domingo, 6 de marzo de 2016

Consecuencia de la ingenuidad, la ignorancia y la malicia



Eramis Cruz


La ingenuidad es un problema grave para las sociedades que se deben a si mismas grandes cambios. Creo que la ingenuidad no es tan inocente como parece, especialmente aquella que se utiliza,
que sirve de coraza protectora en un medio en que los derechos se recompensan con los deberes; deberes que no son una demanda de la ley, sino una obligación moral. La ingenuidad es aceptada como sinónimo de inocencia, o de no tener malicia frente a una situación determinada. Por tanto el ingenuo facilita que se le utilice, sin pensar en las posibles consecuencias o el origen malsano del asunto.

Vivimos en una sociedad, que como dijimos antes, implica derechos y deberes y cuando la ingenuidad incide directamente en los derechos de los demás pues termina convirtiéndose en un problema. Un ejemplo, más apropiado que cualquier otro, es el derecho a votar en los certámenes electorales del sistema democrático.

Es obvio que el ingenuo no valora la oportunidad de decidir políticamente que le brinda la constitución, oportunidad para determinar mejores opciones para su país. Inclusive no valora la oportunidad de revertir su propios decisiones en el devenir a corto plazo. 

Se determina que la ingenuidad es el producto de la falta de conocimiento, la carencia de experiencia, de no tener la suficiente información, o de no converger en un medio donde prima una relación de fuerza o de conflictos.

Recuerdo que hace unas décadas los campesinos eran considerados gente sana, sin malicia, definitivamente ingenua comparada con los habitantes de las ciudades. Recuerdo también que en el tiempo que inmigré a los Estados Unidos casi todos los dominicanos decían ser  de la capital del país o de la segunda ciudad más importante, Santiago de los Caballeros. Era una manera de evitar ser relacionados con la ingenuidad de gente campesina o pobladores de pequeñas villas.

Se supone que un ingenuo no debe serlo por si mismo, porque entonces se convierte un malicioso, pero como en la vida todo es relativo, será difícil determinar quien es quien por tratarse de un asunto subjetivo,a pesar que esta actitudes usualmente se manifiestan más como resultado en la toma de decisiones o en la selección de determinadas opciones.

La gravedad del asunto en cuestión radica en el hecho de que la ingenuidad ciudadana adquiere un carácter político, cuando es el resultado de la marginalidad social que limita el crecimiento intelectual y las condiciones de vida para disponer de una formación cívica y profesional que proporcione la capacidad para interactuar como persona responsables de sus deberes y consiente de sus derechos.

No se puede negar el papel de las religiones para mantener ingenua a la población. Por eso cada vez que han surgido movimientos de concienciación o líderes con esa orientación la iglesia Católica ha optado por frenarlo. El caso más evidente fue la llamada Teología de la Liberación. En este sentido, una educación elitista niega el derecho del saber a todo aquel que no llega a la cúspide de la pirámide dejando a la mayoría en la la ingenuidad. Creo que esta es, entre otras, una razón que contribuye con el estado de marginalidad en el que vive más del cincuenta por ciento de la población de los países tercermundistas.   

Para muchos será ingenuidad, mientras que para otros será ignorancia, pero bajo una u otra consideración se desprende una consecuencia que en nada nos beneficia si no queremos ser un conglomerado sino una verdadera sociedad incluyente.



La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...