Eramis Cruz
Cuando yo era un adolescente y mucho después, la imagen de Jesús ensangrentado me llenaba de tristeza, me hacía sentir miembro de una raza cruel para la que el infierno estaba al cruzar la esquina. Con el tiempo la misma imagen dejó de provocarme ese sentimiento de culpabilidad. Ese hombre blanco de ojos azules, dicen que existió hace más de dos mil años, que dijo que él era el enviado o el mesías. Según la leyenda, convenció a muchos de los de abajo, pero a nadie de los de arriba. Para aquel gobierno, a pesar de que lo buscaba desde que era un niño, no tenía entonces ninguna importancia, pero ahora era un problema para un grupo de judío sin credibilidad.
Estos conspiradores y mentirosos, habían hecho lo mismo contra todo aquel que viniera con ese cuento de que era el enviado, además, un hijo del mismo Dios. A Jesús no le creyeron, y los de abajo lo hicieron, del mismo modo que lo hace la gente de hoy, si le ofrece algo a cambio, como un “pequeño milagro”, que ayude con algo bueno o un “gran milagro” que libere del infierno. Tiempo después la salvación fue vendida carísima durante la Santa Inquisición.
Ni siquiera Poncio Pilato le creyó a aquella turba de fanáticos del judaísmo. Jesús era un hombre muy extraño, una persona que si vuelve ahora con ese cuento de que el se pasó 40 días sin comer y que fue tentado por el diablo tres veces, ¡Eso estuvo tremendo!, pues terminaría en el departamento de psiquiatría de cualquier hospital, digo si tiene un seguro médico al día bajo el amparo de Obamacare.
Está bien que el hombre hiciera milagros por ahí, que inclusive, resucitara muertos, como curan los pastores de hoy que hasta pueden hablar idiomas ancestrales delante de todo el mundo, la vaina es que nadie los entiendes sino sus cuentas bancarias. Para Roma lo que se pregonaba de Jesús era cuentos de barrios, si fue que alguien con poder se informó. Al hombre nadie lo conocía, nadie sabía quién era su maestro, algo muy importante entonces, tampoco nadie sabía o recordaba de quién era hijo.
Parece que se había olvidado la historia de un niño que nació en Belén, a quien unos extraños reyes, que no habían estado en guerra contra nadie, vinieron a adorarle siguiendo una estrella en el cielo; pero es que todo lo de Jesús era muy raro, hasta que nació por la vagina de una mujer y el himen permaneció intacto. Fue como una película de Hollywood, el hombre era un fantasma, después que lo mataron a la edad de 33 años, dijo el grupito de hombres que desgaritó después de su muerte, que lo vieron subir al cielo.
Un problema muy serio de Jesús es que no le gustaba escribir, no sabemos porqué, entonces todo respecto a él quedó como un hecho que pasó de boca a boca por mucho tiempo. Usted puede hacer la prueba, si a un grupo de 30 personas, usted pasa un mensaje a la primera, cuando el mensaje llegue al último, termina completamente distorsionado.
El hecho de que Jesús no escribió su proyecto obligó a su personaje a ser parte de la investigación a través de los tiempos, pero también de la especulación. Volviendo al principio, me llamó la atención la imagen de Jesús ensangrentado, con una corona de espina en su cabeza, publicada en Facebook por mi amigo Ronnie Cabrera, a propósito de la Semana Santa. Su mensaje es un llamado a la gente con motivo de la pandemia que afecta al mundo este año 2020, y que está matando a miles de personas rápidamente. Esta Semana Santa los Caballeros Templarios no fueron a Roma, están huyendo del Coronavirus ¡Hombres de poca fe!
Es normal que, frente a una tragedia de tal magnitud, la gente acuda a lo único que le queda, a Dios. Nadie mejor que este hombre llamado Jesús para que le ayude. Personalmente yo dudo que esto sucede, porque casi todos los milagros que hizo Jesús no fueron en beneficio de grandes grupos, a excepción de la multiplicación de los panes, no lo hizo a un pueblo entero, sino a individuo para demostrar su poder, porque parece que este asunto de la fe, es individual, o sea sálvese quien pueda antes que llegue el diluvio otra vez.
Después de esta reflexión pregunto: ¿dónde estaba este hombre, cuando la peste negra por la que murieron millones de personas, dónde estaba durante la primera y la segunda guerra mundial cuando murió tanta gente, dónde ha estado durante los desastres naturales, las hambrunas, dónde estaba mientras tantos fueron quemados por la Santa Inquisición, y dónde estaba cuando los indios de América fueron exterminados por los hombres europeos? Jesús dijo que volvería, pero no dijo cuando, otro groso error, igual que el hecho de no escribir, lo dejó todo bajo el control de los especuladores e interpretes de la profecía.
Esta manera de ver a Jesús, no es una falta de respeto al creyente, sino que es una visión completamente humana, sin embargo, eso es lo que somos, y es como humanos que tenemos que comportarnos y ver el mundo, porque no somos ángeles, inclusive, no sabemos verdaderamente si en verdad tenemos un alma capaz de vagar después de la muerte. No basta con que Santo Tomas de Aquino, con su pluma poderosa y protegido por Roma, escribiera toda una enciclopedia de principios y reglas a seguir, porque para él la Biblia no era suficiente para someter a los humildes al poder de la realeza.
Por tanto, a Jesús lo sacrifican cada año en nombre de Dios, como un mensaje para que el hombre oprimido se resigne a su suerte. Por eso, esa imagen de Jesús ensangrentado no es la de un liberador, más bien es la imagen de otra víctima, con su corona, tal cual el Coronavirus.
Las iglesias no cambian el mensaje, al contrario, para ellas el mundo ha sido el mismo, y si cambia será para lo peor, no para ser mejor, hasta que solo quede piedras sobre piedras. Son palabras escritas por hombre, tan humano como usted y como yo. Nuestro problema ha sido que nos crearon un Dios a nuestra imagen y semejanza y ahora no podemos crear otro distinto porque Dios ha de ser uno y para siempre. ¡Estamos cogío!