viernes, 27 de enero de 2023

Una obra sin diseño

 Eramis Cruz


No quiero encasillarme en lo específico, por lo que daré un giro en el océano que nos permita navegar una semántica que nos ilustre sobre la manera de valorar las variantes que definen las incoherencias de una sociedad que avanza perdida en la miseria humana. La gente zanganea frustrada ante la manipulación del conocimiento y la tecnología que no está contribuyendo con la felicidad de las familias que trabajan en espera de ser recompensadas.  

¿Qué nos sucede cuando nos damos cuenta que olvidamos un detalle? Nuestra reacción dependerá de la obra terminada o en desarrollo. Hay detalles tan importantes que pueden demandar recomenzar lo que creíamos perfecto. No todas las obras son visibles al ojo humano, por eso no son distorsionadas por la miopía politiquera, y son capaces de perdurar por encima de los tiempos.

En la vida, en realidad, se han inventado pocas cosas. Los científicos y los genios de la antigüedad se han pasado el tiempo descubriendo objetos y procesos que existían y hasta funcionaban sin el reconocimiento del hombre. Pero no sólo los científicos ocupan su tiempo en intentos innovadores o métodos funcionales, sino que todos nosotros somos parte de un mundo desconocido que demanda ser redescubierto. Los niños utilizan sus juegos para su crecimiento físico y para desarrollarse intelectualmente. Luego que llegan a adultos, corren el riesgo de ser objeto del juego de otros que usan sofismas intelectuales para anquilosar moralmente a los demás.

Hablando descubrimientos, sucede que ni siquiera tales descubrimientos siempre son cuales, aún cuando se trate de todo un continente. Pues no ha existido mayor fraude que el descubrimiento de América en el año 1492. Fue tan colosal aquella mentira imperial que todavía Europa no termina de descubrir América. Cuando las premisas son distorsionadas el resultado termina siendo completamente inadecuado. Las crueldades de los europeos contra los nativos de la Atlántica, erróneamente llamada América, no se compadece con la existencia casi contemporánea de Leonardo da Vinci, nacido el 15 de abril de 1452, entre otras personalidades del pensamiento avanzado del siglo. 

La gente podría vivir más feliz mitigando el dolor por los errores si reconociera que equivocarse es inevitable aún siendo meticulosa.

Tomando lo antes dicho como introducción, arribemos a la familia desde el punto de vista arquitectónico. La familia es lo que más se parece a un árbol, que con todas sus ramas, sus frutos y hojas verdes y secas, nunca olvidará que proviene de otro árbol. El árbol cuida de sus ramas y debe buscar que sus semillas germinen cerca o lejos de el.

Lo del árbol es solo una metáfora que juega con la parábola. Se dice que la familia es el núcleo de la sociedad, es aquí donde se establece una estrecha relación entre la arquitectura y la fisiología para distinguir el fundamento de la morfología de una parte de la sociedad que no debe ser abandonada a su suerte. 

La familia tiene una composición, que a pesar de las definiciones jurídicas, en su modo funcional el papel del padre y la madre, lo mismo que la condición de ser hijos, son insustituibles.

Los factores o elementos para levantar una familia fuerte como un árbol robusto comienzan muchos años antes de que el amor germine, como una semilla transmisora de la ADN, entre dos seres con aspiraciones afines.

No importan las comodidades de los tiempos contemporáneos, una familia debe mantener los vínculos, a pesar del tiempo y la distancia, porque es a través de sus venas que llega a sus miembros la sustancia de las tradiciones, la cultura y la idiosincrasia con los reflejos del progreso y hasta las delimitaciones de la economía por herencia.

En mi libro “El Legado de la Convivencia”, enfoco a la familia interactuando en su ámbito comunitario o social, y necesariamente no me refiero a optimas relaciones interfamiliares, eso sería pecar de idealista. El objetivo es reconocer que tanto lo malo como lo bueno, enseña alguna lección para enderezar el camino, y que por una vía u otra, es imposible romper los lazos y los nexos familiares, sin importar en cual país se conviva.

Esta lógica solo funciona tomando en consideración algún tipo de principio o raíces que nos definen como conglomerado, en otras palabras, los casos excepcionales como la violencia doméstica, causada por la depresión o la salud mental, aparte de los desafueros de géneros o el machismo propiamente dicho. 




Eramis Cruz, es charlista, promotor social, y escritor dominicano que reside en los Estados Unidos desde 1978. Ha publicado ocho obras literarias y múltiples artículos en periódicos y revistas. Fungió como secretarios general del Instituto Duartiano de los Estados Unidos. Actualmente está retirado del servicio público, es administrador de la Editorial Pie de Amigo y se desempaña como secretario general de la Asociación de Dominicanos de New London, Inc., Connecticut. 

eramiscruz@gmail.com



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