domingo, 5 de agosto de 2012

La importancia de los absurdos en los ridículos de nuestra vida


Eramis Cruz
 

Usted tal vez no lo ha pensado, y si no lo ha hecho debería detenerse un momento y pensar. Desde que nacemos iniciamos un proceso de preguntas. ¿Qué sería de nosotros como seres existenciales sin la capacidad de pensar? Esto es tan importante que hay gente que piensa tanto que nunca piensa en lo que piensa, y se la pasa pensando en cualquier cosa que le venga a la cabeza. Pensar es algo más que divagar ideas o aceptar como razonable lo que el mundo exterior nos hace concebir como real.
 Aquel que maneja las cosas fundamentales de nuestro pensamiento termina convirtiéndonos en sus esclavos. Esto es más común de lo que uno piensa. Y es una lástima que uno no piense en lo que piensa, sin darse cuenta que se pasó el día pensando en lo que pensó ayer, algo que repitió el día anterior.
Parece que para muchas personas pensar es un trabajo, un complejo de dificultades, sin embargo estamos de acuerdo que pensar en lo que place no cuesta trabajo alguno, ni siquiera se da uno cuenta que está pensando. Lo que quiere decir que mientras más difícil son las cosas, más difíciles es pensar en ellas. Y no solo las cosas, sino también las personas, los familiares, los amigos, los desconocidos, los ladrones, los falsos, los antipáticos, los deshonestos, los ignorantes, los políticos corruptos, los curas inconsecuentes, en general todos aquellos que nos causan una sensación desagradable, que parecen ser muchos, cuando en esa lista hay que incluir seres que son queridos, pero que nos decepcionan con sus oídos desconectados. ¡Bueno, no se lo tome personal!
Los procesos de la vida se comportan de la misma manera, porque estos se nos presentan generalmente relacionados a las personas. Eso quiere decir que la manera en que nos relacionamos los seres humanos no siempre es placentera, al contrario, debido a que median intereses comunes o particulares está determinada por factores que demandan de algún esfuerzo, como el trabajo, que no siempre se paga justamente y que inclusive fue la causa de la esclavitud y razón presente de explotación laboral.
Para poner en práctica el pensamiento, uno se pregunta si el Estado no nos causa problemas tan serios que nos puedan convertir en sus esclavos en nombre de la libertad que ofrece y no práctica. ¿Para qué nos vamos a engañar? El Estado se adviene en un problema cuando la gente no hace un mínimo esfuerzo y piensa con seriedad en el gran recurso que es el Estado, especialmente en el tipo de sociedad en la que vivimos en la que traspasamos todo cuando somos y tenemos al Estado como órgano en capacidad de protegernos.
Por culpas de los millones de personas que no quieren pensar, existe una clase de personas, una clase que piensa demasiado en lo que conviene a su clase, a sus empresas, a sus capitales, a sus bancos, no lo que conviene en general al país, el bienestar según lo que establece el orden constitucional, lo que esta supuesto a seguirse según las infraestructuras y las superestructuras creadas para beneficio de la mayoría dependiendo de un sistema social y democrático políticamente.
Pensar en lo se piensa no es una mala idea, inclusive pensar en lo que hemos estado pensando toda la vida. No se crea que es tanto, uno se pasa el tiempo repitiendo los mismos pensamientos, especialmente cuando sentimos que vivimos encasillados, encuadrados, encajonados, metidos en un medio encerrado donde el oxigeno no es suficiente ni para respirar. Sería útil abrir las puertas, dejar que entre la luz a nuestra vida, conocer la verdad para que esta nos haga libres. A veces uno piensa en lo que no ha pensado, inspirado por un razonamiento de carácter lógico.
El problema es el absurdo, lo absurdo existe, y suele pintarse de colores, camuflarse según la manera como caemos en él, a veces lo absurdo domina también el modus vivendi que nos presenta como ridículos. Por el hecho de que se crea que lo absurdo divierta, no podemos vivir como payasos, siempre buscando un motivo para reír, un calmante para el dolor que nos imponen otros. Eso de que “pienso luego existo” debe cambiarse por “existo y por tanto pienso”.
Como es un absurdo pensar que todo el mudo pueda hacerse rico monetariamente, hay quienes deciden hacerse ricos ellos, valiéndose de los absurdos de la mayoría de la gente, como es el hecho de que la mayoría trabaje para uno llamado el propietaria que nació desnudo, pero es un privilegiado de hecho y de derecho, como Michael Rubens Bloomberg, ex alcalde de la Ciudad de Nueva York, todo gracia a su 22 billones de dólares y el absurdo de que Dios lo ayuda más que a nadie.
No hay un absurdo para cualquiera en capacidad de pensar que una telenovela, seis horas diarias de telenovelas en Telemundo o Univisión sin pensar por qué son tan importantes para estas compañías las telenovelas. ¿Por qué por lo menos no ofrecen una hora, tan solo una hora de clase de inglés, aun sea a las diez de la noche a los miles de inmigrantes que no se pueden comunicar en ese idioma para cambiar por un mejor empleo?
