domingo, 27 de enero de 2013

Lo que la película "Lincoln" no dice lo que sí dijo Lincoln

Vicenç Navarro

Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Policy Studies and Public Policy. The Johns Hopkins University
La película Lincoln, producida y dirigida por uno de los directores más conocidos de EEUU, Steven Spielberg, ha reavivado un gran interés por la figura del presidente Lincoln, uno de los presidentes que, como el presidente Franklin D. Roosevelt, ha intervenido siempre en el ideario estadounidense con gran recuerdo popular. Se destaca tal figura política como la garante de la unidad de EEUU, tras derrotar a los confederados que aspiraban a la secesión de los Estados del Sur de aquel Estado federal. Es también una figura que resalta en la historia de EEUU por haber abolido la esclavitud, y haber dado la libertad y la ciudadanía a los descendientes de las poblaciones inmigrantes de origen africano, es decir, a la población negra, que en EEUU se conoce como la población afroamericana.
Lincoln fue también uno de los fundadores del Partido Republicano que en sus orígenes fue directamente opuesto al Partido Republicano actual, que está hoy altamente influenciado por un movimiento –el Tea Party- chauvinista, racista y sumamente reaccionario detrás del cual hay intereses económicos y financieros que quieren eliminar la influencia del gobierno federal en las vidas económicas, sociales y políticas del país. El Partido Republicano fundado por el presidente Lincoln era, por el contrario, un partido federalista, que consideró al gobierno federal como garante de los Derechos Humanos. Y entre ellos, la emancipación de los esclavos, tema central de la película Lincoln, fue al que Lincoln dio mayor hincapié. Terminar con la esclavitud significaba que el esclavo pasaba a ser trabajador, dueño de su propio trabajo.
Ahora bien, Lincoln, incluso antes de ser presidente, consideró otras conquistas sociales como parte también de los Derechos Humanos, y entre ellas, el derecho del mundo del trabajo a controlar, no sólo su trabajo, sino también el producto de su trabajo. El derecho de emancipación de los esclavos transformaba al esclavo en una persona libre asalariada, unida –según él- en lazos fraternales con los otros miembros de la clase trabajadora, independientemente del color de su piel. Sus demandas de que el esclavo dejara de serlo y de que el trabajador –tanto blanco como negro- fuera el dueño, no sólo de su trabajo, sino también del producto de su trabajo, eran igualmente revolucionarias. La emancipación de la esclavitud requería que la persona fuera la dueña de su trabajo. La emancipación de la clase trabajadora significaba que la clase trabajadora fuera la dueña del producto de su trabajo. Y Lincoln demandó los dos tipos de emancipación. El segundo tipo de emancipación, sin embargo, ni siquiera se cita en la película Lincoln. En realidad, la ignora. Y utilizo la expresión “ignora” en lugar de “oculta”, porque es del todo posible que los autores de la película o del libro sobre el que se basa ni siquiera conozcan la historia real de Lincoln. La Guerra Fría en el mundo cultural e incluso académico de EEUU (que continúa existiendo) y el enorme dominio de lo que en allí se llama la Corporate Class (la clase de los propietarios y gestores del gran capital) sobre la vida, no sólo económica, sino también cívica y cultural, explica que la historia formal de EEUU que se enseña en las escuelas y en las universidades sea muy sesgada, purificada de cualquier contaminación ideológica procedente del movimiento obrero, sea socialismo, comunismo o anarquismo. La gran mayoría de estudiantes estadounidenses, incluso de las universidades más prestigiosas y conocidas, no saben que la fiesta del 1º de Mayo, celebrada mundialmente como el Día Internacional del Trabajo, es una fiesta en homenaje a los sindicalistas estadounidenses que murieron en defensa de trabajar ocho horas al día (en lugar de doce), victoria que inició tal reivindicación exitosa en la mayoría de países del mundo. En EEUU, tal día, el 1º de Mayo, además de no ser festivo, es el día de la Ley y el Orden -Law and Order Day- (ver el libro People’s History of the U.S., de Howard Zinn). La historia real de EEUU es muy distinta a la historia formal promovida por las estructuras de poder estadounidenses.
Las ignoradas y/o ocultadas simpatías de Lincoln
