Crecer es un proceso que necesita de un
estado de conciencia, cada etapa de la vida se identifica por nuevos desafíos.
Nuestro mundo no es perfecto, aunque esa característica no niega que es
hermoso, del mismo modo su historia es un libro mal escrito donde la lógica se
debate entre la verdad y la mentira.
Arribamos
al Siglo 21 con la falsa percepción de que el éxito nos ha sido acreditado, la
gente no sueña sus ideales, sino que alucina sus desaciertos confundidos con
falsas imágenes. De repente despertamos en medio de un puente desequilibrado,
en un lado apoyado en la ligereza del pasado y en el otro el pesado efecto de
una pandemia que amenaza con el colapso total.
Hace
mucho tiempo que las voces críticas se dejan oír de noche y de día, llamando la
atención de todos, que el mundo que sostiene nuestros pies se tambalea por el
mal uso de los recursos, por el daño ecológico a causa de la explotación
mineral y petrolífera, por los desperdicios industriales y la expedición de
gases tóxicos a la atmósfera, la injusta distribución de la riqueza que excluye
a la mayoría de la humanidad del derecho a la digna sobre vivencia.
Estamos
justo a tiempo para levantar la frente con el propósito de mirar lejos, para
cambiar de actitud frente al abuso del poder. No más indiferencia, no más
ignorancia, no más voto ni defensa a gobiernos corrompidos. Solo así podremos
ser libres de las amenazas de las pandemias a la salud y de aquellas que llegan
paralelas para aniquilar a quienes son considerados por los poderosos como
estorbo político.
De
repente con un solo virus, llámese Influenza H1N1 o Coronavirus, un continente
se siente vulnerable, no hay una iglesia capaz de hacer un milagro, Ni un
gobierno con un plan efectivo para presentar una solución a una situación que
nos toma a todos desprevenidos. Entonces caemos en cuenta que en realidad somos
seres, no sólo controvertidos sino demasiado distraídos, de que ha sido
demasiado el tiempo perdido en Facebook o Instagram.
Una
vez más queda ilustrada la vulnerabilidad de los pueblos para hacer frente a
una pandemia como Coronavirus que por su naturaleza de inducida no es
previsible como los virus naturales en contraposición a los elaborados en
laboratorios. Las potencias mundiales invierten billones de dólares armándose una
contra la otra, a la vez que desarrollan programas en el espacio en busca de fortunas
que puedan explotar para hacer más ricos a los multimillonarios.
Nuestros
corrompidos gobiernos se pasan el tiempo ocupados en la próxima reelección de
su presidente, distorsionando la realidad mientras en muchos laboratorios se
desarrollan virus para la guerra biológica entre las potencias.
Luego
de los desastres de dos guerras mundiales deberíamos tener suficiente evidencia
de que la gente no puede ni debe confiar el planeta a los sin escrúpulos falsos
profetas. Hay que educarse más allá de los parámetros universitarios y crear
conciencia del papel que desempeñan políticos y funcionarios comprometidos con
la falsa democracia de un capitalismo descarnado, neoliberal y excluyente, de
lo contrario no cerrarán los laboratorios médicos y políticos para el terror de
impredecible pandemia.