Caracas, 13 Abr. AVN.- El 13 de abril de
2002 Venezuela vivió una experiencia que pocos pueblos pueden contar con
sus propias palabras. Dos días antes, un grupúsculo militar apoyado por
poderosos empresarios, miembros de las cúpulas partidistas y gremios de
trabajadores arrodillados a los intereses patronales, armó una
conspiración que le sirvió, solo por algunas horas, para asaltar
Miraflores tras secuestrar al presidente de la República Bolivariana de
Venezuela, Hugo Chávez.
Desde ese 11 de abril las cartas estaban echadas. Las cúpulas militares y demás jefaturas empresariales, mediáticas y gremiales habían tomado la decisión de aplicar el asalto al poder por la vía del golpe. Nuevamente, estos representantes de la cuarta república empuñaron las armas contra el pueblo, y sin meditarlo mucho lo asesinaron. Por su parte, los medios de comunicación privados limpiaban la escena del crimen y se encargaban de inculpar a todo lo que llevara la impronta del chavismo.
En pocas horas, su plan estaba concretado. Hasta la cúpula eclesiástica venezolana se prestó para acompañar el rapto del Presidente de la República, quien fue llevado hasta la isla de La Orchila, por órdenes del régimen dictatorial que minuto a minuto se apoderaba de los espacios de Miraflores y acababa con las instituciones, la Constitución y los Poderes Públicos del Estado.
La conspiración fue pública y notoria. Un periodista alardeaba en su programa matutino desde un canal privado diciendo: "tenemos nuevo presidente"; junto a él, los actores confesaban toda su actividad golpista durante esas horas, incluso, se enorgullecían de sus andanzas, y hasta ordenaban que se llevaran a cabo persecuciones y detenciones contra miembros del Ejecutivo, contra chavistas y se anunciaba, que el canal del Estado iba "fuera del aire".
Las primeras 48 horas fueron oscuras. Los medios apostaron por la desinformación y la censura. Sin embargo, los medios comunitarios y alternativos eran los únicos que informaban al pueblo lo que sucedía tras el asalto a Miraflores, mientras el pueblo, cansado de los programas para niños que transmitían todas las televisoras, comenzó a patear la calle, a hablar con el vecino, a buscar la verdad, y la consiguió.
Los líderes revolucionarios tomaron algunos puntos claves de la ciudad. El pueblo bajó de los cerros, se acercaron a las inmediaciones de Fuerte Tiuna y una multitud llegó hasta Miraflores a pedir el retorno del orden constitucional y de su presidente, Hugo Chávez.
La oligarquía en pleno había llenado todos los pasillos de Miraflores. Los protagonistas y ejecutores de la conspiración estaban presentes como si de una fiesta de alta sociedad se tratara. Dueños de medios de comunicación, dirigentes de la iglesia católica, representantes de los partidos políticos y, sobre todo, muchos empresarios se conglomeraban en la sede del Ejecutivo.
El autoproclamado "Presidente" Pedro Carmona Estanga, había disuelto todos los Poderes Públicos y de esa manera instauraba una peligrosa dictadura de ultraderecha que había suprimido las libertades y derechos del pueblo.
Militares valientes
Ya era 13 de abril, la representación más autóctona de la derecha venezolana celebraba a todas las luces el nacimiento de aquel régimen extremista. "Te queremos, Pedro", gritaban los presentes mientras se acababa con la República y se autojuramentaba el dictador más breve de la historia venezolana.
Al tiempo que todo este libertinaje se vivía en el Salón Ayacucho de Miraflores, con la ausencia del cuadro histórico del Libertador Simón Bolívar que se mantenía colgado en todas las alocuciones del presidente Chávez, pero que esta vez había sido quitado y tirado por los ocupantes temporales en una habitación, un grupo de militares patriotas y valientes, apegados al hilo democrático y a la Constitución Bolivariana, decidió acabar con aquella barbarie y cumplir la voluntad del pueblo, rescatar y hacer retornar al presidente Chávez.
