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Por
José Gómez Cerda |
Rebanadas
de Realidad
- Santo Domingo, 07/08/06
Los
horarios de los niños trabajadores
Una
de las consecuencias más trágicas del Liberalismo y el Capitalismo ha sido su
incapacidad para mantener la familia obrera unificada.
Diariamente
millones de niños tienen que salir a trabajar en condiciones infrahumanas. El
sistema se aprovecha de ésta situación. Aquellos niños que debieran estar educándose
en las escuelas, preparándose para el futuro, deben necesariamente que trabajar
para ayudar a mantenerse y ayudar sus hogares.
¿Cómo
era el horario de los niños?
- En
1819 se prohibió, en Inglaterra, el trabajo de los niños menores de 9 años de
edad, en la industria textil.
- En
1833, en Inglaterra, se prohibió el trabajo de niños menores de 9 años. Los niños
entre 9 y 13 años trabajaran con un horario de 8 horas de trabajo, los de 13 y
18 años un
horario de 12 horas de trabajo.
- En
1836, en Alemania se prohíbe el trabajo en las fábricas a los niños menores de
9 años de edad, y los que estaban entre 9 y 16 años debían trabajar 10 horas al
día, no podían hacer trabajo nocturno.
- En
1841, en Francia, se prohibió el trabajo de los niños menores de 8 años en la
manufactura, fábricas y talleres con motores mecánicos o de fuerza continua, y
en toda fábrica que agrupara más de 200 obreros en un solo taller.
- En
1842, en Inglaterra se prohibió el trabajo en las minas para las mujeres y los
niños menores de 10 años.
- En
1844 en Inglaterra se prohibió el trabajo nocturno a las mujeres y a los jóvenes
obreros menores de 18 años, también se estableció un horario para las mujeres
de 12 horas al día: un horario para los niños menores de 13 años, con 7 horas
diarias de trabajo, y un ley contra los accidentes de trabajo de las mujeres trabajadoras.
- En 1847, en
Inglaterra se estableció un horario de 10 horas de trabajo para los niños de 13
a 18 años y para las mujeres trabajadoras.
- En
1853 , en Alemania se prohibió , por una legislación laboral, el trabajo de los
niños menores de 12 años, en las fábricas; de 12 a 14 años tenían horario limitado
a 6 horas al día, con obligación de estudiar 3 horas diarias en las escuelas.
- En 1875, en
Inglaterra habían 118.000 niños menores de 13 años que trabajaban en la industria
textil.
- En
1891 en Alemania se prohibió el trabajo productivo a los niños menores de 13 años.
Testamentos
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Veamos
algunos testamentos de esta situación en el siglo XIX, en países ricos, que demuestra
lo inhumano del sistema capitalista y del liberalismo económico.
- a)
Los niños deshollinadores de chimeneas
- b)
Informe del Comité Sadler, Inglaterra 1831
- c)
Situación de los niños trabajadores en Francia (Informe del Dr. Villarmé, 1840)
- d) Los niños
trabajadores de Sicilia
- e)
Adolfo Moned
- f)
Congreso de beneficiensa
- g)
Poema de Víctor Hugo
Los
niños deshollinadores de chimeneas |
La
mayoría de las chimeneas primitivas eran pequeñas, median menos de un pié cuadrado
por dentro. Algunas firmas ofrecían “niños pequeños, para deshollinar chimeneas
pequeñas”, para esto utilizaban niños de 3 y 4 años de edad, entre ellos muchos
eran robados.
A
veces los niñitos eran introducidos cuando las chimeneas todavía estaban calientes,
muchos sufrían quemaduras mortíferas, otros se perdían dentro de las cañerías
y morían asfixiados.
La
pérdida de la vida y la tuberculosis eran las consecuencias más corrientes de
los “niños deshollinadores”, muchos tenían quemaduras, llagas, infecciones, la
falta de cuidados médicos y sanitarios agravaba más la situación.
Informe
del Comité Sadler, Inglaterra 1831 |
En
el año 1831, en Inglaterra se rindió el Informe del Comité Sadler, sobre el trabajo
de los niños en Inglaterra, que en una de sus partes dice, al referirse a esa
condición:
El
trabajo de los niños en las Hilanderías de Algodón:
“Esos
niños entran en la fabrica a las 5 o 6 de la mañana y no la abandonan sino entre
las 7 ó 8 de la noche, encerrados durante catorce horas en los talleres, en medio
de una atmósfera sofocante de 75 a 80 grados Fahrenheit. Sin reposo, salvo a las
horas de la comida: a lo sumo una media hora para el desayuno, por la mañana y
una hora para el desayuno.
