Apolinar matos González
El Presidente le había prometido colocarlo en un cargo importante de resultar electo en las pasadas elecciones. Su partido lo había postulado como diputado por su provincia pero su candidatura no había tenido una gran acogida, sobre todo porque una persona como él que nunca había tenido el humor de sonreír ni de buscar poses baratas para la televisión, ahora tenía que adecuarse a maquillajes y tonterías de esas que se hacen para lucir elegante en los afiches de campaña. Algunos amigos le habían dicho que no se preocupara, cualquier retoque extra se corregiría a través de la computadora para hacerlo aparentar más aceptable al electorado.
Por más que quiso simular una imagen
vendible para conquistar el voto de la población, no logró concitar la simpatía
suficiente para lograr el escaño. Con todo y su sonrisa de oreja a oreja, las
marchas que realizó por todos los barrios de su provincia ofreciendo que iba a
dar lo que no tenía, que iba a reparar lo que aun no se había estropeado, que
iba a poner la tierra para arriba y el cielo para abajo y hasta que iba a
construir lo que cualquier ser humano pudiese imaginarse, sus esfuerzos no
tuvieron el impacto esperado. Que importa, los políticos con más experiencia
que él le habían dicho:
− “Promete en campaña, promete, este es un pueblo estúpido. Promételes que ellos no entienden y luego olvidan rápido”.Le gustó la idea. Con una sonrisa sacada de donde pudo y una dentadura que casi se le sale de las comisuras de los labios, se lanzó sobre una camioneta todo terreno a saludar a todo el mundo recorriendo los barrios de su demarcación, haciendo ofrecimientos y promesas que solo un político en campaña puede hacer.
− “Promete en campaña, promete, este es un pueblo estúpido. Promételes que ellos no entienden y luego olvidan rápido”.Le gustó la idea. Con una sonrisa sacada de donde pudo y una dentadura que casi se le sale de las comisuras de los labios, se lanzó sobre una camioneta todo terreno a saludar a todo el mundo recorriendo los barrios de su demarcación, haciendo ofrecimientos y promesas que solo un político en campaña puede hacer.
En realidad, era un trago amargo
juntarse con la gente de extracci ón humilde. Un hombre de estilo formal que
había inculcado en su casa una sobriedad y una limpieza impecables, acercarse a
estas gentes malolientes tan solo para obtener su voto en las elecciones,
constituía una prueba de mal gusto.
Luego de las campañas y largas caravanas, había instruido a su mujer a disponer de unas toallitas con alcohol y otras perfumadas para pasarse por las manos cada vez que saludara a tantos miserables y hediondos pobres diablos.
Luego de las campañas y largas caravanas, había instruido a su mujer a disponer de unas toallitas con alcohol y otras perfumadas para pasarse por las manos cada vez que saludara a tantos miserables y hediondos pobres diablos.
Le daba estupor cuando alguna que otra
señora dedicada a los quehaceres domésticos, envuelta en harapos como
vestimenta, despidiendo un olor impregnado en sus ropas al terminar de cocinar
y con un aliento poco cuidado debido a sus escasos recursos económicos, viniera
a saludarlo y hablarle de cerca a pedirle que le arreglara la cañada frente a
su casa cuando ganara.
La nausea que le provocaba lo ponía
histérico, tan solo mantenía la calma al recordar a su viejo líder:
− “Cuantas cosas tiene uno que hacer por estos miserables de la tierra.”
− “Cuantas cosas tiene uno que hacer por estos miserables de la tierra.”
Era difícil aparentar lo que en verdad
no sentía por dentro. Tantos años de rectitud le habían esculpido un carácter
de hierro totalmente incompatible con los tiempos modernos de la política.
Pretendía ganar el escaño en la Cámara de Diputados, una significativa posición de influencia y renombre no solo entre los ciudadanos de su provincia, sino también en todo el país.
Pretendía ganar el escaño en la Cámara de Diputados, una significativa posición de influencia y renombre no solo entre los ciudadanos de su provincia, sino también en todo el país.
Se relacionaría diariamente con
legisladores: diputados y senadores. Su categoría social sería diferente y no
tendría por qué rendirles cuentas a los ciudadanos de su jurisdicción, sino
obedecer a los designios de su partido. Una vez ganada la diputación, sus
representados quedarán en el olvido.
Le interesaba porque esta posición le
permite entrar a un círculo exclusivo de poder, de continua vigencia, de
renombrados congresistas. Relaciones y poder que le sitúan por encima del
ciudadano de la calle y hasta después, se sigue viviendo aferrado al pasado
siempre con un título de “ex” precediendo las funciones realizadas con
anterioridad para tener notoriedad en los años por venir e incluso de por vida.
Un puesto de gran significación en el cual no tendría gran cosa que hacer.
Un puesto de gran significación en el cual no tendría gran cosa que hacer.
Por mucho tiempo contemplaba las
ventajas y privilegios que obtendría, los elevados salarios, las exoneraciones,
los gastos de representación y todos los parabienes relacionados con solo ir a
dormir un par de horas en cada sesión y luego levantar la mano para la
aprobación de cualquier proyecto de ley según las indicaciones expresas
emanadas de su partido.
Siempre estaría presentándose por la
televisión rodeado de gentes notables e importantes, con viajes al exterior que
saldrán de su condición de legislador, pasaporte diplomático para él y toda su
familia y lo más importante, la elevación de su salario, estipendios y gastos
de representación estarán garantizados por ellos mismos, que son quienes hacen
las leyes.
Podría caminar a sus anchas por todo el
país haciendo lo que le venga en ganas, para eso dispondría de una denominada inmunidad
parlamentaria.
Todo se fue abajo por no contar con los
votos suficientes que le darían la diputación. De todos modos se olvidó de
aquello y decidió estrechar sus relaciones con el Presidente.
