Hay que tomar la parte buena de lo que nos toca, a veces resulta
imposible separar la parte buena de la afectada o infectada sin alterar el
todo, en ese caso, lo más aconsejable es aceptar que en la vida no todo es
perfecto y que existe una relación interactiva entre lo positivo y lo negativo.
Uno se pregunta por qué a la gente le parece hasta pedagógico
contraponer, teóricamente, las partes contrarias. Lo blanco contra lo negro, la
oscuridad contra la luz, el verano contra el invierno, la gloria contra el
infierno, lo grande contra lo pequeño, lo dulce contra lo agrio, la libertad
contra la esclavitud, la guerra contra la paz, la tormenta contra la calma, al
fin, Dios contra el Diablo…
Tiene sentido y es fácil de asimilar, pero no es bueno olvidar que la
vida no se lleva dando salto de un extremo a otro, y no saber cuándo se puede
saltar con suficiente impulso para llagar al otro extremo, es la causa por la
que muchos caen en el abismo. No todas las riveras nos permiten salir del agua
tormentosa, y la gente es muy sabia cuando dice que “hay que saber nadar y
esconder la ropa”. Muchos de nosotros hemos tenido esa pesadilla en la que nos
encontramos en medio de la ciudad desnudo, uno camina buscando una sombra que
le cubra, la sensación no es algo agradable.
De qué manera se puede vivir disfrutando la vida al mismo tiempo,
mejorando lo que no nos funciona, previendo las sorpresas del mañana, todo
tiene una razón de ser, solo hay que buscar lo que se esconde a los limites de
nuestra capacidad visual, los colores son una percepción óptica, gente negra y
gente blanca no define nada que merezca importancia alguna.
Todo esto se parece mucho a la adquisición de un auto nuevo, es
emocionante inclusive comenzar ojeando revistas, cambiando panoramas de colores
decorados con los modelos del año, de antemano sabemos que tenemos que obtener
una póliza de seguro para estar prevenido de cualquier situación inesperada que
pueda ocurrir en la carretera.
Parece que esta idea se ha extendido a las grandes estrellas del cine y otros
los millonarios que no están dispuestos a arriesgar el todo por el todo contra
su fortuna. A pesar de reconocer estar enamorados de una media naranja, exigen que se
legalice un contrato prematrimonial. Después de todo, tiene mucho sentido, ya
que las posibilidades de una unidad prolongada de pareja en las presentes
circunstancias, depende de factores tan reales como los obstáculos que son
posibles en una autopista.
En el amor no hay ley, apenas se observa el sentido común. La pasión se
compara con el fuego. El amor se puede comparar con el agua. ¿De cuantas
maneras se nos presenta el agua? ¿Qué elemento más maravilloso? El agua existe
en los medios donde la vida apenas es visible. Caminar en la playa con los pies
descalzos, tomados de las manos, sintiendo el calor en la sensación suave de su
piel, del mismo modo que la arena húmeda amortigua el toque de cada paso
dejando las huellas como testigo que desaparece. Todo el ambiente torna
imperceptible la presencia del mar, el agua robando colores para quien la mira.
Tanta agua, infinita como el amor, un perfecto desconocido.
No podemos vivir sin el agua, ella es parte esencial de nuestro ser, y
veces la vemos a distancia, bravía en la tormenta, desafiante en los embates de
los huracanes. El agua profunda del lago resulta aterradora a la imaginación.
Sin embargo qué diferente nos luce en al vaso sobre la mesa.
En el amor el fuego es la pasión. La pasión es el impulso, como fuego la
pasión es incontrolada. El amor sin pasión sobrevive, solamente. El problema de
la pasión es que nos siega, nos hace cometer errores, nos puede enloquecer.
Muchos amores mueren luego que la llama de la pasión se apaga. La pasión como
el fuego, necesita de una razón para mantenerse encendido, es la fuente de la
energía que le da vida.
Todo indica que para ser exitoso en lo que nos embarcamos necesitamos un
balance. Como decíamos al principio, existen los extremos, pero estos no son
posibles sin los puntos medios. Uno no puede pasarse le vida dando salto de un
extremo a otro, existe la imperativa necesidad de mirar a los factores, ya que
todo evoluciona y lo que hoy es un punto medio, mañana será un extremo, tan
distante que tal vez no podremos saltar, a pesar de lo atractivo que nos
parezca.
El balance es el secreto del equilibrista sobre la cuerda, cuesta
trabajo dominar nuestro propio peso sobre una punto frágil, pero si
reflexionamos, nos damos cuenta que vivimos caminando sobre la cuerda floja,
esquivando los baches, acelerando la marcha en la mejor parte del camino.
Buscar un balance, es una manera de ser consecuente, tolerante, uno sabe
que el otro existe. El único que no logra el éxito es aquel que no aprende de
sus fracasos. Estos son muy buenos para lograr un balance, que no ha de ser
total, pero suficiente para mantener el equilibrio. Somos parte de un medio
determinado por la fuerza de la gravedad, un principio existencial del que no
podemos abusar. Debemos evitar colocarnos en lugares peligrosos, donde lo único
seguro es la caída, el fracaso. Debemos actuar como los equilibristas, ellos aprenden
a mantener el balance, de lo contrario es mejor que no bailemos sobre la cuerda
floja. Disciplinarse poniendo en práctica el equilibrio puede hacer la
diferencia entre perder y ganar.
No hagamos de la felicidad un sueño, una virtualidad, uno puede ser
feliz en la vida real, solo necesita tocar tu propia piel y descubrir el
privilegio de vivir. Siempre tendremos esa sensación de que mucho nos hace
falta, pero tal vez hemos hecho muy poco para lograr lo que queremos, todo por
querer vivir la vida dando saltos. Hace tiempo que descubrí que no soy tan
pobre como querían hacerme creer, y como dice la canción muy conocida
“pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo”.