Lincoln, ya cuando era miembro de la Cámara Legislativa de su Estado de Illinois, simpatizó claramente con las demandas socialistas del movimiento obrero, no sólo de EEUU, sino también mundial. En realidad, Lincoln, tal como indiqué al principio del artículo, consideraba como un Derecho Humano, el derecho del mundo del trabajo a controlar el producto de su trabajo, postura claramente revolucionaria en aquel periodo (y que continúa siéndolo hoy), y que ni la película ni la cultura dominante en EEUU recuerda o conoce, convenientemente olvidada en los aparatos ideológicos del establishment estadounidense controlados por la Corporate Class. En realidad, Lincoln consideró que la esclavitud era el dominio máximo del capital sobre el mundo del trabajo y su oposición a las estructuras de poder de los Estados sureños se debía precisamente a que percibía estas estructuras como sustentadoras de un régimen económico basado en la explotación absoluta del mundo del trabajo. De ahí que viera la abolición de la esclavitud como la liberación no sólo de la población negra sino de todo el mundo del trabajo, beneficiando también a la clase trabajadora blanca, cuyo racismo él veía que iba en contra de sus propios intereses. Lincoln también indicó que “el mundo del trabajo antecede al capital. El capital es el fruto del trabajo, y no hubiera existido sin el mundo del trabajo, que lo creó. El mundo del trabajo es superior al mundo del capital y merece la mayor consideración (…) En la situación actual el capital tiene todo el poder y hay que revertir este desequilibrio”. Lectores de los escritos de Karl Marx, contemporáneo de Abraham Lincoln, recordarán que algunas de estas frases eran muy semejantes a las utilizadas por tal analista del capitalismo en su análisis de la relación capital/trabajo bajo tal sistema económico.
Le sorprenderá a gran número de lectores saber que los escritos de Karl Marx influenciaron a Abraham Lincoln, tal como documenta en gran detalle John Nichols en su excelente artículo “Reading Karl Marx with Abraham Lincoln Utopian socialists, German communists and other republicans” publicado en Political Affairs (27/11/12), y del cual extraigo las citas así como la mayoría de datos publicados en este artículo. Los escritos de Karl Marx eran conocidos entre los grupos de intelectuales que estaban profundamente insatisfechos con la situación política y económica de EEUU, como era el caso de Lincoln. Karl Marx escribía regularmente en The New York Tribune, el rotativo intelectual más influente en Estados Unidos en aquel periodo. Su director Horace Greeley se consideraba un socialista y un gran admirador de Karl Marx, al cual invitó a ser columnista de tal diario. En las columnas de su diario incluyó gran número de activistas alemanes que habían huido de las persecuciones ocurridas en la Alemania de aquel tiempo, una Alemania altamente agitada, con un naciente movimiento obrero que cuestionaba el orden económico existente. Algunos de estos inmigrantes alemanes (conocidos en el EEUU de aquel momento como los “Republicanos Rojos”) lucharon más tarde con las tropas federales en la Guerra Civil, dirigidos por el presidente Lincoln.
Greeley y Lincoln eran amigos. En realidad Greeley y su diario apoyaron desde el principio la carrera política de Lincoln, siendo Greeley el que le aconsejó a que se presentara a la presidencia del país. Y toda la evidencia apunta que Lincoln era un ferviente lector del The New York Tribune. En su campaña electoral para la presidencia de EEUU invitó a varios “republicanos rojos” a integrarse en su equipo. En realidad, ya antes, como congresista, representante de la ciudadanía de Springfield en el Estado de Illinois, apoyó frecuentemente los movimientos revolucionarios que estaban ocurriendo en Europa, y muy en especial en Hungría, firmando documentos en apoyo de tales movimientos.
Lincoln, gran amigo del mundo del trabajo estadounidense e internacional.
Su conocimiento de las tradiciones revolucionarias existentes en aquel periodo no era casual sino que era fruto de sus simpatías con el movimiento obrero internacional y sus instituciones. Animó a los trabajadores de EEUU a organizar y establecer sindicatos y continuó haciéndolo cuando fue presidente. Y varios sindicatos le nombraron miembro honorario. En su respuesta a los sindicatos de Nueva York subrayó “vosotros habéis entendido mejor que nadie que la lucha para terminar con la esclavitud es la lucha para liberar al mundo del trabajo, es decir, a liberar a todos los trabajadores. La liberación de los esclavos en el Sur es parte de la misma lucha por la liberación de los trabajadores en el Norte”. Y durante la campaña electoral, el presidente Lincoln promovió la postura en contra de la esclavitud indicando explícitamente que la liberación de los esclavos les permitiría a los trabajadores exigir los salarios que les permitirían vivir decentemente y con dignidad, ayudando con ello a aumentar los salarios de todos los trabajadores, tanto negros como blancos.
