Eramis Cruz
Las
congratulaciones de Ana y mis hermanos.
¡Gracias! por tus congratulaciones
anticipadas “eres mi niña bonita”. Admiro tu generosidad. Seguimos adelante con
la seguridad de que vamos por buen camino. Una mirada al pasado y me embarga la
melancolía de un poeta al transitar un bello panorama de imágenes impresionantes
que convertidas en hermosas memorias pintan de enfatizado colorido el trajinar
del presente.
A tiempo logramos comprender que las
dificultades son pequeñas frente a lo tanto que hemos sido recompensados por el
esfuerzo satisfactorio para uno y los seres a los que amamos. No me daré por
vencido ni claudicaré en mis propósitos, especialmente porque la vida está
saturada de falsas percepciones, lo que indica que no es cierto que todo sea”
del color del cristal con que se mira”, a pesar de lo oportuno de tal metáfora.
He vivido grandes fantasías y crudas realidades y no me arrepiento de mis decisiones,
ni de las correctas ni de las erróneas, porque al fin y al cabo, no soy el único
protagonista de los desaciertos.
He aprendido superlativamente de las
malas experiencia, considerando lo mínimo que se aprende de las buenas, las
buenas se disfrutan, las malas nos reivindican de nuestras debilidades y pasiones.
Como es claro en mi trayectoria de vida, he evitado lo fácil y los favores de
los influyentes, uno quiere escalar por su propio esfuerzo para luego tener
derecho a defender sus créditos. Mis amigos verdaderos han sido muy pocos, pero
esos pocos los he valorado porque han sido los que de manera desinteresada estuvieron
dispuestos sin que yo se lo solicitara. Los demás no son más que eso, a quienes
aplica el dicho del que “al amigo al que amarlo con su vicio”.
Amo a toda mi familia, pero he sido
cuidadoso en no ofrecerle los que no era posible darle. Por ser el hermano
mayor entre los hijos de mi madre, tuve la responsabilidad de cuidar mis pasos
con la convicción de que el resto es responsabilidad de cada uno. La vida nos enseña
que debemos ser agradecidos, no importa que tan bien vivamos ahora comparado
con aquellos tiempos tan desafortunados, pero en ese tiempo tuvimos la suerte
de contar con el amor compartido y con el amigo incondicional. He sido intolerante hasta el punto de ser
visto tal vez con cierto desdén, pero poco me importa, porque al final del día,
me he dado cuenta que han hecho lo que
con disgusto tuve la valentía de advertirles. Uno vez la soberbia ajena que
arremete con furor cuando se cree ofendida, uno la ve y la comprende, es fácil subestimar
las reacciones de quien ignora que se auto elimina.
Hoy tengo la percepción de que las
distracciones de este tiempo nos robaron aquella manera de respeto y confianza,
de admiración por el talento, era lo único que creí merecer de los míos. Siempre
he tenido ese empeño por hacer comprender que debemos poner esfuerzo por excluir
todo aquello que nos hace dependientes, el vicio, el alcohol, los complejos, el
temor al desafío, los prejuicios y la tentación de desnudarse de cuerpo y alma
en las paginas sociales. Así podremos vivir orgullosos de lo somos y tener las
cuentas claras con respecto a lo que queremos.
Al final, todo tiene un principio y
un proceso que sigue una ruta que no termina con el último suspiro, mientras
tanto vale la pena vivir la vida con alegría, cantar una canción desafinada, oír
la buena música, expresarse con sinceridad y no ser indiferente a las cosas que
son importantes para nuestro país. Debemos de cuidar de los niños, ellos darán testimonio
de nuestra vida con la suya propia. Debemos ser sus héroes que estamos siempre
dispuestos al sacrifico para liberarlos del mal que se disfraza para distorsionar
la personalidad y limitar la capacidad del ser humano. Uno tiene que mirar al
pasado, no olvidar de donde viene ni avergonzarse del infortunio, no importa cuán
ridículo y absurdo parezca, todo el mundo oculta su otro yo, pero somos más
felices si no lo ocultamos de nosotros mismos.
Sigamos adelante con la pasión de
una llama capaz de encender lo imaginable. Esa llama es el amor, pero aquel que
se ofrece con una expresión sincera y una praxis de vida incuestionable. Puede
ser concebido como una alucinación o una utopía, pero nadie puede vivir sin una
ilusión, sin un sueño, demandar “el final del silencio” “por una mejor mañana y
nos damos cuenta que no estamos tan lejos de la “fortuna ignorada. Vivimos una
carrera constante “tras la paz perdida”, “somos como luminiscentes, sin la
sombra del temor”.