Se había hecho de una fortuna cuando los
perros se amarraban con longaniza y todo era posible de hacer, con
ocultamientos, conciliábulos, asociaciones ilícitas y apropiaciones forzosas
sin ofrecer explicaciones a nadie.
Era fácil cortarle la cabeza a
cualquiera en medio de la confusión reinante a finales de la dictadura, que a
pesar de los años, todavía tenía vigencia en el contexto de la naciente
democracia.
Ahora se trata de mantener esa fortuna surgida en momentos de discordia, en la actualidad legalizada y establecido él como un hombre de trabajo que nunca le ha quitado un centavo a nadie y de cuya seriedad tampoco se puede dudar.
Ahora se trata de mantener esa fortuna surgida en momentos de discordia, en la actualidad legalizada y establecido él como un hombre de trabajo que nunca le ha quitado un centavo a nadie y de cuya seriedad tampoco se puede dudar.
Evidentemente, todo lo pasado nadie lo
recuerda. Con las pretendidas actitudes de benevolencia repetidas en la
comunidad, su aureola de ángel de buena voluntad estará por encima de cualquier
duda.
Había pasado por la universidad sin que la universidad pasara por él, calentando la banqueta lo suficiente para darse a conocer en el medio. Lo importante eran los resultados, posteriormente, cualquier título lo honraría a él, no a la profesión por la cual se le reconocería.
Había pasado por la universidad sin que la universidad pasara por él, calentando la banqueta lo suficiente para darse a conocer en el medio. Lo importante eran los resultados, posteriormente, cualquier título lo honraría a él, no a la profesión por la cual se le reconocería.
Además, no entendía la necesidad de
dedicar tanto tiempo al estudio, ni a los libros, ni a las actividades
académicas. Algunas compañeras edificaron una sólida y honrosa carrera
utilizando los recursos de la seducción, de favores sexuales y cualesquiera
otros disponibles.
De igual modo empleaba la habilidad, la
sagacidad y los contactos pagando a quien le sustituyera en las pruebas,
gestionando la compra de exámenes y de ser posible, sobornando profesores para
lograr una buena calificación en las asignaturas.
Se manejaba con influencias en las
instancias de decisión universitarias, anteponiendo el cabildeo político a
todos los niveles para salir beneficiado.
− “Lo primordial es ser político, saber
buscársela, todo lo otro es pérdida de tiempo”. Le explicaba a todo aquel con
quien conversara, como una de sus normativas de vida.
Permanentemente ha criticado a estos
políticos de hoy en día, que no han tenido el coraje para meter a cualquiera en
cintura y poner las cosas en su puesto, solo hablando de transparencia y de
democracia.
Por esa razón se decidió a meterse de lleno en la política, un hombre con coraje de más, de tomar decisiones al momento y lanzarse al ruedo incluso cuando las situaciones en caliente lo han exigido.
Pero también porque no hay un escenario más fácil y más conveniente para mantenerse con poder, prestigio y dinero que estando relacionado con la política, de otro modo el camino es largo y difícil para enquistarse socialmente.
Por esa razón se decidió a meterse de lleno en la política, un hombre con coraje de más, de tomar decisiones al momento y lanzarse al ruedo incluso cuando las situaciones en caliente lo han exigido.
Pero también porque no hay un escenario más fácil y más conveniente para mantenerse con poder, prestigio y dinero que estando relacionado con la política, de otro modo el camino es largo y difícil para enquistarse socialmente.
A pesar de todo, en la política se
requiere andar en puntillas jugándose la cabeza y cuidándose al mismo tiempo.
Aprendió de estas cuestiones mucho tiempo atrás, al lado de tantos que no supieron nadar y guardar la ropa, lo que les hizo salir del país con la sábana por un canto con lo poco de dinero que les quedó después de haber caído en desgracia. A otros les tocó saborear las frías paredes de los calabozos por unos cuantos años y después fueron objeto de vergüenza y señalamiento públicos al salir en libertad.
Aprendió de estas cuestiones mucho tiempo atrás, al lado de tantos que no supieron nadar y guardar la ropa, lo que les hizo salir del país con la sábana por un canto con lo poco de dinero que les quedó después de haber caído en desgracia. A otros les tocó saborear las frías paredes de los calabozos por unos cuantos años y después fueron objeto de vergüenza y señalamiento públicos al salir en libertad.
Por eso había que estar al lado del
Presidente, metido de lleno en el partido en la dinámica política, mostrando
lealtad donde pudiese haber perspectivas de futuro para lograr mantenerse,
sorteando las zancadillas para salir airoso y aliado de quienes ofrezcan
perspectivas de poder en cada coyuntura.
Estas claves de la política las aprendió observando detenidamente al Presidente, un hombre que escuchaba a todo el mundo pero hablaba poco y sonreía sólo cuando fuese necesario para reflejar la imagen de un ser sobre natural por encima del común de los mortales. Siempre quería aprender lo suficiente para mantenerse por tanto tiempo como él con una larga vigencia política.
Estas claves de la política las aprendió observando detenidamente al Presidente, un hombre que escuchaba a todo el mundo pero hablaba poco y sonreía sólo cuando fuese necesario para reflejar la imagen de un ser sobre natural por encima del común de los mortales. Siempre quería aprender lo suficiente para mantenerse por tanto tiempo como él con una larga vigencia política.
Aunque no había salido electo diputado
no perdía las esperanzas de estar de lleno en las instancias de poder, ese era
el secreto de mantenerse vinculado a la actividad política de su tiempo:
− “Nunca te apartes ni te desvincules, siempre hay una oportunidad para insertarse.”
A pesar de todo, mantenía siempre presente la promesa de un cargo público que le había hecho el Presidente mucho antes de salir electo.
− “Nunca te apartes ni te desvincules, siempre hay una oportunidad para insertarse.”
