Iglesia, priorizando, en estas tareas a militantes de la JOC de Cuba que
ocupaban importantes posiciones en la CTC -R(17). Completa su labor
difundiendo, por diversos medios, los principios y objetivos de la CLAT. En
este contexto un significativo número de dirigentes de la CLAT participó de los
festejos del 1º de Mayo en La Habana. Finalizada la celebración Emilio elaboró
un detallado informe político que fue base e inspiración de un documento de la
CLAT, que en sus párrafos centrales expresaba: «Declaramos sinceramente que en
la actual fase revolucionaria no se trata de consolidar la revolución como un
fin en sí mismo, sino la libertad integral del pueblo cubano por la cual
lucharon todos, todos sufrieron y muchos murieron. La Revolución debe ser el
medio histórico al servicio de la libertad y de la justicia social. Afirmamo
que la libertad conquistada solamente se consolidará profundamente con las
garantías a los derechos humanos, con una política económica y social
fundamentadas en la dignidad de la persona humana, la justicia social y la
solidaridad, con el ejercicio de una democracia real y eficaz»(18).
Finalizando, el documento condiciona su contenido con la
siguiente expresión: «Declaramos finalmente, que la Doctrina Social de la
Iglesia, inspirada en valores humanistas y cristianos, en la dignidad humana,
en la justicia social, en la libertad y la solidaridad social, tiene la
suficiente fuerza y eficacia para servir de basamento a todos los esfuerzos
revolucionarios por construir un orden económico, social y político nuevo y
mejor…»(19).
En la citada obra se relata un episodio revelador de
la capacidad anticipatoria de Emilio: «Poco antes de su despedida de Cuba,
Máspero entregó un memorando al Secretario General de la CTC-R donde
vislumbraba, de forma impresionante, la estrategia de los comunistas para tomar
el control de la misma.
Máspero advirtió al Secretario general de la CTC-R, no
subestimar a los comunistas, a pesar de las momentáneas avasallantes victorias
del «Movimiento 26 de Julio» en las elecciones sindicales.
En el momento oportuno, éstos intentarían por todos
los medios, presentar a los sindicalistas de este Movimiento frente al pueblo
como reaccionarios, burgueses y fascistas, valiéndose de reivindicaciones
exageradas y campañas difamatorias, para obtener así el poder»(20).
La carta de Río, elaborada por Emilio y dada a conocer
en Marzo de 1964 durante el VII Congreso de la CLAT celebrado en Brasil, sobre
la Integración y Unidad de América Latina, manifiesta, una vez más las dotes
anticipatorias de Emilio, al volcar en ese documento ideas y propuestas que
mucho tiempo después se expresarían en fórmulas concretas en los diversos
procesos integratorios que se sucedieron en América Latina(21).
La carta de Río sobre la unidad e Integración de
América Latina se constituyó en pionera de un permanente y sistematizado
proceso de construcción de pensamiento y de actividades concretas desarrolladas
por la CLAT, con la inspiración y conducción de Emilio.
La unidad sindical y la constitución del Movimiento de
los Trabajadores son temas básicos en la elaboración del proyecto político de
la CLAT, temas a los cuales Emilio dedicó, con verdadero fervor militante, una
medulosa y continuada tarea de seguimiento y análisis proyectada en reflexiones
estratégicas de verdadero contenido anticipatoria.
Este proceso se puede observar en los contenidos de
los informes políticos y de orientación presentados por Emilio en los Consejos
Continentales y en los Congresos, sobre todo a partir del VI Congreso realizado
en Los Caracas (Venezuela) en Noviembre de 1971(22). La conclusión de esta
tarea, propia de un conductor como Emilio, se expresa en el profético informe
político y de orientación presentado al XI Congreso de la CLAT realizado en
Noviembre de 1998 en la ciudad de México. Este documento ha sido considerado
con toda justicia, como el testamento político de Emilio Máspero.
