Eramis Cruz
Tal vez usando el término
en francés se oye mejor para preguntarse: ¿Hasta cuándo la misma cosa?
Inspirado por el mismo Dios hemos aceptado como bueno y válido el sistema
democrático. Hoy más que nunca el mundo entero parece vivir bajo tal sistema,
especialmente porque las excepciones no escapan a sus postulados. Estados
Unidos es una nación fundada bajo tales principios de gobierno. Es más, no temo
afirmar que es el único país que ha desarrollado las condiciones para dar
vigencia a tal sistema gubernamental. Esta nación en el 2016 acaba de
sorprender la tierra y el cielo con los resultados de un proceso electoral que
terminó eligiendo a un presidente en el que pocas personas creen.
Quién hubiese pensado que
un tipo millonario, un magnate reaccionario, racista, prepotente y xenófobo,
sin experiencia en la administración pública podría ser electo presidente de la
potencia más poderosa del mundo. Tal evento puede ser concebido en la Alemania
nazi con el encumbro al poder de Adolfo Hitler. Pero sucede que la democracia
es el sistema establecido por Dios y por la derecha para someter al mundo bajo
las pesadas botas del imperio o sea del capital que toma vida propia para
hacerse eterno. Decir esto está prohibido entre los cristianos, primero porque
ofende a Dios y segundo porque incomoda al papa.
En otras palabras, nos
dan a tomar de nuestra propia medicina, y todo aquel que rechace la cura es un
trastornado, anticuado y terrorista. No hay nada más parecido a la dictadura
que la democracia de Estados Unidos. No menciono a Europa ya este continente
anida a los países que nunca se han liberado de su pecado original, es decir,
la monarquía. Pero la verdad es que en medio de la locura nada tiene de raro
que un loco gobierne, Donald Trump, un Hitler engreído, que deja en evidencia
que si Hitler odió a los judíos, él odia a los inmigrantes, pero solamente a
negros, hispanos, asiáticos y musulmanes en general. Para él los mejicanos son
violadores, los dominicanos hieden y los musulmanes son terroristas. Luego de
haber sido electo presidente Donald Trump podrá cambiar el vocabulario pero la
esencia de su discurso político lo lleva en sus genes.
Que nadie se ofenda pero
no podemos dejar a Dios a un lado al tratar esta situación, porque sin él nada
es posible, pero debo hacer una salvedad, Dios está a nuestro lado y no
necesariamente de nuestro lado, somos nosotros los que valiéndonos de nuestro
libre albedrío tomamos las decisiones, sean estas benignas o trágicas. La
democracia de Estados Unidos nació enferma y continuará enferma porque el gran
negocio resultad de la venta y la aplicación de su medicina. No se trata de la
democracia sino del juego de la misma, o sea su política como ciencia
maquiavélica.
Los electores no votan
directamente en el proceso para elegir al presidente ni al vice presidente,
ante ellos se impone el Colegio Electoral establecido en la Constitución de
1787 por los fundadores de Estados Unidos. El Colegio Electoral consiste en 538
electores especiales, y el candidato se lleva el triunfo si resulta favorecido
por 270 de ellos, la mitad más uno. En 1787 el mundo era muy diferente al de hoy,
Estados Unidos era inmenso, con difícil transportación y el acto de elegir muy
complejo por problemas de identidad, de manera con el voto popular no era
confiable. De modo que el Colegio Electoral fue genial en la búsqueda de una
salida representativa o voto indirecto de los representados.
Ese
proceso está definido en la Constitución y a pesar de ser anticuado y
antidemocrático no ha sido posible modificar la constitución para optar por un
medio más al tanto con las nuevas tecnologías. Por eso decimos al principio que
es una democracia que de democracia no tiene nada, la voz del pueblo no tiene
valor, unos 270 ciudadanos puede decidir por más de 218 millones de electores.
Existe una estrecha relación entre religión y democracia, la primera no es
democrática y la segunda es una dictadura. Logra sobrevivir porque conviene a
los intereses especiales y el dominio imperialistas de los descendientes
europeos estadounidense.