A pesar de todo, mantenía siempre presente la promesa de un cargo público que le había hecho el Presidente mucho antes de salir electo.
No había tenido contacto con él después
de las elecciones pero su furor y su entusiasmo crecían cada vez más con la
aproximación del día para la toma de posesión del futuro mandatario y la
palabra empeñada del Presidente le confería la seguridad absoluta de que
estaría de hecho en el gabinete.
Repetía con satisfacción a compañeros y amigos:
−“¡Ya estamos en el poder, ya ganamos!”.
Repetía con satisfacción a compañeros y amigos:
−“¡Ya estamos en el poder, ya ganamos!”.
Sus gestos habían cambiado, había
mandado a poner una posta de vigilancia al frente de su casa y su vehículo lo
sustituyó por uno de tracción 4 por 4 al que le tintaron los cristales para
ocultarse de la gente.
Su aire de superioridad como predestinado para la política se incrementaba por el ascenso de su partido al poder.
Su aire de superioridad como predestinado para la política se incrementaba por el ascenso de su partido al poder.
Para un político lo primordial es darse
importancia, pero también mantener la distancia con la finalidad de evitar que
esos menesterosos de la calle intenten acercarse a su casa en busca de reclamos
a tantas e innumerables promesas que había formulado en tiempos de campaña.
Había oído de la transparencia en política y sonreía con cierta socarronería. Se manejaba con la expresión de otro viejo líder:
Había oído de la transparencia en política y sonreía con cierta socarronería. Se manejaba con la expresión de otro viejo líder:
− “¿Cuándo la política ha sido
transparente? Transparente ni los cristales de mis espejuelos”.
Instruyó a su escolta para acompañarlo a cualquier lugar, hay que tomar en cuenta la seguridad.
− “Esos infelices por quienes uno se desvela son capaces de cualquier cosa”. Decía frecuentemente.
Se había acostumbrado a estar en ascuas continuamente como en los tiempos difíciles y por encima de todo, al acecho del enemigo:
Instruyó a su escolta para acompañarlo a cualquier lugar, hay que tomar en cuenta la seguridad.
− “Esos infelices por quienes uno se desvela son capaces de cualquier cosa”. Decía frecuentemente.
Se había acostumbrado a estar en ascuas continuamente como en los tiempos difíciles y por encima de todo, al acecho del enemigo:
− “Por más insignificante que sea hay
que pensar siempre en el enemigo. No se puede uno confiar, el enemigo puede ser
cualquiera, hasta quien uno menos se imagina”.
Ese modo de pensar le hacía ver al
enemigo hasta en la sopa. Era precisamente lo que le había conferido la
habilidad para tirarse al ruedo de la política, pero en definitiva no le
funcionaba del todo cuando se trataba de concebirla como una actividad en
beneficio de sus semejantes.
Su asistente le había cambiado el número
del teléfono portable para evitar que la adulonería de los amigos y conocidos
le hiciera la vida imposible buscando a través de él puestos y prebendas.
− “Hay que saber cuándo buscar a los amigos con la finalidad de utilizarlos y cuando sacarles los pies, si la ocasión precisa de ser necesario”. Recordaba como una de las máximas de la manipulación política manejada por otro de sus líderes preferidos.
− “Hay que saber cuándo buscar a los amigos con la finalidad de utilizarlos y cuando sacarles los pies, si la ocasión precisa de ser necesario”. Recordaba como una de las máximas de la manipulación política manejada por otro de sus líderes preferidos.
De su líder había aprendido a saber
contener los impulsos, a mantener la ecuanimidad y a sonreír con una muestra
cínica en los labios, aunque estuviera lleno de rabia por dentro y quisiera
estallar haciendo desaparecer a quien tuviera por delante.
Todo lo iba arreglando con el más mínimo
detalle, su porte, su apariencia. Tendría que acicalarse con esmero para
aparentar la estirpe de un funcionario del Presidente, hasta a su mujer la
había instruido cómo debía arreglarse y específicamente buscar con dedicación
el vestido que debía llevar en la ceremonia para la toma de posesión del cargo.
A sus hijos les dijo también como debían
comportarse, insistiéndole específicamente a su hija mayor de qué modales
asumir en cada ocasión, qué estilo usar al caminar y sobre todo la observación
de no juntarse con toda clase de gente mundana en la universidad.
Posteriormente en su condición de
funcionario buscaría la manera de cambiarla a otra de mayor prestigio o de
enviarla, a través de una beca cabildeada por él debido a sus conexiones como
miembro prominente del nuevo gobierno y pagada por el Estado, a una de esas
renombradas universidades norteamericanas.
Sentía por dentro una gran
efervescencia, una sensación de victoria y poder. Su euforia se la debía al
triunfo logrado, se sentía parte del partido y parte del éxito ganado en las
elecciones. A veces se le escuchaba decir cuando estaba en el baño:
− “¡Ya ganamos, ya ganamos!”.
− “¡Ya ganamos, ya ganamos!”.
Su caminar era diferente, sus poses eran
casi las de un mandatario. En definitiva, ya olía a poder y como era de
esperarse el poder era para ejercerlo con sagacidad y astucia, pero también
para beneficio propio, de lo contrario ¿de qué valdría tanto sacrificio?
Los días se acercaban para la toma de
posesión del Presidente y su afanar crecía con la disminución del período de
tiempo en que definitivamente su líder ocuparía las funciones de Jefe de
Estado.
No sabía en que específicamente, pero siempre recordaba la promesa del Presidente de nombrarlo en una posición importante en su gobierno. No había tiempo que perder.
No sabía en que específicamente, pero siempre recordaba la promesa del Presidente de nombrarlo en una posición importante en su gobierno. No había tiempo que perder.
