Belleza ecológica
contra miseria moral y desintegración institucional
Eramis Cruz
Para todos los que vivimos en
ultramar, es una gran preocupación el hecho de que los dominicanos no crecen en
término moral, en comparación a la extensión demográfica. Esto crea un
desajuste que refleja el desorden urbano y la desconsideración en la interacción
colectiva. Claro que somos personas muy amables, pero uno tiene que cuidarse
porque detrás de esa amabilidad puede esconderse un tremendo ladrón o una buena
“chapiadora”. Las llamadas chapiadoras tienen un auge mediático como nunca
antes y si uno no tiene cuidado es fácil caer en sus trampas aunque también es
fácil identificarlas.
Sigue siendo una lástima la desorganización
del tráfico vehicular, pocos obedecen las reglas y mucho menos tener cortesía
con otro conductor. Me ha llamado mucho la atención cada vez que he visitado
San Juan, Puerto Rico. Allí los conductores con frecuencia se detienen para que
el peatón cruce la calle, no importa si estos conductores son taxistas o de vehículos
privados. Al contrario, en Santo Domingo
se usa manejar a la ofensiva, pero más que eso se usa la intimidación para
abrirse paso, inclusive cuando no hay espacio entre carriles, exponiéndose a un
accidente vehicular de graves consecuencias. Para evadir los riesgos hay que
hacer malabares o tomarlo como rutina de la vida diaria.
Todavía no existe una política pública
que impida que los niños sean transportados en motocicletas ante los ojos de
todo el mundo, incluyendo a los propios policías de tráfico. Tampoco ponen
atención a todos los que andan por calles y carreteras sin llevar puesto el
cinturón de seguridad. Entendemos que no llevar el citarón de seguridad en el
asiento delantero es un mandato solo para el conductor pero no para quien le
acompañe, en el caso de los taxistas.
Es notable la despreocupación tanto
del gobierno como la de misma sociedad ante la ausencia de una política
definida para cumplir y aplicar las regulaciones que establecen aceras en las
calles para los peatones y las personas discapacitadas. Las aceras no solo
carecen del espacio suficiente sino que constantemente se encuentran obstruidas
por cuanto puede ser imaginable. Esta situación obliga a las personas a caminar
orillando el asfalto quedando expuestas a los accidentes automovilísticos.
En todo el país debido al
crecimiento de la criminalidad, cada residencia tiene la apariencia de una
cárcel o una jaula para monos agresivos. Casas con un bonito diseño son
desfiguradas con barras de hierros instaladas en las puertas, las salidas
laterales, las marquesinas y hasta los balcones y todavía queda saber si los
techos no son vulnerables a la sustracción. Todo el mundo prefiere alterar el
presupuesto para la construcción de una vivienda con el fin de prever que su
hogar sea violentado, lo que implica poner en riesgo la vida de todos los
miembros de la familia. No somos el único país con este problema, pero como
dice el dicho, “mal de muchos, consuelo de tontos”. La realidad es que el
gobierno está llamado a planear más eficientemente estrategias y tácticas
efectivas para disminuir de manera expedita y eficaz ese mal social tan grave.
¿Para qué es el Ministerio de Defensa de la República
Dominicana? Somos un país pequeño con unas fuerzas armadas que cuestan una
fortuna a la nación ¿Qué hace este aparato en un tiempo en él que no hay
amenaza de invasión, no existe una guerra con otro país, ni tampoco hay potencial
para guerra civil? Esta situación conlleva a que muchos padres de familia
mantengan armas de fuego en sus casas, sus negocios o en sus vehículos para
protegerse y cuidar de los suyos. Pero sucede lo inadmisible, que el 90 por
ciento del los crimen organizado es cometido por miembros de los cuerpos
castrenses, o gente ligada al Estado, según declaraciones Yeni Berenice
Reynoso, Fiscal del Distrito Nacional.
Es entendible que el gobierno pueda
aludir a que carece de los recursos necesarios para atender las necesidades de
los munícipes como la recogida de la basura, corregir las grietas de las calles
e implementar medidas efectivas contra la intolerancia de los conductores
abusadores. Lo mismo puede decir que respecto a programas que son imperativos
para elevar el nivel de vida de la población. Pero esto sucede debido a la corrupción
en el manejo de los recursos públicos extendida
por toda la administración del Estado. Esta es una preocupación nacional que se
deja sentir cada vez más en el país y con mayor sensibilidad.