Sergio Reyes II.
Una sonrisa franca, abierta y amigable seguía sus pasos en el incesante
andar por los medios periodísticos, televisivos y de variedades
dirigidos al inmenso público de origen hispano que abarrota las
barriadas de la ciudad de Nueva York, sus condados vecinos y otros
Estados del área. Haciendo acopio de esfuerzo, dedicación y
profesionalismo, se fue abriendo espacio
en las diferentes opciones que presentan los medios de comunicación y
de manera especial en la programación de televisión por cable, en donde
su característica presencia engalanaba las pantallas para llevar al
público, en cada una de las emisiones de su programa, no solo las
vivencias e historias que caracterizan el acontecer artístico sino
también los sucesos, ansias y aspiraciones que tienen espacio en el
diario vivir de nuestra gente humilde, tanto en el caso de la población
inmigrante como de los que quedaron en el lar nativo, levantando con
orgullo las raíces e idiosincrasia de nuestros países.
Al igual
que otros tantos inmigrantes de los que hoy por hoy ocupan destacados
espacios en los medios noticiosos y televisivos que tienen vigencia en
la ciudad de New York, Minerva Saint-Hilaire engalanó con su
acariciadora y jovial personalidad a la pantalla chica, impartiendo
cátedras sobre la forma en que debe desenvolverse un profesional de los
medios de comunicación. Esta postura le llevó a ser un personaje de
primer orden en todo el espectro del periodismo dominicano radicado en
la ciudad de los rascacielos y le granjeó sinceros afectos entre todos
los profesionales que incursionan en estas labores.
Su llegada a
cualquier escenario despertaba de inmediato efusivas muestras de
aprecio y a su paso llovían andanadas de comentarios de admiración por
la frescura y lozanía que exhibía su afectiva personalidad. De allí le
vino, en justeza, el mote de La Reina.
Pero esta inmensa mujer,
que como su nombre indica nació para descollar en los dominios y las
artes de la sabiduría, fue, a su vez, Reina y Señora en la entrega por
entero y sin dobleces a la noble labor de trabajar de manera incansable y
desinteresada por llevar un hálito de aliento a los pobres, los
desvalidos y los necesitados de amor y solidaridad.
De sus
luchas y afanes dan cuenta su participación decisiva y destacada en
infinidad de maratones y jornadas de recaudación de aportes y todo tipo
de ayudas para contribuir con la mitigación del hambre y la secuela de
males que afectan a las poblaciones afectadas por la ocurrencia de
desastres de la naturaleza, incendios, conflagraciones sociales o hechos
fortuitos propios de la sociedad en que vivimos.
Y junto a su
infinita personalidad, muchos recordarán la profunda sensibilidad que
embargaba a La Reina, al tiempo de recabar de los pudientes y los
poderosos el urgente apoyo a esas comunidades devastadas, para poder
mitigar, aun fuese en parte, sus múltiples necesidades.
En
otros muchos casos Minerva Saint-Hilaire fue más allá: Sin esperar el
apoyo de los destellos de los reflectores ni la cobertura de programas
noticiosos o de variedades que difundiesen su silencioso andar por el
sendero de la solidaridad y las buenas acciones, asumió por sí misma y
contando apenas con algunos amigos y familiares la enjundiosa labor de
encaminar operativos médicos, entrega de útiles escolares y juguetes y
otras obras sociales y de ayuda comunitaria en apoyo de niños, jóvenes
estudiosos y envejecientes de diferentes comunidades rurales enclavadas
en los lejanos pueblos de la Línea Noroeste y la frontera dominicana
-su tierra natal- así como en otros lugares de la República Dominicana.
Y asumiendo esa noble y abnegada labor, de manera callada y sin
rimbombancia, La Reina movió sus pasos y sus acciones por senderos
insospechados, en los que conoció de cerca el dolor que embarga a la
gente humilde y menesterosa, que parece haber sido olvidada de las
élites gubernamentales; esos que no tienen de nada mientras a otros les
sobra de todo.
Hacia estos sectores dirigió su accionar Minerva
Saint-Hilaire, contando más que nada con el impulso de su bondadoso
corazón y su inmensa vocación de servicio en auxilio de los pobres y los
habitantes de su región de origen.