Podría ser un cargo de poca importancia
en su provincia de origen. Pero no, no creería que un hombre como él con tanta
cercanía al Presidente, que se las ha jugado todas al interior del partido
cabildeando y buscando el apoyo soterrado a las posiciones políticas del
Presidente, un hombre que ha demostrado a carta cabal el dominio de las
tácticas y las estrategias, las proclamas y las contra proclamas, que se ha
lanzado al ruedo de la política a lo que sea, el Presidente le saldría con una
designación de segunda categoría.
Le gustaría un cargo en el exterior,
pero aparte de que él sabe a conciencia que no sirve para esos menesteres, no
va a dejar sus negocios y sus haberes abandonados para irse a un país donde no
conoce el idioma, ni la cultura, ni las costumbres, ni tampoco sabe de esas
cosas de estar el día entero tomando vino y discurseando con palabritas bonitas
en salones perfumados.
Su capacidad está en mandar y en hacer
las cosas que le diga el Presidente.
Pensaba en voz baja:
− “Lo menos que me puede nombrar el Presidente es como Secretario de Estado de cualquier dependencia.”
Pensaba en voz baja:
− “Lo menos que me puede nombrar el Presidente es como Secretario de Estado de cualquier dependencia.”
Por momentos contempló la posibilidad de
los institutos armados, pero estos políticos de ahora han complicado tanto las
cosas, que a un hombre como él que pasó por las filas le criticarán el volver
de nuevo a ponerse el uniforme. Para no crearle problemas al Presidente, lo
mejor es dejarle en libertad para que lo nombre en el puesto más conveniente.
− “Pero eso sí, a mi me nombrarán como
Secretario, eso no cabe la menor duda. Mi preparación, mi capacidad, mi don de
mando, mi sacrificio por el partido, un hombre leal al Presidente y capaz de
hacer lo que sea, no creo que vaya a nombrarme en un cargo menor”. Decía con
determinación.
En varias ocasiones, su mujer lo sorprendió frente al espejo haciendo galas de su don de casi Primer Ministro, como se manejaría con los medios de comunicación y como dictaría las ordenes en consecuencia de su alta investidura.
Su cara adusta, seco, rígido, haciendo
galas de poder y de decisión, olvidaría esas sonrisas y caras bonitas
utilizadas durante la campaña. El tiempo para congraciarse con el pueblo había
terminado, en lo adelante no tendría compromisos con nada, ni con nadie, tan
solo con el Presidente.
No le importaba sin embargo que le sorprendieran en estas poses, era imprescindible ensayar todos y cada uno de los detalles necesarios para asumir tan alto cargo, los cuales incluían también los pormenores de su ministerio.
No le importaba sin embargo que le sorprendieran en estas poses, era imprescindible ensayar todos y cada uno de los detalles necesarios para asumir tan alto cargo, los cuales incluían también los pormenores de su ministerio.
Había seleccionado entre sus familiares
y amigos, quienes ocuparían los distintos cargos de su dependencia.
Sabía de antemano quién sería su
secretaria particular, la esposa de su mejor amigo fallecido algunos años
atrás, alguien a quien conocía desde la infancia en la escuela primaria y se
trataban como hermanos.
En sus momentos de dificultades
familiares y personales acudía a su casa, ellos conocían de sus sentimientos y
sus andanzas, eran sus seguros confidentes.
Le convenía la viuda como asistente, así
su mujer nunca sospecharía de sus amantes, sus queridas y sus enredos. Un poco
cerrada de carácter y de poco hablar, asistía religiosamente a la iglesia los
domingos. Después de la muerte de su esposo se había dedicado en cuerpo y alma
solamente al cuidado de sus hijos.
No cabían dudas de la asidua compañía de
su chofer a cualquier lugar. En tiempos de tragos y parrandas sabía los sitios
que frecuentaba y todo el itinerario a seguir. Solo una señal bastaba para
dirigirse como siempre a una de sus citas acostumbradas.
Fue colocando uno por uno a sus cercanos
colaboradores en todas las posiciones de una Secretaría de Estado.
− “En fin, tanto que hablan de
nepotismo. A quien voy yo a nombrar en los puestos públicos si no es a mis
amigos y allegados. Para que soy yo el funcionario con poder que ha nombrado el
Presidente”. Afirmaba de manera concluyente.
En una pequeña libreta que guardaba en
uno de sus bolsillos, anotaba los nombres de cada uno de sus subalternos y al
lado, las funciones a desempeñar en el ministerio que esperaba le asignaran.
Había calculado también como incrementaría su fortuna, como se haría la sobre valuación de las compras y suministros, como se conseguiría el dinero a través de las comisiones, que mecanismos utilizaría para beneficiarse del tráfico de influencias, de qué forma se harían los sobornos, como se ocultarían las expropiaciones.
Había calculado también como incrementaría su fortuna, como se haría la sobre valuación de las compras y suministros, como se conseguiría el dinero a través de las comisiones, que mecanismos utilizaría para beneficiarse del tráfico de influencias, de qué forma se harían los sobornos, como se ocultarían las expropiaciones.
En definitiva, como se realizarían las operaciones
de dolo y peculado, cohecho y prevaricación, sin dejar rastros que permitan a
auditores estatales o privados encontrar el hilo conductor del trasvase de
fondos de la dependencia bajo su mando a su fortuna particular.
Con la asesoría de contadores expertos en el arte de mantener dobles registros contables, llevará por un lado las partidas con sus ganancias personales y por el otro las concernientes a su dependencia.
Podrá aparentar lo diáfano, pulcro y sincero de su gestión en el manejo de los fondos públicos enseñando a la ciudadanía las cuentas que a su conveniencia reflejen su discreción y el seguimiento a todas las normas jurídicas y administrativas.
Con la asesoría de contadores expertos en el arte de mantener dobles registros contables, llevará por un lado las partidas con sus ganancias personales y por el otro las concernientes a su dependencia.
