viernes, 20 de mayo de 2011

El Terrorismo del fin del mundo

Eramis Cruz

El 21 de mayo del 2011 ha sido un día como todos los demás y la gente lo pasó como un sábado para llevar a cabo la rutina del fin de semana. La predicción de que se cumpliría una profecía de muchos siglos que anuncia que el mundo se acabaría o que sería el fin del mundo no se cumplio.

Esta vez se hace famoso un señor llamado Harold Camping, un hombre estadounidense de 89 años de edad que asegura haber interpretado en la Biblia unos cálculos indicadores de que el juicio final tomaría lugar en la fecha indicada.

Estamos seguros de que esta no será la última vez que alguien aparezca en los medios con predicciones semejantes e inclusive que sea este mismo señor si realmente no tuviera una edad ya avanzada.

Todo el mundo sabe que el señor Harold Camping ha hecho de su creencia una carrera en los medios de comunicación, ha publicado libros y libretos, y mantiene su nombre entre los famosos a causa de la gente que pone en ridículo sus falsedades.

No es la primera vez que esto sucede y de la misma manera. Basta con que alguien con alguna influencia cacaraquee una falsedad o una mentira disfrazada con una pintura de carácter devino. Lo que es difícil de entender por qué Dios estaría interesado en mantener a la gente en un estado de zozobra, de inseguridad y terror.

Todas las religiones implican una dosis de miedo, una de incertidumbre y una gran dosis de fatalismo. En primer lugar, el desafío más importante al respecto es que existen diferentes religiones en completo desacuerdo y todas dicen adorar a un Dios del amor.

No cabe la menor duda sobre lo que se confirma históricamente que la religión tiene su origen en la ignorancia, y de ahí se desprenden las contradicciones frecuentes entre la religión y la ciencia.

La promoción que ha recibido la predicción sobre el fin del mundo o el juicio final de Harold Camping no tiene otra explicación que la tendencia conspirativa del fatalismo religioso en las masas enajenadas del mundo globalizado de la presente corriente liberal de los sistemas sociales dominados por el gran capital.

La gente muy sabiamente dice que “el mundo se acaba para el que se muere”. El hombre y la mujer se pasan la vida haciendo los sacrificios necesarios para hacer de la vida un medio para lograr sus aspiraciones. La naturaleza está cubierta y pintada de maravillas. El ser humano se entiende como la suprema creación de Dios, tanto, que según la Biblia, Dios prefirió crearle a su imagen y semejanza.

Se repite por todas partes que el bien ha de triunfar sobre el mal. Inclusive podemos estar seguros que el proceso universal que determina el desarrollo histórico de la humanidad demuestra que el bien ha dominado el mal, que la verdad se impone sobre la mentira como la luz domina la tiniebla.

De esta manera, no parece tener sentido el empeño de los religiosos en enfatizar y promover el pecado, el mal, la destrucción, el fatalismo, la catástrofe, el efecto de la mentira y el dominio del Diablo en este mundo. Tan evidente es esa conspiración histórica que predice que este mundo no tiene solución y debe ser destruido.

Pero mientras a la gente humilde y de trabajo se le mancha y se le rebaja a un plano humillante, el clero cuenta con el apoyo incondicional de los gobiernos y las superestructuras de explotación. Las iglesias no han dejado de crecer y mantienen grandes templos y grandes centros educativos por todas partes.

El clero no pasa hambre con los desamparados y sus sacerdotes toman vacaciones como cualquier otro empleado del medio productivo, la cual no se le reprocha, pero es notable que los sacrificios están muy lejos de los vejámenes que sufrió el hijo del padre para sostener la verdad que predicaba.

Las religiones y los religiosos se amparan en la moral que necesita la sociedad para su conducción y formación como entidad colectiva, pero al mismo tiempo hace compartible sus posiciones políticas e ideológicas con las pautas y fundamento del sistema social manipulador y poseedor de los medios productivos que marginan y excluyen a quienes hacen su mayor contribución con su fuerza de trabajo.

Quién no se da cuenta de las vacuencias que se hablan los pulpitos de los templos religiosos, cómo se huye de llamar las cosas por sus nombres, y es peor cuando estos son arrinconados en el ámbito de la acción o de la inacción. Existe una evidente huida para no asumir las responsabilidades que se deben asumir.

Pues sí que hay beneficio al predicar el fin del mundo y el juicio final. Beneficios en mantener el miedo, esa es la gran conspiración a la que se prestan las religiones y los religiosos, incluyendo al fanático alienado, esclavo de lo que cree es su verdad. Falsos profetas distorsionadores de los propósitos naturales de un mundo patente y existente.

Este problema no es con Dios, sino con quienes se creen predestinados representantes y predican lo que no deben ni tiene que predicar. Si la gran mayoría no se salvará entonces para qué vamos a hacer el esfuerzo. Para salvar a unos cuantos, y salvarles de qué, esos son los que menos se merecen la gloria, porque se pasan la vida creando el terror y el miedo, humillando al ser humano en vez de invitarle a ser libre de sus condiciones materiales.

Hombres y mujeres libres de la explotación, del bajo salario que les humilla, libres de las guerras de las potencias como Estados Unidos, sediento de petróleo y dominio para extender su mercado. Libres de los políticos corruptos que permiten y fomentan el narcotráfico y el lavado de dinero sucio.

Claro, que es más fácil predecirles a las victimas el fin del mundo o la llegada del juicio final que hacer frente a esos graves problemas de la humanidad. Falta por definir quiénes y donde están los verdaderos terroristas que tanto atemorizan el bienestar de los despreocupados VIP’s.

La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...