Eramis Cruz
Hablar o escribir sobre la
amistad tiene sus riesgos, las personas nos pueden catalogar por lo que
interpretan en la ponencia, determinando si pueden ser amigos limitados en vez
de incondicionales, según los criterios emitidos. No es igual que hablar de religión,
que en nuestro medio implica menos sensibilidad.
Siempre que escucho un
referente a la amistad como tema de análisis, me recuerda a un joven del
Macorís del norte. Era un exponente mañanero a través de una popular emisora
del pueblo. Yo siempre lo escuchaba a las cinco de la mañana. Iba camino al
trabajo cuando me encontré con él, frenó su bicicleta y se bajó del sillín.
Después del apretón de mano, le dije: te felicito por tu ponencia, sobre todo,
muy buena documentación. Me agradeció el elogio, tomó aire y comentó: la amistad
es un tema pobre.
Lo entendí porque asumí
que se refería a la inconsistencia del tema, o sea, implica serias conjeturas,
por ejemplos: amigo es el ratón del queso y se lo come, en la confianza es que
está el peligro, dime con quién andas y te diré quién eres. A esto se agrega la
convicción de la gente sobre lo difícil que es dar con el sujeto.
Parece tomar vida la
creencia popular de que en el hospital y la cárcel se conocen los amigos. Sin
embargo, es de alto relieve el valor de un verdadero amigo, mucho más cuando se
considera como sacarse la lotería.
Tengo esa suerte, como
usted, amigo. Pero he llegado a la conclusión de que la amistad no es un tema
pobre, y aquel joven quiso decir más bien, que es un asunto político, en el
sentido de que es mejor considerar a todos “muy buenos amigos” y al buen amigo,
un verdadero hermano.
Es posible que pase mucho
tiempo, para conocer al mejor de tus amigos, pero no tanto para sufrir las
decepciones de los amigos menos afortunados, aquellos que son amigos según los
resultados de la suerte o la incertidumbre de los augurios. La amistad es una
maravilla, vale la pena compartir el tiempo y el espacio, siempre teniendo en
cuenta que todo lo que brilla no oro.
Decía mi supervisor, quien
se parecía mucho a buen amigo, que en asunto de relaciones humanas, debemos
aprender a determinar los parámetros, o sea, uno es quien decide el espacio
vital, entre uno y el otro. En este mismo concepto es bueno entender que la
amistad, como cualquier otra relación humana, amorosa o comercial, debe nacer y
crecer, paulatinamente.
El verdadero amigo, no nos
debe preocupar, nunca nos dará problemas, al contrario, restará las
dificultades, el problema son los amigos catalogados como tales, cuando en
verdad, son conocidos, compañeros de trabajo, hermanos de religión, miembro del
sindicato o partidos políticos, entre otras categorías.