(Tu cuatro de Julio americano)
Eramis Cruz
El individualismo es una ilusión, podría ser hasta una alucinación,
nadie puede vivir solo, si siquiera los animales. Los derechos individuales solo
tienen lógica en la medida en que son los mismos para todos y por igual. Para
ser libre hay que tener un criterio de su valor. El egoísta tiene por encima al
perro y debería ser “civilizado como los animales” (leer los Cuatro Acuerdos de
Miguel Ruiz).
Yo no sé lo que piensa usted, pero considero que el mundo está repleto
de gente cobarde, gente que tiene miedo a perder lo que no tiene. ¿Acaso vale
la pena vivir de rodillas? Cualquier condena es una mala condena especialmente
cuando el reo no es culpable, pero sobre todo cuando la condena es la que uno
mismo se impone como una sub-condición de la miseria espiritual, no
necesariamente material. Nada hace al ser humano más feliz que sentirse libre y
para libre hay que comenzar temprano. Hay quien se pregunte cuantos en este
mundo son libres y felices a la vez, pues difícil darse cuenta, sin embargo, es
fácil darse cuenta de quienes no los son.
No es libre la mujer o el hombre sujeto a la violencia de género, mejor
conocida como violencia doméstica. No es libre el empleado incapaz de abrir la
boca ante la discriminación institucionalizada en la que el jefe se presenta
como un ovejita inocente que pretende compartir con los suyos las penas y las
glorias de un salario sin poder adquisitivo gracias al robo que hace el sistema
jugando con la inflación para robarle al que menos puede.
En este orden, no es libre el consumidor que paga lo que le pidan, ni el
inquilino que acepta como bueno y valido el aumento de su renta y las excusas
para no hacer los arreglos obligatorios por lo establecido en el contrato de
alquiler, ese que no es capaz de ir a una corte de vivienda a reclamar sus
derechos.
No es libre el religioso fanático, orador desenfrenado y dogmatico que
acepta como dios lo que o a quien no conoce, solamente porque le dijeron que un
tal Santo Tomás, sabe Dios cuan idiota era, creyó en cuento de camino e hizo
como Vicente que iba para donde iba la gente. No es libre quien no se da cuenta que Dios no
ayuda a nadie y si lo hace entonces no puede ser Dios, porque teniendo el poder
no tiene porque hacer miserable a su mejor criatura sino engrandecerlo para su
propia gloria. Que o cual Dios podría ser tan ingenio que decida hacer de la
miseria humana un problema para la eternidad.
No es libre el estudiante que no cuestiona su propia educación, y se
somete a métodos indignantes para convertirse en esclavo del sistema productivo
a cambio de una supuesta mejor vida en una sociedad en la que el costo del
progreso se sintetiza en la plusvalía que le deja al estado o a la empresa
privada el salario que no se paga a quien trabaja o de la prestaciones y
servicios que no se le brinda. Un estudiante esta supuesto a ser un cuestionador,
pero en la contemporaneidad la educación es un instrumento al servicio del sistema
social y de las injusticias que impone una minoría intelectual y privilegia
sobre el montón de idiotas incapaces de pensar por si mismos.
Pero el peor de los esclavos es aquel que acepta su condición como una
necesidad para la sobrevivencia, como si morir no fuera una ley tan válida como
nacer, es un solo proceso, y no hay porque hacer de su miedo un medio para la intimidación,
no importa de donde vengan las amenazas.
Todo el mundo sabe que la unidad hace la fuerza, es un principio simple,
lo que se ha hecho complicado son los mecanismos para aplicarlo, ahí surge lo
prohibido, lo ilegal. Pero “quien hizo la ley también hizo la trampa”, reza un
dicho popular. Cobarde es quien se pasa la vida pretendiendo, engañando con sus
sofismas baratas en nombre de la libertad de expresión, en estos son
recurrentes los medios de comunicación, especialmente cuando se hizo creer que
el cuarto poder pertenecía al pueblo, pero cuando el pueblo no le conviene se
hacen hostiles a la libre expresión de la ciudadanía y conspiran contra el tipo
de gobierno establecido en nombre de la democracia que ellos mismos pregonan,
caso Chile/Pinochet y Republica Dominicana/guerra de abril de 1965.