Para
los niños, las horas de reposo no son regulares: 3 o 4 días por semana, significan
solamente un cambio de tarea en lugar de vigilar una máquina en marcha, cuando
está en “ descanso”, entonces el niño debe limpiar una maquina detenida o recoger
derechos de algodón, obligado, mientras trabaja, a comer bocados en medio del
polvo.
No hay
asientos; sentarse es contrario al reglamento. Desde 15 horas por día, la jornada
de los niños se prolonga más todavía durante los periodos de actividad industrial.
En ciertas fábricas,
los niños trabajan regularmente, desde las 3 y media de la mañana hasta las 9
y media de la noche, en verano; además, dos veces por semana tienen que trabajar
toda la noche.
Los
industriales más humanos se contentan con hacerlos trabajar sólo...16 horas. No
se logra de los niños un esfuerzo tan prolongado más que por el terror.
Cualquiera
que sea su cansancio, los niños deben llegar por la mañana a la hora precisa,
de lo contrario son cruelmente castigados.
...Un
niño que volvía a su casa a las 11 de la noche, debió levantarse a las 2 de la
madrugada, por tener el castigo que le esperaba si llegaba tarde al trabajo, y
cansado como estaba se arrastró hasta la puerta de la fabrica.
En
ciertos establecimientos, raramente pasa una hora sin oírse los gritos que los
golpes arrancan a los niños. A veces los mismos padres pegan a sus hijos para
evitar los castigos más brutales, en las fábricas se les golpea con una pesada
barra de hierro (el billyroller); suele ocurrir también que un niño rendido por
el sueño se resbale bajo la maquina y quede mutilado para toda la vida.
Por
la noche, la fatiga se vuelve insoportable que los niños preguntan con frecuencia
que hora es, ansiosa de saber cuanto tiempo va a durar su suplicio.
Un
día un niño preguntó a su padre:
“Papá,
que hora es?. El padre le respondió, las siete de la tarde, y el niño respondió:
Todavía dos horas antes de la nueve?...No podré llegar hasta esa hora.
Con
el corazón oprimido los padres tienen que llevar a sus hijos a las fábricas, no
pueden hacer otra cosa. Si no hacen trabajar a sus hijos se mueren de hambre.
Sólo tienen derecho al socorro público, “ley de los pobres”, los padres que ponen
sus hijos a trabajar en las fábricas.”
Informe
del Dr. Villarmé |
Según
el Informe de Villarmé, sobre la situación de los niños, en Lyon, Francia, en
1840:
“Niños
muy pequeños son ocupados en el torno destinado a los carretes mecánicos de las
máquinas de tejer: allí constantemente encorvados, sin movimientos, sin posibilidad
de respirar aire puro y libre, contraen irritaciones que se convierten en afecciones
de tumores”.
“Sus
débiles miembros se deforman, y su espina dorsal se desvía. Esos niños se agotan
y desde sus primeros años, son los que sueles ser siempre débiles y enfermizos,
otros niños son ocupados en hacer girar ruedas que ponen en movimiento largos
mecanismos para devanar; la nutrición de los brazos se hacer a expensa de sus
piernas y estos pequeños desdichados tienen a menudo los miembros inferiores deformados”
“Niños que permanecen
16 y 17 horas trabajando de pie, en una habitación cerrada, sin cambiar de sitio
o de actitud.
No
es un trabajo a destajo, es una tortura: se les aplica este trabajo a niños de
6 a 8 años, mal alimentados, mal vestidos, obligados a recorrer desde las 5 de
la mañana, la larga distancia que les separa de los talleres, a la cual se agrega,
por la noche, el regreso desde los mismos talleres. La consecuencia de ellos es
una mortalidad excesivamente elevada”.
“Es
preciso ver a esta muchedumbre de niños flacos, desencajados, cubiertos de harapos,
que con lluvia y barro van descalzos, llevando en la mano ( y cuando llueve ,
debajo de su ropa, que por el aceite que ha caído de los telares se ha vuelto
impermeable), el pedazo de pan que ha de alimentarles hasta su regreso”.
