viernes, 6 de enero de 2023

Mil años de mentiras históricas: la verdad escondida tras el origen de los Reyes Magos

Antes de que el bueno de Santa Claus aterrizara en la Península Ibérica, los más castizos Reyes Magos ya se habían pateado, camellos mediante, las casas de grandes y pequeños. La de Sus Majestades es una historia que hunde sus raíces en lo más profundo de la sociedad española. Ya durante la Guerra Civil era una tradición extendida y que pisoteó la República por su relación con la monarquía. Sin embargo, lo que pocos saben es que existen más oscuros que claros alrededor de este mito que nos encandila cada 5 de enero. Y es que, en la Biblia, donde Mateo dejó sobre blanco la partida de estos curiosos personajes para adorar al niño, no se especifica ni el número, ni el nombre ni los poderes de los protagonistas.


El mito

El origen de la leyenda de los Reyes Magos se halla en la Biblia. Su artífice fue, para ser más exactos, San Mateo. El apóstol fue el único de los autores del libro sagrado que dejó constancia de la existencia de estos personajes en las crónicas. En sus textos afirma que, después de que Jesús naciera en Belén, «vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle». No señalaba ni el número concreto de Sus Majestades, ni su raza. Esos fueron flecos que se cortaron muchos siglos después, a golpe de leyenda.

La cuestión les llevó hasta Herodes, monarca del país. Mateo determina que, al percatarse del anuncio, «el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo». La respuesta de todos fue unánime: en Belén, pues así lo decía la profecía. El líder tendió entonces una trampa a los magos: les envió a la ciudad y les pidió que averiguasen todo lo que pudiesen acerca del niño, pues él quería adorarle también. «Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño».


MANUEL P. VILLATORO

Según las fuentes clásicas, Herodes I el Grande falleció cuando rondaba los setenta años por una rara dolencia que hizo que «aparecieran gusanos» en su pene


Tras entrar en la casa en la que había nacido el pequeño, los monarcas se postraron, le adoraron y le entregaron los tesoros que portaban. «Le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra», añade el apóstol. Luego se marcharon, pero no cumplieron su promesa de avisar al rey tras ser advertidos en sueños por un poder superior de lo que este pretendía. «Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino», completa Mateo. Esta es la información que daría lugar a la llegada de Sus Majestades a todas nuestras casas en la noche del 5 de enero. Una tradición que ha ido evolucionando con el paso de los siglos debido, entre otras cosas, a las mil versiones existentes.


Dudas y más dudas

Poco más se escribió sobre los Reyes Magos en el libro santo. A partir de aquí nacen las dudas. ¿De dónde sale el número tres? El establecimiento de este mito se lo debemos al 'Liber Pontificalis', una recopilación fechada en el siglo IX de varias historias y leyendas relacionadas con la religión cristiana. La cifra, basada en las creencias populares, fue oportuna y nació debido al número de regalos citados por el apóstol. Todo ello, sumado a la relación que tenía el número con la Santísima Trinidad. Así lo afirma el investigador histórico Omar López Mato en su obra 'A su imagen y semejanza. La historia de Cristo a través del arte'.

El historiador José Javier Azanza López ofrece en su dossier '¡Ya vienen los Reyes! Historia, leyenda y arte en torno a los Magos de Oriente' una nueva visión del origen de la cifra. Según él, la cifra vendría del siglo III: «En cuanto a su número, si bien existen versiones que recogen entre dos y sesenta magos, en el siglo III el teólogo Orígenes indicó que los Reyes Magos eran tres, número que acabó por imponerse atendiendo a razones bíblicas, litúrgicas y simbólicas, y que fue confirmado por la Iglesia en el siglo V mediante una declaración del Papa León I el Magno en sus Sermones para la Epifanía».

Una controversia similar existe con el nombre de Sus Majestades. Estos se popularizaron el siglo IX también gracias al 'Liber pontificalis'. En dicha obra, se estableció que eran Melchor («Melchior»), Baltazar («Bithisarca») y Gaspar («Gathaspa»). No obstante, Azanza afirma que ya habían sido nombrados de esta forma antes: «Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar aparecieron por primera vez en el Evangelio Armenio de la Infancia del siglo IV; pero no serán aceptados definitivamente hasta su inclusión en el 'Liber Pontificalis', fechado a mediados del siglo IX».

Otra de las controversias que se han generado es si, en su momento, fueron considerados magos por parte de Mateo. Joao Scognamiglio , autor de 'Lo inédito sobre los evangelios', afirma en su obra que «el nombre magos no debe ser entendido con las connotaciones de nuestro tiempo, pues en aquella época significaba personas de cierto poderío y que se distinguían especialmente en los conocimientos científicos, sobre todo astronómicos». El historiador de la religión cristiana James Dixon Douglas es de la misma opinión. En su extensa obra 'Diccionario Bíblico del Mundo Hispano' sentencia que, en aquellos años, la palabra mago hacía referencia a una «casta religiosa entre los persas» con gran devoción por la astrología.


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La última controversia es cuándo fue alumbrada la idea de que eran monarcas. El culpable fue Quinto Septimo Tertuliano. Este autor romano, padre de la Iglesia allá por el siglo III, llegó a la conclusión de la nobleza de dichos personajes tras leer el Salmo 72, incluido en uno de los libros sagrados: «Que los reyes de Sabá y Arabia le traigan presentes, que le rindan homenaje todos los reyes». Como la magia no era bien considerada por la religión, este apelativo hizo que nuestros protagonistas fueran bien aceptados. El encargado de generalizar esta idea fue Santiago de la Vorágine en el siglo XIII a través de su obra, 'La leyenda dorada' . Concretamente, el autor dejó escrito que los magos «eran al mismo tiempo reyes y magos». Esta obra fue, además, la que ayudó a asentar el resto de mitos.


Fuente:https://www.abc.es/historia/anos-mentiras-historicas-verdad-escondida-tras-origen-20230105013818-nt_amp.html



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Anuncio de Coca-Cola con Papá Noel

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Israel Viana

MadridActualizado: 29/12/2021 08:48h

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El mito surgió hace casi un siglo y mucha gente todavía cree que es cierto: Coca-Cola creó la figura de Papá Noel. Fue la famosa marca de refrescos la que hizo que esta leyenda se difundiera por todo el mundo desde la década de 1960 mediante uno de sus exitosos anuncios. Hablamos del poder de la publicidad en su máxima expresión desplegado por la que es, posiblemente, la mayor multinacional del planeta. Así lo reflejaba Marina Ramos, profesora de la Universidad de Sevilla, tras documentar el origen de este icono de las Navidades en uno de los capítulos del libro ‘50 imágenes para la Historia de la Comunicación’ (Imago Mundi, 2017).


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