Quién no recuerda el cuento de León Tolstoi, con tan útil moraleja, del
rey que pidió la camisa del hombre más feliz de su imperio, lo encontraron,
pero no tenía ni siquiera camisa para cubrir su piel. Recuerda también a aquel (Diógenes
de Sinope) que exigió que no se le obstruyeran el sol que necesitaba para
calentar su piel.
Tuve la experiencia y la viví con mi padre en los años de mi adolescencia,
vivíamos en un entorno campestre, en un rancho no muy lejos de dos hermosos ríos,
rodeados de aves y otros animales. No levantábamos con el canto de los pajares
y nos acostábamos con la monotonía de los sapos en el lago recién surtido y de
los grillos que dormía en la intemperie. Nada se compraba porque nada se vendía,
no había ruido de automóviles ni el rancho tenía alambradas porque nadie
violaba nuestro espacio. Nadie pasaba por el frente de nuestra casa sin dar un
saludo cariñoso, con tiempo para vivir, sin un celular que le hostigara la vida.
Allí la gente vivía en contacto diario con la naturaleza y así moría y así se
le recordaba. Recuerdo como se oían los martillazos mientras construían la caja
de un muerto antes que se le enfriara el cuerpo, al otro día se escuchaban los
rumores con la misma actitud de los elefantes de la sabana. Uno aprende a vivir
sin depender del consumo que no hace esclavos o compradores compulsivos.
La peor de la esclavitud es la que nos impone la medicina de la
billonaria industria farmacéutica, nadie se escapa de ese flagelo de la
humanidad, será feliz hasta que te proporcionen un diagnóstico por una simple
taquicardia. Entonces comenzaran a aumentar la dosis y con el tiempo la
medicina resultara peor que le enfermedad. Olvidan los productos naturales que también
son curativos y preventivos, el habito del ejercicio físico, así la sociedad ha
venido a sufrir de una obesidad crónica que afectan tantos a jóvenes como
adultos, los primeros pagan con una cuotas de su vida por la cirugía plástica que
al final acarrea consecuencias muchas veces impredecibles. ¿Quién dijo que todo
ese flagelo no es reversible, claro que si, pero no para quienes disfrutan la
infelicidad de sus víctimas?
Ahora nos han hecho creer que este orden de cosas es irreversible y
establecido como una consecuencia de la profecía o una predicción apocalíptica,
¿cuándo no fue así? Este mundo ha estado determinado por un poder ejercido por
el opresor conspirador que ha utilizado los recursos para implementar la
ciencia que luego utiliza para perpetuarse eternamente. Su fórmula es simple, se
ajusta al cambio y hace de sus víctimas héroes y si es necesario los convierten
en profetas de Dios, para que su verdad sea la verdad del mundo que dominan,
para el bueno el cielo desconocido, para esa elite corrupta todo lo bueno de
este mundo.
Por eso fue que Jesús dijo, “Conoceréis la verdad y ella os hará libres”.
Sin libertad no hay felicidad, aún sea en el interior del ser humano, es
cuestión de conciencia, de la subjetivada, pero que debe reflejarse en la
realidad que compartimos cono seres humanos que dependemos de una sociedad
mancomunada. Nadie está por encima de todo el mundo y el mentiroso se delata a sí
mismo sin darse cuenta, de tal manera que él es el único que en engaña. La vida
siempre le pasa la cuenta. Al final podemos concluir que el primer paso para
librarse de esta esclavitud de los últimos tiempos es ser autentico y vivir
guiado por la verdad intrínseca que es visible a nuestra conciencia y
naturaleza humana. Comencemos haciendo lo que nos da miedo hacer, a vivir
libres.