En este día, La Reina
descansa de sus cotidianos afanes. La tersura y placidez de su rostro
evidencia que, en efecto, duerme el sueño de los justos. En el Libro de
la Vida, hace tiempo que fueron escritas sus buenas acciones y de seguro
que esto le allanará el camino en la ruta hacia el descanso eterno.
Sus familiares y compueblanos lamentan en forma desconsolada su
inesperada partida. Oleadas intermitentes de sus colegas de la crónica
de arte, locutores, periodistas y relacionados de los medios de
comunicación desfilan reverentes en frente al féretro que contiene sus
restos mortales, para rendirle el último y caluroso Adiós. La pantalla
chica, que se engalanó con su imponente y afectiva presencia, ha quedado
enmudecida y sumida en un pesaroso gris, mientras las emisiones
noticiosas recogen los reportes que dan cuenta de su velatorio.
Y en las poblaciones de la lejana frontera, muchos lloran a raudales, a
sabiendas de que, con la partida de Minerva, además de una hermosa y
cariñosa compueblana, hemos perdido a un hada madrina, un angelito de la
guarda -si se me permite la comparación-, que velaba de manera
incansable por el bienestar y felicidad de nuestra gente.
No
exagero si les digo que, en esta tarde gris, la ciudad de Nueva York que
siguió sus pasos día por día y vio su carrera cubrirse de éxitos, llora
de manera inconsolable su partida.
Descanso eterno a sus restos!
sergioreyes1306@gmail.com
New York, Mayo 16, 2014.
viernes, 16 de mayo de 2014
jueves, 15 de mayo de 2014
UAN ISIDRO ORTEA FUE AGUERRIDO EN LA MANIGUA Y SONORO Y VIBRANTE EN LA POESÍA
Por: Ángela Peña
Los textos de historia dominicana exaltan el arrojo del revolucionario, el guerrillero el político. Los libros de literatura ponderan al periodista, al erótico cantor de nobles sentimientos que además de glorificar en sus versos la pasión del amor describió con asombrosa rima las riquezas naturales de la Patria.
Vivió intensamente los escasos treinta y un años que estuvo por el mundo, entregándose con ardor a las causas que le atormentaban. Por eso fue aguerrido en la manigua, sonoro, vibrante, armónico, en las composiciones que legó al parnaso, valiente, en las denuncias
que publicó en la prensa. Esa es la razón por la que a Juan Isidro Ortea hay que buscarlo en el relato de las constantes expediciones e insurrecciones que matizaron el acontecer nacional del siglo antepasado, en el comentario elogioso de los antologistas, en las páginas de los periódicos de su época.
Sus tres delirios, el amor, las letras, la política, le acompañaron hasta el último respiro. Herido en la víspera de su trágico final, condenado a muerte, sacó fuerzas para despedirse de sus padres y esposa con notas conmovedoras. Este es mi destino. Yo hasta lo había previsto antes de venir al país… Ustedes no deben desesperarse, mis amantísimos padres, por más rudo que sea este golpe. Busquen como yo consuelo y conformidad en la religión cristiana, escribió con una bala en el vientre, a pesar de los acerbos dolores que atenaceaban su alma y su cuerpo.
A Mercedes Sánchez Mola (Cheíta), con quien había casado el dieciocho de febrero de 1874, la consolaba: ”Adiós, mi pobre Cheíta, adiós hasta la eternidad! Cuando esta carta llegue a tus manos ya serás viuda! ¡Cuán sorprendentes son los dictados de la Divina Providencia!”
Ortea había sobrevivido triunfante a varios alzamientos. Luego de haber organizado junto a su hermano Francisco la revolución del veinticinco de noviembre de 1873, fue el hombre de armas de Ignacio María González, en 1876, cuando éste acaudilló la revolución en el Cibao, contra Ulises Francisco Espaillat. Un año después libró fieras campañas contra Buenaventura Báez, apoderándose con un furioso ataque de la fortaleza de Puerto Plata. Desalojado, se trasladó a Santiago y recuperó el recinto militar de la localidad, sitiado por las columnas baecistas.