Aquella heroica rebelión popular, consagrada entre civiles y militares, ahuyentó a los lobos, quienes despavoridos buscaban salir como diera lugar de la casa que el pueblo había encargado a su máximo líder revolucionario.
De aquella verbena que por horas hizo a la oligarquía lamer el regreso de la cuarta república, muchos lograron escapar y otros fueron apresados por efectivos militares de la Guardia de Honor Presidencial que siempre fueron leales a la mayoría chavista.
En pocas horas, entre la noche del 13 de abril y la madrugada del 14, la unión cívico-militar había alcanzado una victoria popular sin precedentes, el milagro se había hecho real, y el Comandante en Jefe, el Presidente de todos los venezolanos transitaba el camino del retorno, Chávez volvía a Miraflores, y con él, el histórico cuadro del Libertador al Salón Ayacucho.
Golpe barrido
"Hace ocho años hubo un acontecimiento que hasta donde sepamos no tenía precedente en la historia ni de América Latina, ni del Caribe, ni del mundo. Una especie de milagro ocurrió aquí. Un golpe fascista, con las naves de guerra del imperio yanqui ahí mismo (...) las cúpulas políticas, económicas, con todo su poder acumulado (...) un grupo de traidores que llevaron el uniforme glorioso de la Fuerza Armada Bolivariana coligados con la burguesía, con el imperio. Toda esa fuerza junta se lanzó implacable contra el pueblo venezolano, contra el Gobierno Bolivariano, y sin embargo, en menos de 72 horas el pueblo de Bolívar barrió aquel golpe fascista y al imperialismo yanqui y todas sus fuerzas concentradas en Venezuela".
Esas fueron las palabras expresadas por el presidente Chávez el 13 de abril de 2010 desde la avenida Bolívar en Caracas, cuando fueron juramentados 35.000 milicianos con motivo de la celebración del Día de la Milicia Bolivariana, del Pueblo Armado y de la Revolución de Abril.
Esa gesta histórica que rescató a Chávez y que sirvió para afianzar la Revolución Bolivariana, es motivo para que cada 13 de abril se celebre el aniversario del heroísmo cívico-militar que restituyó la República y abatió, en ese momento, las pretensiones de la derecha y del imperialismo de apoderarse de las riquezas venezolanas.
El 13 de abril fue declarado "Día de la Milicia Bolivariana" por Decreto Número 7.362, publicado en Gaceta Oficial 39.401.
Desde ese 11 de abril las cartas estaban echadas. Las cúpulas militares y demás jefaturas empresariales, mediáticas y gremiales habían tomado la decisión de aplicar el asalto al poder por la vía del golpe. Nuevamente, estos representantes de la cuarta república empuñaron las armas contra el pueblo, y sin meditarlo mucho lo asesinaron. Por su parte, los medios de comunicación privados limpiaban la escena del crimen y se encargaban de inculpar a todo lo que llevara la impronta del chavismo.
En pocas horas, su plan estaba concretado. Hasta la cúpula eclesiástica venezolana se prestó para acompañar el rapto del Presidente de la República, quien fue llevado hasta la isla de La Orchila, por órdenes del régimen dictatorial que minuto a minuto se apoderaba de los espacios de Miraflores y acababa con las instituciones, la Constitución y los Poderes Públicos del Estado.
La conspiración fue pública y notoria. Un periodista alardeaba en su programa matutino desde un canal privado diciendo: "tenemos nuevo presidente"; junto a él, los actores confesaban toda su actividad golpista durante esas horas, incluso, se enorgullecían de sus andanzas, y hasta ordenaban que se llevaran a cabo persecuciones y detenciones contra miembros del Ejecutivo, contra chavistas y se anunciaba, que el canal del Estado iba "fuera del aire".
Las primeras 48 horas fueron oscuras. Los medios apostaron por la desinformación y la censura. Sin embargo, los medios comunitarios y alternativos eran los únicos que informaban al pueblo lo que sucedía tras el asalto a Miraflores, mientras el pueblo, cansado de los programas para niños que transmitían todas las televisoras, comenzó a patear la calle, a hablar con el vecino, a buscar la verdad, y la consiguió.