Marx, y también Engels, escribieron con entusiasmo sobre la campaña electoral de Lincoln, en un momento en que ambos estaban preparando la Primera Internacional del Movimiento Obrero. En un momento de las sesiones, Marx y Engels propusieron a la Internacional que enviara una carta al presidente Lincoln felicitándolo por su actitud y postura. En su carta, la Primera Internacional felicitaba al pueblo de EEUU y a su presidente por, al terminar con la esclavitud, haber favorecido la liberación de toda la clase trabajadora, no solo estadounidense, sino también la mundial.
El presidente Lincoln respondió, agradeciendo la nota y respondiendo que valoraba el apoyo de los trabajadores del mundo a sus políticas, en un tono cordial, que, por cierto, creó gran alarma entre los establishments económicos, financieros y políticos a ambos lados del Atlántico. Estaba claro, a nivel internacional que, como señaló más tarde el dirigente socialista estadounidense Eugene Victor Debs, en su propia campaña electoral, “Lincoln había sido un revolucionario y que por paradójico que pudiera parecer, el Partido Republicando había tenido en su orígenes una tonalidad roja”.
La revolución democrática que Lincoln inició y que nunca se desarrolló.
Ni que decir tiene que ninguno de estos datos aparece en la película Lincoln, ni son ampliamente conocidos en EEUU. Pero, como bien señalan John Nichols y Robin Blackburn (otro autor que ha escrito extensamente sobre Lincoln y Marx), para entender Lincoln hay que entender el periodo y el contexto en los que él vivió. Lincoln no era un marxista (término sobreutilizado en la literatura historiográfica y que el propio Marx denunció) y no era su intento eliminar el capitalismo, sino corregir el enorme desequilibrio existente en él, entre el capital y el trabajo. Pero, no hay duda de que fue altamente influenciado por Marx y otros pensadores socialistas, con los cuales compartió sus deseos inmediatos, claramente simpatizando con ellos, llevando su postura a altos niveles de radicalismo en su compromiso democrático. Es una tergiversación histórica ignorar tales hechos, como hace la película Lincoln.
No hay duda de que Lincoln fue una personalidad compleja con muchos claroscuros. Pero las simpatías están escritas y bien definidas en sus discursos. Es más, los intensos debates que ocurrían en las izquierdas europeas se reproducían también en los círculos progresistas de EEUU. En realidad, la mayor influencia sobre Lincoln fue la de los socialistas utópicos alemanes, muchos de los cuales se refugiaron en Illinois huyendo de la represión europea.
El comunalismo que caracterizó a tales socialistas influenció la concepción democrática de Lincoln, interpretando democracia como la gobernanza de las instituciones políticas por parte del pueblo, en el cual las clases populares eran la mayoría. Su famoso dicho (que se ha convertido en el espléndido eslogan democrático más conocido en el mundo –Democracy for the people, of the people and by the people- claramente señala la imposibilidad de tener una democracia del pueblo y para el pueblo sin que sea realizada y llevada a cabo por el mismo pueblo. De ahí que viera la liberación de los esclavos y del mundo del trabajo como elementos esenciales de tal democratización. Su concepto de igualdad llevaba inevitablemente un conflicto con el dominio de tales instituciones políticas por el capital. Y la realidad existente hoy en EEUU y que detallo en mi artículo “Lo que no se ha dicho en los medios sobre las elecciones en EEUU” (Público, 13.11.12)es una prueba de ello. Hoy la Corporate Class controla las instituciones políticas de aquel país.
Últimas observaciones y un ruego
Repito que ninguna de estas realidades aparece en la película. Spielberg no es, después de todo, Pontecorvo, y el clima intelectual estadounidense todavía está estancado en la Guerra Fría que le empobrece intelectualmente. “Socialismo” continúa siendo una palabra mal vista en los círculos del establishment cultural de aquel país. Y en la tierra de Lincoln, aquel proyecto democrático que él soñó nunca se realizó debido a la enorme influencia del poder del capital sobre las instituciones democráticas, influencia que ha disminuido enormemente la expresión democrática en aquel país. Y la paradoja hiriente de la historia es que el Partido Republicano se haya convertido en el instrumento político más agresivo hoy existente al servicio del capital.