Su heroico papel en la revuelta fue premiado con el cargo de vicepresidente del fugaz gobierno provisional de González, constituido en Santiago. Después, Ortea desempeñaría otros cargos de corta duración hasta que fue expulsado del país en la administración de Monseñor Fernando Arturo de Meriño. Junto a Cesáreo Guillermo y otros rebeldes preparó en Puerto Rico una expedición de funesto desenlace que han recogido con todos sus dolorosos detalles historiadores connotados, como Vetilio Alfau Durán, Joaquín Balaguer, Rufino Martínez, entre otros.
Fue el epílogo de una lucha heroica, sangrienta, que comenzó con la ejecución el 29 de julio de 1881 de dieciocho prisioneros en Santo Domingo, de la gente del general Braulio Alvarez quien se encontraba levantado en El Algodonal. “Se cumplía el Decreto del 30 de Mayo de ese fatídico año, dado por el Presidente Meriño y firmado por todos los secretarios de Estado”, escribió Vetilio Alfau refiriéndose al tristemente recordado Decreto de San Fernando.
El treinta de julio de ese año arribaron los generales Cesáreo Guillermo, Rafael Pérez, Juan Isidro Ortea, Vidal Méndez, Quintín Díaz y otros oficiales subalternos a bordo de la goleta Adela, propiedad del alcalde de Ponce, a la playa de Punta Cana. Al respecto dice Balaguer que la incursión contaba con el apoyo de las autoridades españolas de la cercana Isla, disgustadas por la ayuda que Luperón y otros jefes azules prestaban a Antonio Maceo y a los demás patriotas que trabajaban en el país activamente a favor de la liberación de Cuba.
Marcharon a pie a Cabo Engaño y al Macao, y a su paso por Higüey no solo fueron aclamados sino que se les unieron lugareños, cien boricuas y algunos españoles. Los derrotaron en La Loma del Cabao. Tomás Mercedes Botello y sus dos hijos Pedro Tomás y Josesito, Juan Isidro Ortea, Quintín Díaz, Vidal Méndez, Ricardo Lluberes, fueron hechos presos en una cueva del ingenio de Sanate y el siete de septiembre, conducidos al pueblo, los pasaron por las armas. Ortea, herido, fue cargado en silla de mano.
(…)
El más celebrado poema de Juan Isidro Ortea es “Sueños”, que figura en todos los libros dominicanos de literatura que estudian su producción:
“Hay en mi patria, tórtola mía,
tras esos montes que ves allí,
un valle fértil donde a porfía,
crecen la adelfa y el alelí.
Nada más rico que un arroyuelo,
joya preciosa de aquel edén;
si quieres dichas en este suelo
bate las alas, tórtola, y ven…”.
Cortesía de Miguel Collado
Por: Ángela Peña
Los textos de historia dominicana exaltan el arrojo del revolucionario, el guerrillero el político. Los libros de literatura ponderan al periodista, al erótico cantor de nobles sentimientos que además de glorificar en sus versos la pasión del amor describió con asombrosa rima las riquezas naturales de la Patria.
Vivió intensamente los escasos treinta y un años que estuvo por el mundo, entregándose con ardor a las causas que le atormentaban. Por eso fue aguerrido en la manigua, sonoro, vibrante, armónico, en las composiciones que legó al parnaso, valiente, en las denuncias
que publicó en la prensa. Esa es la razón por la que a Juan Isidro Ortea hay que buscarlo en el relato de las constantes expediciones e insurrecciones que matizaron el acontecer nacional del siglo antepasado, en el comentario elogioso de los antologistas, en las páginas de los periódicos de su época.
Sus tres delirios, el amor, las letras, la política, le acompañaron hasta el último respiro. Herido en la víspera de su trágico final, condenado a muerte, sacó fuerzas para despedirse de sus padres y esposa con notas conmovedoras. Este es mi destino. Yo hasta lo había previsto antes de venir al país… Ustedes no deben desesperarse, mis amantísimos padres, por más rudo que sea este golpe. Busquen como yo consuelo y conformidad en la religión cristiana, escribió con una bala en el vientre, a pesar de los acerbos dolores que atenaceaban su alma y su cuerpo.
