EL OLVIDADO
EFEMERIDE
HISTORICA DOMINICANA
Miguel
Collado
Si, ese pionero de la microhistoria dominicana,
Luis E. Alemar, no ha merecido, en reconocimiento a su enjundiosa y acuciosa
labor de investigación histórica, ni siquiera ser recordado designándose con su
nombre una de las calles de la ciudad que tanto historió y amó: la ciudad de
Santo Domingo, donde vio la luz del mundo por primera vez el 22 de 1883. Fue un
efemeridista que siempre me ha merecido respeto por su pulcritud u uso preciso
del dato exacto.
Pero en esta ocasión no seré yo quien escribirá
sobre el personaje homenajeado en este espacio del desahogo cultural y
espiritual. Dejaremos que una brillante y reconocida periodista lo haga, porque
ella ha venido, desde hace años, librando una cruzada para el Estado y el
pueblo dominicanos valorice al singular historiador. Me refiero a Ángela Peña.
De ella reproduciremos a continuación su ilustrador y justo artículo “Luis
Emilio Alemar, el cronista”, aparecido en su columna “Calles y Avenidas”, en el
diario “Hoy” (Santo Domingo) del 1 de junio de 2014.
Leamos a la investigadora Ángela Peña:
CALLES Y AVENIDAS. LUIS EMILIO ALEMAR, EL CRONISTA
Por: Ángela Peña
Si alguien merece ostentar el nombre
de la más amplia, hermosa, popular, concurrida y transitada avenida de Santo
Domingo es el historiador, periodista, escritor y servidor público Luis Emilio
Alemar, porque él consagró prácticamente su vida a investigar el origen de las
denominaciones de todas las vías, callejones, ensanches, casas históricas,
ruinas, monumentos y plazas de la Capital y las publicó en el único libro que
trata el tema de forma minuciosa y profunda: “Santo Domingo-Ciudad Trujillo”,
de consulta obligada para conocer esos referentes desde la época colonial hasta
1943 cuando salió a la luz.
El Ayuntamiento del Distrito Nacional
hizo el intento de reconocerlo. Emitió una resolución bautizando una calle como
“Luis E. Alemar” pero solo fue la intención. La disposición nunca se efectuó.
El consagrado cronista cumplió años
de nacido el pasado jueves 22 de mayo. Retomar y aplicar ese dictamen sería el
más justo y oportuno homenaje a su grandiosa e intensa labor histórica.
Constancio Cassá, compilador de una
gran cantidad de acotaciones, reportajes, notas, notículas y artículos que dejó
dispersos en la prensa el postergado y poco enaltecido historiador, considera
que “es inaudito que a los 69 años de haber fallecido Alemar, y a los 71 años
de haber publicado su obra cumbre “Santo Domingo-Ciudad Trujillo”, el
Ayuntamiento de Santo Domingo no haya reconocido sus méritos y aportes, designando
una avenida importante de esta ciudad con su nombre”.
“Apelo a usted para que unamos
esfuerzos y logremos sacar del olvido el nombre de este cronista que también
dedicó gran parte de su tiempo a rescatar aspectos de la vida cotidiana,
curiosidades y leyendas dominicanas además de defender con su pluma la
soberanía nacional durante la intervención norteamericana de 1916 a 1924”,
manifestó Constancio.
Aparte del libro mencionado Alemar
publicó “La Catedral de Santo Domingo”, “La Puerta del Conde”, “Breves rasgos
biográficos del general Gregorio Luperón”, “Fortificaciones antiguas”, “Mención
de próceres de la Separación” y opúsculos sobre monumentos coloniales.
ALLANAMIENTO, CIERRE DEL PERIÓDICO.
Se entregó por entero “al rescate de nuestro pasado histórico, prestó a la
cultura nacional un servicio que todavía no ha sido justicieramente apreciado”,
significó Vetilio Alfau Durán con motivo de la muerte de este académico que a
pesar de descender y estar emparentado con familias ilustres y acomodadas, fue
a la tumba “humilde como había vivido”, apuntó Alfau Durán.
Su padre, Manuel Alemar Cancel,
nació en Mayagüez y falleció en Santo Domingo. Su madre, María del Rosario
Rodríguez Moscoso, era deuda de Eugenio María de Hostos y del obispo dominicano
Elías Rodríguez Valverde, así como de la ilustre familia Moscoso.
