Ser bilingüe
quiere decir hablar y escribir en dos idiomas (en este caso inglés y español),
pero extraña que algunas personas denoten tendencia a dejar de lado su idioma
en un intento por sobresaltar uno que aprendió, perjudicando a sus hijos que
deben aprender un segundo idioma para que sean más cultos y exitosos en este país
y dondequiera que vayan. Hablar un segundo idioma es sinónimo de una cultura más
amplia hacia más de un horizonte.
No sé si
hay alguna manera de entenderlo, sin que nadie se sienta directamente aludido,
pero le puedo asegurar que puedo servir de ejemplo en lo que digo, por mi
propia experiencia. Comencé a estudiar inglés en mi país, cuando llegué a
Estados Unidos me di cuenta de lo mucho que me faltaba. El inglés me permitió una
vida más estable con un trabajo mejor y la seguridad de que si salía de un empleo
podía conseguir otro. Dicen que las personas bilingües están ganando más dinero
en este país que aquellos que solo hablan inglés. Pero a esto se agrega que el español
es el segundo idioma de los más hablados del Mundo, después del chino y seguido
por el inglés.
Para los hispanos es parte de sus raíces y
lleva su identidad. Pero por estas razones debemos darles la oportunidad a
nuestros niños de aprender español. La mejor manera es hablar el idioma español
en casa y que ellos se den cuenta que se usa con ellos de manera habitual.
En el caso
de los dominicanos, que en general bastante malo hablamos el español, en compasión
con otros países como Columbia y México, el esfuerzo debe ser mayor. Se trata
de lograr una meta que permita que se aprenda a hablar y también a escribir
este idioma. Claro que también dependerá del esfuerzo académico en esta dirección.
Está
demostrado que el aprendizaje del inglés para los niños que nacen en este país,
no se ve de ninguna manera obstruido por el hecho de que aprendan un segundo
idioma, bien ambos idiomas pueden ser aprendidos a la vez, aunque siempre es
notable que exista más facilidad para el inglés en razón de los medios de comunicación y la educación
escolar impartida en inglés.
Es justo
decir que existe en muchos inmigrantes de nuestra América cervantina un delirio
que por mucho tiempo nos ha perseguido enmascarando el colonialismo, esa manera
de creernos que lo del otro es mejor y que lo nuestro es algo que nos avergüenza
cuando hay confrontación de valores o se interactúan las circunstancias. Me
refiero a lo pro europeo o a lo que sigue patrones de aquel que ha dominado e
impuesto su cultura, su economía y ha pretendido escribir nuestras historia según
la visión de la suya. ¿Y de que está hablando este? Claro que no se entiende
especialmente porque está en español. Definitivamente que el que anda en busca
de lo ajena es porque le falta algo propio, estos prejuicios se ven acentuado
por una estatura de negación que rebasa la afirmación y la originalidad.
Los padres
lo entienden mejor cuando su hija o hijo no puede ocupar un empelo bien pagado
porque el español que habla es una jerigonza rara al idioma de Cervantes, de
esa que muchos escriben en Facebook y lo peor es que lo que otros escriben en
ingles no está lejos de una jerga ofensiva al idioma de Shakespeare.
Sin
ofender a nadie, ya que somos grandes familias hispanas que hemos venido a
transformar este país con nuestro trabajo y esfuerzo, demostrando que podernos cambiar
la historia y garantizarle a esta gran nación un futuro diferente al que
corrieron antiguas civilizaciones que se vieron condenadas a desaparecer por ir
en contra sus vecinos y hasta de su propia gente.
A pesar de
toda la información disponible sobre este tema, no es fácil poner todos los
elementos juntos para terminar definiendo una meta que termine en un cambio de
actitud una modificación de lo habitual para inmiscuirse en al alcance de un
punto que facilite la integridad que supone vivir en una dualidad de culturas o
influencias ipso facto.
Existe un pequeño libro muy importante que tuve
la oportunidad de leer mientras asistía al colegio, “Hunger of Memory, the
education of Richard Rodríguez”, se trata de una obra publicada por este autor
de descendencia mexicano (chicano) en 1982 y que enfatiza en el aspecto de la alienación
sufrida con respecto al avance académico enfatizando lo idiomático, del inglés como
lenguaje de negocio en comparación con la familia y el idioma materno.