Los líderes revolucionarios tomaron algunos puntos claves de la ciudad. El pueblo bajó de los cerros, se acercaron a las inmediaciones de Fuerte Tiuna y una multitud llegó hasta Miraflores a pedir el retorno del orden constitucional y de su presidente, Hugo Chávez.
La oligarquía en pleno había llenado todos los pasillos de Miraflores. Los protagonistas y ejecutores de la conspiración estaban presentes como si de una fiesta de alta sociedad se tratara. Dueños de medios de comunicación, dirigentes de la iglesia católica, representantes de los partidos políticos y, sobre todo, muchos empresarios se conglomeraban en la sede del Ejecutivo.
El autoproclamado "Presidente" Pedro Carmona Estanga, había disuelto todos los Poderes Públicos y de esa manera instauraba una peligrosa dictadura de ultraderecha que había suprimido las libertades y derechos del pueblo.
Militares valientes
Ya era 13 de abril, la representación más autóctona de la derecha venezolana celebraba a todas las luces el nacimiento de aquel régimen extremista. "Te queremos, Pedro", gritaban los presentes mientras se acababa con la República y se autojuramentaba el dictador más breve de la historia venezolana.
Al tiempo que todo este libertinaje se vivía en el Salón Ayacucho de Miraflores, con la ausencia del cuadro histórico del Libertador Simón Bolívar que se mantenía colgado en todas las alocuciones del presidente Chávez, pero que esta vez había sido quitado y tirado por los ocupantes temporales en una habitación, un grupo de militares patriotas y valientes, apegados al hilo democrático y a la Constitución Bolivariana, decidió acabar con aquella barbarie y cumplir la voluntad del pueblo, rescatar y hacer retornar al presidente Chávez.
Aquella heroica rebelión popular, consagrada entre civiles y militares, ahuyentó a los lobos, quienes despavoridos buscaban salir como diera lugar de la casa que el pueblo había encargado a su máximo líder revolucionario.
De aquella verbena que por horas hizo a la oligarquía lamer el regreso de la cuarta república, muchos lograron escapar y otros fueron apresados por efectivos militares de la Guardia de Honor Presidencial que siempre fueron leales a la mayoría chavista.
En pocas horas, entre la noche del 13 de abril y la madrugada del 14, la unión cívico-militar había alcanzado una victoria popular sin precedentes, el milagro se había hecho real, y el Comandante en Jefe, el Presidente de todos los venezolanos transitaba el camino del retorno, Chávez volvía a Miraflores, y con él, el histórico cuadro del Libertador al Salón Ayacucho.
Golpe barrido
"Hace ocho años hubo un acontecimiento que hasta donde sepamos no tenía precedente en la historia ni de América Latina, ni del Caribe, ni del mundo. Una especie de milagro ocurrió aquí. Un golpe fascista, con las naves de guerra del imperio yanqui ahí mismo (...) las cúpulas políticas, económicas, con todo su poder acumulado (...) un grupo de traidores que llevaron el uniforme glorioso de la Fuerza Armada Bolivariana coligados con la burguesía, con el imperio. Toda esa fuerza junta se lanzó implacable contra el pueblo venezolano, contra el Gobierno Bolivariano, y sin embargo, en menos de 72 horas el pueblo de Bolívar barrió aquel golpe fascista y al imperialismo yanqui y todas sus fuerzas concentradas en Venezuela".
Esas fueron las palabras expresadas por el presidente Chávez el 13 de abril de 2010 desde la avenida Bolívar en Caracas, cuando fueron juramentados 35.000 milicianos con motivo de la celebración del Día de la Milicia Bolivariana, del Pueblo Armado y de la Revolución de Abril.
Esa gesta histórica que rescató a Chávez y que sirvió para afianzar la Revolución Bolivariana, es motivo para que cada 13 de abril se celebre el aniversario del heroísmo cívico-militar que restituyó la República y abatió, en ese momento, las pretensiones de la derecha y del imperialismo de apoderarse de las riquezas venezolanas.
El 13 de abril fue declarado "Día de la Milicia Bolivariana" por Decreto Número 7.362, publicado en Gaceta Oficial 39.401.