A Mercedes Sánchez Mola (Cheíta), con quien había casado el dieciocho de febrero de 1874, la consolaba: ”Adiós, mi pobre Cheíta, adiós hasta la eternidad! Cuando esta carta llegue a tus manos ya serás viuda! ¡Cuán sorprendentes son los dictados de la Divina Providencia!”
Ortea había sobrevivido triunfante a varios alzamientos. Luego de haber organizado junto a su hermano Francisco la revolución del veinticinco de noviembre de 1873, fue el hombre de armas de Ignacio María González, en 1876, cuando éste acaudilló la revolución en el Cibao, contra Ulises Francisco Espaillat. Un año después libró fieras campañas contra Buenaventura Báez, apoderándose con un furioso ataque de la fortaleza de Puerto Plata. Desalojado, se trasladó a Santiago y recuperó el recinto militar de la localidad, sitiado por las columnas baecistas.
Su heroico papel en la revuelta fue premiado con el cargo de vicepresidente del fugaz gobierno provisional de González, constituido en Santiago. Después, Ortea desempeñaría otros cargos de corta duración hasta que fue expulsado del país en la administración de Monseñor Fernando Arturo de Meriño. Junto a Cesáreo Guillermo y otros rebeldes preparó en Puerto Rico una expedición de funesto desenlace que han recogido con todos sus dolorosos detalles historiadores connotados, como Vetilio Alfau Durán, Joaquín Balaguer, Rufino Martínez, entre otros.
Fue el epílogo de una lucha heroica, sangrienta, que comenzó con la ejecución el 29 de julio de 1881 de dieciocho prisioneros en Santo Domingo, de la gente del general Braulio Alvarez quien se encontraba levantado en El Algodonal. “Se cumplía el Decreto del 30 de Mayo de ese fatídico año, dado por el Presidente Meriño y firmado por todos los secretarios de Estado”, escribió Vetilio Alfau refiriéndose al tristemente recordado Decreto de San Fernando.
El treinta de julio de ese año arribaron los generales Cesáreo Guillermo, Rafael Pérez, Juan Isidro Ortea, Vidal Méndez, Quintín Díaz y otros oficiales subalternos a bordo de la goleta Adela, propiedad del alcalde de Ponce, a la playa de Punta Cana. Al respecto dice Balaguer que la incursión contaba con el apoyo de las autoridades españolas de la cercana Isla, disgustadas por la ayuda que Luperón y otros jefes azules prestaban a Antonio Maceo y a los demás patriotas que trabajaban en el país activamente a favor de la liberación de Cuba.
Marcharon a pie a Cabo Engaño y al Macao, y a su paso por Higüey no solo fueron aclamados sino que se les unieron lugareños, cien boricuas y algunos españoles. Los derrotaron en La Loma del Cabao. Tomás Mercedes Botello y sus dos hijos Pedro Tomás y Josesito, Juan Isidro Ortea, Quintín Díaz, Vidal Méndez, Ricardo Lluberes, fueron hechos presos en una cueva del ingenio de Sanate y el siete de septiembre, conducidos al pueblo, los pasaron por las armas. Ortea, herido, fue cargado en silla de mano.
(…)
El más celebrado poema de Juan Isidro Ortea es “Sueños”, que figura en todos los libros dominicanos de literatura que estudian su producción:
“Hay en mi patria, tórtola mía,
tras esos montes que ves allí,
un valle fértil donde a porfía,
crecen la adelfa y el alelí.
Nada más rico que un arroyuelo,
joya preciosa de aquel edén;
si quieres dichas en este suelo
bate las alas, tórtola, y ven…”.
Cortesía de Miguel Collado
domingo, 4 de mayo de 2014
Imposible de olvidar
Eramis Cruz
No recuerdo con exactitud el color de sus ojos pero la mirada de Laura
se definía por un fulgor que se sentía en las invisibles ondulaciones del
espacio. Vista en la quietud momentánea y en la armonía de su conjunto corporal
femínea, parecía hecha para la poesía romántica o para la historia épica, pero
en realidad ella era la protagonista dramática de sus fantasías juveniles. Las
veces que regresó a nuestro lar nativo, no tuve la oportunidad de conocerla,
para ese entonces su mundo y el mío no tenían puntos coincidentes.