Eran un matrimonio acaudalado que
contaba con establecimientos comerciales, la finca “La Primavera”, la estancia
“El Toro”, potreros en “Los Tres Brazos” entre otros bienes que cita Cassá.
Luis Emilio se inició en el
periodismo muy joven llegando a ser director de La Semana, El Carnaval, La
Avispa, El Pueblo, Casos y Cosas, El Almanaque Cómico, El Siglo, El Nuevo
Diario, La Caricatura, La Actualidad. En estos últimos dirigía ataques a los
interventores norteamericanos con los seudónimos “Paco Guillotina” y “Xaudaro”
por lo que varias veces fue amonestado por los marines quienes le cerraron el
periódico “La actualidad”, allanaron su residencia de San Carlos y le
confiscaron un pequeño museo de armas de la época colonial.
TODO SU TIEMPO. Llegó un momento en
que la investigación histórica, escribir y publicar ocuparon todo su tiempo.
Mantuvo columnas en el Listín Diario, La Opinión, La Nación, revista
Renacimiento y el Boletín del Archivo General de la Nación. Sus conocimientos
del ayer nacional, urbanísticos, arquitectónicos, costumbristas, eran
impresionantes. Fue biógrafo de héroes, próceres, mártires.
Discurría con propiedad sobre
batallas patrióticas como del tesoro oculto del célebre pirata Cofresí, las
celebraciones de Semana Santa, el fusilamiento del general Santiago Pérez,
extranjeros que llegaron para quedarse, los mejores fabricantes de ron, el
oficio de borriquero, las primeras cajas fuertes, los anexionistas, cónsules
acreditados en el país, la introducción del suero antitetánico, estrenos de
obras de teatro, inauguraciones y bendiciones de templos, primeros impresos,
los decimeros, fechas históricas, expediciones e invasiones, testamentos,
gremios, ruinas, ordenanzas, personajes populares, curiosidades históricas y
otros cientos de variados tópicos.
Alemar fue director de la Biblioteca
Pública Municipal, Comisario Municipal de La Romana, canciller del consulado
dominicano en Puerto Rico y subdirector del Archivo General de la Nación “al
frente del cual se encontraba cuando fue jubilado por el Congreso Nacional
debido a su precario estado de salud”, revela Alfau Durán. Fue miembro de la
Academia Dominicana de la Historia, de la de Venezuela y de la francesa.
Era desinteresado en cuanto a
transmitir a otros sus dominios del acontecer y a nadie que le consultara le
negaba datos y fotos.
En la crónica de su deceso se le
describe como “un hombre de bien a cabalidad, de temperamento sencillo y
afectuoso” por lo que gozaba del aprecio y el cariño colectivos.
Luis Emilio nació en Santo Domingo, en la calle “Padre Billini”, el 22 de mayo de 1883. Casó con Balbina Emilia Dubreil Fernández con quien procreó a Manuel Emilio, Luis Ramón y José.
Luis Emilio nació en Santo Domingo, en la calle “Padre Billini”, el 22 de mayo de 1883. Casó con Balbina Emilia Dubreil Fernández con quien procreó a Manuel Emilio, Luis Ramón y José.
Falleció el 7 de julio de 1945 en su
residencia de la avenida “Braulio Álvarez” hoy “Teniente Amado García
Guerrero”. La sociedad Dominicana de Bibliófilos reeditó su obra sobre las
calles, con el título de “La ciudad de Santo Domingo” y también “La Catedral de
Santo Domingo”. La Academia Dominicana de la Historia auspició la compilación
de Cassá.
LA CALLE. En su resolución No. 42/77
el Ayuntamiento del Distrito Nacional tomó en cuenta los valiosos aportes de
Alemar a la historia dominicana con sus incansables investigaciones y el tiempo
que consagró para legar a la posteridad su importante obra. También que “este
genuino historiador dominicano debe traerse a nuestra generación con el ejemplo
que él simboliza y honrar imperecederamente su obra designando una de nuestras
calles con su ilustre nombre”. La vía escogida por el cabildo fue la “Calle 14”
de la Urbanización Real pero en ese sector no hay paseo, bulevar, callejón,
plaza, parque o pasadizo que honre la memoria del insigne escritor. Además, el
lugar que merece es otro, más a la vista, más frecuentado y animado.