lunes, 11 de julio de 2016

Nuestra deuda con los caballos


Eramis Cruz

Todos aprendemos de la vida, pero como la vida no es un acto repentino sino un proceso de desarrollo que para cada uno tiene sus propios matices, se aprende la vida entera. Unos aprenden más de lo bueno, otros más de lo malo y muchos no saben la diferencia ni el grado. La moral es más subjetiva que la necesidad.
Pues un día caí en la cuenta de que la rueda no había existido todo el tiempo y que su descubrimiento y su uso fue de un enorme beneficio para la humanidad. Se sabe por lo que significan los automóviles y los medios de transporte, incluyendo las maletas. Pero no fue solamente para los humanos, también vino a favorecer a los animales que halan todavía los vagones y las carretas o sirven de monturas a los jinetes.

Los animales son como nuestros hermanos, pero en eso no quiero enfatizar porque resulta inverosímil que mucha gente trate mejor a los animales que a sus propios hermanos. No hay razón justificada para tener que poner a uno en contraposición de otro. Desde tiempo inmemorables los caballos han trabajado para nosotros y realmente no les ofrecemos nada que no sea el cuidado para seguir explotándolos, del mismo modo que hacemos con los humanos socialmente vulnerables y políticamente excluidos. La única razón por lo que nos parece tan normal es porque a los humanos con frecuencia los tratamos peor. No pasemos por alto el esfuerzo de el alcalde de Nueva York Bill de Blasio por sustituir los coches halados por caballos por medio motorizado. Tengo la impresión  de que tratar el tema es como quien se canta y se llora al mismo tiempo. Definitivamente maltratar a los animales nos deshumaniza, y explotar al ser humano nos elimina dignamente.
Si pensamos en el rol que han jugado los caballos en la historia de la humanidad concluiremos que les debemos mucho a estos inofensivos animales. y cuando digo caballo me refiero también al burro, al mulo, al camello y a todos los otros utilizados para el trabajo que no es adherente a su naturaleza. Para el capitalismo hombre, maquina y animales son palabras sinónimas, algo útil para producir si se le impide pensar.

Miriam Ventura, poeta de Nueva York, me recordó la primera vez que vi la cara de un caballo en su perfil de Facebook, me causó mayor sorpresa porque no sabia la razón. En una ocasión en que buscaba información de una aspirante a periodista ultraconservadora con respecto a algo que había publicado, encontré que su foto de perfil era una silla con fondo penca de cana. En el caso de la cara del caballo lo entendí dos años después  cuanto la poeta escribió un referente en una linea de 12 palabras.
Aparte de lo anterior me hizo pensar en ese maravilloso libro del Dr. Miguel Ruiz: Los Cuatro Acuerdos, un libro de la sabiduría tolteca. En éste él usa el perro como el mejor ejemplo para aconsejar sobre las relaciones humanas y lo sintetiza diciendo: no te tomes nada personalmente. Creo que los humanos somos la única especie que tiene que ir a universidades para aprender a convivir, y después de eso leer mucho para entender a  sus congéneres y luego hacer revoluciones para compartir lo que con el trabajo logramos producir. La gente sabe lo que es trabajar, pero muy poca lo que es el trabajo.

Algunos apreciamos todo lo aprendemos de los animales. No es extraño sentirse decepcionado por la amargura que afecta a muchos por vivir entre los animales humanos. Es a la fuerza que tenemos que admitir que los humanos son más depredadores de su misma especie que impulsores de su felicidad. Nacemos atrapados en un círculo umbilical, son 360 grados de donde no logramos salir. Esto lo confirma un estudio que demuestra que cuando una persona se pierde en el bosque o la ciudad puede volver al punto de partida, no porque la tierra es redonda sino porque no podemos apartarnos de nosotros mismos. El perro y otros animales tienen mejor sentido de dirección que los humanos. Primero inventamos la brújula y ahora nos guiamos con el GPS para continuar perdido. Es una vergüenza que los grandes inventos son generalmente producto de tiempo de guerra y no de tiempo de paz. 
Esto esta fundamentado tomando en cuenta que si algo bueno hacemos por lo demás lo hacemos porque redunda en nuestro propio beneficio, por ejemplo pagar por el trabajo prestado, pero pagar lo menos posible. Multar a los conductores porque genera dinero. Inventar cura para las enfermedades porque aumenta los ingresos de los emporios farmacéuticos.
Los animales cuentan con el crédito de hacer lo que le impone la necesidad para sobrevivir y los humanos lo hacemos para vivir mejor. De manera que el capitalismo fundamenta su existencia tomando como base que el querer del humano es infinito, siempre quiere más, no somos así por naturales, pero eso es lo que aprendemos y almacenamos en los códigos genéticos. No intento interpretar la frase de Miriam Ventura sino expresar algo que pensé a propósito de esa creativa expresión "Debo a los caballos más de lo que adeudo a los humanos” (MV).


La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...