Puede ser que usted y
yo tangamos más cosas en común de las que en realidad nos damos cuenta, lo
mismo pasa entre usted y los demás. De esas se encuentran algunas palabras de
gran significado. Esta es una demostración de que nuestras afinidades superan
nuestras diferencias. Lo primero a que debemos referirnos es a las palabras.
Uno debe expresarlas porque como dicen “el silencio otorga”, a pesar de que hay
que observar el proverbio dicta que “quien mucho habla, mucho yerra”.
Cuando éramos niños
nos podían castigar los mayores por decir una mala palabra, el problema era cómo
estar seguro de cuáles eran las malas palabras y cuáles eran las buenas. A esa
edad aun no habíamos leído el referente de Pablo Neruda sobre la palabra. …Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son
las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas…
Pero aun después de
leer los mejores párrafos en torno a la palabra, nos queda aquella reserva de
curiosidad. Las palabras se nos dejan oír, pero no siempre tienen el mismo
significado y no siempre nos afectan de la misma manera. La gente sabe lidiar
con ellas a veces de manera práctica, “a palabra necia, oído sordo”, —dice; la
palabra se la lleva el viento” —insiste. Y si tornamos el asunto más en serio,
según Mateo: “de la abundancia del corazón, habla la boca”.
Para unos las
palabras siempre tienen un sentido, para otros, estas no son más que briznas
que se lleva el viento, claro, “no hay más sordo que aquel que no quiere oír”. Hay
una palabra de la que no tenemos necesidad de hablar, se trata de la palabra
amor, todo el mundo sabe lo que significa, todo el mundo sabe si la conjugación
del verbo amar tiene una fibra que toca algo más que las sensibilidades
inquietantes fuera o dentro de sí. Simplemente la palabra amor no necesita
definición, uno nunca termina de entenderla del todo, pero se sabe cómo
vivirla, no se trata de palabra, se trata de la esencialidad.
Luego nos resta una
hilera infinita de palabras, muchas de ellas desconocidas para nosotros. Pero
de todas estas quiero llamar la atención sobre una que es muy conocida, se
trata de la palabra “crecer”.
Crecer tiene una gran
connotación, tanta que parece que además de ser una palabra, es una condición,
una tarea, un objetivo, y hasta aparenta ser un plan para todo y todos.
Uno cree que la gente
deja de crecer luego que llega a cierta edad, mientras no se llaga ahí, parece
ser placentero ver crecer a los niños, ver crecer las flores en el jardín, ver
crecer las plantas en el patio de nuestra casa. Y es que en esa etapa, todo
parece continuar creciendo excepto uno mismo, se define como adultez.
También es cierto que
existen muchas cosas a las que percibimos estáticas, que no crecen en absoluto.
Pero uno sabe que sin el crecimiento la vida no es posible. ¿Qué sucedería si
nuestro pelo no creciera? No podría permanecer hermoso, grasoso y saludable, se
pondría viejo, rasgado y con el tiempo el pelo que se arranca no sería
sustituido, nos quedaríamos sin pelo en poco tiempo. Lo mismo podemos decir de
otras partes de nuestro cuerpo, tanto por dentro como por fuera. Y lo mismo
podemos decir de nuestro entorno. La vida es simple, solamente hay que mirarla,
sin complejidades ni complicaciones. Vivimos atrapados por sofismas inventados
por hermanos mezquinos que saben utilizar las sombras que protegen las malas
intenciones y los hábitos destructivos. La vida se constituye en una constante
táctica contra las sorpresas y los desaciertos para quien entiende los rasgos
de la verdad.
Uno crece, y los
demás también crecen, uno y los demás crecemos aunque no nos demos cuenta. Sin
embargo el hecho de no darse cuenta encierra un grave problema. Cuando estamos
conscientes del crecimiento tenemos la opción para influir y hasta determinar
la manera de crecer. Ya en este caso nos referimos al crecimiento interior de
la persona.