Y ese no es el único absurdo que llega al colmo de las estupideces cuando en ello se piensa seriamente. Es un absurdo que la Ciudad de Nueva York, se pase el tiempo manteniendo y creando reglas estrictas de estacionamiento solamente porque estas aumentan sus ingresos fiscales, haciendo la vida imposible a los conductores que no encuentran donde estacionar sus vehículos. Y así se urbaniza sin área de estacionamiento, no se hacen para los nuevos edificios, ni para los parques públicos.
Lo absurdo es más común de lo que uno piensa, pero no es tan absurdo para aquél que obtiene gran beneficio en perjuicio de que quienes sufren las consecuencias. Pero el peor de los absurdos es el que nos imponemos nosotros mismos. El diabético que consume alimentos de alto contenido de azúcar a sabiendas que le puede costar la vida o minorar su calidad, pero nadie puede convencerle de que una dieta de acuerdo con su condición puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Lo mismo aplica al adicto, que fuma, que consume alcohol o cocaína, aplica al obeso que se niega a caminar una hora al día. Aplica a quien practica la violencia domestica contra quien le cuida o le estima en demasía.
Sin embargo el absurdo de mayor influencia en la vida de millones de personas es el de carácter religioso, especialmente el fanático, el que cree que la vida es solo su religión y las vacuencias que les enseñan a repetir como papagayo. Al fanático religioso no le importa que el clero viva en el privilegio, que viva mucho mejor que él sin hacer ningunos de los sacrificios que exige a sus fanáticos, el fin ni él ni sus fanáticos cumplen lo que dicen creer y predicar, simplemente el absurdo le sirve como medio ridículo de huir de otras responsabilidades y obligaciones terrenales, esto supera al fanático y alcanza a los teólogos que se pasan la vida inventando maneras de adaptar a los tiempos sus concebidas verdades que según ellos salieron de la misma boca de Dios.
A nuestro Dios absurdo no le importa el sufrimiento de la gente, no se deja ver por ningún lado concreto, le encanta que le adoren, demanda que se hagan cosa que no son naturales, y hace milagros que nadie ve, sino que cuentan. Ese Dios absurdo nos hizo a su imagen, pero no se asemeja a nosotros en nada, y es que su grandeza y poder es muy superior a su creación. Un Dios absurdo hecho para beneficio de los oportunistas que con su carácter clerical apoyan todo tipo de gobiernos terrenales aunque dicen que su reino no es de este mundo. Es tan absurdo que acepta que el Diablo tiene mayores éxitos entre la gente que él, ya que la mayoría le sigue, pero el Dios absurdo no puede hacer nada. Dice que ama sus hijos, a sus ovejas descarriadas, a sus sufridos del mundo, pero luego del juicio tiene planes de condenar a la mayoría, todos se condenan, pero el Dios absurdo no puede hacer nada y punto.
El Dios absurdo es el peor de los absurdos, pero por él existen todos los absurdos que lleva a millones a vivir ridículamente sin derecho a pensar en lo que conviene al mundo, ya que creen que el mundo de por sí está condenado y que la esperanza de la mayoría es el infierno.
Al final es fácil concluir que cuando uno nace les permite a otros pensar por uno, pero que muchos se crean que ese sea un derecho inalienable suyo es un absurdo. Nadie tiene el derecho a pensar por otra persona, y eso se está viviendo en el mundo actualmente. El gobierno pretende pensar por sus ciudadanos, cuando es lo contrario son los ciudadanos los que debe pensar por el gobierno, el gobierno se debe a la ciudadanía, no a un sector de esta, en todo el sentido de la palabra, de lo contrario el gobierno falta a su razón de ser.
Nadie puede aceptar que el sistema económico actual llegó solo a la cima de su capacidad productiva, ni siquiera ha llegado, sigue arrastrando consigo su problema principal, siempre ha sido que no puede prescindir de la fuente de su riqueza, de las fuerzas productivas. Se cambian los medios, y se establecen nuevas formas, pero no se resuelven los problemas fundamentales de la humanidad. Evitar que la gente piense sustituyendo cerebros por teléfonos celulares, es simplemente otro absurdo que solo agudiza la problemática. No quieren que la gente piense en lo que a los poderosos más les duele, la distribución de la riqueza. Elegir un presidente negro, es un absurdo si eso es lo único que se cambia.
Pensar es gratis, hacer pensar cuesta mucho más, he ahí la inefectividad del sistema educativo manipulador. Podría ser mucho más placentero cuando la gente piense en lo que piensa o por lo menos en lo que le hacen pensar.  


La reunión privada entre Kissinger y Pinochet en Chile

Fuente: https://elpais.com/chile/2023-05-26/la-reunion-privada-entre-kissinger-y-pinochet-en-chile-queremos-ayudarlo.html?outputType=amp La ...