Eramis Cruz
Los tiempos más difíciles para los que vivimos en este siglo no son las calamidades del pasado, sin los limites del presente y las proyecciones del futuro, sin embargo sin el pasado apenas podríamos darnos cuenta de dónde exactamente nos encontramos. Si usted no tiene tiempo para leer puede ser que el que tiene para pensar no supere el círculo de la rutina.
He observado que a muchas personas no les interesa su propia privacidad, a pesar de que se trata de un asunto muy personal. También es cierto que cuando no se tiene una amarga experiencia es más difícil tener una visión de la dimensión de lo que puede suceder o de lo que deja de suceder en el ámbito familiar una sociedad que este viviendo grandes innovaciones tecnológicas.
Es normal que nos sintamos motivados en dar uso a lo que funciona sin prestar atención al cómo funciona y por tanto si de alguna manera nos puede perjudicar. No podemos negar que las noticias llegan a nuestros hogares con más rapidez que nunca, pero tampoco podemos negar que no ha cambiado nuestra percepción de que las cosas solamente les ocurren a los demás.
Pero con el auge de los smart phones, tabletas, y televisores esa formalidad ha cambiado, cualquier persona puede ser un usuario efectivo gracias a la competencia de la oferta y la demanda de la tecnología convertida en artefactos y servicios. Son muy pocos lo que saben que fue la Ley de Moore. Así se reconoció a Gordon E. Moore, cofundador de Intel quien predijo que el número de transistores en los procesadores se duplicaría cada año durante una década (1965-1975) y cada dos años en la próxima década. La ley fue consistente hasta el 2012. Esta ley fue de una importancia enorme para el mercado tecnológico.
Pero lo que realmente es alarmante es la alta cifra de niños que son expuestos por su padres en las páginas sociales, incluyendo tanto a madres como padres que ya no usan el Internet sino que viven en él. No se dan cuenta que están despersonalizando a sus hijos.
Cuando se cuida a los niños o en otras palabras cuando se protegen, lo que más importa es su futuro. Cumplir con la obligación moral de que no sean expuestos para que no resulten vulnerables cuando estén conscientes de sus responsabilidades.
Con el paso de los años se hará difícil saber como será manejada por los gobiernos y las entidades privadas los bancos de información referente a la gente. Bancos de información que se están almacenando en todo el mundo sin saber si ese almacenamiento irá a la par con los sistemas de seguridad necesarios para proteger a cada ciudadano. Pronto será legal implantar en el cuerpo de los niños y en de los adultos un chip de identidad, información que podrá ser adulterada y robada con fines de negocios criminales, o para manipulación genética.
Es responsabilidad de los padres proteger a sus hijos pequeños, ellos no deben ser despersonalizados. Me explico, yo dejo de ser la persona que soy si todo el mundo sabe quien soy, al menos dejo de ser la persona que quiero ser, no podría contar mi historia porque todo el mundo la sabe, no podría decir mis preferencias porque todo el mundo las conoce, no podría impresionar a otra persona porque conoce mi mi talento, mi credencial profesional, quiénes son mis padres y de qué murieron; si conocen los problemas de pareja incluyendo las intimidades.
Ante de aceptar a un amigo en Facebook, acostumbro a hacer un click en su perfil, quiero saber algunos detalles, y en la mayoría de los casos quedo satisfecho con la información que obtengo, no hay que ser psicólogo para darse cuenta de muchas cosas en las paginas sociales de una persona. Si eso se puede hacer ahora, imagínese qué no será posible dentro de quince años. Quizás nos haga falta una nueva ley que prediga la despersonalización de los niños.
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