Aunque a los jóvenes del presente les parezca imposible, cuando nosotros, ahora padres y abuelos, éramos niños en nuestro país, para muchas familias las navidades no eran tan comerciales, pero si se importaba del extranjero frutas y semillas que todavía siguen siendo símbolos de las navidades, especialmente, las uvas y las manzanas. No podemos negar que hay muchas razones por las que estas son tan preferidas al gusto y al deleite de la humanidad.
Fue una manzana la que Adam se comió y a pesar de que le costó caro porque en el jardín del Edén le estaba prohibido echarle un mordisco, de todas podía comer pero no de ese árbol, creo que todavía no se arrepiente. Es preferible vivir condenado a trabajar para vivir pero tener el privilegio de comer manzana. Creo que es mayor deleite si luego de la comida acompañada de un trozo de manzana también se puede disfrutar de una copa de vino proveniente de la uva.
De manera que como las navidades son unas fiestas de origen religioso o bíblico, es natural que la uva y la manzana tengan un significado especial para las navidades. Las navidades están o debería ser relacionada con el amor. Sabemos que la gente asocia la manzana por su morfología con el corazón, y es en este órgano que mucha gente dice sentir los sentimientos, cuando son sinceros, porque cuando son realistas se llevan más en el cerebro que es mejor computador.
La mayoría de los niños de entonces, y para muchos aun en el presente, no veía uvas ni manzanas durante todo el año, y si las veía era en los comerciales de la época, por ser importadas eran muy caras para gente que prácticamente sobrevivía con lo elemental. No recuerdo que alguna vez distribuyeran manzanas ni uvas para los niños ni siquiera en tiempo de navidad.
Recuerdo que en la familia se partía en trozos una manzana. Nuestra madre era una artista usando una simetría perfecta para cortar todos los gajos iguales, tan iguales que nadie se detenía a medir milímetros, a pesar que en ese tiempo todos en la familia teníamos una visión veinte veinte, excepto la abuela Julia y la otra llamada Maruca que las queríamos más por ser vieja, no sabíamos qué era de nosotros ni cómo apareció en la familia.
Con la llegada de la Navidad estábamos tan excitados, a pesar de la miseria de entonces, y no puedo negar que eran hermosos esos arbolitos improvisados, con luces de colores y regados de algodón para emular la nieve que no conocíamos sino por referencia de cuentos europeos.
Creo que el olor de las manzanas y las uvas, para nosotros no es real, ni si quiera las mismas manzanas y las uvas que vemos ahora, aquellas eran enigmáticas, tenían sabor a música de navidad, a esos asaltos de entonces a las familias del barrio, no como los asaltos que se hacen ahora en Santo Domingo y México. Cuando se asaltaba una familia lo único que uno le quitaba era una taza de té caliente y algunas veces se terminaba en la enramada del patio improvisando músicos e instrumentos mientras la doña y el señor feliz preparaban una abundante sopa que se servía caliente. Había otro modo de referirse a esas comidas milagrosas, porque siempre alcanzaba para todos, un “asopado”, un “chambre”, o “sopion”.
Todo cambia cuando se pierde la inocencia. Pero los adultos insisten en mantener las tradiciones porque creen transmitir con ellas algo de más valor que trozos de una manzana o una uva desprendida del racimo con la delicadeza con que todos merecemos ser tratado en las familias y en los empleos, no sólo en navidad sino siempre por el resto de nuestras vidas. Ese debe ser el mensaje.
La gente se queja de que el mensaje no llega, que están tirando las joyas a la pocilga, con tanto valor y los puercos las ignoran, pero no podemos culparlos. Somos nosotros mismos los que creamos esa situación caótica en la sociedad, comenzamos mintiendo y después queremos obligarlos a que nos crean, cosa que solo se logra re-educando que es mucho más difícil y más caro, porque cuando el hábito o la costumbre hace ley la adopción es inminente.
Las mismas religiones no se creen capaces de salvar el mundo, entonces de que se quejan, son un proyecto fracasado desde su origen. No creen en la democracia, no creen que se pueda salvar a la mayoría, ni siquiera con la ayuda de Dios que dicen es muy poderoso. Entonces sin proponérselo, la mayoría termina con más analogía con el diablo, lo cual parece tener sentido.
Como se puede decir que se busca a la oveja perdida, no señor, si es casi todo el rebaño el que no aparece ni viene a la casa del de padre.
Las historias y las leyendas de la navidad son fascinantes, y por muchos siglos se vienen celebrando, las iglesias y los ministros gubernamentales están y han estado felices de su resultado. Que la gente salga de compra, eso ayuda a activar la economía, no importa si la policía mata a los asaltantes, esas son ovejas perdidas que igual que los puercos ignoran el valor del mensaje que se le ofrece como si vivieran en pocilgas asquerosas y pestilentes.
Esos malditos asaltantes, secuestradores y tramposos, fueron bautizados cuando tenían menos de un año de edad, firmaron por su fe a través de unos padrinos que se prestaron a ese proyecto que sustenta ideología pro capitalista. Aproveche el tiempo y lea Isaías 10, ahí está lo que nunca he oído predicar desde un púlpito navideño.
En otra parte se dice algo diferente, “El hijo del hombre no tiene donde descasar su cabeza”, pero no así el hijo del diablo, sea católico, evangélico, testigo de Jehová o simplemente gnóstico. Es por eso que los hijos de Adam siguen comiéndose las manzanas con gran deleite, estas abundan ahora pero siguen siendo prohibidas para muchos por razones tan diversas como perversas.
Cada cual puede creer en lo que le venga en gana, ese no es mi problema, simplemente quiero que sea reconocido cómo y por qué se tronchan los sueños navideños de los niños, no sólo de los que de adultos dan asaltos sino también de los que luego son universitarios indiferentes a los desafíos de la historia. Si uno no abre el ojo, lo embroman. Se discrimina también en la viña del señor, las mujeres no pueden ser papa pero los papas han tenido muchas mujeres.
Feliz navidad y prospero año nuevo; “un año que viene otro que se va”. Uvas y manzanas para todos.
Autor: Eramis Cruz