Podrá aparentar lo diáfano, pulcro y sincero de su gestión en el manejo de los fondos públicos enseñando a la ciudadanía las cuentas que a su conveniencia reflejen su discreción y el seguimiento a todas las normas jurídicas y administrativas.
Entre su círculo de entrañables amigos
descansa la confianza y la confidencia. Acudirá donde ellos, propietarios
algunos de firmas conocidas y compañías establecidas, con quienes se harán las
contrataciones grado a grado sin necesidad de concurso ni licitación pública.
Ellos le guardarán sus comisiones por
tantos años como sea necesario para no levantar sospechas. Si surgieran algunas
críticas, esperará hasta cuando las aguas vuelvan a su nivel después de haber
salido del gobierno y entonces podrá cobrar el fruto de su esfuerzo incluyendo
los intereses devengados por el tiempo transcurrido.
Una vez sentado en el sofá de la sala de
su casa se encontraba a solas meditando de manera relajada. Se estrechaba las
manos con los dedos entrecruzados como si en efecto amasara la fortuna a
obtener una vez terminado el período de gobierno que todavía no se había
iniciado.
Posteriormente nadie podrá cuestionarle
sus abultados haberes adquiridos con tanto trabajo, esfuerzo y sacrificio.
Cuatro o cinco años antes ya los había declarado como suyos.
De aparecer algún cuestionamiento en
cualquier medio de comunicación no habría inconvenientes, se hablaría de él por
algunos días y después todo caería en el olvido.
Si en caso extremo algún opositor al
gobierno lo sometiera a la justicia buscaría la forma de arreglar las cosas de
la mejor manera posible, hasta comprando algunas sentencias si fuese necesario.
La máxima popular “por la plata baila el mono” la mantenía constantemente
presente en su mente.
El rumor público que cuestione su
honestidad será el parecer particular de cada quien y por más fuerte que sea no
pondrá en peligro su posición. Nunca pensaría renunciar al puesto que le
asignará el Presidente.
El poder no se negocia, lo había
aprendido con el viejo líder que se mantuvo por encima de la cabeza de todo el
mundo por tantos años.
− “Esta posición me la dió el
Presidente. Como funcionario del Estado, de aquí no me sacará nadie.” Sería su
estrategia defensiva.
Sonreía cuando le hablaban de la
relación entre ética, moral y política de los funcionarios públicos, conceptos
que muy bien se aplican en algunos países europeos, pero en el país su
nombramiento tenía por finalidad hacerse de lo suyo.
La justicia es débil y parcializada
dependiendo de los gobernantes que estén en el poder, además, los hechos no
tienen continuidad en el tiempo. Lo ocurrido hoy en el país, mañana nadie lo
recuerda.
Algunos políticos iguales que él ya le habían dicho antes:
Algunos políticos iguales que él ya le habían dicho antes:
− “Este pueblo olvida rápido, es como si
perdiera su memoria histórica, entretenlo con chismes y tonterías, entrégales
regalos y bolsitas conteniendo comestibles, reparte aguardiente y ponle música
y algarabía para que se diviertan, trátalos como hordas hambrientas, salvajes y
desadaptadas”.
Pensó en la futura residencia que se
daría: una humilde casita de varios niveles con todas las comodidades habidas y
por haber, jacuzzis importados del extranjero, totalmente revestida en caoba
centenaria, mármol y losetas italianas, con canchas para deportes y piscinas al
aire libre.
Definitivamente, un hombre del
Presidente no puede vivir en cualquier lugar que no esté a la altura de su
investidura, tiene que destacarse como alguien importante, diferente y
exclusivo.
Después, sacará el tiempo para reunirse
con diseñadores, ingenieros y arquitectos para trazarle en planos y bocetos la
mansión de su gusto, con diseños únicos y diferenciados de todos los existentes
en el país, semejando modernistas estilos de vanguardia que todos querrán
imitar.
La dependencia bajo su cargo necesitará
de un jet ejecutivo para los viajes particulares del incumbente y ¿por qué no?,
un moderno yate con todos los lujos habidos y por haber para sus paseos
familiares, recrearse con sus amigos y amigas en alta mar bajo los influjos del
sol y la naturaleza, apartado lo suficiente del bullicio, de la mediocridad del
ciudadano común.
Con los amarres de que dispondrá en el
Consejo de Administración, manipulará por lo bajo como en las reuniones al
interior del partido, negociando con los representantes de los partidos
contrarios, sobornando donde haya que hacerlo, comprando conciencias como se
pueda y enajenando parte de los activos y bienes bajo su administración si
fuese necesario, para lograr de éstos la aprobación de las disposiciones
pertinentes, amparadas en la convicción de una necesidad de ahorrar tiempo para
los viajes al exterior del ministro titular y por otro lado, del vínculo y el
apasionado interés de su dependencia en las cuestiones medioambientales,
desplegando un desvelo especial por la protección de la naturaleza, la
investigación de la fauna y el ecosistema submarino.
Lo otro es solo cuestión de esperar que
estos aparatos dejen de llamar la atención y luego pasen a su emporio
particular. Apartados de la vista del público por un tiempo considerable, una
vez remodelados, pintados y con nueva matriculación nadie se recordará de
ellos.
Se propuso resolver el problema de los
lugares en los cuales pueda tomarse cierto esparcimiento. Un funcionario de su
categoría necesita relajarse tomándose un merecido descanso y esos resorts,
hoteles y villas turísticas lo exponen a la vista de todo el mundo.
Comprará algunos apartamentos en las más
altas, lujosas y modernas torres que se elevan por toda la ciudad en los cuales
alojará a sus chicas preferidas, con quienes encontrará cierta paz y reposo
desde las alturas, alejado de la muchedumbre.