Por cierto, agradecería que todas las personas que encuentren este artículo interesante lo distribuyan ampliamente, incluyendo en su distribución a los críticos de cine, que en su promoción de la película, seguro que no dirán nada del otro Lincoln desconocido en su propio país (y en muchos otros, incluyendo España). A uno de los fundadores del movimiento revolucionario democrático ni siquiera se le reconoce como tal. Su emancipación de los esclavos es una gran victoria que hay que celebrar. Pero Lincoln fue incluso más allá. Y de esto ni se habla. Fuente: Público

domingo, 13 de enero de 2013

El cantante del árbol

Eramis Cruz

Yo lo escuchaba todos los días, no siempre a la misma hora, a veces me preguntaba si en verdad cantaba, o emitía códigos de comunicación. Los humanos nos equivocamos con gran facilidad, esto es tan patético que gran parte de nuestro tiempo nos lo pasamos corrigiendo errores o tratando de preverlos. Pero uno sabe bien que cantar no es lo mismo que hablar ni recitar un rosario de palabras coordinadas.
Sin embargo esa era la impresión que daba, uno podía sentirlo que estaba cantando. No siempre se le canta a alguien y no necesariamente la misma canción. Para cantar no hay que tener la capacidad vocal de los llamados artistas de la vocalización, no hay canción más bella que la que uno se canta a sí mismo, mientras se da un baño, o mientras hace alguna actividad laboral. A veces una canta sin darse cuenta sin poner en dudas para los demás que está feliz. ¡Hay que cantarle a la vida!, a cualquier hora o en cualquier lugar, en silencio o en voz alta. Hay gente a la que nunca he oído cantar, y esto siempre me ha parecido raro, y me pregunto si cantaban cuando era bebe, para mí es como vivir algo reprimido a sí mismo, es solo una percepción errónea.
En las grandes ciudades el bullicio es un problema perturbarte que afecta la tranquilidad espiritual, el ruido de los automóviles, el tren que pasa cada intervalo de tiempo, las maquinarias de construcción, la algarabía de la gente, y las sirenas de los vehículos de emergencia. A estos se agregan aquellos ruidos menos constantes que obedecen a fechas determinadas relacionadas a celebraciones de fin de años, desfiles en las avenidas, inauguración de negocios, altoparlantes en tiempo de campañas políticas, fiestas de cumpleaños de de vecinos, actividades religiosas y hasta los huegos digitales y películas en alta definición que demandan de múltiples altoparlantes.
A pesar de que nadie preferiría vivir en el silencio absoluto, no es menos cierto, que el silencio es necesario para todo ser humano. Todos sentimos ese deseo de estar solo consigo mismo de vez en cuando, pero esto no es posible cuando uno se pasa los días irrumpido por las hondas del sonido procedente de un invasor. Muchas veces se nos hace difícil estar en la soledad y el silencio espiritual, inclusive dentro del hogar, donde tal vez el único lugar aparentemente privado es el baño, al menos que llegue alguien con urgencia de usarlo.
El costo económico de las viviendas en las ciudades más desarrolladas, donde a la mayoría de la gente le gusta vivir, no permite a las familias rentar un espacio más adecuado, que le permita contar con un lugar donde se pueda pasar tiempo en soledad, en tranquilidad, tal vez para leer una hora, o simplemente oír la música que se prefiera mientras se escribe algo en pedazo de papel. Especialmente en ciudades como Nueva York durante el invierno donde el frío no permite visitar los parques y los espacios abiertos.
Es cierto que existen los famosos retiros, las vacaciones y tal vez un pasadía en lugares aislados, pero ahora nos ocupa un tema sobre la vida cotidiana, nadie quiere esperar un año para relajarse en un lugar especial donde el costo altera la balance de la tarjeta de crédito de manera que cuando lo piensas te altera la presión arterial.
Cuando él venía, casi siempre en la mañana, aunque a veces también venía por la tarde, bueno tal vez de veces en cuando era ella y no él, se posaba entre unas de las verdes ramas de los arboles del lugar y comenzaba su melodía. A veces era como un artista especial, el único invitado al acto, solo él era escuchado en aquel entorno. Uno se da cuenta cuando algunas aves cantan que lo que están haciendo es comunicándose con otras, especialmente cuando oye que les responden desde un lugar remoto. Pero el ruiseñor es diferente, este le da la impresión a uno de que en verdad canta.
Su nombre científico es Luscinia Megarhynchos y dicen los expertos en aves como esta, que se conocen como ornitólogos, que los ruiseñores cantan por más de una razón, tienen canto de alarma, lo tienen para marcar su territorio y también para mantener su carácter gregario. También coinciden en señalar que el ruiseñor canta con notas claras y muy energéticas durante el día y también a ciertas horas de la noche. Estoy de acuerdo con ellos al decir que los ruiseñores son más escuchados que vistos, además los arboles de gran altura no son sus preferidos, como yo creía.
Reconocen con admiración los ornitólogos que una de la maravilla de la naturales es un pajarito llamado Sinsonte, que canta su propia melodía y es capaz de imitar a las demás que se oyen en su hábitat. Es impresionante que pueda emitir alrededor de 3,000 sonidos distintos.
Pero el ruiseñor tiene nombre propio para nosotros, y fue placentero oír su cantar en la soledad del campo, donde no era un extraño y solía vivir en la quietud de la extensa vegetación. Tal vez por eso Ángel Villoldo lo incluye en una de sus composiciones: Canta el ruiseñor sus penas ¡Ay, si!... ¡Ay, no! canta el ruiseñor sus penas con melancólica voz. Ámame mucho que así amo yo.