Todos queremos
crecer, y queremos que muchas cosas crezcan de cierta manera. ¿Qué podemos
hacer para hacer crecer la cuenta de ahorro? Si tenemos una casa, queremos que
su valor crezca al máximo.
De la misma manera,
también a nosotros nos gusta crecer y hacer crecer todo aquello que queremos.
Todo padre quiere que los hijos crezcan en su carrera académica, que tengan
éxitos educativos, que mejoren en el campo laboral luego que comiencen a
ejercer la carrera profesional.
De ahí se deprende
que debemos estar conscientes de lo que significa crecer, de la manera de
crecer, lo cual no necesariamente se traduce en logros económicos inmediatos.
La sociedad ofrece a las familias algunos mecanismos indispensables para el
crecimiento, escuelas y universidades para crecer en la educación, clínicas y
hospitales para crecer saludablemente, leyes e instituciones para garantizar un
mínimo de balance y seguridad en las transacciones comerciales, de personas y
corporaciones.
Sin embargo no todo
el mundo logra un aprovechamiento de estos recursos, algunos por ignorancia y
otros por discriminación, o simplemente porque no creen que pueden tomar las
cosas en sus manos.
Pero la razón
principal reside en que muchas personas no prestan interés ni dedican esfuerzo
algunos para asumir esa responsabilidad personal que al final resulta más
divertida y excitante que sacrificante que es crecer para hacer crecer. Hay que
aprender que lo contrario no siempre resulta contradictorio en la praxis, de lo
contrario las formulas algebraicas no tendrían sentido alguno.
Siempre estamos a
tiempo para crecer. No importa la edad, ni el tiempo, ni el lugar. En general,
nunca paramos de crecer, lo cual viene a nuestro favor, en otros aspectos de
nuestra vida, se demanda de un propósito, una dirección, pero sobre todo la
pasión por llegar algún lugar con una mayor prosperidad. La capacidad es la que
se alcanza, como la cima a la que se escala. Uno tiene que tener un sentido de
la realidad al mismo tiempo, los superhéroes son una creación del arte ficción o
la mitología, nosotros somos parte del género humano, vivimos en un tiempo y un
lugar perceptible donde los problemas y las soluciones se atan en un punto de
factores comunes.
El presente no es un
instante que espera por la muerte, las líneas entre el pasado, el presente y el
futuro son más amplias de lo que nos han enseñado o hemos aprendido, esto es
bueno para todos, es importante saber que somos un presente, no un pasado sin relación
ni un futuro, oculto en la incertidumbre. Lo que es igual para todos no es
ventaja para nadie, la muerte, son muchos los que mueren y pueden ser mucho más
los que nacen.
Crecer no es un acto,
es un proceso y como tal, encierra cierto mecanismo, y demanda de algunos
recursos que en su naturaleza podrían ser de orden material o de orden
intelectual.
Por ejemplo, es fácil
dar con algunas personas que luego de descubrir su vocación o habilidades, en
el arte, el deporte o la literatura, han optado por implementar su selección y
con una dosis de pasión han logrado un crecimiento notable en un tiempo más
corto que lo que habían supuesto.
El mundo empresarial
esta repleto de múltiples ejemplos que se comprueban con el crecimiento de
negocios y programas de diferente tipología. En el orden más personal, existen
cantantes, escritores, pintores, fotógrafos, políticos, entre otros tantos, que
mediante su esfuerzo y dedicación han logrado un crecimiento profesional
admirable y digno de recogimiento en diferentes ámbitos.
Lo primero es saber
que uno nunca deja de crecer de alguna manera, pero al éxito se llega cuando se
tiene el propósito de crecer, hay una gran diferencia. No permitamos el absurdo
de que dejamos de crecer para envejecer y morir, ni tampoco permitamos ser
guiados por el azar o los presentimientos fatalistas.