Se detuvo a analizar cómo establecería
contactos con quienes manejan esas sustancias llamadas controladas para
enriquecerse de manera rápida, oculta y sin dejar rastros. Pero para esto hay
que jugárselas el todo por el todo, saber muy bien con quien juntarse, obtener
estrechos y seguros contactos en diferentes instancias de poder tanto en el
país como en el exterior y lo más importante, no exponerse demasiado, porque si
se le vincula aun por rumores, ya el pueblo le condenará y nunca dejará de
señalarle con el dedo acusador donde quiera que se encuentre, aunque
jurídicamente y supuestamente no haya nada que probarle.
Les había escuchado a ciertos eruditos
decir: “la mujer del César no solo tiene que ser seria sino también
demostrarlo”.
Ponía en dudas estas reflexiones. En
primer lugar, nunca las había entendido a cabalidad y en segundo lugar, no le
importaba lo que pensaran de él.
De todos modos, no creía necesario
calentarse demasiado para evitar que los rumores lo condenen.
En verdad, no sería tan apropiado mezclar demasiado las cosas. Un hombre caracterizado siempre por dar la cara, se atrevería a afirmar incluso que el Presidente metería la mano por él en cualquier circunstancia. Aparecer ante los ojos de todo el mundo como una persona ligada al bajo mundo, tirando por el suelo su bien ganado prestigio, su honor y su seriedad no sería conveniente.
En verdad, no sería tan apropiado mezclar demasiado las cosas. Un hombre caracterizado siempre por dar la cara, se atrevería a afirmar incluso que el Presidente metería la mano por él en cualquier circunstancia. Aparecer ante los ojos de todo el mundo como una persona ligada al bajo mundo, tirando por el suelo su bien ganado prestigio, su honor y su seriedad no sería conveniente.
Todo se convertía en un proceso
complejo, tormentoso. Posteriormente, una vez el dinero se haya obtenido,
tendría que proceder a lavarlo y no precisamente con agua y jabón.
Mejor se decidió por buscarse lo suyo
usando los métodos tradicionales que había aprendido desde mucho tiempo atrás,
los cuales le permiten nadar en sus aguas sin dejar rastros ni señales, ni
tendría cola que puedan pisarle.
− “Conviene más aumentar la fortuna para
luego aparentar una gran honradez y no cerrarse los caminos en todas las
direcciones”. Planteaba con determinación la que sería su estrategia de futuro.
A pesar de todos los análisis realizados, dejó abierta esa posibilidad en la perspectiva de enriquecimiento, entendiendo que cuando se está metido de lleno en la política, todos los caminos son posibles de transitar.
A pesar de todos los análisis realizados, dejó abierta esa posibilidad en la perspectiva de enriquecimiento, entendiendo que cuando se está metido de lleno en la política, todos los caminos son posibles de transitar.
Trataba de localizar a uno de esos
abogados quienes habían torcido el curso de su profesión, que los postulados
del derecho los había inclinado para otro lado de conveniencia personal o
económica; especialistas en legalizar lo ilegalizable, en esconder las
evidencias y presentar las que mejor convengan al caso.
En definitiva, encargados en trastornar
documentos para mostrar ante el pueblo profano la diafanidad, transparencia de
sus bienes y la buena voluntad de un ilustre ciudadano como él.
Con otros profesionales del derecho
proyectará unas cien o doscientas veces la cantidad de sus activos y haberes
personales a través de una tal declaración jurada de bienes, que ahora se ha
puesto muy de moda y a decir verdad no le gustaba en lo absoluto. Para qué dar
cuentas, si su fortuna la adquirió con tanto esfuerzo en su dedicación a los
demás y con tanto sacrificio por este pueblo.
Por último, se concentró en la tarea más
importante de todas, la cual consistirá en colocar en un lugar seguro el fruto
de la dedicación y el esfuerzo político por este país.
Investigará sobre esos paraísos fiscales
cuyos bancos se reservan la identidad de los depositantes. Amigos cercanos le
recomendaron abrir una cuenta en Suiza para guardar los dividendos y comisiones
millonarias que obtendrá por la firma de contratos internacionales. Le llamó la
atención sin embargo, las Islas Caimán, Panamá, las Bahamas, o quizás otro
lugar más cercano en el cual pensaría posteriormente, donde no haya la
necesidad de trasladarse tan lejos del país.
Había descartado cuentas con esos bancos
norteamericanos.
− “Hay que dudar de la forma de proceder de estos gringos, de cualquier quítame esta paja le congelan el dinero de uno en los bancos del norte y hasta le cancelan el visado americano y entonces se pierde todo el esfuerzo realizado en la actividad política”. Razonaba de manera concluyente.
Todo lo analizaba con la mayor frialdad
y conciencia posibles. Para una persona como él, con la dedicación de toda una
vida al partido, que estará enfrentado a las demás fuerzas políticas y a los
enemigos del progreso y la modernidad del país, al acoso permanente de los
medios de comunicación; con una agenda por delante de tantos viajes al
extranjero en su condición de funcionario visitando lujosos hoteles y hospedado
en suites de primera, con el tiempo contado para pasar por sus oficinas a
firmar algunos documentos solo para ser visto entrar en horas de la tarde,
porque las mañanas son para visitar los medios de comunicación, las plantas
televisoras y para asistir a los desayunos, recepciones y almuerzos para
explicar las grandes realizaciones que lleva a cabo en su dependencia, no tiene
nada de malo cobrarle a la patria sus grandes sacrificios personales.
En cuanto a las noches, están dedicadas
fundamentalmente a las reuniones del partido. La vida del partido le da sentido
y orientación a la política, es su razón de ser, es la entidad que condujo a la
primera posición del Estado a su Presidente y al puesto público que
posteriormente ocupará.
