lunes, 16 de agosto de 2010

Efecto dominó en Washington Heights



Por José Carvajal
El autor es periodista

Es posible que, con el encarcelamiento federal del ex concejal Miguel Martínez a principios de este año y la reciente renuncia de Moisés Pérez como director ejecutivo de Alianza Dominicana, se haya iniciado un efecto dominó en Washington Heights.

Moisés fue obligado a renunciar al cargo que desempeñó por más de 20 años, al parecer como parte de un acuerdo negociado entre él y los peritos que todavía olisquean documentos relacionados con el caso Martínez. Y si las labores de los investigadores se profundizan, los tentáculos del temido pulpo de la ley pueden llegar incluso a proyectos universitarios favorecidos por las gestiones del ex concejal y otros políticos.

Pero la debacle puede ser aún peor, y eso lo saben algunos dirigentes de organizaciones no gubernamentales que forman parte de lo que yo llamo “anillos de compromiso” en Washington Heights. Imagino a unos cuantos trabajando día y noche para poner todo en claro, porque el gusanillo indagatorio puede ser tan dañino que el alto Manhattan podría verse de la noche a la mañana sin los rótulos de sus principales organizaciones de servicios comunitarios.

El efecto dominó fue una teoría de la política exterior estadounidense en relación con la expansión del comunismo en Indochina. El término alcanzó notoriedad después que el presidente Dwight D. Eisenhower se refirió al mismo en 1954 durante una conferencia de prensa. En imágenes concretas, se trata de una hilera de fichas del famoso juego dominó colocadas de modo tal que al derribo de la primera, las demás caen por el efecto de las piezas que las anteceden.

En el caso particular de Washington Heights, el ex concejal Miguel Martínez podría considerarse la pieza clave de una indagatoria que busca demostrar falta de ética y posible manipulación de fondos públicos y privados al interior de las organizaciones comunitarias sin fines de lucro, y que en ciertos casos han sido convertidas en trincheras de la ambición de poder y control étnicos que exhiben sus dirigentes.

No dudo de la buena fe de los directivos de las ONG del alto Manhattan en relación con los servicios que prestan a una población aparentemente necesitada, pero sí de las razones que a veces los impulsan a ejecutar planes maquiavélicos contra personas y grupos que no son de su agrado.

El caso de Alianza Dominicana no deja de ser un escándalo mayúsculo por ser la organización más poderosa en manos de los dominicanos en todo Estados Unidos. Es una “flotilla” sin precedentes en materia de servicios sociales, con más de una veintena de programas en puntos estratégicos de la geografía comunitaria en el alto Manhattan. Puede que ahora sea un buque a la deriva, pero hay que salvarla de la tormenta y evitar el naufragio.

Fuente: http://www.diariodigital.com.do/?module=displaystory&story_id=55816&format=html

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