sábado, 5 de enero de 2013

La Fortuna Ignorada

La Fortuna Ignorada es la más reciente publicación del escritor dominicano Eramis Cruz, contiene una colección de cuentos fascinantes. Son sus personajes quienes en su transcurrir por su tiempo y su espacio caen en la cuenta que en sus afanes por ser afortunados, es más lo que tienen que lo que les falta. En esta obra, con un lenguaje simple, se plantea el dilema que refiere la esencialidad de poseer una fortuna capaz de proporcionar lo necesario para una vida feliz.
Disponible para ordenar en http://www.amazon.com/La-Fortuna-Ignorada-Spanish-Edition/dp/1481838768/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1357386426&sr=8-1&keywords=Eramis+cruz. Otros libros: ( www.amazon.com ) Eramis Cruz


viernes, 4 de enero de 2013

La amistad por excelencia

Eramis Cruz

Ernesto era mi mejor amigo, éramos entonces adolescentes, muchas veces pensé que tal vez era el único, por lo menos, en el más alto sentido de la palabra. Definitivamente hay una clase de amigo muy especial, y puedo asegurarle que no siempre se encuentra una amistad tan distinguida en cualquier esquina. Otra de mi suerte fue contar con un amigo, algo mayor que yo entonces, llamado Eliseo Candelario, conocido como Panyé. Con nadie me he tratado con tanta sutileza, siempre estuvimos de acuerdo con cuantas cosas se cruzaban en nuestras muy frecuentes conversaciones.

La amistad no tiene género, no exige espacio, ni tampoco necesita de una afiliación sanguínea. La amistad nace por afinidades o circunstancias muy particulares. En la amistad divergen y convergen las más intricadas e impredecibles finalidades. Hay tantas maneras de confundir una relación cualquiera con una amistad cabal, que es imprescindible ser cuidadoso con cualquier relación motivada por lo que conviene a una de las partes.
Creo que este tipo de amistad se crea comúnmente en el tiempo de la juventud, pero no es extraño que se inicie en cualquier edad. Lo primero que hay que hacer para cultivar y mantener una amistad tan especial, es no obedecer a una condición predeterminada. La amistad no se condiciona, no se determina, no exige, los amigos no tienen obligaciones ni deberes uno para con el otro. Para este tipo de amigo las cosas siempre cuadran perfectamente. Son amigos que no se celan, no se envidian, ellos solo saben ser amigos, sin preceptos, filosofía, lugar o tiempo.

