Eramis Cruz
Usted tal vez no lo ha
pensado, y si no lo ha hecho debería detenerse un momento y pensar. Desde que
nacemos iniciamos un proceso de preguntas. ¿Qué sería de nosotros como seres
existenciales sin la capacidad de pensar? Esto es tan importante que hay gente
que piensa tanto que nunca piensa en lo que piensa, y se la pasa pensando en
cualquier cosa que le venga a la cabeza. Pensar es algo más que divagar ideas o
aceptar como razonable lo que el mundo exterior nos hace concebir como real.
Aquel que maneja
las cosas fundamentales de nuestro pensamiento termina convirtiéndonos en sus
esclavos. Esto es más común de lo que uno piensa. Y es una lástima que uno no
piense en lo que piensa, sin darse cuenta que se pasó el día pensando en lo que
pensó ayer, algo que repitió el día anterior.
Parece que para muchas
personas pensar es un trabajo, un complejo de dificultades, sin embargo estamos
de acuerdo que pensar en lo que place no cuesta trabajo alguno, ni siquiera se
da uno cuenta que está pensando. Lo que quiere decir que mientras más difícil
son las cosas, más difíciles es pensar en ellas. Y no solo las cosas, sino
también las personas, los familiares, los amigos, los desconocidos, los
ladrones, los falsos, los antipáticos, los deshonestos, los ignorantes, los
políticos corruptos, los curas inconsecuentes, en general todos aquellos que
nos causan una sensación desagradable, que parecen ser muchos, cuando en esa
lista hay que incluir seres que son queridos, pero que nos decepcionan con sus
oídos desconectados. ¡Bueno, no se lo tome personal!
Los procesos de la vida
se comportan de la misma manera, porque estos se nos presentan generalmente
relacionados a las personas. Eso quiere decir que la manera en que nos
relacionamos los seres humanos no siempre es placentera, al contrario, debido a
que median intereses comunes o particulares está determinada por factores que
demandan de algún esfuerzo, como el trabajo, que no siempre se paga justamente
y que inclusive fue la causa de la esclavitud y razón presente de explotación
laboral.
Para poner en práctica el
pensamiento, uno se pregunta si el Estado no nos causa problemas tan serios que
nos puedan convertir en sus esclavos en nombre de la libertad que ofrece y no
práctica. ¿Para qué nos vamos a engañar? El Estado se adviene en un problema
cuando la gente no hace un mínimo esfuerzo y piensa con seriedad en el gran
recurso que es el Estado, especialmente en el tipo de sociedad en la que
vivimos en la que traspasamos todo cuando somos y tenemos al Estado como órgano
en capacidad de protegernos.
Por culpas de los
millones de personas que no quieren pensar, existe una clase de personas, una
clase que piensa demasiado en lo que conviene a su clase, a sus empresas, a sus
capitales, a sus bancos, no lo que conviene en general al país, el bienestar
según lo que establece el orden constitucional, lo que esta supuesto a seguirse
según las infraestructuras y las superestructuras creadas para beneficio de la
mayoría dependiendo de un sistema social y democrático políticamente.
Pensar en lo se piensa no
es una mala idea, inclusive pensar en lo que hemos estado pensando toda la
vida. No se crea que es tanto, uno se pasa el tiempo repitiendo los mismos
pensamientos, especialmente cuando sentimos que vivimos encasillados,
encuadrados, encajonados, metidos en un medio encerrado donde el oxigeno no es
suficiente ni para respirar. Sería útil abrir las puertas, dejar que entre la
luz a nuestra vida, conocer la verdad para que esta nos haga libres. A veces
uno piensa en lo que no ha pensado, inspirado por un razonamiento de carácter
lógico.
El problema es el
absurdo, lo absurdo existe, y suele pintarse de colores, camuflarse según la
manera como caemos en él, a veces lo absurdo domina también el modus vivendi
que nos presenta como ridículos. Por el hecho de que se crea que lo absurdo
divierta, no podemos vivir como payasos, siempre buscando un motivo para reír,
un calmante para el dolor que nos imponen otros. Eso de que “pienso luego
existo” debe cambiarse por “existo y por tanto pienso”.
Como es un absurdo pensar
que todo el mudo pueda hacerse rico monetariamente, hay quienes deciden hacerse
ricos ellos, valiéndose de los absurdos de la mayoría de la gente, como es el
hecho de que la mayoría trabaje para uno llamado el propietaria que nació desnudo,
pero es un privilegiado de hecho y de derecho, como Michael Rubens Bloomberg, ex
alcalde de la Ciudad de Nueva York, todo gracia a su 22 billones de dólares y
el absurdo de que Dios lo ayuda más que a nadie.
No hay un absurdo para
cualquiera en capacidad de pensar que una telenovela, seis horas diarias de
telenovelas en Telemundo o Univisión sin pensar por qué son tan importantes
para estas compañías las telenovelas. ¿Por qué por lo menos no ofrecen una
hora, tan solo una hora de clase de inglés, aun sea a las diez de la noche a
los miles de inmigrantes que no se pueden comunicar en ese idioma para cambiar
por un mejor empleo?
