Eramis Cruz
Aunque parezca que el asunto de exigir
aprender inglés como una condición para vivir en los Estados Unidos o para
hacerse ciudadano es un asunto bien debatido, pues no es así. Lo primero que
muchas personas opinan al respecto sin un conocimiento pleno de las
implicaciones de aprender un idioma, especialmente cuando se refieren a
personas adultas que no se sienten obligados a tal cosa y mucho menos motivados
por su medio de subsistencia. Se puede concluir que es una falta de visión en
torno a la realidad pensar que toda una comunidad de once millones de seres
humanos se lanzará a las escuelas aprender inglés. Además, un idioma no se
aprende asistiendo a una escuela, ni tampoco se aprende en seis meses, se puede
aprender algunas cosas, pero no lo suficiente para una comunicación efectiva.
No es justo exigir a otras personas
aprender u obtener algo que uno reconoce obtuvo por circunstancia muy
especiales, o no lo obtuvo en absoluto. Para mí, personalmente, mi primer
centro de aprendizaje del idioma inglés, no fue la escuela ni la universidad,
fue mi empleo. Durante 20 años comunicándome por teléfono con personas en necesidad de un
servicio, no tenía otro camino que refinar mi oído fonéticamente hablando, pero
con quienes más se aprende es con los compañeros de trabajo, con quienes tienes
la necesidad de comunicarte y en cierto modo compartir. Además el empleo es
monolingüe, aunque te permita compartir en otro idioma con tus compañeros. Sé
que esta no es la suerte de otros inmigrantes, especialmente latinoamericanos.
Tengo que reconocer que aun continúo en ese afán de aprender algo del idioma
cada día.
En mi país ya conocía muchas reglas básicas
y gramaticalmente correctas del inglés, pero a pesar de que me gusta mucho el
francés, no he sido exitoso en aprenderlo, y a pesar de que tomé dos semestres
de francés en la universidad. Esto demuestra que no suficiente ir a una escuela
para aprender un idioma. Además muchas personas que se oyen hablando en un
idioma, en realidad o quizás no están gramaticalmente preparados o pueden ser
acreditados como que conocen el idioma en cuestión, ni siquiera aquellos que
reclaman a otros su indisposición de aprender una segunda lengua.
Soy partidario de que toda persona debería
hablar una segundo idioma, solamente como cultura, tal vez aquella lengua a la
que está más directamente relacionada. Pero hay que tomar en cuenta que las
estadísticas demuestran que un gran número de individuos de nuestros pueblos
abandonan la escuela antes de la secundaria, y un mínimo porcentaje termina la
universidad, de manera que sin temor a equivocación, la mayoría de las personas
adultas pierden el hábito de estudio y de las actividades intelectuales.
Aprender un idioma demanda de estudio y asimilación intelectual, pero más que
todo disciplina, esto no es imposible, pero requiere de algo más que un mandato
para hacerse ciudadano.
Luego tenemos el dilema de que la gente
siempre irá por el camino que le ofrecen sus opciones, no a todo el mundo le
interesa llegar a la cima del éxito, especialmente si para ello tiene que hacer
esfuerzos que no devienen en algún beneficio inmediato.
Muchos hispanos reconocen que fallaron en
su intento de hacer que sus niños aprendieran la lengua materna,
paradójicamente aquellos que usaban el inglés como el idioma del hogar. Lo que
fuimos exitosos logrando que nuestros hijos hablaran ambas lenguas, somos los
que usamos el español como el idioma del hogar. Primero, porque uno no puede
renunciar a sus raíces familiares, ni a sus conexiones culturales, para
terminar siendo un asimilado de otras culturas aprendidas simplemente con
signos en el cerebro.
Comprendí
muy temprano que los niños nacido en el país aprenden el idioma inglés en la
escuela, con sus compañeros, de la televisión y otras interacciones sociales y
no necesariamente de sus padres en el hogar, al contrario los padres que usan
el inglés para comunicarse con sus hijos les ofrecen una escapatoria para que
no aprendan un segundo idioma, especialmente el de sus raíces, que es tan
importante.
Para aprender una segunda lengua no basta
con la intención, es necesario contar con los recursos, y esto supone medios
que no siempre uno controla. También puede tener influencia dependiendo de cuánto
uno valora su idioma familiar, y que tan ligado uno está intelectualmente respecto
a la comunicación y las actividades diarias con familiares y amigos. Es claro
que en nuestra familia es detectable que la primera generación no renuncia a su
idioma materno. Uno ni siquiera se imagina contando sus historias de niños en inglés,
no tiene el mismo sabor hablar de las cosas de nuestro países y de las
travesuras infantiles en otro idioma que no sea el español. Estos es muy
diferente cuando se trata de sobrinos y sobrinas, ellos tienen más qué decirse
del mundo que les ha tocado vivir en este aval comunitario de tiempos y
temperaturas invernales.
El desafío ronda en los adultos para
aprender inglés y en los niños para aprender español, sin dudas que para ambos
lados resulta beneficioso, pero la sociedad no puede limitar el éxito personal
mediante la imposición de leyes en este sentido, sino que esto es como todas
las cosas, es una opción para quienes quieren llegar más lejos en su vida.
Visto desde este ángulo, no es la misma necesidad de aprender un idioma para un
abuelo retirado, que para un niño iniciando la venturosa exploración de la
vida.