No existe una amistad duradera basada en un interés particular, ya que el día que ese interés desaparece también desparece la razón de una amistad que se creía una por excelencia. 

Hace unos años tuve el privilegio de conocer a José Losada, un nuevo y buen amigo, una amistad por excelencia. Digo que era un buen amigo porque en mi interior así lo sentía. El quería que yo leyera sus libros, que eran muchos. Yo le tomé algunos prestados y luego de leerlos se los devolví. Este hombre había sido una persona muy próspera, gustoso de la política, amante de la cultura, selecto con la música y apasionado del deporte. Una de sus pasiones era el cine, tenía predilección por el cine latino.

Un tiempo después de conocernos, ya no quería prestarme sus libros, quería que me quedara con ellos. Como siempre me veía bien vestido, fue idea suya que abriera su armario y tomara cualquier traje que me gustara, yo me resistía a su oferta, pero en verdad que José tenía muchos trajes, algunos caros por su calidad.
Una vez me dijo que le gustaría ir a la tienda para comprar algunas camisas nuevas, y también quería comprar algunos gemelos, que mucho les gustaban. El sábado pasé por su casa, lo llevé en mi vehículo a la tienda. Fue allí que descubrí cuan especial era José Losada. No más llegó a la tienda y todo el personal  estuvo nervioso poniéndole atención. Pagó lo que le pidieron por las prendas, le dejó propinas a las chicas del negocio y al final se despidió como todo un caballero.
Una tarde estaba pensando en este amigo, quien había sido un hombre próspero, que levantó una familia, que tenía dos empleos a la vez. En sus buenos tiempos los amigos a su alrededor eran  muchos, venían a su casa a escuchar su buena música, a tomarse unas copas de bien whisky, unos tragos de tequila, o de cualquier destilado preferido, ya que a José Losada le gustaban las cosas de primera y de alta calidad. Tenía unas hijas muy llamativas, y no dudo que ellas también fueran uno de los atrayentes de sus amigos.
Como dice la gente, “el día bueno mételo en casa, que el malo llega solo”, a José la vida le había sonreído desde que era muy joven, luego que dejó su país, poco se sabía de su afiliación política en el tiempo de la dictadura, pero él no mostraba ninguna cicatriz espiritual, aunque a veces daba muestra de ser conservador, algo no extraño en un hombre de su edad.
Una noche se fue a dormir tan saludable como siempre, sin sospechar que la vida le haría una jugada mientras dormía, al despertar su sistema sensorial no le funcionaba, había sufrido un ataque al miocardio. Nadie podía creerlo, le buscaron asistencia médica inmediata.
Fue después de este día que la vida se le complicó a José, entonces todo cambió a su alrededor, de hombre elegante y bien vestido, saludable y de gran donaire, pasó a ser un viejo con dificultades de locomoción, tirado en un sillón. Vivía en compañía de su mujer, que aún mantenía su empleo, a pesar de la condición de salud de su marido y la edad de retiro que ella misma cargaba sobre sus hombros. "El trabajo me ayuda a vivir"  –decía Ramona.
Se esfumaron los amigos, fueron silenciados los altavoces del hogar, dejaron de sonar los cristales y contenedores para los brindis. Todo se trasformó del color añejo de la vejez. Su vida se limitó a las visitas de las enfermeras, el chequeo del correo todos los días que traía cuentas recurrentes y revistas con ofertas comerciales.
Un rayo de luz llegó a su vida cuando conoció a su nueva asistente del hogar. Ella y yo un día le ofrecimos llevarle al parque para que disfrutara la brisa fresca. Fue un día hermoso aquel, con un sol radiante, y una brisa que besaba la piel. Allá estábamos con él, también trajimos a su nieto preferido, un niño tímido y consentido por sus abuelos, Ery,  de siete años.
José vino en su silla de ruedas, vistiendo una camisa amarilla mangas cortas, de pantalones también cortos, así como en el verano andan los turistas. Nos estacionamos frente al río Hudson, desde allí se disfrutaba la vista del puente George Washington, el panorama de downtown y la arboleda de la ribera, al otro lado del río, en el Estado de Nueva Jersey.
Pero también trajimos una cámara de video, queríamos que este hombre se sintiera que se le dispensaba la atención que se merecía. En la película aparece él, con su escaso pelo encanecido, con señales de juventud en su rostro, murmurando algunas palabras con su voz sincronizada con una especie de ronquido.
En lo adelante él siempre estaba gustoso de que lo visitáramos, y hasta nos reclamaba cuando tardábamos en ir a verle. José tenía una buena memoria, algo que a veces torna la vida en una triada para el sufrimiento, cuando se puede tener un sano juicio sobre un pasado que no se aleja y un futuro que se acorta. Pero él nunca daba muestra de ansiedad, al contrario, había siempre matices de alegría en su cara.