Al analizar el posicionamiento del movimiento sindical
finalizando el siglo XX, Emilio afirma: «Es preciso considerar que los cambios
y los desafíos que hemos señalado en nuestros análisis de la actual situación
mundial, junto con los cambios radicales en el mundo del trabajo, están
produciendo un verdadero «terremoto» sindical que sacude las bases mismas del
movimiento sindical, la propia razón de ser de las organizaciones de los
trabajadores y sus raíces más profundas. Se puede afirmar que al finalizar el
siglo XX todo el movimiento sindical sin ninguna excepción está muy
radicalmente interrogado, interpelado, cuestionado y desafiado. Hay más
preguntas que respuestas y propuestas. Si bien se constatan algunas iniciativas
limitadas y dispersas para respondes a las nuevas situaciones, el grueso del
movimiento sindical internacional está todavía más bien a la defensiva y es
poco lo que ha avanzado en su renovación y reestructuración para estar en
buenas condiciones para jugar un nuevo y más agresivo protagonismo en el siglo
XXI.
La tónica que prevalece es que el movimiento sindical
internacional está condenado a refundarse y si no lo hace estará condenado a
desaparecer del escenario mundial. Continuar haciendo lo mismo, de la misma
manera, con los mismos resultados, precipitará aun más su desaparición, especialmente
en un mundo cada vez más desfavorable a las organizaciones de
trabajadores»(23).
En referencia a la propuesta de construir el
Movimiento de los Trabajadores, Emilio expresa en este documento: «La tarea del
sindicalismo, si quiere sobrevivir y desarrollarse en tanto que movimiento
portador de liberación personal y social y como actor clave de transformación
de la sociedad, debe ampliarse con mayor claridad que en el pasado más allá de
la estricta defensa de los trabajadores en tanto que tales en sus lugares de
trabajo. Ante el agotamiento de los distintos contenidos y formas del
sindicalismo tradicional, se abre camino la idea de un nuevo sindicalismo tipo
movimiento social con capacidad de agrupar y representar a los trabajadores en
sus distintas situaciones y problemáticas.
Se trata de ir más allá de un sindicalismo que ha
quedado limitado muchas veces a las categorías mejor protegidas y pagadas de
los trabajadores, a fin de asumir la defensa y la representación de los más
débiles, de los más pobres, de los más desprotegidos, que en muchos países son
la mayoría de la clase trabajadora. Se apunta a un reencuentro de fondo del
sindicalismo con la lucha por la justicia social para todos los trabajadores y
al mismo tiempo a nuevos conceptos y prácticas de solidaridad»(24).
Una constante preocupación de Emilio fue sostener con
vehemencia la decisiva importancia del elemento valórico como parte sustancial
de la organización de los trabajadores, y así lo señalaba en su informe
político y de orientación: «Ante el fracaso del sindicalismo puramente
economicista y pragmático, se ha puesto de moda hablar de la necesidad de un
sindicalismo de valores. La CLAT desde que se fundó en 1954 se propuso ser una
organización de trabajadores inspirada en valores y principios emanados del
humanismo cristiano y de los valores históricos del movimiento obrero.
La experiencia histórica de los movimientos sociales y
sindicales que se han desarrollado en la región durante el siglo XX, permiten
comprobar que sólo aquellas organizaciones que se inspiraron en ideas, en
valores y principios, en una sólida filosofía social, pudieron perdurar y
desarrollar un protagonismo relevante. Las que no tuvieron estos elementos,
desaparecieron sin pena ni gloria.
El siglo XXI será todavía más exigente y desafiante en
este sentido. Sólo un sindicalismo de valores podrá avanzar con eficacia en los
tiempos y en los espacios del tercer milenio»(25).
Emilio se incorpora al sindicalismo internacional
participando activamente en los Congresos de la CISC(26) en París en 1961 y en
Lieja en 1964. A partir de entonces desarrolla una intensa y fructífera labor
en el ámbito internacional con un fuerte protagonismo y presencia en las
actividades de la CMT especialmente en el proceso de evolución de la CISC a la
CMT, colaborando con la profundidad de su pensamiento y la genialidad de sus
propuestas estratégicas.
En el XVI Congreso celebrado en Luxemburgo, Emilio es
designado Vicepresidente de la CMT. En esta responsabilidad profundiza su
compromiso protagónico y militante donde su aporte clave lo constituye la
elaboración del Informe de Orientación al XVIII Congreso celebrado en 1973 en
Evián (Francia), que se titula «Solidaridad y Liberación. Perspectivas y bases
de una estrategia de la CMT». En este documento, de casi 600 páginas, resultado
de tres largos años de trabajosas consultas a todos los niveles, Emilio expone
toda la riqueza y profundidad de su cosmovisión frente a los constantes y
variados desafíos que debe enfrentar el Movimiento de los Trabajadores. En su
momento, este documento fue considerado como «una obra profética»(27).
