Eramis Cruz
El tiempo es un fenómeno sólo perceptible
para quien camina con el, lento como una vieja en chancleta o veloz como un
atleta en bicicleta. El tiempo es eterno por la razón de que la quietud no
existe, el mundo podría ser distinto para todos, si la mayoría entendiera el
poder de este postulado.
Un muerto en realidad no está muerto,
solamente está descompuesto, o sea, ha pasado a otro modo de vivir ajeno a su
estado de conciencia. Podríamos vivir mucho mejor si respetáramos la
naturaleza, incluyendo la de nosotros mismos, pero nos convertimos en seres
auto destructivos al tergiversar la esencia existencial a cambio de la
suposición de que todo tiene un final.
Creemos en seres sobrenaturales que desde
la incertidumbre dirigen nuestro destino más allá del respiro. Esa es una
plataforma conceptual en la que se nace libre para vivir esclavo de la idea del
poder, absolutamente terrenal.
Los años no hacen las cosas obsoletas ni
decadentes, al contrario, el tiempo es la manifestación de un proceso renovador
gracias a su elemento principal que es el movimiento. Por eso no existe el
reloj funcional y estático a la vez.
Por eso una vieja en bicicleta o un atleta
en chancleta viajan a la misma velocidad porque se transportan en el mismo
mundo. Por ejemplo, está demostrado que la carrera profesional de un ágil
deportistas podría ser más corta que la de un escritor físicamente activo.
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