Cuenta mi hermana Joaquina, que compartió mucho con ella, que no bien
llegaba al país, la invitaba con otras amigas a ir a solas a la playa con todo garantizado
por su idiosincrasia de mujer tan indeleble como indomable. Su modo de ser,
alegre y dispuesta, hacía sobresaltar su nombre, aunque muchas veces cómo a uno
se llame no es lo más importante, sino cómo le recuerden. Laura era fuerte y
temperamental, pero solo se notaba en ella un reflejo de sinceridad y el
destello mágico de su sonrisa.
Ella era una niña saltarina, que a pesar de su inocencia revelaba su
sabiduría, cuando su madre emigró hacia la ciudad de los rascacielos buscando
un mundo de mejor suerte para su familia. La madre de Laura se llamaba Lusa. Era
una mujer con todos los rasgos negroides del caribeño que se casó con un hombre
blanco, a quien deslumbró desde el primer instante que la vio, convirtiéndola
en madre de una familia de prominencia hispánica. Entre los ocho miembros de la
familia Lusa era la única negra, sus hijos fueron blancos o de color canela a
causa de los fuertes genes de su marido. Ser blando en aquel entorno social era
visto desde una óptica positiva, según los prejuicios populares, “hay que
refinar la raza” –decía con naturalidad la gente.
Eran aquellos tiempos de efervescencia económica en la ciudad de Nueva
York especialmente en la industria del vestido centralizada en el llamado “The Garment
Center”. Aquí los llamados talleres del sudor estaban repletos de inmigrantes
felices de contar con un empleo y muchas veces con dos y hasta tres. Sin negar
que la explotación humana fuera verdadera y que trabajar por el jornal no era
cuestión de suerte ni del tal sueño americano, sino un acto propio de la
necesidad de ganarse la vida de la manera más noble frente a quienes pagaban el
salario más ínfimo posible en medio de la oferta y la demanda del mercado del
trabajo.
Recuerdo el día en que sentada a la máquina de coser, Lusa mostraba su
habilidad en el oficio mientras narraba algunos episodios de la historia de su llegada
a este país y cómo en poco tiempo adquirió un estatuto legal para traer desde
el otro lado del océano a seis hijos y a un marido desesperado. Nos contaba con
impresionantes narrativas la magnitud de los desafíos, como volvió a su país
para asistir a una cita con el Consulado Americano.
Quien le atendió fue una consulesa de ojos azules y pelo dorado, que
hablaba un español con acento notable pero muy claro. Al preguntarle cuántos
hijos tenía intención de llevar consigo, ella le dijo que eran seis. La
funcionaria se paró de su asiento y con efusión le dio un abrazo de
felicitación, diciéndole que los visaría a todos, incluyendo a su marido, por
la sinceridad que había visto en ella y la valentía para llevar a buen término
tal empresa –yo misma no podía creerlo –dijo Lusa bajando la voz mientras
detenía el pedal de la máquina de coser.
Sin darse cuenta Lusa me dio mi primera lección sobre el hostigamiento sexual
en el empleo cuando describió el contexto en que su jefe le ofreció ventajas a
cambio de un favor, ella apuntó a su parte con la mirada mientras se explicaba,
dijo que contuvo para no partirle la cara a aquel desgraciado oportunista. Agregó
que fue tan grande el escándalo que dejó a todos allí consternados mientras
ella salía por la puerta dejando atrás el salario de la semana.
En un abrir y cerrar de ojos sus hijos se hicieron hombres y mujeres,
los que se casaron vivían en un perímetro corto de la casa materna. Debo
aclarar que cuanto llegué a la Babel de Hierro Lusa y Feliú estaban retirados
de sus empleos y eran sus hijos los que vivían la plenitud de la vida. Todos daban
la impresión de que a ninguno le faltaba nada y trabajar hasta el viernes era
el preludio de un fin de semana para iniciar la diversión en la sala de sus
hogares. La música Disco estaba a la moda y la liberación sexual de los años 60
aún hacía sentir su influencia en el ambiente de la ciudad. Se jugaba dominó con
una apuesta por pura diversión, también apostaban lanzando dardos hacia un
blanco en la pared.
