Eramis Cruz
Hoy no tengo deseo de escribir metáforas ni de ser prolifero, por lo menos no más de lo necesario. No estoy deprimido, todo lo contrario, mejor que antes. Pero me siento solidario con el silencio eliminado tras la violencia que se acuesta en la cama o en la cuna de cualquier familia. La sociedad no solo “fomenta el cabaret” también cultiva conceptos errados con los que intenta separar el alma del cuerpo para darle vida a los fantasmas y en vez de ángeles crea monstruos. ¿Por qué tener que pensar en sí mismo siempre y primero? ¿El camino siempre señala hacia adelante, ¿para qué detenerse en el laberinto del infierno?
La ley condena el abuso, pero es más explícita protegiendo el derecho material que la integridad individual, siempre en espera de una denuncia, para la persecución del crimen, no así la prevención de la violencia generada contra el inocente que depende del lazo de confianza en el seno de un hogar, en los salones pedagógicos o en el amparo del altar de una iglesia. Para justificar la tardanza o el paso lento se alude a que están ocultas las evidencias. El atropello físico suele dejar cicatrices en el rostros, pero es mucho más grave cuando el abuso deja contusas heridas en el alma.
El niño quiere jugar con un tanque de guerra, es un juguete que ve en la televisión y parece divertir a los adultos, la niña quiere jugar con su muñeca, no importa si es real o la mira animada en su tableta. Pero uno y el otro quiere caminar de la mano por la vida, guiado por el tío que todo el mundo respeta, el hermano que más se parece al padre, el padre que se parece tanto a Dios y el abuelo que hace evidente su sapiencia.
El crimen del incesto es una desgracia que va más lejos del ultraje que se infiere a víctima y victimario. La intimidad y la confidencialidad de la actividad sexual es parte del proceso de maduración física y sicológica del individuo y debido a sus características naturales es derecho inalienable de la persona desde antes de nacer. Por los anales del estudio sociológico y terapéutico se concluye que el flagelo del incesto vive escondido tras la máscara del control y la autoridad en la relación del núcleo familiar, que se atañe al hacinamiento de las familias de bajos recursos en viviendas inadecuadas pero también a una sucesión de comportamiento de víctimas y victimarios que deriva en la repetición y prolongación del mal de una generación a otra, pero no podemos desconocer los casos inauditos ni diferenciarlos de aquellos que toman lugar durante meses, años o décadas pero se mantiene en secreto por 20 ó 40 años.
Tenemos que animar a los que sufren en silencio a salir del closet, a tomar una decisión valiente para buscar la cura a un mal que de no ser atendido dejará a la persona del otro y a la suya propia condenada a un daño que en parte puede ser reivindicado.
Uno no es nadie sin el otro, no importa si es tan bueno que no sirva o tan malo que no valga la pena. El universo entero es una oportunidad, una competencia que no se gana solamente con el apremio sino que tiene como su fin la ley de la continuación de la vida. Ayer, un pasado sin fecha pero que espera su mañana, alguien se tropieza con un granito de arena y le hace sangrar. Luego se agota nadando abrazos una gota de agua y piensa en tanta gente que se ahoga en ese micro universal.
Ayer un don Juan tuvo que trabajar horas extras, esperando no cobrarlas, no todo se paga con dinero, el apremio al trabajo debería ser primero el trabajo mismo, la compensación a un artista y la merecida paga su complemento. Muchos creen que pueden vivir gratis, sin sudar la frente, robando la dignidad ajena para satisfacer sus instintos, no es verdad, es tremenda deuda contraída. Pero el trabajo no es lo único que se puede arrebatar en beneficio propio, también el tiempo que no retrocede, el derecho a perseguir un sueño, la aptitud y la fe para lograrlo.
El trabajo que no recompensado, la homosexualidad que se oculta, el incesto que no se denuncia, la opresión o el hostigamiento del oportunista, o la manipulación en nombre del Altísimo. Es cierto que la libertad pasa por el lado de mucha gente como una vieja desconocida. "La libertad es una vieja que conocí en la bohemia, al lado de mucha gente y sin que nadie la viera…”, (Facundo Cabral).
Lo que no se hace bien tiene como recompensa el resultado natural de su propia naturaleza. Hay quien viviera equivocado pero no es cierto que muriera sin darse cuenta de sus desaciertos y mucho menos de sus rencores, ni de los pétalos marchitos de sus flores. No hay nada más caro que el olvido que se pretende, el perdón que no se pide o la excusa que se adeuda.
El trabajo que no recompensado, la homosexualidad que se oculta, el incesto que no se denuncia, la opresión o el hostigamiento del oportunista, o la manipulación en nombre del Altísimo. Es cierto que la libertad pasa por el lado de mucha gente como una vieja desconocida. "La libertad es una vieja que conocí en la bohemia, al lado de mucha gente y sin que nadie la viera…”, (Facundo Cabral).
Lo que no se hace bien tiene como recompensa el resultado natural de su propia naturaleza. Hay quien viviera equivocado pero no es cierto que muriera sin darse cuenta de sus desaciertos y mucho menos de sus rencores, ni de los pétalos marchitos de sus flores. No hay nada más caro que el olvido que se pretende, el perdón que no se pide o la excusa que se adeuda.
El mundo no tiene lugar para escondites, no importa si se puede nadar en una gota de agua, como una hormiga que al final resulta más fuerte que un hombre, o si se puede hacer en un océano, no es asunto de espacio o de lugar, es cuestión de conciencia. El universo existe por si mismo, es grande y maravilloso, pero cruel y despiadado como las matemáticas pero nosotros lo limitamos, lo empequeñecemos tanto que no hay más espacio que el que necesita la aureola de nuestra energía.
Es mejor vivir, hacer el esfuerzo por llevar la vida con una sonrisa auténtica, a veces sonoras como el canto del ruiseñor y tratar de sincronizarla con las hondas del llanto de un congénere que apenas entiende las razones de su grito desesperado. Esta prosa no puede seguir o desmentirá mi cara inspiración, mejor te ofrezco las letras de una estrofa de aquel tango de Carlos Gardel y de un poema de Pablo Neruda:
“Volver”
Tengo miedo del encuentro
con el pasado que vuelve
a enfrentarse con mi vida.
Tengo miedo de las noches
que, pobladas de recuerdos,
encadenen mi soñar.
Pero el viajero que huye,
tarde o temprano detiene su andar.
Y aunque el olvido que todo destruye,
haya matado mi vieja ilusión,
guarda escondida una esperanza humilde,
que es toda la fortuna de mi corazón.
Gardel
“LA CANCIÓN DESESPERADA”
Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!
En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio!
Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!
En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Neruda (20 poemas de amor)
Fuente de la gráfica: http://www.actitudfem.com/entorno/noticias/actualidad/padre-e-hija-luchan-por-custodia-de-bebe-resultado-de-incesto
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