En definitiva había pensado en todo y
tenía calculado el más mínimo detalle. Era cuestión de esperar solamente los
próximos días para la toma de posesión del Presidente y luego éste diera a
conocer los nombres de los altos funcionarios de su gabinete.
Se dedicó por su cuenta a propagar los
rumores acerca de los ministerios en los cuales le gustaría ser nombrado.
Realizó toda clase de contactos con
amigos y conocidos haciéndoles saber lo que anda diciendo la gente sin darles a
entender que él mismo originaba estos rumores con la finalidad de que se
convirtieran de por sí en una bola de humo, empezara a correr y de buenas a
primeras llegara a los oídos del mandatario. El Presidente sabría de quién se
trataba y lo tomaría en cuenta como un individuo capaz de ocupar el cargo.
Su designación no la dejaba al libre
albedrío, para no ser sorprendido con el nombramiento en un área donde no haya
nada que buscar, ni deje los beneficios necesarios para compensar su ambición
personal.
Por esa razón, él mismo se encargaba de
propagar los nombres de los posibles candidatos a los puestos de la
administración pública, incluyéndose como parte de los mismos.
Rumores que llegaban también a los medios
de comunicación donde se compra la conciencia de algunos comentaristas y su
quehacer es igualado a un signo monetario. Parlantes que reciben lo suyo por
debajo de la mesa y se les toca con limón con la finalidad de hablar bien de
una persona.
Placenteramente, se amerita saludarlos
con un manojo de papeletas y pasarles la mano por el hombro como masajeando el
mensaje que se quiere transmitir.
− “Porque si bien te ensalzan, si no le
mojas la mano te hunden o al menos no te toman en cuenta en sus comentarios
sobre las posiciones y los cargos públicos”. Solía decir repetidamente.
La astucia en política le había enseñado
muchas cosas, la más importante extraída del saber popular:
−“Hay que mantenerse siempre donde el capitán lo vea, para que sepan que uno esta ahí.”
Los días se reducían en el periodo de transición para la toma de posesión del Presidente.
−“Hay que mantenerse siempre donde el capitán lo vea, para que sepan que uno esta ahí.”
Los días se reducían en el periodo de transición para la toma de posesión del Presidente.
Sólo faltaban horas para la
juramentación del ejecutivo de la nación y el movimiento por lo bajo era
sorprendente.
Los comentarios aumentaban su intensidad
con el deseo desmedido de poder de cada quien, ampliando las expectativas de su
propia designación en un puesto público.
Los amarres y cabildeos estaban a la
orden del día. Todos en distintas direcciones, moviendo las fichas pertinentes
contando con este padrino o aquella madrina, con personalidades influyentes en
el país, con empresarios y figuras notables de la alta sociedad y de ser
posible, con arrodillarse ante dignatarios eclesiásticos de cualquier fe
religiosa.
Ya no se trataba de estar en el medio para
que lo vean, si no de romper brazos para lograr la designación a través de la
influencia del partido, de familiares cercarnos al Presidente, de algún resorte
al que sea necesario acudir y en ultima instancia, hasta tocar cualquier tecla
existente para lograr el propósito deseado.
Por fin el día esperado había llegado y el Presidente tomó posesión de su cargo en un ambiente de exclusividad en el cual, quienes lo eligieron contemplaron aquel espectáculo solamente por televisión.
La ceremonia contaba con la plena asistencia de distinguidos invitados especiales procedentes del extranjero y presidentes de otras naciones, autoridades civiles y militares, destacados notables, ministros plenipotenciarios, insignes representantes del mundo diplomático acreditados en el país y representantes religiosos de diversas denominaciones.
Por fin el día esperado había llegado y el Presidente tomó posesión de su cargo en un ambiente de exclusividad en el cual, quienes lo eligieron contemplaron aquel espectáculo solamente por televisión.
La ceremonia contaba con la plena asistencia de distinguidos invitados especiales procedentes del extranjero y presidentes de otras naciones, autoridades civiles y militares, destacados notables, ministros plenipotenciarios, insignes representantes del mundo diplomático acreditados en el país y representantes religiosos de diversas denominaciones.
Se esperaba con extrema atención el
discurso del Presidente, que en plena solemnidad expuso sus planes de gobierno,
sus criterios políticos y sus propuestas para el progreso del país.
No se olvidaron los consabidos ataques a
la oposición, que ahora salía del poder, para tomar distancia de ellos, ni se
escatimaron esfuerzos en denostar sus realizaciones. Realzó sin embargo las
grandes y gloriosas obras a ejecutar que lo diferenciarán de los anteriores en
la moderna historia republicana del país.
Como siempre se refirió a la
ecuanimidad, la transparencia, la disminución de la pobreza, la pulcritud en el
manejo de los fondos públicos y las consabidas cruzadas anticorrupción de su
nuevo gobierno, el desarrollo de la democracia y rebuscados términos
discursivos, que algunos interpretarán, alabando tan célebre pieza oratoria y
otros concluirán en la descripción del escenario del mejor país del mundo.
Su discurso se fundamentó entre lo que
dijo y no dijo, lo que no dijo y se entendió que lo dijo, lo que quiso decir
pero no llegó a decir. En definitiva, entre lo que insinuó decir y dejará como
tarea de futuro para que el circo de intelectuales y analistas políticos en el
país se entretenga por largo tiempo descodificando sus propuestas políticas.
En realidad, al pueblo no hay porqué
hablarle clara y llanamente. Hay que envolverle las cosas y enredarle el
contenido de las ideas, ahí descansa precisamente la hidalguía, la altura, la
transparencia política y la insigne estatura de un Jefe de Estado.