Una noche de primera semana, antes de la cena recibí una llamada de
Lusa. –Te tengo un empleo, abordas el tren a Downtown el próximo martes –me dijo
con una entonación maternal. El lunes era día feriado. Fue mi primer empleo y
el inicio de una amistad con esta familia tan numerosa como divertida, especialmente
con Laura que ya estaba casada y tenía su primer hijo que apodó el Chino.
Después tuvo su segundo hijo.
Como dejé entender al principio, Laura era mujer bella por dentro y por
fuera. Lo que más me fascinaba de ella era su modo de actuar como cuando todo está
preconcebido. Una noche me mostraron los álbumes de las vacaciones de Laura por
diferentes países de Europa, Rusia y otros países. Me impresionaron algunas de
sus fotos flotando en la piscina de agua diáfana mientras se bronceaba luciendo
unos atrevidos bikinis.
Al otro día después de una noche
de fiesta, y sufriendo la consecuencia de la champaña que ingerimos, me
salcochó dos huevos que sirvió en una taza con una cuchara, y media hora más
tarde, mientras el Chino miraba los dibujos animados, me dejó en compañía de su
marido con la recomendación de que fregáramos los platos y limpiáramos la casa mientras
ella iba en su Cadillac descapotado al hipódromo a jugar a la carrera de
caballos. Fue ese día cuando comencé a conocerla tal como era.
La vi tomar la llave del Cadillac convertible, vestía pantalones de mezclilla,
calzaba botas de cuero color pardo, llevaba un reloj suizo y unas cuantas pulseras de fantasía en el otro antebrazo,
con el pelo corto y una cadena delgada sobre el escote avanzó hacia la puerta
con pasos amplios. Su marido Jeremías no notó el vaivén de aquella diosa con
cuerpo de cintura de avispa, tampoco percibió su perfume en el aire disparado al
cerrar la puerta, él no se dio cuenta tal vez por su costumbre a la rutina o a
la cotidianidad. Además, los años traen consigo procesos que nos resultan inadvertidos
y concatenados como si fueran una formula química que nos cambia la piel y el aura
del alma.
Por complicaciones de la vida dejamos de vernos por un largo tiempo. Durante
dos décadas Laura multiplicó por cuatro su propio peso físico. En esos años que
dejé de verla cambió tanto que prácticamente no la hubiese reconocido sino
hubiese sido por las fotos que colocaron en un álbum improvisado. Estableció un
negocio de dispendio de comidas en el mismo hipódromo donde tantas veces hizo
apuestas entusiastas. Pero el camino degenerativo que tomó su vida la llevó a
un estado depresivo peligroso. Un vacío muy grande impidió su vuelo de águila.
Un día se quedó dormida para siempre. Nadie notó la botella de whisky
exactamente al lado de la cama, no encontraron indicios de pastillas en su
habitación ni una nota con su bella caligrafía. Le echaron de menos después del
excesivo tiempo de la siesta a medio día. Lusa la lloró con el cuerpo y con el
alma, tenía por seguro que a su edad serían sus hijos quienes la lloraría a
ella y no de esa manera invertida por los desatinos de los años. Jeremías, años
después, aún joven, la siguió a la otra vida víctima de una pulmonía.
Ellos fueron para mí familia y hogar cuando vine
a este país. Para Laura Jeremías había sido su complemento y a él le quedaba
claro que cuando la mujer quiere no engaña y se sentía seguro del amor de
aquella reina del imperio perplejo que le tocó convivir, tal vez por eso
apresuraron su felicidad durante el apremio de la juventud. En el día de su
aniversario siempre recuerdo a Laura desde cualquier espacio donde me encuentre
y me hace pensar de nuevo que uno virtualmente no se muere mientras haya
alguien que le recuerde, la muerte no es nada, sino el olvido.
viernes, 2 de mayo de 2014
Triste final para Leonel y Miguel
ver Acento Social
Felipe Ciprián
Periodista
Sobre mí
Es licenciado en Ciencias de la Comunicación Social y como periodista fue jefe de redacción de El Caribe, del diario Hoy y de Listín Diario, en los que además se desempeñó como editorialista y columnista. @FelipeCiprianP
Salvo que se produzcan acontecimientos totalmente
anormales en el plano político o una catástrofe natural, el calendario
dominicano llama a elecciones presidenciales, legislativas y municipales
en mayo de 2016 y esos comicios serán definitorios para los jefes del
Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y del Revolucionario
Dominicano (PRD).
