viernes, 28 de junio de 2013

Aquel pueblo de calles polvorientas

Eramis Cruz 

El nombre de Padre Las Casas le deja a uno ese sabor a colonia, a tiempo de grandes contradicciones en una época en la que nuestra América fue hallada en medio de los océanos. Aquel tiempo cuando supuestamente no teníamos ni siquiera un nombre y tomaron prestado el de la India mientras se definía qué era lo que  habían encontrado.
Llegamos al siglo 21 y esta América se esfuerza por dar un salto para acabar con la miseria que aún afecta a muchos hogares por todas partes. La mayor dificultad ha sido convencer al más necesitado de que  el costo vida no se resuelve con el maná que dicen una vez cayó del cielo. Que Dios no le va ayudar, ya lo hizo cuando le dio las habilidades para que trabajara creativamente y con dignidad por su bien el de los suyos, Pero el concepto trabajo demanda que existe un interacción social dignificante.
Pero hablando del presente nos damos cuenta que hay aspecto de los seres humanos que poco han cambiado. Creo que muchos percibimos que pasaron muchas horas maravillosas sin darnos cuenta de su magia, posiblemente momentos de simplicidad, de nimiedades que luego nos dan las mejores lecciones de vida. Fonemas capaces de crear metáforas divinas o llaman a la conciencia de las personas sobre el mundo o la localidad en que se vive, que el mundo nos pertenece a todos por igual.
La virtualidad del presente, y ni siquiera la del futuro, podrá ocultar la realidad de una gran mayoría de los hombres y mujeres que habitan la tierra. Creo que es cierto que lo más difícil de ver es la realidad, aunque resulte paradójico. Si no inspiramos a los niños de hoy en la grandeza que nos dignifica no tendrán un mañana de fuertes raíces.
Pero quién no se detiene a mirar el vuelo de alas extendidas de las águilas, donde el humano no las puede alcanzar. El envanecimiento del hombre con poder se rinde ante la vulnerabilidad de la vida frente a la muerte. ¿Quién no recuerda un tiempo o un lugar? El tiempo solo existe en el espacio, en la movilidad invisible de los átomos.
 Aunque viví en el Cibao, ningún pueblo de mis país me tocó tanto el alma como Padre las Casas (Valle de las Aguas), que nadie me pregunte por qué, no podría decirlo como lo diría un poeta de entre los ríos. Tal vez fueron sus calles polvorientas o el agua fresca de sus chorreras, tal vez fueron las pupilas de sus bellas mujeres o la voluntad libertaria de sus jóvenes.  Sucedió un día de cielo claro en el tiempo de la dictadura ilustrada, entonces creíamos en la convivencia para compartir las penas y sumar la alegría. Esta motivación aún perdura en grupo juveniles de esa comunidad.
En más de una ocasión llegué aquel lugar, anteriormente conocido como Túbano, donde era tan visible la injusticia en la distribución de los recursos, en un país de tan patética desigualdades. Una familia de apellido Paniagua era dueña de calle completa, y elementos sátrapas con influencia en las fuerzas armadas dominaban el municipio como dueños absolutos.
Subiendo por un camino largo llegamos a un alto donde tuvimos un encuentro con la gente y con un cura odiado por los terratenientes, pero a la par también encontramos unos canadienses considerados  expías norteamericanos. Ellos eran gente abierta a la conversación y el intercambio, claro era mejor para ellos fuera lo que fueran. Todavía hoy existe allí asistencia de agencias internacionales.
Esa vez llegué allí, como lo hice entonces a otros pueblos, como líder juvenil del sindicalismo, brillante, talentoso, y con fe en el futuro, no se sorprenda, para esos años muchos jóvenes dominicanos pecábamos de esa autoestima, créamelo que rechacé más de una vez la oportunidad de obtener una visa americana. Hablamos de una juventud que leía y discutía las ideas y los hechos y proclamaba “habrá las rejas señor gobierno”. Tal vez para muchos era frase la suena extraña, pero no la realidad que golpea de la misma manera, vivimos las alucinaciones de un futuro dominado por la ficción.
Después de la comida del medio día, el señor donde me hospedé me invitó a dormir la siesta, rechacé con timidez la oferta, pero obedeciendo a su insistencia sincera, acepté dormir la hora recia del pasado meridiano. ¡Valla acogedora suavidad del colchón de lana! Cómo confié en la pureza de la sábana blanca, en la puerta trasera a lo ancho abierta, en la brisa fresca que acarició mi piel en mi sueño. Nunca olvidaré la hospitalidad de aquella gente nuestra de aquella década los años 70’s. ¡Qué buenos amigos fueron ellos, los de Padre las Casas!
Sin embargo da lástima saber de los grandes problemas de esa población, actualmente de 30 mil habitantes, que no fueron resueltos durante los doce años del gobierno de Leonel Fernández Reyna. Definitivamente le ha convenido a los malos gobiernos que el país mantenga esa mentalidad de pobre, de vivir comparándose a los menos agraciados de América Latina, así nunca alcanza el presupuesto ni los impuestos. Quién se crea pobre y desgraciado, nunca dejará de serlo, mucho menos cuando es una triquiñuela maquiavélica de quien se considera madre, padre y maestro de los desdichados, santo milagroso del voto popular.
Si algo fuera utilizable para el desarrollo de las poblaciones desventajadas, como la de Padre las Casas, se gasta en las campañas electorales y las negociaciones de partidillos que se hacen a escondida de la luz pública, dicen que así es la política. Pero un hijo de esta tierra, Amaury Germán Aristy, sacrificó su vida para sembrar una historia.
 Hace unos meses sus pobladores denunciaron a los medios la carestía de la luz eléctrica aún cuando sufren largas interrupciones del servicio. Dijeron que no existe un sistema cloacal y por lo tanto las aguas impuras provenientes de los hogares se vierten a las calles, poniendo en riesgo la salud de todos. A esto se agrega que  cuando se desborda la presa Sabana Yegua inunda el cementerio provocando una situación de salubridad preocupante para los habitantes de Padre las casas. Cuentan con un acueducto que fue construido hace cincuenta años y no cuenta con un sistema de purificación.
Simplemente poco ha cambiado en este valioso municipio de la provincia de Azua desde los 1970’s a la fecha. A pesar de que tantas cosas han cambiado desde entonces, no solo en el mundo digital sino en las concepciones más impensadas; quién hubiese creído que los gobiernos imperiales pasarían a ser los clandestinos, expías secretos de la ciudadanía, y a cambio, los clandestinos de la guerra fría los terroristas, sean estos del Talibán o inmigrantes de Latinoamérica, solamente se transformó la guerra fría con la modificación económica global.
Dejaron de existir las comunidades aisladas en el mundo, cada coordenada existe, pero solo se ve donde se crea que vive un terrorista, aunque usted no se dé cuenta, se le marca con solo usar ciertas  palabras, por teléfono, por correo electrónico, o cualquier medio digital de la comunicación social. Qué no se diga que nadie sabía la coordenada de Padre las Casas, (18°45′0″N 70°53′0″O) no el que murió hace siglos sino la ciudad de la gente que honra su nombre.
 

 

La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...