Me dijo más de una vez: toma los libros que guste, que después que yo me vaya no sé a dónde irán a parar mis cosas. Lo mismo me decía con respecto a sus trajes, que tomara el que me gustara porque sus días estaban contados. A Mercedes, su asistente, le llamaba Nena y a mi me refería a veces como Nene, también.
 Un día de elecciones generales lo llevamos en su silla de ruedas a la mesa electoral, tuvimos que respetar su libertad de elección, ya que José estaba viejo pero nada tenía de tonto, sabíamos que votaría por los republicanos.
A veces una buena amistad llega tarde, en el caso de José Losada no fue solamente por su edad, sino por el percance de salud que lo afectó antes de que lo conociéramos. Tenía el privilegio de contar con una asistente graduada de comunicación social, que también lo admiraba. Ella logró que un amigo incluyera en su libro a publicarse una foto de José sentado en su cómodo sillón, como lo hacía todos los días mientras escuchaba música clásica de su viejo televisor de pantalla grande, un artefacto de su tiempo, como muchas cosas que le rodeaban, igual que su memoria que trascendía la contemporaneidad.
El último día que lo vimos miró a su asistente del hogar, lo hizo con los ojos aguados. Días después pasó lo que él siempre supo. Allá en su apartamento se quedaron sus libros arrinconados y los trajes que elegantemente vistiera por las calles de Manhattan en su tiempo de gloria.