Los probables escenarios y su desenlace, a mi juicio, son como sigue:
El PRD llegará dividido al año 2015 porque el señor Miguel
Vargas Maldonado no suelta la candidatura presidencial ni la
presidencia del partido blanco de ninguna forma: ni en un acuerdo
político con sus adversarios internos ni compitiendo en una convención
democrática contra un solo contestatario: Guido Gómez Mazara.
Y no lo hace porque cuenta con un seguro full para dirigir
las siglas PRD: la Junta Central Electoral (JCE) y el Tribunal Superior
Electoral creados como parte del blindaje que se dio Leonel Fernández
antes de salir de la Presidencia de la República, donde manejaba el
Presupuesto General del Estado (con su enorme déficit fiscal) al
servicio del clientelismo y sin importarle los mayores escándalos de
corrupción.
Todo ese poder lo pudo acumular Fernández por el apoyo que
logró de Vargas Maldonado para aprobar la modificación constitucional
que rehabilitó al entonces gobernante para las elecciones de 2016 y le
entregó el maletín para designar las Altas Cortes para evitar cualquier
persecución o sentencia judicial adversa.
Hay que reconocer que Fernández ha prestado parte de ese
poder a Vargas para que se consolide como jefe del PRD contra la opinión
mayoritaria de los perredeístas. Pero ese apoyo precisamente obrará
como un factor decisivo para que Medina apoye a un candidato propio para
la Presidencia de la República por el PLD.
He dicho y mantengo que Vargas Maldonado pierde su tiempo
dirigiendo el PRD porque carece de capacidad política y cordura para una
labor como esa, lo que a su vez le impide llegar algún día a la
Presidencia de la República, su máxima aspiración.
Cuando Leonel Fernández ridiculizó a Vargas Maldonado para
debatir con él antes de las elecciones de 2008 porque el entonces
candidato del PRD, que era su contendiente, “no sabía conceptualizar”,
dijo una verdad irrebatible aunque yo no entiendo por qué no fue al
debate en tan ventajosas condiciones.
Después de derrotar a Vargas, Fernández abusó de su
superioridad política para colocarlo como su subordinado al concertar el
Pacto de las Corbatas Azules que solo ha servido para afianzar el poder
y el porvenir de Fernández y arruinar principalmente al PRD y con él
las ambiciones del frustrado “líder institucional” de ese partido.
El único “ruido” que se pudiera registrar en el PRD es que
la candidatura de Gómez Mazara a la presidencia de esa organización
ganara tanto apoyo que cuestionara el “liderazgo” de Vargas Maldonado,
pero será acallado de múltiples formas y al final será derrotado por
“los votos o las botas” que en este caso no las calzarán los militares,
sino la JCE y las “Altas Cortes” que con sus ridículas sentencias emulan
a la Tremenda Corte de Leopoldo Fernández (Tres Patines) de mediados
del siglo pasado en Cuba y con gran audiencia en este país.
La quijotada de Gómez Mazara será un factor más de erosión
de la “figura política” de Vargas Maldonado y muy probablemente lo
colocará en mucho mejor posición para buscar una candidatura legislativa
en el Distrito Nacional por una eventual convergencia de fuerzas
opositoras que atraiga a la base del PRD que no puede movilizar
electoralmente la facción institucional.
Si las cosas sucedieran así, el hoy PRD no tiene
posibilidades de obtener senadores y alcaldes. Ni hablar de ganar la
Presidencia de la República.
¿Frente Opositor?
Tengo serias dudas de que pueda surgir un Frente Opositor
con fuerza suficiente para amenazar la supremacía del PLD en las
elecciones generales de 2016 porque no existe en ese litoral un “centro de pensamiento político”
–que puede ser una persona o un grupo de personas- con la sensibilidad,
la sagacidad y el desprendimiento necesario para colocar los intereses
del país y de la democracia por encima de sus personales (y quizás
grupales) aspiraciones.