La concurrencia se estremecería por
completo con una estruendosidad de aplausos continuos y delirantes de los
seguidores del Presidente. Con ligeros movimientos de cabeza de izquierda a
derecha en actitud de asombro y apretando fuertemente los labios exclamaban: −
“¡Tremenda pieza oratoria!”, −“¡Que galas de dominio del discurso!” y los
demás: −“¡Superbo!”, −“¡Magnifico!”, −“¡Excelente locuacidad!”.
Después de las ceremonias de rigor que el protocolo aconseja para tales ocasiones, se daría paso a lo que todos esperaban, la gran incógnita: Quienes serán esos honestos, laboriosos, desinteresados, emprendedores y excelentes ministros que acompañarán al Presidente en tan magna tarea.
Después de las ceremonias de rigor que el protocolo aconseja para tales ocasiones, se daría paso a lo que todos esperaban, la gran incógnita: Quienes serán esos honestos, laboriosos, desinteresados, emprendedores y excelentes ministros que acompañarán al Presidente en tan magna tarea.
Solo faltaban horas para que el Presidente
procediera a designar a los miembros de su gabinete.
Las galas se desparramaban por doquier con finos atuendos y perfumes de Paris y New York a la orden del día que colmaban el ambiente con una variedad inimaginable de aromas, compitiendo en suavidad y sutileza entre cada uno de los presentes.
Las galas se desparramaban por doquier con finos atuendos y perfumes de Paris y New York a la orden del día que colmaban el ambiente con una variedad inimaginable de aromas, compitiendo en suavidad y sutileza entre cada uno de los presentes.
La parafernalia del poder hacía acopio
de la gracilidad, del glamour y la frivolidad para tales ocasiones.
Los invitados serían testigos de los
momentos en que las grandes decisiones del país pendían de los designios del
Presidente.
Las damas se abanicaban como forma de
sofisticado donaire para mantener su delicado cutis y el cuidado de su
maquillaje. La temperatura en el salón no ameritaba siquiera de aquellos
menesteres, sin embargo, era la manera de mantenerse comedidamente con un
hablar despacio casi inaudible, para mantener la solemnidad, la discreción y la
altura que disimulaba el nerviosismo por conocer definitivamente si ellas o sus
maridos saldrían beneficiados con las designaciones del Presidente.
Entre los presentes existía una tensa expectativa, susurraban entre todos innumerables comentarios sobre quienes ocuparían las posiciones del gabinete.
Acompañado de su mujer, luciendo un fino
traje de la estampa de un notable diseñador internacional, él contemplaba como
se desarrollaban los acontecimientos, simulando conversaciones amenas con
falsos ademanes.
Las designaciones de los puestos del
nuevo gobierno se efectuaban entre ajetreos y empujones que ni las más avezadas
expertas en dislates televisivos de la crónica rosada podrían siquiera
imaginarse.
Algunos salían del despacho del Presidente con un entusiasmo que desbordaba todo su espacio y su personalidad radiantes de alegría, como a un niño a quien se le entrega un juguete en el día de los Santos Reyes y no sabe dónde ponerlo. Otros no se veían tan satisfechos por el cargo que les asignó el Presidente.
Todas las expectativas se desvanecían en
la medida en que se conocían a los nuevos funcionarios de la administración
pública, completándose una por una las distintas dependencias.
Unos en puestos que quizás no reunían
las condiciones para tales fines, otras en posiciones en que no serían tan
eficientes como si estuviesen en el manejo de su área de experticio, algunas y
algunos cuyos nombramientos ya se esperaban venir y por supuesto, una gama de
desconocidos que no se sabía de donde diablos salieron, constituyendo la gran
sorpresa en el nuevo gobierno.
Cuando todas las funciones de
significativa importancia se habían otorgado, quedaba en el ambiente la sensación
de sorpresa y amargura en muchos a quienes el Presidente no les tomó en
consideración. Mostraban ante todos una ligera sonrisa que en verdad destilaba
desamparo y descontento, fingiendo un saludo a los recién nombrados
felicitándolos por su designación.
Quedaron sorprendidos, en suspenso,
estupefactos, en una espera inagotable que llegaba a su fin y definitivamente
su desconsuelo se traducía en quedar fuera del círculo de poder durante los
próximos años.
Tanto esfuerzo y dedicación se habían
desvanecido. Todo el tiempo invertido y el empeño en la política, en el partido
y en lograr el ascenso del Presidente, habían caído al vacío de alguien que se
había dedicado de lleno a la política, que había hecho todos los esfuerzos
porque el partido llegara al poder, que incluso había dedicado parte de su
patrimonio en las campañas y en todo lo que fuese necesario, siempre y cuando
la necesidad de la política implicara algún sacrificio monetario.
Pero sobre todo, un hombre que se sentía
cercano al Presidente. Sin la necesidad de convertirse en alabardero ni limpia
sacos de nadie, porque sabía a ciencia cierta su disposición de trabajo, su
dedicación al partido, las prolongadas, extenuantes y acaloradas discusiones en
las cuales con su verbo, sus amarres, había logrado la aprobación de propuestas
que beneficiaran las posiciones políticas sustentadas por el Presidente. Su
defensa del partido de manera pública ante los demás adversarios y en cualquier
situación en que se necesitara su consenso, su entrega en las campañas
recorriendo palmo a palmo todo el país y su esfuerzo tesonero para que el
partido llegara al poder.
Un hombre que había dado su cuota
personal al partido sacrificándose por los demás y por un pueblo que nunca
agradece, pero sin embargo por eso existen personas desprendidas como él,
dispuestas a sacrificarse por su país.
Alguien que se creía ser de los hombres
de confianza del actual mandatario, que por ser tan leal y entregado a la
política había hecho y haría todo lo que fuese necesario para subirlo de nuevo
y por tanto, se había creído la promesa de la designación en un puesto
importante de la administración pública que le había hecho anteriormente el
Presidente.
Queens, New York
4 de Julio, 2008.
Queens, New York
4 de Julio, 2008.