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martes, 1 de enero de 2013

El recurso del tiempo invertido en el espacio


Eramis Cruz

Cada año llega una nueva esperanza para muchos, algunos realizan sus resoluciones, a medias o completas, otros hacen ajustes necesarios para sobrevivir de la manera que sea posible. Estos últimos son los que existen al margen. Al margen de muchas cosas, pero definitivamente, para el que vive determinado por el miedo, no le queda otro camino.
Es el miedo a levantarse más temprano para caminar media hora de ejercicio antes de ir al trabajo, miedo a la oscuridad, al criminal que no duerme. Miedo a comenzar un curso de inglés para hacer la vida más fácil en este país. “Ese English a mí no me entra”, es la excusa más común. Luego sigue el miedo a la ciudadanía. Pero estos miedos perduran hasta el día que se toma una decisión para desafiar a quien sea y a lo que sea.
Sin embargo, no es aconsejable esperar el fin de año para tomar nuevas iniciativas, las iniciativas se toman cuando es el tiempo apropiado y se cuenta con los recursos para comenzar la marcha. Para mucha gente el recurso más urgente es el tiempo, algo que muchos tenemos sin precisar pagar un alto precio por él.
Creo que la mayoría de la gente tiene una idea equivocada sobre el tiempo, aunque debo de reconocer que no es placentero darle a todo una explicación filosófica, tener que pensar en la teoría desde diferentes ángulos para darse una explicación de algo que aparenta ser tan real para todos.
Sería, inclusive, justo preguntarse para qué nos sirve la experiencia, esa manera práctica del devenir de la vida. Sin embargo es importante tener en cuenta los recursos disponibles para alcanzar una meta o lograr un objetico. Aunque no está demás reconocer que para mucha gente no existe la necesidad de cambiar nada, el mundo está perfecto para ella. Para otra gente no es así, porque para ella la vida es mucho más que caminar para cansarse.
Al final, simplemente es usted quien define en cuál lado del camino está, si espera que aparezca alguien a quien seguir, o por el contrario, decide ir avanzando para llegar más temprano, el tiempo es un recurso y hay que aprovecharlo al máximo. Las cosas no terminan con el año, nada va comenzar con el año nievo, lo que sucede es que a la gente nos gusta hacernos ilusiones. Para las ejecutorias cualquier tiempo es una buena oportunidad.
Uno decide cambiar el empleo cuando el jornal no es suficiente, o determina mantener el que tiene porque las ofertas no son competidoras. Es cuestión de tomar decisiones apropiadas, luego se impone la necesidad de tomar una iniciativa, un cambio en la rutina, cambiar algo que necesita superarse.
Acomodarse es definitivamente un problema, acostumbrarse, hacerse adicto, a dejarse llevar por la corriente, a posponerlo todo, pensando que aún hay tiempo. Eso es fatal. Es mejor estar dispuesto a cambiar por lo que es mejor, y no necesariamente para uno, no siempre las cosas que queremos son de carácter personal, tenemos una familia, tenemos una calle, un barrio, una comunidad, un país, un planeta y hasta un universo que cuenta uno, por lo menos para que reconozca que existe.
Entonces llega el momento de pensar, es lo primero que hay que hacer, ya que uno es lo que piensa, y hay que cuestionar la lógica de qué es lo uno tiene en la cabeza. Las ideas llegan de cualquier lado, y nos siempre las fuentes son confiables. Es imperante pensar que uno vive en una relación de espacio y tiempo, en una relación de elementos que demandan sus propios intereses, no es bueno resultar ser victimas desprevenidas.
El espacio no siempre es el mismo, podemos decir que nunca es el mismo. Ya que nuestro concepto de espacio está determinado por la relación de los elementos colocados en él. Elemento en casa de uno, elemento en las casas de lo demás. Esto uno lo siente cuando cierran una estación de gasolina, o un lavadero de automóviles, entonces hay que ir más lejos para obtener el servicio.
De esta manera el espacio viene a influir en el tiempo que disponemos y en ambos factores cuentan los elementos y la relación que estos tienen unos con otros. No se trata de elementos estáticos, al contrario, estos elementos son dinámicos, en otras palabras son históricos.
Así, llegamos a la conclusión de que el factor tiempo esta más bien determinado por el espacio y sus elementos en relación. Esta fuerza es muy importante, ya que determina la dinámica del cambio, y es así como el mundo avanza haciendo historia a través de un proceso renovador, que nada tiene que ver con un año que viene o un año que se va, visto desde el ámbito tradicional.
Pero es un error aplicar la misma fórmula a todas las cosas, pensar que todas las cosas pueden desarrollarse bajo el concepto de un año. Parece lógico, ya que la vida de uno se mide por la edad, y hay personas que esperan a cierta edad para realizar una cosa o la otra.
Pero que no se engañe nadie no, que luego tendremos que ceder al factor llamado conciencia. Si realmente uno está consciente de lo que hace y de lo que le hacen hacer.  Es aquí donde la educación juega un papel muy importante, ya que muchas cosas de las que hacemos y de las que nos hacen hacer están determinadas por formulas. Estas formulas no son simples para quien no tenga una idea de los elementos que las componen.
Millones de inmigrantes en los Estados Unidos llegaron a este país precedentes de sociedades en la que una persona de limitado recurso no tenía que pagar impuestos. Durante los años que viví en mi país recuerdo que el único impuesto que pagué fue un estampilla en la cedula de identidad. Recuerdo que cuando regresé varios años después, pagué todo lo que debía.
Cuando asistí a la universidad aquí en los Estados Unidos tomé un semestre sobre los impuestos federales y locales, de ahí puedo deducir que la mayoría de los inmigrantes no entienden los aspectos que definen las planillas de los impuestos del gobierno, pero para eso están los expertos, para que asistan, aunque lo ideal sería que todo el mundo supiera que es lo que paga y si en realidad le devuelven dinero  a la gente.
Esto es para dar un ejemplo de la manera en que muchas personas optan por una actitud pasiva frente a la sociedad, unas veces por conveniencia y otras veces por ignorancia, cuando uno no sabe otros son los que determinan.
 Lo que si debemos entender es que es indispensable estar consciente de que contamos con un tiempo y vivimos en un espacio, y que ni uno ni otro está estático, por tal razón, debemos saber que vivir es divertirse con ellos, sacando el mejor provecho por el bien de todos, ya que todos somos elementos relacionados de alguna manera, aunque a simple vista así no lo parezca. El tiempo es un recurso, y el espacio el mundo para vivirlo. Cuando se pierde el tiempo, se hace de la vida un desperdicio.

La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...