Y ese no es el único
absurdo que llega al colmo de las estupideces cuando en ello se piensa
seriamente. Es un absurdo que la Ciudad de Nueva York, se pase el tiempo
manteniendo y creando reglas estrictas de estacionamiento solamente porque
estas aumentan sus ingresos fiscales, haciendo la vida imposible a los
conductores que no encuentran donde estacionar sus vehículos. Y así se urbaniza
sin área de estacionamiento, no se hacen para los nuevos edificios, ni para los
parques públicos.
Lo absurdo es más común
de lo que uno piensa, pero no es tan absurdo para aquél que obtiene gran
beneficio en perjuicio de que quienes sufren las consecuencias. Pero el peor de
los absurdos es el que nos imponemos nosotros mismos. El diabético que consume
alimentos de alto contenido de azúcar a sabiendas que le puede costar la vida o
minorar su calidad, pero nadie puede convencerle de que una dieta de acuerdo
con su condición puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Lo mismo
aplica al adicto, que fuma, que consume alcohol o cocaína, aplica al obeso que
se niega a caminar una hora al día. Aplica a quien practica la violencia
domestica contra quien le cuida o le estima en demasía.
Sin embargo el absurdo de
mayor influencia en la vida de millones de personas es el de carácter
religioso, especialmente el fanático, el que cree que la vida es solo su
religión y las vacuencias que les enseñan a repetir como papagayo. Al fanático
religioso no le importa que el clero viva en el privilegio, que viva mucho
mejor que él sin hacer ningunos de los sacrificios que exige a sus fanáticos,
el fin ni él ni sus fanáticos cumplen lo que dicen creer y predicar, simplemente
el absurdo le sirve como medio ridículo de huir de otras responsabilidades y
obligaciones terrenales, esto supera al fanático y alcanza a los teólogos que
se pasan la vida inventando maneras de adaptar a los tiempos sus concebidas
verdades que según ellos salieron de la misma boca de Dios.
A nuestro Dios absurdo no
le importa el sufrimiento de la gente, no se deja ver por ningún lado concreto,
le encanta que le adoren, demanda que se hagan cosa que no son naturales, y
hace milagros que nadie ve, sino que cuentan. Ese Dios absurdo nos hizo a su
imagen, pero no se asemeja a nosotros en nada, y es que su grandeza y poder es
muy superior a su creación. Un Dios absurdo hecho para beneficio de los
oportunistas que con su carácter clerical apoyan todo tipo de gobiernos
terrenales aunque dicen que su reino no es de este mundo. Es tan absurdo que
acepta que el Diablo tiene mayores éxitos entre la gente que él, ya que la
mayoría le sigue, pero el Dios absurdo no puede hacer nada. Dice que ama sus
hijos, a sus ovejas descarriadas, a sus sufridos del mundo, pero luego del
juicio tiene planes de condenar a la mayoría, todos se condenan, pero el Dios
absurdo no puede hacer nada y punto.
El Dios absurdo es el
peor de los absurdos, pero por él existen todos los absurdos que lleva a
millones a vivir ridículamente sin derecho a pensar en lo que conviene al
mundo, ya que creen que el mundo de por sí está condenado y que la esperanza de
la mayoría es el infierno.
Al final es fácil
concluir que cuando uno nace les permite a otros pensar por uno, pero que
muchos se crean que ese sea un derecho inalienable suyo es un absurdo. Nadie
tiene el derecho a pensar por otra persona, y eso se está viviendo en el mundo
actualmente. El gobierno pretende pensar por sus ciudadanos, cuando es lo
contrario son los ciudadanos los que debe pensar por el gobierno, el gobierno
se debe a la ciudadanía, no a un sector de esta, en todo el sentido de la
palabra, de lo contrario el gobierno falta a su razón de ser.
Nadie puede aceptar que
el sistema económico actual llegó solo a la cima de su capacidad productiva, ni
siquiera ha llegado, sigue arrastrando consigo su problema principal, siempre
ha sido que no puede prescindir de la fuente de su riqueza, de las fuerzas
productivas. Se cambian los medios, y se establecen nuevas formas, pero no se
resuelven los problemas fundamentales de la humanidad. Evitar que la gente
piense sustituyendo cerebros por teléfonos celulares, es simplemente otro
absurdo que solo agudiza la problemática. No quieren que la gente piense en lo
que a los poderosos más les duele, la distribución de la riqueza. Elegir un
presidente negro, es un absurdo si eso es lo único que se cambia.
Pensar es gratis, hacer
pensar cuesta mucho más, he ahí la inefectividad del sistema educativo manipulador.
Podría ser mucho más placentero cuando la gente piense en lo que piensa o por
lo menos en lo que le hacen pensar.