Eramis
Cruz
La historia de tu persona
Eramis
Cruz
Sólo podemos ser
persona en relación con los demás, ser persona es asignarse una existencia, una
particularidad. Si eres una persona, debes de tener una historia que hace con
la convivencia pero también con los matices y colores de tu gracia y virtudes.
A todos nos fascina una historia bien contada, y todos
tenemos la capacidad para disfrutar un buen cuento. Creo que todo el mundo
debería de dar a conocer su propia historia ya que todos vivimos los elementos
necesarios para una interesante película.
No es necesario hacer una novela, podemos escribir un
cuento, pero que explique algo más que “esta era una vez que el que no tenía
azúcar no bebía café”. Todas nuestras historias deben tener garantizado un
final interesante por el simple hecho de que interesante es la vida, pero
especialmente porque además de interesante la vida es hermosa.
Muchas personas no entienden esto, creen que no son
escritores ni alguien con talento para jugar con las palabras, pero eso no excusa
para no hacer el intento o para valerse de alguien que le extienda una mano. El
tiempo se lleva en sus alas tantos episodios fascinantes de tanta gente que se
esfuman en el anonimato.
Todos tenemos un hermano que gusta de la buena música,
de algún deporte, de los vaivenes de la vida pública, de la erudición y de los
grandes inventos, o tal vez gusta de analizar los inventos fracasados que son muchos
más que los exitosos y de ellos se aprende tanto como de aquellos producto de
la casualidad o la coincidencia. Ese hermano podría ser un desconocido, un
vecino tímido o uno mismo en persona. Al final resulta que el mundo podría ser
mejor si uno viera en la otra persona una fuente de talento o un potencial de
grandes posibilidades.
Lo peor que podemos hacer es concebirnos como marcianos
en este planeta en que nacimos, y creer erróneamente que todo cuando existe ha
sido hecho sin nosotros, que existe un Dios que nos considera sus hormiguitas,
que nos amenaza con la condena. Así por no aceptar la muerte como es, le
cambiamos el significado a la vida, para hacer una cruz que no tiene otro final
sino el sacrificio en vez del apremio por el buen trabajo, por la obra de
levantar una familia, colaborar con una empresa o, complementar los elementos
de una sociedad.
Ver la vida solamente desde dos ángulos opuestos es el
mayor error de mucha gente y entre lo bueno y lo malo creerse que solamente
tenemos un camino que conduce a un extremo o al otro y que nos niega la
oportunidad de vernos dentro de una dimensión que define la diversidad de todos los elementos incluyendo el lo
desconocido que desafía los avatares de la ciencia.
Quien se encasilla hace de la vida una cárcel y solo
puede ver el futuro a través de sus trancas en la que si no es posible la vida
entonces la única alternativa es la muerte. No es cierto que no hay punto medio
ni relativo entre lo blanco o lo negro, ni entre la luz y la oscuridad, ni entre
lo alto y lo bajo, o entre la sabiduría y la ignorancia.
Vivimos en una sociedad que aún no supera sus propias limitaciones
debido a que es la economía y la que esta ofrece a quienes manipulan el poder
la que dirige todos los ámbitos del avance del motor de la historia. Pero todo
esto podría ser diferente si cada ser humano relacionara su propia historia con
los puntos cardinales que atan y limitan su espacio y su tiempo bajo conceptos
falsos disfrazados de dogmas y divinidades. Somos seres libres por naturaleza
pero esa liberta no se vive con un concepto propio de vivir para construir.
Simultáneamente resulta que el egocentrismo aniquila y
elimina nuestras mejores posibilidades, a pesar de las tantas evidencias de que
las grandes obras se hacen colectivamente y esto no será posible mientras
tengamos miedo a vivir en el mismo tiempo y el mismo espacio para poner en coordenadas
nuestro cuento fascinaste y hacer una novela de metáforas maravillosas. Para
pensar diferente hay que pensar en lo que se piensa.