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Eramis Cruz
Por diferentes razones, eventos, y especialmente
celebraciones, como las navidades y Viernes Santo, los críticos suelen
reflexionar sobre aspecto que tocan la conciencia del pensante. “No vale la
pena vender el Vaticano, me dijo un hermano, ¿para qué salir de la gallina de
los huevos de oro, a dónde irían los beneficios por la subastación de sus
millonarias reliquias?
O sea que se trata de los beneficios, de la
gallina de los huevos de oro, se trata de un concepto completamente
materialista, una posición de una iglesia que demanda de los cristianos, en
todo el mundo, compartir lo que tienen, de manera que se declara que la iglesia
no está en la capacidad de salir de sus bienes y dedicarlos a buenas causas,
los que si están en esa capacidad son los humildes, simplemente porque no
tienen nada del tesoro terrenal, específicamente en las áreas más miserables
del mundo.
Jesús, mediante la evangelización de sus apósteles
en ninguna parte mandó a acumular riquezas ni a fundar estado, con sistema
protocolar para interactuar con 180 estados o gobiernos, incluyendo a los
corruptos. No se trata de argumentos sino de principios.
El impacto de los cambios sociales de las iglesias
en el mundo, es mínimo, es más, mueren más periodistas en el cumplimiento de
sus deberes que sacerdotes. Pero la iglesia Católica no es la única que tiene magna
riqueza, las demás también, inclusive en países con grandes necesidades. Los
que no tienen riquezas son los que van a los templos, y no lo hacen porque
creen en sus ministros, lo hacen porque creen en Dios.
Pero no es la megalomanía lo que es cuestionable,
sino de qué manera la iglesia Católica se convirtió en el imperio que hoy
conocemos, las extensas tierras que le fueron asignadas por gobiernos, reyes y
emperadores, los escapularios y los perdones vendidos a cualquier influyente
para librarle del infierno o de la Santa Inquisición.
Recuérdese que el Vaticano es una monarquía
absoluta y, además, libre de impuestos. Lo curioso es que, que el Vaticano, al
que hay que agregar la Santa Cede, a pesar de que Dios lo protege, cuenta con
130 policías, en contraste con el recién electo presidente de México, Andrés
Manuel López Obrador, le están sacando en cara por no protegerse lo suficiente
con una amplia escolta, como lo hacían sus antecesores.
“En 1984, la Ciudad del Vaticano fue declarada
patrimonio cultural y natural por la Unesco, de modo que todo el Estado está
reconocido como "patrimonio moral, artístico y cultural, digno de ser
respetado y protegido como un tesoro para toda la humanidad".1
Tengo la impresión que los testigos de Jehová,
tienen más razón al creer que después de la muerte, lo que los católicos llaman
la Gloria, será aquí en la tierra y no en el Cielo.
La iglesia Católica cuenta con 1,285 millones de
miembros, un 17.7% de la población mundial, se supone que se trata de apósteles
diseminados por todo el mundo. El clero compone alrededor de 466,634 apósteles.
Si a estos sumamos los religiosos musulmanes, a los, hindúes y a los judíos, no
tenemos que ir lejos para quedar convencidos de que hay un problema, con la
práctica y la teoría con respecto al sostenimiento de la fe, desde el punto de
vista teológico.2
Es inconcebible que entidad tan sagrada mantenga
mentiras históricas tan garrafales, que están a la vista de todo aquel que lea o
sea suficientemente responsable ante sí mismo y ante sus semejantes expresando
la verdad. Claro que proponer que el Vaticano sea vendido o subastado, es una
utopía. En el orden religioso a la utopía se le llama milagro y lo cierto es
que son terminologías de semánticas afines; conceptos no permitidos por los
creyentes religiosos. Para el religioso las cosas no necesitan lógica ni
razonamiento, se cree por la fe y nada más poderoso para que todo sea posible
en un abrir y cerrar de ojos. ¿A caso estos planteamientos son nuevos? No los
son, pero mantienen vigencia y desafían el sentido de justicia, no de Dios sino
de las religiones.