lunes, 7 de marzo de 2011

Un país acorralado por las maquinarias

Eramis Cruz

Es apropiada una reflexión con motivo de la convención del Partido Revolucionario Dominicano de este año 2011 en la que los principales contendientes fueron los ingenieros Hipólito Mejía y Miguel Vargas Maldonado, quedó confirmado que la Republica Dominicana es un país políticamente
acorralado. Se trata de un partido mayoritario del país que complementa una trilogía de maquinarias poderosas que pretenden compartirse el poder aprovechando una coyuntura económica y política internacional de la fase capitalistas de este momento histórico. La manera como se manejan estos asuntos desde el interior de los partidos políticos puede resultar incompresible al agente externo.


Las tres principales organizaciones políticas o maquinarias de poder, Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), parecen tener como misión dos objetivos únicos, campaña electoral y conquista del poder. No bien pasan las elecciones y los partidos en la oposición, que no hacen oposición real,
resumen la campaña electoral interna y externa, lo mismo hace el partido que alcanza el poder ejecutivo del gobierno.


En otro orden de ideas, el Partido Reformista no reforma, el PLD no libera y el PRD no está hablando de revolución alguna, de manera que aunque el hábito no hace el monje, no está demás sugerir que se supriman esas palabras de sus siglas, porque si después de la dictadura tuvieron sentido ya no parecen definitoria ni de sus metas ni de sus plataformas.

Pero no se trata solamente de palabras y términos, se trata de campañas huecas, en las que no se dan discusiones sobre programas ejecutables ni de metodología ni de inversión de recursos para resolver los principales problemas del país. Por ejemplo, en la pasada campaña electoral de los Estados Unidos los temas principales fueron las actuales guerras en Irak y Afganistán, el programa de
Salud y la problemática inmigratoria. Durante esa campaña electoral desarrollada en los medios de comunicación, la gente tuvo la oportunidad de discutir y ver discusiones. Pero también esa campaña electoral sirvió para informar el pueblo de los Estados Unidos y para formarle sobre temáticas
relativas a los intereses y funciones gubernamentales.


En el caso dominicano, uno se pregunta cuál es el programa de gobierno de estos partidos. Desde el interior del PRD seguro que gritaran que para eso son las convenciones. No se puede ser convincente cuando la práctica es elemento ausente en una ecuación tan simple. Existe un problema dominicano que se llama Haití, existe un desafío dominicano que se llama delincuencia, tráfico de influencia y debilidad institucional, existe un problema gravísimo que se llama deuda externa e interna y existe un problema dominicano que se llama 4% para la educación. Estos sin mencionar el problema de salud y la seguridad social ni el alto precio de la canasta familiar. ¿Cuáles son los planes concretos y factibles de desarrollo económico para la generación de empleo y el aumento adquisitivo del salario de los trabajadores?

En el ámbito histórico dominicano, la política y el militarismo, siempre han sido medio de ascenso
para personas oportunistas por un lado, para otros que no contemplan otra manera para lograr una posición de respecto y prestigio en la sociedad y tratan de lograrlo cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Pero lo peor de todo es la cantidad de recursos económicos, humanos y materiales que se invierten una campaña electoral. Si estos recursos fueran parte o aporte de la gente a su organización política podrían ser concebido como una medio aleccionador y reflexivo con carácter de democracia participativa de la ciudadanía, pero no, se trata de inversiones de los candidatos ricos y del uso debido e indebido de los recursos del Estado.


Sin prestar atención al carácter narcisista de las campañas electorales con el despliegue de imágenes editadas para enfatizar en la llamada “buena presencia”, un requisito vigente para conseguir empleo con tinte discriminatoria en un país donde la mayoría es gente de color. Resultaría más positivo hacer enfoque en los asuntos que afectan directamente los sectores demográficos de la nación con grandes necesidades, aumentar la producción para el consumo interno y las exportaciones y sus mecanismos de control como medio para generar empleo.

El sistema presidencialista del estilo de gobierno dominicano es un cáncer terrible, mortal, porque primero no tiene asidero legal en la estructura constitucional del país, segundo es el ejercicio arbitrario del poder ejecutivo en la imagen del presidente sobre los demás poderes del Estado y sobre las instituciones imprescindibles para el funcionamiento del aparato estatal que supuestamente presta servicios y canaliza la distribución los recursos proveniente del patrimonio público.

Dependiendo de los desaciertos económicos de la pasada administración de Hipólito Mejía, especialmente el mayor escándalo bancario Baninter, este ingeniero agrónomo no hubiese tenido la menor posibilidad de ganar la convención perredista, sino fuera por el poder de la maquinaria que le promueve, el aval de sus recursos económicos y los compromisos contraídos con sus patrocinadores. 

Esta es la manera como se trabaja una candidatura en el día de hoy en tierra dominicana. Existen tres maquinarias políticas, cada una montada sobre alianzas con otras organizaciones de menor cuantía, que tienen el país acorralado y sujeto al patrón tradicional de campañas electorales que no
enfatizan en programas de gobierno ni en plataforma definitoria de principios.


Al contrario de todo esto, un proyecto político como “Alianza País” camina con gran esfuerzo haciendo un intento de concientización por un cambio efectivo protagonizado por los ciudadanos dispuestos a tomarse con seriedad un plan de trabajo común para sacar el país del atolladero en que se encuentra.

El “reformismo” quiso adoptar el “socialcristianismo” como un medio de subsistencia pero fracasó asfixiado por carecer del espacio que no le permitió su caudillo con la imposición de su dictadura ilustrada. La revolución del partido blanco no pasó de ser un sueño carente de la pasión que no le ofrecen los elementos que se conjugan en el contexto de una socialdemocracia que se presta al juego de los grandes intereses de los monopolios imperialistas. La “liberación dominicana” fue un gran anhelo del fundador del PLD, un proyecto político y social a la deriva que terminará por los mismos senderos abismales de la “Dictadura con Respaldo Popular” que el partido blanco nunca adoptó como suya. Los colores en este panorama parecen ser mucho más que metáforas pintadas de rojo, blanco y morado y reflejan el destino de un país acorralado.

La única manera de romper el círculo caudillista, el narcisismo, y el clientelismo dependerá del reclamo consciente de la gente que en el presente solo cuenta para que le cuenten los votos.

La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...