martes, 31 de enero de 2023

Reciprocidad humana en peligro de extinción

(A escuchar se aprende, escuchando se entiende) 

Eramis Cruz


Dicen que el silencio es enemigo de la televisión, eso tiene sentido. El silencio total no existe, sino la incapacidad de recepción, porque el movimiento nunca se detiene, si el mundo se detuviera el tiempo terminaría, sin movimiento el silencio sería infinito. Son más comunes las verdades relativas que las absolutas, por ejemplo, la importancia del silencio en la música. El silencio en el pentagrama se define como una nota sin ejecución.

Si usted es locutor, predicador, pregonero, político, vendedor, catedrático, padre de familia, o tiene habilidades evocativas, puede ser que conciba que el supuesto de la inevitabilidad del silencio le aplica más que a nadie.

Oír es natural, la molestia del ruido o la armonía de la música, o tal vez el zumbido de un mosquito en la oscuridad a pesar de los truenos. De otra manera y en otro entorno a escuchar se aprende. Cada ser humano es una fuente de información, por lo que sabe y por lo que ignora.

No escuchar tiene dos connotaciones: desaprobación del inconveniente o negar al escuchando el derecho a conocer nuestra reacción o repuesta, al menos que el expositor sea un intrigante barato. Tengamos el coraje para ejercer la autocrítica y dejemos de culpar a los demás por lo que pasa a nuestro derredor; una actitud que se traduce en una autoexclusión o renuncia al derecho de hacer presencia por esencia o por excelencia.

La indisposición para escuchar, no para oír, a los demás, como está de moda, es el paso número uno para el fracaso de cualquier proyecto. Si sus hijos van a la escuela o asisten a la universidad, usted tiene que escucharlos, no importa si sus narrativas les parezcan ajenas, detrás del telón siempre se oculta lo interesante. Esto no quiere decir que negamos el beneficio del sacrificio de la Cuarta Enmienda.

Esta sonando, cada vez con mayor frecuencia, que la gente no quiere leer. La lectura es una manera de escuchar a alguien que nos habló quizás desde hace tiempo. La actitud para despreciar la lectura significa el abandono de un medio de comunicación y asimilación que le ha costado a la humanidad miles de años. Un largo periodo de tiempo, desde los archivos de Atenas hasta las bibliotecas romanas. Una de las bibliotecas más impresionantes de la antigüedad fue la de Alexandria, Egipto, la cual fue quemada por accidente en el año 48 antes de Cristo, durante una guerra en tiempo de Julio Cesar.

Recientemente un amigo me informó de un señor que imparte un curso para convertir cualquier libro en un “best seller”. El catedrático dice que una condición para lograr ese objetivo es que el libro no pase de 40 a 60 páginas. La razón es que, según él, la gente no está leyendo. No comparto la reducción de libros, pero me llama la atención la negativa a leer de tantos distraídos por mecanismos mediáticos triviales. Aquí ayuda no confundir el medio ni el método con el fondo o contenido.

Los ruidos mediáticos para distraer las almas de su habilidad de escuchar se originan en la cúpula de la clase sociales para la dominación de las masas o de los entes despersonalizados.

La virtud de escuchar a los demás, es una manera de elevar su personalidad, además, escuchando se aprende. Nada menos atinado que asumir que el interlocutor no tiene asunto que aportar que nos pueda interesar.

El autor de Pedro Páramos, Juan Rulfo, saltó a la fama con la publicación de esta, su primera obra. Lo más importante de su técnica es como los personajes se escuchan, todos los detalles y descripciones son de interés muy particular. En la obra se puede escuchar por los canales de la imaginación el silbido del viento creando torbellino sobre la sequedad del terreno.

Mi padre gustaba citar la frase que sentencia: El que mucho habla, mucho yerra (vocablo en nulidad). Y aunque expresaba admiración por los grandes oradores como Fernando Arturo de Meriño, Joaquín Balaguer, y Fidel Castro, prefería tanto escuchar como ser escuchado.

Para escuchar no hay que permanecer en silencio, sino ofrecer la oportunidad a los demás para entenderlos mejor. Escuchar es un desafío para muchas personas dotadas de un buen léxico, mientras otros individuos suelen ser más introvertidos. Todos debemos tener dominio de ambas facetas para hacer posible el diálogo.

Las dictaduras imponen el silencio, mientras los sistemas liberales implementan la interactividad que es una característica de la democracia real y efectiva.



Eramis Cruz, es charlista, promotor social, y escritor dominicano que reside en los Estados Unidos desde 1978. Ha publicado ocho obras literarias y múltiples artículos en periódicos y revistas. Fue Secretario de relaciones Públicas y Secretario general del Instituto Duartiano de los Estados Unidos, Inc. Ha ejercido diferentes funciones institucionales y trabajó como asistente   de viviendas para la Ciudad de Nueva York. Actualmente está retirado del servicio público, es administrador de la Editora pie de Amigo y actualmente se desempaña como secretario general de la Asociación de Dominicanos de New London, Inc., Connecticut. 

eramiscruz@gmail.com



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La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...