El proceso de unificación sindical iniciado, de manera
oficial en el año 2004, en Europa y con proyección a las regiones de América
Latina, Asia y África, parece darle razón a esta afirmación. Es pertinente
señalar aquí que Emilio concebía la unidad del movimiento sindical como un
medio y no como un fin en si mismo. Siempre se refirió a la unidad de acción y
a la unidad programática, evitando que la misma se convirtiera en una simple «fusión»
sin valores ni identidad, sospechosa y peligrosamente funcional a lo más
negativo de la globalización neoliberal.
Emilio nunca pensó la constitución del proyecto de la
CLAT sin la base indispensable de la militancia, y así lo afirmó: «Para esto
hacen falta hombres y mujeres convertidos en sujetos militantes que apuestan
con obstinación y fe a la vida, a la esperanza y a la utopía, con energías
suficientes para hacer frente a todas las situaciones, a todos los
contratiempos, a todas las adversidades y operando muy activamente en todos los
niveles de la CLAT. Sujetos militantes que no se mueven por una paga, sino por
la mística de la causa en la que creen y operan con espíritu de gratuidad. ¡Lo
contrario de hoy que nadie hace nada si no se paga!(28).
Para resumir el espíritu de este artículo se puede
asegurar que Emilio Máspero fue alguien que pensaba como un hombre de acción y
actuaba como un hombre de pensamiento.
Tomado de:
http://www.celadic.org/documentos/aportes/aportes_3.pdf
————————————————-
Emilio Máspero, nació en Santa Fé –Argentina- hijo de migrantes italianos el 27 de Noviembre de 1927 y falleció en Caracas -Venezuela- el 31 de Mayo del 2000. Fué dirigente sindical metalúrgico y dirigente de la JOC en Argentina, Secretario General de la CLAT (Central Latinoamericana de Trabajadores) y Vicepresidente de la CMT (Confederación Mundial del Trabajo).
Emilio Máspero, nació en Santa Fé –Argentina- hijo de migrantes italianos el 27 de Noviembre de 1927 y falleció en Caracas -Venezuela- el 31 de Mayo del 2000. Fué dirigente sindical metalúrgico y dirigente de la JOC en Argentina, Secretario General de la CLAT (Central Latinoamericana de Trabajadores) y Vicepresidente de la CMT (Confederación Mundial del Trabajo).
(13) Emilio Máspero fue nombrado «Caballero Comendador
de la Orden de San Gregorio Magno» por Su Santidad Juan Pablo II, el 22.Octubre.1993.
Nombramiento impuesto por S.E.Roger Cardenal Etchegaray, el 4 de Diciembre de
1996.
(14) Central Latinoamericana de Trabajadores. Desde su
fundación, en 1954, y hasta octubre de 1966 se denominó Confederación
Latinoamericana de Sindicalistas Cristianos – CLASC. A partir de 1966 y hasta
noviembre de 1971 mantuvo las mismas siglas pero designando a la Confederación
Latinoamericana Sindical Cristiana. En noviembre de 1971 adopta su actual
denominación: CLAT.
(15) Emilio Máspero: un camino de realización. 2004. pág 27-28.
(16)
Op. cit. Pág 29
(17) CTC Confederación de Trabajadores de Cuba –
Revolucionaria
(18) Dr. Gerhard Wahlers «Nace una alternativa» Ed.
Saeta, Pág. 96
(19) Op. Cit., pág 97.
(20) Op. Cit , pág 100.
(21) VII Congreso Continental CLAT, Río de Janeiro
09/11 de Marzo de 1964.
(22) Ver archivo CLAT UTAL, San Antonio de los Altos,
Caracas, Venezuela.
(23) CLAT hacia el siglo XXI. Informe político y de
orientación. XI Congreso CLAT. Ed FLATES. Caracas, Venezuela.1999 Versiónm
original, págs. 29 y 30.
(24) Op. Cit. Págs. 31 y 32.
(25) Op. Cit. Pág. 68.
(26) CISC – Confederación Internacional de
Sindicalistas Cristianos, actualmente CMT (Confederación Mundial del Trabajo).
(27) Emilio Máspero. Un camino de realización. 2004.
Pág. 295.
(28) La CLAT hacia el Siglo XXI. Informe político y de
orientación al XI Congreso CLAT. Ed. FLATES – Caracas, Venezuela 1999. Versión
Original. Pág. 78.