Por Guillermo Moreno
Apenas faltando unos días para que se cumpla el 50 aniversario del ajusticiamiento del tirano Trujillo somos testigos de un acto deprimente, propio de esa era tenebrosa de nuestra historia, en la que un Presidente, utilizando los recursos del Estado, humilla a las personas, obligándolas a firmar para que le muestren su lealtad, y propicia la sumisión de los poderes públicos a su voluntad continuista.
El león se ha hecho adicto al poder. El acto del pasado domingo 27 hizo evidente su propósito de reelegirse. El se declaró ser el único “garante” de las supuestas dos millones de firmas. Lo nuevo que se añade ahora es que la decisión de su reelección la tiene que adoptar el partido. Y todos sabemos cual será la decisión del partido. No se olvide que son funcionarios de su gobierno la mayoría de los miembros del Comité Político y del Comité Central; que el controla la casi totalidad de senadores, diputados y alcaldes.
El león esta acorralado. La constitución le prohíbe reelegirse y él no dispone en número suficiente de legisladores para reformar la Constitución. Al dejar en manos del partido la reelección lo que busca es que el Partido de la Liberación Dominicana avale lo que el león se dispone hacer para desbrozar el camino de su reelección.
El león perdió todo su atractivo. Primero fue un prolongado buuuuuuuuu al mencionar su nombre en el concierto de Silvio Rodríguez en Santiago. Luego las encuestas lo colocan entre los presidentes más impopulares de América Latina. Para la gente sus discursos carecen de credibilidad y son muy pocos los que se molestan en escucharlos. Su gobierno se perfila como uno de los más corruptos de nuestra historia republicana. El empresariado y voces desde las iglesias llaman su atención sobre cualquier aventura contra la institucionalidad. Intelectuales, artistas, periodistas le dirigen cartas contra la reelección. En esta situación, el León necesita que sea el partido quien reclame la reelección, ante lo cual, él, como simple soldado, procederá a ejecutar el mandato.
El león se prepara para dar su zarpazo constitucional y desbrozar el camino de la reelección. La vía es una decisión del Tribunal Constitucional que “legitime” la reelección. Por ello necesita del control absoluto en ese tribunal. Absoluto significa en este caso, un tribunal de leales, eliminando a su interior toda posibilidad de votos disidentes o razonados. Por eso todo el empeño en aprobar la ley orgánica del Consejo Nacional de la Magistratura, en la forma que se hizo, aún en violación del procedimiento constitucional, y luego la observación de la ley del Tribunal Constitucional para hacerlo un traje a la medida de los jueces escogidos para que den la sentencia que significará la ruptura del orden constitucional dominicano.
Ya conocemos el libreto de la próxima actuación del León. Todas las condiciones están dadas para que se produzca una rebelión en el circo. (27 de marzo de 2011).
lunes, 28 de marzo de 2011
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