La mejor prueba de esa carencia es que faltando solo dos
años para las elecciones, ese instrumento político no existe y tampoco
se destaca un liderazgo y acciones capaces de irrumpir como un torrente
para romper el viejo esquema caudillista-clientelista que ordeña la
voluntad popular en cada justa electoral.
En el caso de que se formara ese Frente Opositor en los
próximos meses, lo que constituiría un acto de madurez política, el
sistema electoral está preparado para cerrarle el paso porque el dinero
público expresado en cientos de millones de pesos cada año iría a manos
llenas al PRD de Vargas Maldonado, al PLD del gobierno y al Partido
Reformista Social Cristiano (PRSC). Los demás partidos tendrían que
hacer campaña con la “voluntad política” y la eterna vigilancia de la
JCE para “evitar que el narcotráfico” financie la política.
Si vamos bien hasta aquí puedo resumir diciendo que el PRD
llegará dividido y que será difícil crear un Frente Opositor por falta
de un liderazgo sagaz y que si se creara esa coalición ahí sale el
sistema electoral a cerrarle el paso para entregarle todos los recursos
al PRD, al PLD y al PRSC.
El escenario en el PLD
Sin un desafío externo capaz de disputarle la Presidencia
de la República, en el PLD se pueden desatar virulentas confrontaciones
para determinar el futuro Presidente de la República y el liderazgo al
interior del partido morado.
Al margen de las aspiraciones presidenciales manifiestas
al día de hoy: Temístocles Montás, Francisco Javier García, Reinaldo
Pared, el verdadero combate se registrará en torno a cuál será el
candidato de Danilo Medina, dueño del respaldo mayoritario de la
población en más de un 80% y la persona que administra los fondos
públicos en un país plagado de clientelismo e impunidad ante la
corrupción.
¿Existe alguna posibilidad de que Medina respalde a Leonel?
Con la debacle de la oposición, Medina no tiene necesidad
de rehabilitar a Fernández como Presidente de la República y reafirmarlo
como líder del PLD.
Fernández no tiene un solo elemento de poder capaz de
cuestionar el liderazgo de Medina aunque su esposa, Margarita Cedeño,
sea la vicepresidente sucesora del Jefe del Estado.
En esa situación, si Medina es un hombre con sentido de la
historia, auspiciará un candidato a la Presidencia de la República que
no responda, en absoluto, a Fernández, aunque acepte que tampoco sería
un títere del actual Presidente porque eso es imposible.
Si Fernández no cuenta con el apoyo (político y económico)
de Medina no gana la elección interna y mucho menos la Presidencia de
la República en primera vuelta, lo que abriría un abanico de opciones de
alianza (ahí algunos sectores más a la izquierda se vuelven más
sensatos) que pondría en peligro la supremacía del PLD.
Pienso que Medina –el factor decisivo en las elecciones de
2016- se inclinará por colocar todas sus fichas clave en las posiciones
ganables para senadores y diputados, y apoyará un candidato
presidencial más cercano a él que a Fernández para darse apoyo mutuo.
Si el resultado es un triunfo del PLD con un candidato
diferente a Fernández y una apabullante mayoría legislativa de Medina,
Leonel se puede resignar porque ahora sería Danilo quien determinaría la
composición de las Altas Cortes, la JCE, la Cámara de Cuentas y la
Corte Suprema de Justicia.
Como es imposible que Vargas Maldonado gane la Presidencia
de la República y algún importante número de legisladores, su futuro
político estaría más que liquidado y su tozudez solo tendría “interés
científico” en un hospital psiquiátrico.
Ese previsible resultado electoral del año 2016 arrojaría
un nuevo cuadro: Leonel Fernández y Miguel Vargas Maldonado (los
corbatas azules) liquidados políticamente y Danilo Medina y el nuevo
Presidente de la República por el PLD rebosados de poder y futuro
político.
El pueblo dominicano seguiría hibernando, como ha estado
desde los años setenta del siglo pasado. Eso no quiere decir que no haya
futuro.
Fuente: http://www.acento.com.do/index.php/blog/13818/78/Triste-final-para-Leonel-y-Miguel.html?fb_action_ids=10152414349450856&fb_action_types=og.comments
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La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile
Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...
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