Los
niños trabajadores de Sicilia |
“Imaginen
que ustedes caminan sobre los cráteres de esos volcanes apagados, en forma de
anfiteatro, que se extienden alrededor de la ciudad de Calanissetta, en el centro
mismo de Sicilia.
Montículos
de piedras amarillentas, hileras de losas de azufre, hornos humeantes aparecen
a sus miradas; y por allí cerca, disimulado, bajo una pequeña construcción de
piedra, un agujero hecho en el suelo.
Acérquese
y fíjense ustedes con sus ojos de esta sorprendente abertura y descubrirán ustedes
a la luz del día que penetra por la boca de la mina, en las entrañas de la tierra,
una larga escalera semidestruida, formada por peldaños dispuestos alternativamente
a uno y a otro lado, y que se pierde en el fondo tenebroso de la mina a 300 metros,
e incluso más profundidad, en algunos casos no hay escaleras algunas, sino un
declive del que no se ve el fin.
Los
niños obreros se emplean para descender ese declive o esa escalera y para subirla
catorce veces al día, cargados con peso agotador.
Un
capataz compra los niños a familias más pobres, o mejor dicho, los toma como prendas
de préstamo ( empeñados) por 50 o 100 francos que da a las familias, estipulando
que tiene derecho a servirse de los niños mientras su familia no puede devolver
la suma prestada, lo cual muy pocas veces puede hacerlo.
Las
pobres criaturas, trabajando bajo el látigo del amo, llegan sin aliento, jadeantes,
doblados bajo el enorme peso, sollozando de desesperación llegan a la superficie,
y cuando han descargado su saco, se echan al suelo, agotados, para recomenzar
tras algunos instantes, su terrible faena.
El
saco se va grabando, por así decirlo, en la espalda de la víctima. Poco a poco
las costillas de la criatura se hunde, el pecho se contrae, aparece una joroba
por delante o por detrás, los miembros se agarrotan y el rostro adquiere ese aire
enfermizo y caquéctico que equivale a una sentencia de muerte.
Imposible
de ver estos desdichados sin sentirse embargado de piedad, vergüenza y espanto.
Sus horribles fisonomías se fijan en la memoria como un remordimiento, y el deber
se renueva cada vez que se habla de ello o se piensa en ellos.
No
se puede imaginar un espectáculo más triste y más bárbaro que este sacrificio
premeditado contra la más tierna infancia, sacrificio sin parangón en las costumbres
de la humanidad más primitiva.”
Adolfo
Moned |
“Veamos
todos los días como los jefes de taller abusan de la necesidad del pobre para
obligarle a un trabajo excesivo que arruina a la vez el espíritu, el alma y el
cuerpo.
Vemos
a verdaderos chiquillos trabajar en fábricas desde las seis de la mañana hasta
las diez de la noche, con apenas tiempo para comer y dormir...”
Poema
de Víctor Hugo
A
dónde van todos estos chiquillos |
de
los cuales ni uno solo ríe, |
y
esos dulces seres pensativos, enflaquecidos por la fiebre, |
esas
niñas de ocho años que vemos andar sola?
...Van
a trabajar quince horas en las fábricas |
van
a hacer eternamente, desde el alba hasta la noche, |
en
la misma prisión, el mismo movimiento.
Jamás
pueden detenerse, jamás podrán jugar. |
Y
que palidez! La ceniza está en sus mejillas: |
Apenas
apunta el día ya están fatigados...
Maldito
sea el trabajo odiado por las madres! |
OH
Dios! Maldito sea, en nombre del mismo trabajo. |
En
nombre del mismo trabajo, santo, fecundo, generoso |
que
hace libre al pueblo y feliz al hombre.
Congreso
de beneficiensa |
“Nosotros
hemos introducido medios de distracción para los niños trabajadores.
Les
enseñamos a cantar durante el trabajo y a cantar igualmente trabajando: estos
les distrae y le permite aceptar con valor esas DOCE HORAS DE TRABAJO que son
necesarias para procurarse los medios de subsistencia.”
El
industrial belga, Sr. Scrive, en el Congreso de Beneficiensa 1857, Bruselas, Bélgica.
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Extracto
del Libro: CRONOLOGIA DEL SINDICALISMO INTERNACIONAL (1801-2001), de José Gómez
Cerda. |