El año no ha comenzado siempre el 1 de enero. Ni siquiera el tiempo se ha medido igual desde el comienzo de los tiempos. La celebración del año nuevo el 1 de enero data de 1583 en los países católicos. Fue el Papa Gregorio XIII quien impuso esta modificación, ya que hasta entonces el año nuevo se solía celebrar en marzo. Al comenzar la primavera se celebraba en la antigua ciudad de Babilonia la festividad de año nuevo. Estaba muy relacionada con la actividad agrícola y en esos tiempos el periodo transcurrido entre la siembra y la cosecha marcaba un año o ciclo. Era tradición que un sumo sacerdote ofreciera, tras bañarse en el río Éufrates, un himno a Marduk, el dios local de la agricultura. El rito servía para pedir una buena cosecha el próximo año y se conocía por el nombre de Kuppuru.
El antiguo calendario de los romanos consideraba el 25 de marzo como el día de año nuevo. En el año 46 antes de Cristo, Julio César llevó a cabo una modificación del calendario creando el calendario juliano. Ese año es conocido como el año de la confusión, ya que duró 445 días para ajustar las fechas y llevar a cabo las modificaciones pertinentes. Con ese calendario, entre otras cosas, se introdujeron los años bisiestos. En el año 153 antes de Cristo, el Senado romano declaró el 1 de enero como el primer día del año. El año juliano tenía un desfase con el año solar.
En 1582, el Papa Gregorio XIII se propuso modificar este desfase y para ello promulgó una bula papal en la que establecía que tras el jueves 4 de octubre de ese año se pasaría al viernes 15 de octubre, y que el año 1583 comenzaría el 1 de enero, supuesto día de la circuncisión de Jesús. Había nacido el calendario gregoriano. Naturalmente, los primeros países en hacer esta modificación fueron los católicos. Mucho más tiempo tardaron el resto de países en adoptar el cambio. Hasta el siglo XVIII no se adoptó este calendario en el Reino Unido y fue en 1917, curiosamente tras la Revolución Rusa, cuando se impuso en Rusia el nuevo calendario.
En todo caso, hay algunas civilizaciones que celebran el año nuevo en fechas distintas al 1 de enero, pues siguen diferentes tradiciones. Es el caso de los judíos, que celebraran su Rosh Hashaná (cabeza del año) en una fecha variable entre septiembre y octubre, cuando habría sido creado Adán. El año nuevo chino se celebra cuando se forma la primera Luna Nueva en el signo de Acuario, entre finales de enero y mediados de febrero. Los musulmanes celebran el comienzo del año en su mes de Muharram, que puede caer en fechas muy variadas. Además, su calendario comienza en 622, año de la huida de Mahoma a Medina.
En todos los casos, la celebración del año nuevo en una fecha o en otra responde a tradiciones religiosas o culturales. Algo común en todas las civilizaciones, como ya ocurría en Babilonia, es pedirle al nuevo ciclo suerte y que sea un buen año para todos.
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