Eramis Cruz
Yo no estoy seguro cual sería el resultado si nos dispusiéramos a
escoger 10 dominicanos de las calles de la capital a una hora determinada con
la finalidad de que explicaran que es la Democracia Representativa. Tal vez sería
demasiado pedirles que hicieran una comparación con otras ideologías o sistema de
gobierno.
La manera cómo se comporta la mayoría de dominicanos en las campañas
electorales, la indiferencia con respecto al comportamiento de los políticos a
quienes eligen para que les representen, no solo en el Congreso y el Senado,
sino durante el tiempo que permanecen en sus gestiones, indica que es imperativo
un cambio con relación a la responsabilidad democrática del ciudadano. Lo mismo
aplica con respecto al presidente y al vicepresidente e inclusive al mismo
partido que postula a esto candidatos.
Si realmente fuéramos ciudadanos responsables en el ejercicio del
derecho político, lo primero en lo que debiéramos estar interesados es en el
programa de gobierno. No solo en su contenido sino en los recursos disponibles
o planificados para la ejecución de dicho programa, independiente de cual
partido, y muy particularmente cuales representantes.
Al hablar de programa de gobierno de los partidos políticos, no nos
referimos a hojas de papel conteniendo letras muertas engavetadas, sino de un
programa activo y realista desarrollado en el
marco de un trabajo participativo de los miembros de la organización.
marco de un trabajo participativo de los miembros de la organización.
El programa de gobierno debería estar definido en términos generales y desglosado
en términos específicos según las regiones y las áreas de aplicación, por
ejemplo educación, saludad, empleo, seguridad ciudadana, producción o aumento
del empleo, y aspectos tan importante como la infraestructura, agua potable,
alcantarillado, y el sector eléctrico.
Sobre todo, antes de aprobarse el programa do gobierno debería ser
sometido al consenso de los miembros del partido e inclusive a segmento de la población,
con la finalidad de ser depurado de irrealidades y verborreas y terminar con
correctivos a problemas reales de los pueblos, para satisfacer necesidades que
afectan la vida de la mayoría de las familias, especialmente la relativa al
nivel de vida, y la necesidad de brindar oportunidades justas de participación en
la sociedad.
Aunque parezca una utopía, sería una manera de educar a la población y
darle participación en el quehacer político, no solamente previo a unas
elecciones, sino posteriormente haciéndoles partícipes en la evaluación de las
ejecutorias de la administración gubernamental. En este contexto la democracia no sería
solamente representativa sino participativa.
Estos conceptos sobre el programa del partido, son extensivos a la oposición
que no debe limitarse a un rol pasivo, sino que sus candidatos electos
contribuyan con los objetivos de su organización y de sus representados en la
medida en que trabajan en obediencia al programa bajo el cual fueron electos.
Los partidos políticos que reciben recursos del Estado, o sea de los
impuestos que paga la ciudadanía, deberían darle en buen uso. Una manera es
desarrollando actividades serias durante las campañas políticas. La educación política
de ciudadanía debería ser una de las grandes responsabilidades de los partidos políticos.
Los fundos asignados no deberían gastarse solamente en el renglón publicitario,
sino ser justificado por actividades participativas de sus miembros.
Es tiempo de que la gente se dé a respetar frente a políticos demagogos
e irresponsables que no creen en el pueblo sino en cómo escalan a las
posiciones públicas o en busca de prebendas personales.
Una sociedad podrá ser subdesarrollada, pero no necesariamente esta es
una condición que pueda impedir tener cierto tipo de organización en pro de una
perspectiva hacia logros reales en las soluciones de los problemas más serios
que aquejan el país.
En el caso muy particular de la Republica Dominicana, los partidos políticos
vienen siguiendo un patrón de campaña electoral permanente, en la que el
candidato de este año, se auto elige para el próximo, inclusive el presidente
saliente es candidato autoproclamado para las próximas elecciones, un mensaje
claro a la ciudadanía de que su voto no cuenta para su elección, sino el dinero
substraído del arca del Estado. Así el candidato ladrón, y el ex presidente ladrón,
luego del privilegio de la impunidad, se ríe con una actitud triunfalista muy
propia de países donde la ciudadanía no se toma la política en serio.
Hablamos del sistema de Democracia
Representativa, porque esto es lo que supuestamente se conoce en el país, pero
que no se aplica ni de forma ni de fondo. Solamente con un cambio de actitud
del ciudadano, y con aptitudes demostrativas de que se avanza por un camino
para mejorar las condiciones en que nos encontramos, será posible salir del
atolladero en que nos encontramos. Cuando los pueblos deciden cambiar el curso
de su destino, no hay fuerza capaz de detenerle. Aún predomina en la mentalidad
del liderazgo dominicano vestigio de caudillismo por lo que no reconocen la importancia
de trabajar con el pueblo. La acción educa, en la acción se aprende, cuando se
ejecuta la acción se crea la experiencia, la acción es el camino para que el
pueblo pase de observador a participante.