Eramis Cruz
Hace tiempo aprendí de mi padre, un masónico de los Rosacruces, que uno no debe decir sus defectos, la gente se encargará de descubrirlos. Es relevante reconocer y mucho más importante no olvidar, que como personas vivimos sujetos a condiciones que parecen carecer de importancia. La
gente se ha constituido un problema para si misma en la medida que se desliga de sus más intrínsecos vínculos con la sociedad, en orden específico y en orden general con la naturaleza. Las sociedades determinadas por la tecnología se pueden constituir en una especie de sistema automatizado en el que el individuo pierde el sentimiento por los demás y la sensibilidad respecto a los problemas individuales.
gente se ha constituido un problema para si misma en la medida que se desliga de sus más intrínsecos vínculos con la sociedad, en orden específico y en orden general con la naturaleza. Las sociedades determinadas por la tecnología se pueden constituir en una especie de sistema automatizado en el que el individuo pierde el sentimiento por los demás y la sensibilidad respecto a los problemas individuales.
En los últimos años se puso de moda la lecturas positivas, esa que llaman de crecimiento personal, la cual nos ha llevado a un extremo en el que solo importa el egocentrismo. He ahí la tendencia favorita hacia el individualismo, en la que acción común parece una reliquia de los tiempos de los dinosaurios.
Lo que sucedió fue lo que hace tiempo los poderosos creían, me refiero a los mismos que se hicieron la Primera y la Segunda Guerra Mundial, quienes llegaron a la conclusión de que saldría más barato y menos perjudicial dejar caer migajas de la mesa y permitir que la gente con alguna habilidad viviera mejor. Los demás no tendrían importancia.
Aprendieron de los pensadores más avanzados que si la gente no tiene ingreso tampoco cuenta con maneras para consumir. Fue necesario replantearse toda la sociedad, liberar la tecnología, permitir que todo el mundo usara las redes de Internet, las páginas sociales. Reducir al mínimo el papel del Estado, mantener el poder de las grandes potencias, monopolizar el sector empresarial, privatizar las empresas públicas y negociar acuerdos de intercambios comerciales entre los países, desarrollados o no. Sus primeras víctimas fueron las organizaciones sindicales, viéndose forzado a comprar sus líderes y a cerrar las puertas a aquellos que no se vendieron.
Al final, sin que la gente se de cuenta, los individuos son tan parecidos, que dejan de ser ellos, son un todos. Por eso muchos hablaron de las posibilidades de clonar personas, de ahí ha nacido el predominio de un patrón de belleza que se impone a través de la cirugías plásticas. De manera que no es solo verse más joven, o verse mejor, sino también verse igual, acabar con la individualidad. ¿Y por qué no comenzar con la cara? Como leí en un articulo sobre este tema, en el que se documenta que tenemos unos cincuenta músculos en la cara de los cuales unos pocos son usados para funciones más comunes pero que más de cuarenta son usados para los gestos que nos definen como persona, como individuo. Con una cirugía plástica estos estos desaparecen, de modo que todo el mundo es más igual al colectivo.
También me hizo pensar al respecto un documental sobre las colonias de las hormigas. Estas colonias pueden estar formadas hasta por 100,000 hormigas. Si uno las observa tienen movimientos muy bien coordinados, además es prácticamente imposible distinguirlas como individuo. A pesar de la gran velocidad con la que se trasladan, la capacidad energética para mover objetos 50 veces más pesado que su cuerpo, y los códigos químicos que utilizan para usar un protocolo complicado. Para ellas los más importante es el colectivo. De manera que la aniquilación de cien o mil hormigas no tiene importancia alguna, siguen trabajando como si nada hubiese ocurrido.
A la larga ese sistema funciona muy bien par la supervivencia de las hormigas, lo cual esta patentizado por lo exitosa que han sido al sobrevivir miles de años.
Pero los humanos no somos hormigas, ni podemos sobrevivir como ellas. Aunque despierte cierta curiosidad que se pretenda concebir que los humanos podamos constituirnos en colonias avanzadas, con una alta tecnología en las que la mayoría es como las hormigas o sea destinada para trabajar con el fin de acomodar la reina. Sucede que en las especies de las hormigas, que son unas 3,500 hay tres tipos de individuos, las reinas que son las que tienen hijos, las obrera que no paren y solo trabajan, y los machos que mueren al aparearse.
Aunque los humanos somos seres también sociales, para nosotros el individuo esta protegido por el colectivo, y es libre dentro de un sistema de deberes y derechos. Por eso la importancia de que cada persona conozca por medio de la educación como funciona o debe funcionar la sociedad. Que una cosa es la ley y otra cosa es como es aplicada por las instancias de poder.
Este articulo, como pasa con otros trabajos, muchas personas no lo leerán. Uno sabe que hoy más que nunca nuestro entorno esta suturado de gente que cree que son hormigas obreras, que deben trabajar sin necesidad de pensar, mientras otra alucina creyendo que puede vivir como una reina aún sea dependiente de la asistencia pública o contando con el voto de los indiferentes. En conclusión esta composición social parece ser una garantía para esa oligarquía parasitoide que vive de los individuos sin instinto de ser libre, una condición que casi siempre se regenera en su contraria en los hormigueros de los pueblos.